11 Abr

Visiones Orientales del Alma

Hinduismo

En la religión de la India (hinduismo), el alma individual (atman) procede, por emanación, del alma del universo, de la energía cósmica universal (Brahman). Existe una identidad profunda entre atman y Brahman, lo que nos conduce a una forma de panteísmo. Según la visión hinduista del ser humano, si el alma está suficientemente purificada, se produce este regreso al Brahman, se produce esa fusión y se alcanza la paz definitiva. Si esa purificación completa todavía no se ha verificado, entonces debe continuar el ciclo de las reencarnaciones.

Budismo

En cuanto al budismo, la finalidad del ser humano es alcanzar el nirvana, el estado de perfección en el que se han superado todos los deseos y egoísmos que proceden del “ego”. Los seres humanos se ven zarandeados por tales deseos (fama, poder, dinero, placer, etc.) y, por eso, siguen girando en la rueda del samsara, que es precisamente la rueda del deseo.

Orígenes, Mitos y Cosmovisiones

Génesis

Según el Génesis, Dios crea al ser humano —Adán y Eva— y prepara para ellos un paraíso maravilloso en el que el hombre y la mujer viven felices junto a Dios en un estado de inocencia total. Sin embargo, un acto de desobediencia, provocado por la serpiente, conduce a la expulsión del paraíso.

Mitología grecorromana

Según la mitología grecorromana, en un principio existió una “Edad de Oro”, en la que el ser humano vivía en un estado de perfecta paz, armonía y felicidad. Sin embargo, luego —y debido a las malas acciones del ser humano— se pasó a otras edades más violentas y menos puras.

  • Edad de Hierro: que es la más alejada del mundo espiritual originario y que está dominada por el egoísmo, la ignorancia y el deseo de riquezas y de poder.
  • Kali Yuga: En la tradición de la India, a esta “Edad de Hierro” corresponde lo que se denomina como Kali Yuga, la “edad oscura”, la más materialista y más alejada del mundo espiritual.

Ilustración

Desde la Ilustración y la Revolución Industrial, el futuro se entendió como el “paraíso” que sería creado gracias a la razón humana, la ciencia, la tecnología y el progreso.

Dualismo Alma-Cuerpo: Perspectivas Filosóficas

Descartes

El dualismo antropológico de Descartes, gran filósofo racionalista del siglo XVII: según él, el alma es res cogitans, es decir, “sustancia pensante”, mientras que el cuerpo es res extensa (“sustancia extensa”, materia que ocupa un lugar en el espacio y que está sometida a las leyes de la física). La comunicación entre el alma, que es puramente espiritual, y el cuerpo se produce en un minúsculo punto del cerebro, la glándula pineal.

Platón

Platón defiende un claro dualismo antropológico: el hombre es un compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo es como una cárcel para el alma, la cual desea retornar al mundo superior del que procede, el Mundo de las Ideas. En el mito del carro alado, Platón expresa la conflictividad de la existencia del ser humano. El auriga, que conduce el carro, representa a la razón, a la conciencia. Dos caballos tiran del carro: uno blanco, dócil y bueno (la voluntad, la aspiración al bien y la nobleza) y otro negro, malo y desobediente (los deseos de tipo material, el egoísmo, etc.). Conducir bien el carro para que se eleve hacia las alturas sólo podrá conseguirlo el hombre sabio, que Platón identifica con el filósofo.

Figuras y Mitos Culturales

Fausto

El doctor Fausto es un estudioso que aspira a desentrañar todos los misterios del universo. Estudia todas las ciencias ocultas; pero, finalmente, tiene la sensación de que ha fracasado y cae en una profunda melancolía. Entonces se le aparece Mefistófeles, el diablo, y le ofrece un trato: recuperar su juventud, alcanzar todo ese ansiado saber y vivir al máximo los placeres de la vida a cambio de que le venda su alma. Fausto acepta, con lo cual su alma queda destinada a un castigo lejos de Dios por toda la eternidad. Aparece una muchacha, Margarita, que se enamora de Fausto y cuya pureza tal vez podría todavía salvar el alma de Fausto, pese al pacto que éste aceptó con Mefistófeles.

