13 Ene
Factores impulsores de la industrialización
La revolución agrícola
Una serie de transformaciones en la agricultura, conocidas como revolución agrícola, hicieron posible un notable incremento de la producción de alimentos. Las tres innovaciones agrarias más importantes fueron:
- La difusión de una nueva rotación de cultivos: que combinaba la siembra de cereales, que empobrecen la tierra, con la de plantas forrajeras (trébol, alfalfa…) que la enriquecen porque ayudan a fijar el nitrógeno en el suelo. Esto permitió suprimir el barbecho y ampliar la superficie cultivada. El crecimiento del forraje incrementó la ganadería, cuyo estiércol también mejoraba la fertilidad de la tierra.
- La introducción de nuevas herramientas, como la sembradora, de nuevos cultivos como la patata y nuevos fertilizantes como el guano, que permitían aumentar la producción de alimentos.
- Los cambios en la estructura de la propiedad agrícola: mediante el cercado y la privatización de los campos abiertos y de las tierras comunales.
La revolución demográfica
El aumento de la oferta de alimentos hizo posible un elevado y continuado crecimiento de la población. Gran Bretaña vivió una gran explosión demográfica entre 1800 y 1900: el número de habitantes casi se triplicó. Este crecimiento se debió al descenso de la mortalidad y a un ligero aumento de la natalidad. La reducción de la tasa de mortalidad fue resultado de una mejor alimentación y de algunos avances médicos e higiénicos, como la vacuna contra la viruela. La natalidad se elevó debido a la disminución de la edad de matrimonio y del número de célibes por la mejora de la situación económica. El incremento de la población supuso un gran estímulo al proceso de industrialización porque proporcionó mano de obra abundante.
Las nuevas fuentes de energía
La introducción de nuevas fuentes de energía favoreció el paso de la manufactura a la industria y, por tanto, la mecanización de los sistemas de producción. Las primeras máquinas industriales funcionaron gracias a una rueda que aprovechaba el agua de los ríos como fuerza motriz, pero la gran revolución fue la máquina de vapor, patentada por James Watt, que funcionaba mediante la combustión de carbón y permitió poner en marcha todo tipo de máquinas industriales y agrícolas. Además, se aplicó a los medios de transporte.
La revolución de los transportes
A mediados del siglo XVIII, en Gran Bretaña, para poder trasladar materias primas y mercancías, se mejoraron los caminos y se construyeron canales para mejorar la navegación. Pero la verdadera revolución de los transportes fue el ferrocarril, que aportó mayor rapidez y capacidad de carga, además de menor coste por unidad transportada y más seguridad para pasajeros y mercancías. El nuevo medio de transporte fue posible gracias a la invención de la locomotora, una máquina de vapor capaz de trasladarse sobre raíles. Robert Fulton aplicó la máquina de vapor al mar y creó los barcos de vapor, que permitieron acortar la duración de los viajes. El ferrocarril y el barco de vapor facilitaron los intercambios entre los centros de producción y de consumo, tanto en los propios países como en el exterior.
El impulso del mercado
La mejora en las manufacturas y el transporte hicieron posible la consolidación de una economía de mercado, en la que no se producía para el autoconsumo sino para la venta. El impulso inicial de la expansión comercial británica provino del mercado exterior. La mayor transformación fue el mercado interior, que permitió la generalización de los intercambios.
La mecanización y el sistema fabril
Las nuevas fuentes de energía impulsaron la mecanización del proceso productivo a partir de la utilización de nuevas máquinas que podían trabajar día y noche y realizar diferentes operaciones. La nueva maquinaria se aplicó en la agricultura, en la industria y en los medios de transporte, lo que provocó un aumento de la producción y del comercio a distancia. Estimuló la implantación del sistema fabril, que era una nueva técnica de organizar la producción y el trabajo. El elemento central de este modelo era la fábrica, que reunía los dos factores de producción: el capital (local, máquinas, materias primas) y el trabajo (mano de obra). Esto comportó la ruina del domestic system.
La expansión de la industrialización
A lo largo del siglo XIX, el proceso industrializador iniciado en Gran Bretaña se expandió por Europa. A principios de este siglo, las transformaciones económicas comenzaron en Francia y Bélgica, donde la industrialización se sustentó en la explotación de los yacimientos de carbón. Alemania cimentó su desarrollo industrial en la abundancia de carbón y hierro, en la concentración de capital financiero en grandes corporaciones bancarias y en un sector siderúrgico. En Italia y España, el crecimiento industrial fue más tardío y, en muchos casos, incompleto, combinando áreas fuertemente industrializadas con regiones de economía básicamente rural. En la Europa occidental, solo en zonas muy localizadas de los imperios austrohúngaro y ruso se asentó una incipiente industrialización a finales del siglo XIX. Solo en EEUU y Japón se desarrolló una industria semejante a la europea. A causa de la expansión de la industria, las crisis de superproducción tuvieron un impacto mundial.
Capitalismo y librecambio económico
Para construir una fábrica, comprar maquinaria, construir una red de ferrocarril o abrir una mina eran necesarias grandes inversiones de capital. El proceso industrializador estuvo íntimamente unido a las nuevas ideas del librecambio económico, sobre las cuales se consolidó el capitalismo. Este sistema económico respondía a todas estas exigencias y permitía a los emprendedores la obtención de grandes beneficios.
El liberalismo económico es una teoría económica basada en:
- El interés individual: la satisfacción del interés particular es el motor del desarrollo económico.
- La ley de la oferta y la demanda: los intereses contrapuestos se equilibran en el mercado a través de una mano invisible que ajusta los precios mediante la oferta y la demanda.
- La libre competencia entre empresas: es el marco idóneo para el desarrollo económico porque estimula el descenso de los precios y la innovación tecnológica.
- La no intervención del Estado en la economía.
- El libre cambio: debe existir una libre circulación de mercancías entre los países.
El capitalismo es un sistema económico caracterizado por:
- La propiedad privada de los medios de producción y de los bienes que se fabrican, en manos de la burguesía que aporta el capital.
- El trabajo asalariado que realiza el proletariado a cambio de un jornal.
- La libre iniciativa y la no intervención del Estado, que tiene como objetivo la búsqueda del máximo beneficio.
- La existencia de crisis económicas periódicas por los desajustes entre oferta y demanda.
El proceso de urbanización
Los trabajadores se trasladaron a la ciudad y a vivir en el entorno de la fábrica, por lo tanto, crecieron las ciudades y se consolidó la sociedad urbana. Los nuevos trabajadores procedían de áreas rurales, casi dos millones de ingleses se desplazaron. El rápido crecimiento de las ciudades originó una fuerte segregación social por barrios:
- La burguesía abandonó el casco antiguo y se derribaron las murallas de muchas ciudades con el fin de construir grandes avenidas y se planificaron barrios residenciales dotados de alcantarillado, iluminación, etc.
- Los trabajadores se establecieron en barrios obreros que crecieron sin planificación cerca de las fábricas y carecían de infraestructuras. Los edificios eran viviendas pequeñas, sin agua corriente y, a menudo, acogían a más de una familia.
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