06 Dic
Luis Cernuda: Donde habite el olvido
Escribe este poema por un desengaño amoroso. El poema pertenece al libro Donde habite el olvido, que le da nombre. Este poema es similar a una elegía de amor. Cernuda busca olvidar el amor, y la única vía es el olvido, que representa la muerte. El poeta quiere dejar de sentir el dolor que le causa el amor, un tormento del que busca liberarse. Aspira a que el amor sea solo un recuerdo para alcanzar la libertad. El tema principal es la evasión de la muerte con respecto al cuerpo, un deseo de que sus sentimientos se acaben. Presenta una estructura circular y se inspira en Bécquer y su poema Rima LXVI. La mayúscula al inicio del verso es una influencia del Barroco.
Miguel Hernández: Elegía (1936)
Poema de canto, dolor, desesperación y rebelión por la muerte de su amigo Ramón Sijé. Al principio del poema, sitúa el pueblo y la relación entre ellos, reflejando la amistad. Aparecen iconografías de la naturaleza ligadas a la muerte. Hernández crea vida a partir de la muerte, una muerte prematura. El poema tiene tres partes: la primera es un estado de aceptación reflexiva donde recuerda momentos con Sijé; la segunda es la rebelión por la muerte de su amigo, increpando al destino; y la última es un estado de sublimación y reencuentro, sugiriendo que hay algo más allá de la muerte.
Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro
Poesía social de posguerra. Pertenece al libro Cantos ibéricos (1955). Expone la dura y larga posguerra, las injusticias y la falta de esperanza, pero también la fuerza de la vida. Este tipo de poesía busca comprometerse con el momento, con los que sufren y los que no tienen libertad. Celaya afirma que la poesía es necesaria, nos ayuda a ser quienes somos, nos da identidad. La poesía no es un lujo, sino una herramienta crítica contra la sociedad de la posguerra.
Blas de Otero: En principio
Pertenece al libro Pido la paz y la palabra. Introduce el sentimiento de desesperación por la situación de su país. Reafirma los sentimientos y angustias que sufre durante esa época. La conclusión muestra cómo, a costa de su propio sufrimiento, llega a comprender la verdadera situación de su país. Tema principal: poesía de posguerra, sufrimiento, desesperación, e importancia de la poesía como lo único que no le pueden arrebatar: «lo he perdido todo pero me queda la palabra«.
Ángel González: Para que yo me llame Ángel González
Pertenece al libro Áspero mundo. Poesía social, con preocupación por el hombre. Es una crítica pesimista del destino. Para que él se llame como se llama, tiene que haber pasado una historia. «Para que yo sea, yo no soy«. Los fracasos constituyen su existencia; él es el resultado de todos sus fracasos. Es un poema de agonía existencial. El paso del tiempo, la existencia, el hombre como resultado de una larga historia de encuentros, una prolongación y vinculación con sus antepasados. Destaca el uso de un vocabulario de palabras desagradables.
José María Valverde: En principio
Pertenece al libro Ser de palabra (1976). En este poema, el autor medita sobre la esencia del lenguaje en relación con la memoria y el pensamiento. Su reflexión parte de un hecho de su infancia que quedó grabado en su memoria. Primero, el poeta recuerda el intento del niño por conocerse a sí mismo. Su mundo comienza cuando decide recordar la experiencia de contemplarse al espejo, fijándola en palabras, lo que activa la memoria que nos sirve para confrontar nuestra personalidad. Así, el lenguaje es lo que nos convierte en seres humanos. Hay influencia de Proust (En busca del tiempo perdido) y de Machado (mirando a los payasos recuerda su infancia).
José Ángel Valente: El poema
Pertenece al libro El inocente. Valente comienza con poesía testimonial y, a partir de El inocente, pasa a un tono más conceptista. Fusiona el concepto de poesía social, como defendía Celaya, con otras corrientes. En este poema, el poeta defiende su concepto de la poesía: la angustia o el acto de prender la llama del amor y transgredir lo prohibido.
Jaime Gil de Biedma: Intento formular mi experiencia de la guerra
Pertenece al libro Moralidades (1966). El tono coloquial y la reflexión distanciada e irónica sobre aspectos autobiográficos son rasgos característicos de la poesía de Gil que afloran en este poema. La visión del poeta sobre la Guerra Civil cambió en los años cincuenta cuando, al regresar a la universidad, conoció a otros jóvenes burgueses de derechas y las verdaderas razones de la sublevación militar de 1936. Este acontecimiento le llevó a adoptar una ideología de izquierdas, opuesta a la de su clase social. En este poema aflora esa lucha interior, no exenta de mala conciencia, que intenta racionalizar y justificar.
María Victoria Atencia: Placeta de San Marcos
La autora, hallándose en la Plaza de San Marcos en Venecia, teme quedar hechizada por la belleza del lugar, como se dice que les sucedía a quienes escuchaban el canto de las sirenas. Por eso, le dice a su alma que se ate a una columna de mármol, imitando a Ulises en la Odisea. El rugido del bronce alude a la escultura de un león alado que se encuentra en lo alto de una columna a la entrada de la plaza. El león es atributo del evangelista San Marcos, patrón de Venecia, y también símbolo de la ciudad. El poema, en su brevedad, contiene otra referencia cultural: el alma, al amarrarse a la columna de mármol, se asocia también al martirio de San Sebastián.
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