Paraísos Perdidos: Rilke y Machado

El gran poeta alemán de principios del siglo XX, Rainer Maria Rilke, situó el paraíso perdido en los primeros años de la vida humana, al escribir: “La verdadera patria del hombre es la infancia”. De ella salimos al alcanzar lo que se llama el “uso de razón”, alrededor de los siete años de edad.

El último poema de Antonio Machado (“Estos días azules y este sol de la infancia”) fue encontrado en un bolsillo de su abrigo cuando murió, poco después de acabar la Guerra Civil, en la localidad francesa de Colliure. Machado parecía así, igual que Rilke, añorar con una infinita nostalgia los “días azules” de su niñez.

Don Juan Tenorio

En la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio es un militar arrogante que no teme a Dios ni al infierno, que hace siempre su voluntad y que ha seducido a innumerables mujeres, a las que primero enamora y luego, después de satisfacer con ellas sus instintos sexuales, abandona.

Philippe Ariès

Philippe Ariès y su obra “La muerte en Occidente”.

Desafíos a la Centralidad Humana

La Triple Humillación

La triple humillación consiste en que primero creímos que éramos el centro del universo (geocentrismo), pero luego Copérnico nos demostró que estábamos equivocados. Nos quedaba consolarnos con que, al menos, habíamos sido creados por Dios a su imagen y semejanza; pero Darwin nos enseñó que éramos simples homínidos especialmente evolucionados, y parientes del gorila y el chimpancé. Sin embargo, aún nos quedaba el considerarnos, al menos, dueños de nuestra voluntad y nuestro pensamiento; pero Freud nos quitó incluso esto último, al subrayar que nuestra vida psíquica está determinada por las fuerzas del inconsciente.

Jacques Monod: El Azar y la Necesidad

En 1970 alcanzó gran popularidad el libro de Jacques Monod —Premio Nobel de Medicina— El azar y la necesidad. Según su visión, el hombre es un producto absolutamente casual del universo: simplemente, tuvimos la suerte de que nuestro número salió en la gran ruleta cósmica.

Tecnología, Identidad y Futuro

Her y el Transhumanismo

En la película Her, el protagonista, Theodore, desarrolla una relación sentimental con un sistema operativo llamado Samantha, que posee inteligencia artificial avanzada. Esto refleja la idea transhumanista de que la tecnología puede mejorar y expandir la experiencia humana. Her demuestra cómo la tecnología puede influir en la vida humana de formas profundas, transformando las relaciones, la identidad y el significado de la existencia en un mundo donde la inteligencia artificial es indistinguishable de la conciencia humana.

Black Mirror: Identidad y Duelo Digital

El capítulo “Be Right Back” de Black Mirror plantea un dilema ético y emocional sobre la inteligencia artificial y la reconstrucción digital de la identidad humana. En él, una mujer, Martha, utiliza un servicio basado en IA para recrear la personalidad de su difunto novio, Ash. Me parece un planteamiento inquietante y profundo sobre el impacto de la tecnología en el duelo y la identidad. El episodio sugiere que, aunque la IA puede imitar el comportamiento y los recuerdos de una persona fallecida, no puede replicar su esencia ni su complejidad emocional. Esto refleja la limitación de las máquinas para comprender la experiencia humana en su totalidad.

Ray Kurzweil y el Transhumanismo

Según el profeta del transhumanismo, Ray Kurzweil, en 2045 se alcanzará un punto de no retorno en el desarrollo de todo tipo de tecnologías que permitirán al ser humano superar sus límites biológicos y convertirse prácticamente en inmortal. A la vez, se difuminarán las fronteras entre lo humano y lo artificial.

