10 Mar
El Siglo XX: Un Mosaico de Estilos Musicales
El siglo XX no solo marca la ruptura con el Romanticismo, sino también la aparición de diversos estilos musicales distintos. Hasta la Segunda Guerra Mundial, coexistieron la música romántica y formas más modernas de composición, algunas de ellas totalmente contrapuestas.
Orígenes de la Transformación Musical
El origen de estos cambios radicales se sitúa a finales del siglo XIX, con el surgimiento de movimientos musicales que se alejaban del Romanticismo, como el nuevo aire renovador proveniente de Francia y los nacionalismos. El impresionismo, en particular, abrió un nuevo camino en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. El nacionalismo, por su parte, impulsó a una generación de compositores comprometidos con el estudio de la música popular.
Impresionismo: Atmósferas y Sugerencias
El impresionismo emergió alrededor de 1880 como una de las primeras rebeliones contra el Romanticismo. Buscaba crear atmósferas e impresiones sugestivas mediante el uso de armonías y combinaciones de timbres novedosas. Su principal exponente fue Claude Debussy (1862-1918), autor de obras como El mar, Preludio a la siesta de un fauno, Nubes, Sirenas o Nocturnos.
Relacionado con el impresionismo, Maurice Ravel (1875-1937) destacó como un orquestador muy hábil, combinando instrumentos para obtener sonoridades mágicas e inéditas. Compuso el famoso Bolero para orquesta, así como la Rapsodia española, Le Tombeau de Couperin o Dafnis y Cloe.
La Velocidad del Cambio: El Grupo de los Seis y el Neoclasicismo
Uno de los fenómenos más notables del siglo XX es la rapidez con la que se suceden y se superponen las corrientes musicales. En París, surgió el denominado Grupo de los Seis, que buscaba crear una música distinta del impresionismo: ligera, directa y alejada del Romanticismo. En ocasiones, se les denomina neoclásicos.
El Segundo Nacionalismo: La Música Folclórica en las Salas de Concierto
Algunos compositores dedicaron sus esfuerzos a incorporar la música folclórica de sus países en composiciones destinadas a las mismas salas de concierto que la música romántica. El caso de los compositores húngaros fue particularmente significativo, ya que realizaron trabajos de campo visitando aldeas en varios países centroeuropeos para grabar y transcribir melodías y ritmos populares.
Manuel de Falla, nacido en Cádiz, inicialmente empleó elementos del folclore andaluz, pero gradualmente incorporó melodías de otras regiones de la Península Ibérica.
Los países americanos, aunque poseían una impresionante riqueza musical derivada de sus tradiciones, habían estado aún más alejados del centro del panorama musical de concierto.
La Ruptura de la Tonalidad: Schoenberg y el Atonalismo
Mientras tanto, en Viena, desde la tradición germánica romántica, Arnold Schoenberg componía música cada vez más alejada de las normas de la tonalidad y de los acordes tríada. En cada obra, concebía un nuevo planteamiento, hasta llegar al atonalismo, una forma de composición basada en la elección libre de notas y acordes, sin atenerse a escalas o tríadas con función de tónica, dominante, etc. Schoenberg estaba decidido a liberar la disonancia.
El Dodecafonismo: Una Nueva Organización del Sonido
El siguiente paso de Schoenberg fue organizar de una nueva manera la técnica que había ido inventando, dando lugar al dodecafonismo. Esta técnica consistía en utilizar los doce sonidos de una escala cromática libremente, pero sin repetir ninguno hasta que se hubieran oído todos los demás. Esto es lo que se conoce como serie, que, en este tipo de música, es el equivalente a la escala de una tonalidad.
Igor Stravinsky: Un Camaleón Musical
El éxito de Igor Stravinsky (1882-1971) comenzó con la composición de la música para los Ballets Rusos de Diaghilev. Su música es personal y difícil de definir, ya que transitó por diversos estilos: desde una cercanía al impresionismo en sus inicios, pasando por la incorporación de elementos del folclore, hasta un neoclasicismo cercano al Grupo de los Seis y, finalmente, el dodecafonismo.
La Reconstrucción Cultural Después de la Guerra: El Serialismo Integral
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el panorama europeo era desolador en todos los aspectos. Los compositores e intérpretes tenían una importante labor que llevar a cabo: crear nuevas obras musicales que contribuyeran a la reconstrucción de la cultura.
En este contexto, surgió un nuevo estilo denominado serialismo integral, que consistía en hacer series no solo con las alturas del sonido, sino también con las intensidades y las duraciones. Así, cada nota podía llevar una duración y una intensidad determinadas de antemano.
Si bien el serialismo integral produjo una música tremendamente sugestiva y novedosa, acabó siendo una técnica de composición bastante rígida, por lo que se utilizó de forma cada vez más libre.
La Indeterminación y el Azar: John Cage y la Música Experimental
Los mismos compositores serialistas emplearon cada vez con mayor libertad su propia técnica. Sin embargo, fue el californiano John Cage quien primero y más firmemente defendió una forma de hacer música no solo improvisada, sino con la participación de la indeterminación y del azar. Para dejar que el azar entrara en la composición, se valió de recursos como:
- Permitir que los músicos toquen las notas libremente.
- Suprimir ideas mediante dibujos.
- Utilizar aparatos de radio encendidos como fuentes de sonido en lugar de instrumentos.
- Componer piezas silenciosas, de modo que los sonidos los haga el público.
- Escribir fragmentos de música en tarjetas que luego se barajan.
Música Concreta y Electrónica: Nuevos Sonidos para una Nueva Era
La música concreta consiste en grabar sobre cinta magnética todo tipo de ruidos producidos con diferentes objetos.
La música electrónica surge de la producción de sonidos mediante aparatos electrónicos.
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