20 Nov

En los arcos laterales que carecen de tímpano, se identifican, en el de la derecha, el cautiverio de las tribus de Israel y Adán y Eva y, en el de la izquierda, el Juicio Final. Se conservan restos de policromía. La obra, por su naturalismo, proporción de las figuras, realismo, poca rigidez y la separación de las esculturas del marco arquitectónico, preludia el arte gótico. Esta portada está en la actualidad tapada por la gran fachada del Obradoiro, obra barroca del s. XVIII.

Los Claustros

Monasterio de San Domingo de Silos (Burgos): El monasterio era el centro de la vida religiosa y cultural de la Alta Edad Media. Generalmente estaba formado por una iglesia, más o menos grande, el claustro, especie de galería cubierta alrededor de un patio descubierto, que tiene 1 ó 2 pisos con cubierta plana o abovedada y está separado del patio por arquerías sobre columnas, la sala capitular, edificio destinado a reuniones de los monjes, el scriptorium, donde los monjes miniaban los libros manuscritos, el refectorio (comedor) y otras dependencias (dormitorios, bodega, hospedería, etc.). Uno de los mejores claustros románicos españoles es el de San Domingo de Silos, por la extraordinaria calidad de los capiteles y de los bajorrelieves. La iglesia data del año 1088 (la actual es del s. XVIII) y el claustro es de mediados del s. XII. Es de planta casi cuadrada y tiene 2 pisos. El bajo tiene en total 60 arcos y 136 columnas. En cada vértice hay un muro en forma de «ele» (machón), en donde se encuentran los famosos bajorrelieves, en total ocho. Los capiteles y las columnas son las típicas del románico: basa, fustes toscanos con capiteles dobles en forma de tronco de cono invertido. Dichos capiteles presentan un muestrario de figuras extraordinario: leones, halcones, pájaros varios, animales mitológicos, motivos vegetales, entrelazos de tradición persa o musulmana, frutas, etc. Generalmente, las escenas son simétricas con respecto al eje central. De los relieves de los machones destacan el del Descendimiento, la Ascensión, el Pentecostés y el de la Anunciación, más tardío, casi gótico por su estilo. En general, la escultura románica es muy expresiva, tosca, desproporcionada, no hay tercera dimensión, los plegados de los paños son rígidos, didáctica y se adapta perfectamente al marco arquitectónico, por ejemplo, al espacio curvo de los tímpanos o el muy reducido de los capiteles.

La Pintura Mural

Características

Por desgracia, la mayor parte de las obras pictóricas del románico español se han perdido, aunque sabemos con certeza que casi la totalidad de las iglesias tenían pinturas. Las 2 técnicas más usadas son la pintura al fresco para decorar los ábsides y muros de las iglesias y la pintura al temple, más escasa y siempre sobre tabla, para construir pequeños retablos u obras exentas. La temática es casi la misma que la vista en escultura: el Pantocrátor, el Tetramorfos, la Virgen con el Niño, temas del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, vidas de santos, estas sobre todo para decorar frontales de altar o retablos, etc.

Características de la Pintura Románica

  • Uso de colores vivos pero poco variados.
  • No hay tercera dimensión ni intención de crear profundidad en las escenas.
  • No hay paisajes de fondo, a lo sumo plantas muy esquemáticas.
  • Es frecuente que se pinten bandas de colores a imitación de los «Beatos».
  • Existe jerarquización, los contornos de las figuras se realizan con gruesas líneas negras.
  • La luz no crea volúmenes (no existe sombreado) y, por supuesto, tiene un fin didáctico.

El ábside principal, o el único si la iglesia tiene una sola nave, sirve de soporte al tema principal, casi siempre el Pantocrátor o la Virgen con el Niño, porque es el lugar en donde mejor se ve.

La Pintura Románica Catalana: Tahull

Las iglesias del Primer Románico catalán, del s. XI, presentaban valiosos ciclos de pinturas al fresco y sobre tabla, muchos de ellos se conservan en el Museo Nacional de Arte Catalán (Barcelona). Las más importantes se encuentran en el valle de Bohí (Lérida): la iglesia de Tahull tiene en su ábside principal un excelente Pantocrátor (Cristo en majestad), joya del románico español (1123), fresco posiblemente pintado por un italiano. Cristo aparece en una mandorla de tradición bizantina, con una mano bendice y con la otra sostiene un libro («Ego sum lux mundi»), flanqueado por 2 ángeles y debajo el tetramorfos. En el semicilindro del ábside aparecen los Apóstoles y la Virgen. Las características son claramente románicas, aunque conviene destacar un intento de crear volumen sombreando zonas del ropaje de Cristo. Por el contrario, el fondo presenta bandas de colores (Beatos). En otra iglesia cercana, dedicada a Santa María (Tahull), aparece la Virgen con el Niño en una mandorla, rodeada de los Reyes Magos. Es contemporánea de la anterior, también al fresco y de idénticas características. Ambas pinturas se encuentran en el Museo de Arte de Cataluña (Barcelona).

La Pintura Románica Castellano-Leonesa: San Isidoro de León

La pintura románica de Castilla y León presenta algunas diferencias con la catalana: empleo de colores cálidos, frente a los fríos (azules y verdes) y temática más variada e ingenuas alusiones a paisajes y edificios. El Panteón Real fue construido como pórtico abierto, adosado al muro occidental de la iglesia de San Isidoro, erigida por los reyes Fernando y Sancha (consagrada en el 1063), con función de panteón de los reyes leoneses (hay enterrados 23 reyes y reinas). La ejecución de las pinturas se cree que es de un siglo posterior (entre el 1167 y 1188). En las 6 bóvedas de arista se expone un extraordinario ciclo: la matanza de los Inocentes, la Última Cena, escenas de la Pasión de Cristo, el Cristo Apocalíptico, el Pantocrátor y, por último, el Anuncio a los pastores, que es la obra más conocida del conjunto por su ingenuidad: un ángel anuncia a los pastores la llegada del Mesías. Destaca el carácter esquemático de los árboles y de los animales que pastan. La gama de colores es bastante pobre (rojo, amarillo, acres…) sobre fondo blanco y negro para los contornos de las figuras. Las escenas son amables, lejos de la grandeza casi apocalíptica del Maestro de Tahull. De las pinturas situadas en los arcos de separación de las bóvedas destacan las que representan los meses del año, simbolizados por tareas agrícolas que se realizan en cada uno de ellos.

Las pinturas de la pequeña ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), actualmente en el Museo del Prado, están fechadas en el primer tercio del s. XII. Las pinturas, vigorosas y esquemáticas, se relacionan por temática y estilo con las de Tahull y San Baudelio de Berlanga. Destaca el Pantocrátor en la bóveda de cañón, el Agnus Dei en el testero y, encima del arco de la entrada, la creación de Adán y Adán y Eva con la serpiente. En los muros laterales aparecen los doce apóstoles, seis a cada lado, y más arriba el Tetramorfos.

Otro ciclo famoso de pinturas murales en este reino son las de San Baudelio de Berlanga (Soria), con una temática cinegética, extraña en el románico (conservadas parte en el Museo del Prado).

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