Perspectivas Psicológicas sobre el Ser Humano

Conductismo

El conductismo rechaza las ideas de alma o mente y considera que el ser humano se reduce a su conducta observable, que responde al esquema de estímulo-respuesta. Para Skinner, aspectos del alma eran como “cajas negras” que no aportan información útil para predecir y modificar la conducta. En su enfoque, lo único relevante es la relación entre los estímulos del ambiente y las respuestas observables, sin recurrir a entidades metafísicas o no verificables científicamente. Por ello, en el conductismo radical de Skinner, la existencia del alma no es admitida ni considerada necesaria para explicar el comportamiento humano.

La Pirámide de Maslow

En la famosa “pirámide de Maslow”, los escalones inferiores representan las necesidades fisiológicas, como la alimentación, la vivienda o la seguridad económica, seguidas de la familia, amigos y éxito profesional y social. Sin embargo, Maslow subraya el carácter decisivo de la cúspide de la pirámide: la autorrealización. El hombre que se siente realizado, o autorrealizado, es aquel que siente que está haciendo lo que realmente ha venido a hacer a este mundo: es aquello que nos llena, que nos hace felices, que hace que nos sintamos “plenos”. El bienestar y la motivación de una persona dependen del cumplimiento progresivo de sus necesidades, desde lo más básico (alimentación, seguridad) hasta lo más elevado (autorrealización). Esto implica que, para alcanzar el máximo potencial, es esencial contar con condiciones adecuadas en aspectos físicos, emocionales y sociales. Además, este modelo resalta la importancia de factores externos, como el entorno y las oportunidades, en el desarrollo humano.

Freud: Placer vs. Realidad

Según Freud, dos leyes regulan el funcionamiento de la psique humana: el principio de placer ordena buscar la gratificación inmediata, la sensación placentera; mientras que el principio de realidad ordena aplazar esa gratificación y darle prioridad a nuestras obligaciones y responsabilidades. La paradoja —y tal vez la tragedia— reside en que el sentimiento de felicidad parece estar del lado del principio de placer; pero Freud señala que quedarse anclado en este principio equivale a no madurar, a estar estancado en una etapa infantil del desarrollo psíquico. El principio de realidad (trabajo, esfuerzo, tenacidad) es lo que hace crecer y madurar tanto al individuo como al conjunto de la sociedad; pero, a la vez, nos hace infelices.

Libertad, Destino y Responsabilidad

Descartes y la Evidencia de la Libertad

Para Descartes (siglo XVII), la existencia del alma es una consecuencia evidente de su principio “Pienso, luego existo”. Y, como el alma no es material, no está sometida a las leyes físicas que rigen sobre la materia. Por lo tanto, somos libres, y esa libertad es evidente. Es lo que podríamos llamar el “argumento de la evidencia”: ante cualquier disyuntiva con dos opciones entre las que puedo elegir, me es evidente que, en efecto, puedo optar por una u otra, tomar la decisión A o la decisión B.

Kant y el Postulado de la Razón Práctica

Según Kant, debemos suponer que somos libres para que el mundo moral siga teniendo sentido: si no fuésemos libres, tampoco seríamos responsables de nuestros actos, y ello nos conduciría a conclusiones inaceptables y absurdas. De esta manera, la libertad es lo que Kant llama un “postulado de la razón práctica”, un principio necesario dentro del mundo moral.

Sartre y la Condena a la Libertad

El francés Jean-Paul Sartre también afirmará la libertad, el libre albedrío, oponiéndose a todo tipo de determinismo. Es indeterminista. Porque no podemos elegir no ser libres. Lo somos en cualquier caso (“Estamos condenados a ser libres”). Y eso implica el peso de la responsabilidad, de la que con frecuencia muchos seres humanos preferirían liberarse: no ser yo quien elija y sea responsable, dejar que otro decida por mí.

Fatalismo y la Cita en Samarra

El fatalismo es la creencia de que nuestras acciones están decididas de antemano por una fuerza misteriosa que llamamos “hado” o “destino”. El cuento árabe “Cita en Samarra” ilustra esta idea antigua de que no podemos escapar de nuestro destino. Es como si el libro de nuestra vida estuviera escrito de antemano y a nosotros sólo nos quedase aceptar lo que ha sido decidido ya por los astros, los dioses, el destino o como lo queramos interpretar.

Schopenhauer y el Determinismo Psicológico

Según el determinismo psicológico de Schopenhauer, siempre elegiremos la opción más atractiva, la opción cuyos motivos o alicientes “pesen más”. Por ejemplo, si nos dan a elegir entre poder cobrar un cheque de 20 millones de euros sin tener que hacer nada o, por otro lado, trabajar un día sin sueldo picando piedra, de sol a sol, los motivos estarían abrumadoramente a favor de la primera opción. Según el filósofo alemán al que nos estamos refiriendo, nadie elegiría lo segundo; no somos libres para elegir una opción menos atractiva.

La Búsqueda de la Felicidad

Aristóteles y la Eudaimonía

Aristóteles considera que nuestra felicidad (eudaimonía en griego, según su ética) está en el perfeccionamiento de nuestra alma, en dos sentidos: la perfección del carácter (la prudencia para tomar la mejor decisión en cada circunstancia y situación de nuestra vida) y la perfección de la razón teórica (avanzar cada vez más en el conocimiento del mundo y alcanzar así la sabiduría).

Epicuro y el Hedonismo Moderado

El hedonismo de Epicuro nos dice que la felicidad está en el placer. Su ética es, pues, una forma de hedonismo (del griego hedoné, “placer”). Sin embargo, no debemos perseguir a toda costa todo tipo de placeres, pues ello podría convertirnos en esclavos de uno u otro tipo de placer (sería como “caer en una adicción”). Lo que debemos hacer es saber ser felices con lo que tengamos en cada momento. Los placeres más recomendables son los moderados y sencillos, de tipo intelectual, por ejemplo: la lectura, un rato con los amigos…

Estoicismo y la Aceptación del Destino

Para alcanzar la serenidad del alma según el estoicismo, hay que aceptar que todos los sucesos de la vida (también los dolorosos, los que suponen algún tipo de fracaso) tienen un sentido y son necesarios. Eso proporciona una gran tranquilidad del alma, una serenidad que es el estado al que debe aspirar el verdadero filósofo. Si algo negativo me sucede (por ejemplo, que no saco en la PAU la nota que necesitaba para la carrera con la que siempre había soñado), en vez de caer en la amargura y la desesperación, debo comprender que esa circunstancia tenía que ocurrirme, que está predeterminada por el Lógos estoico (el principio racional que rige el universo).

Ética y Deber

La Ética Formal de Kant

La ética de Kant se centra en la forma del deber moral, sin definir contenidos específicos (ética formal). Su concepto central es el imperativo categórico kantiano: un principio que debemos seguir en todo caso para obrar bien, y que dice: “Obra siempre de manera que la máxima de tu conducta pueda convertirse en principio de una legislación universal”. Es decir, obra siempre de manera ejemplar y haz el bien por sentido del deber y porque es lo que te dicta tu conciencia.

Metáfora Final

Para mí, la metáfora de la vida como un viaje en barco refleja que cada persona es, en esencia, el capitán de su propia existencia, y la libertad se manifiesta en la capacidad de dirigir el rumbo, a pesar de los factores externos que no podemos controlar.

Glosario de Conceptos Clave

  • Libre albedrío: Capacidad de decisión y autodeterminación.
  • Indeterminismo: Afirma que sí somos libres y poseemos libre albedrío.
  • Determinismo: Teoría según la cual no somos realmente libres al elegir o decidir, sino que estamos determinados por factores específicos (psicológicos, ambientales, etc.).
  • Determinismo ambiental: Sostiene que la comprensión científica del hombre debe permitir predecir y controlar la conducta humana basándose en factores ambientales.
  • Éticas materiales: Proponen normas concretas basadas en valores como la felicidad o el placer (ej., utilitarismo, aristotelismo).
  • Ética formal: Se centra en la forma del deber moral, sin definir contenidos específicos (ej., Kant).
  • Principio antrópico: Postula que las leyes y fuerzas del universo son como son porque los humanos teníamos que poder existir; con leyes y fuerzas ligeramente distintas, ello habría sido imposible.

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