02 Mar

Decretos de Nueva Planta y sus Consecuencias

El texto, de naturaleza jurídica y temática político-jurídica, fue promulgado por el rey Felipe V, el primer monarca de la dinastía de los Borbones en España. Se dirige a los catalanes y a las autoridades del principado de Cataluña, divulgando las nuevas leyes impuestas como consecuencia de su apoyo al Archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión. Estas leyes, conocidas como los Decretos de Nueva Planta (1711-1716), anularon los fueros y leyes particulares de Cataluña, instaurando el absolutismo en la región. El documento fue publicado en 1716.

Contexto Histórico: El Siglo XVIII en España

El siglo XVIII, desde la perspectiva política, marcó la llegada de la dinastía Borbónica. Se instauró el absolutismo en casi todos los territorios de la monarquía (exceptuando Navarra y el País Vasco) y se implementó un programa de reformas político-administrativas de influencia francesa, precursoras del Despotismo Ilustrado.

  • Economía: Se promovieron mejoras, introduciendo nuevas ideas y técnicas agrícolas (Fisiocracia), fomentando las manufacturas, innovaciones financieras (banca, papel moneda) y mejorando el sistema de comunicaciones. Se introdujo el librecambismo en las relaciones comerciales.
  • Sociedad: Aunque la sociedad siguió siendo estamental, la burguesía incrementó su poder, intentando alianzas con la monarquía. Al fracasar, buscaría modificar el sistema político mediante una revolución en el siglo siguiente.
  • Cultura: El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración. Los ilustrados españoles se enfrentaron a los defensores del Antiguo Régimen debido a sus propuestas de reformas sociales. A finales de siglo, tras la Revolución Francesa de 1789, Carlos IV suprimió las reformas ilustradas por temor a la expansión de las ideas revolucionarias.

Análisis de las Ideas del Texto

Tras la Guerra de Sucesión y la ocupación militar de Cataluña, Felipe V modificó las instituciones y cargos político-administrativos catalanes. Implantó nuevas estructuras y controló los altos cargos con el objetivo de, según el monarca, mejorar las condiciones de vida de los catalanes. El rey buscaba centralizar el gobierno y la administración, aplicando las leyes de Castilla en los territorios que se habían opuesto a su reinado, suprimiendo así los fueros y leyes particulares de Cataluña (y de la Corona de Aragón) que limitaban su poder absoluto.

Se modernizó la administración de Cataluña con instituciones de modelo francés:

  • Capitanía General de Cataluña: Controlaba la política y el ejército, bajo el mando de un Capitán General, quien también supervisaba la Administración de Justicia.
  • Audiencia: Sustituyó a la Generalitat o Diputación General de Cataluña, la institución más representativa del Antiguo Principado, garante de sus fueros y libertades. La nueva Audiencia era controlada por el Capitán General, nombrado por el rey.
  • Idioma: Los documentos oficiales y sentencias debían redactarse en castellano, una medida de normalización con Castilla, pero también una represalia y un menosprecio hacia la lengua y cultura catalanas.
  • Municipios: Los regidores serían nombrados directamente por el rey, reflejando el control absolutista sobre todas las instituciones, incluso las locales.
  • Supresión de instituciones: Se eliminaron otras instituciones tradicionales y cargos político-administrativos de Cataluña que pudieran limitar el poder del rey. También se suprimió el Somatén, una milicia ciudadana, para evitar posibles sublevaciones.
  • Intendencia de Cataluña: Controlaba los asuntos económicos, con el intendente nombrado directamente por el rey. Esta institución permitía al monarca controlar las finanzas, impuestos y la economía catalana.

Se buscaba profesionalizar a los funcionarios públicos y evitar prácticas localistas en su nombramiento.

La Política Exterior de los Borbones

El objetivo principal de la política exterior de los primeros Borbones fue recuperar los territorios perdidos en la Paz de Utrecht, tanto en el Mediterráneo como en el Atlántico. España se enfrentó al poder marítimo y comercial del Reino Unido, potenciando la flota naval y buscando aliados, destacando Francia por sus vínculos dinásticos. La unión de ambas flotas podía contrarrestar la superioridad británica.

Los primeros intentos de romper los acuerdos de Utrecht comenzaron con Felipe V, cuyas pretensiones dominaron la política exterior española hasta 1748. Una expedición española para invadir Cerdeña y Sicilia provocó la formación de la Cuádruple Alianza (Imperio Alemán, Reino Unido, Francia y Saboya), resultando en un desastre para España.

Posteriormente, la diplomacia española adoptó una postura más realista. El Tratado de Sevilla con Inglaterra y Francia permitió al infante Don Carlos tomar posesión de los ducados de Parma y Plasencia.

La rivalidad hispano-inglesa por Gibraltar y Menorca, derivada de las concesiones de Utrecht, fortaleció la alianza entre España y Francia a través de los Pactos de Familia:

  • Primer Pacto de Familia (Felipe V): España ayudó a Francia en la Guerra de Sucesión de Polonia, obteniendo Sicilia y Nápoles. Carlos fue proclamado rey de las Dos Sicilias.
  • Segundo Pacto de Familia (Felipe V): España apoyó a Francia en la Guerra de Sucesión de Austria, obteniendo el ducado de Parma.

Fernando VI, sucesor de Felipe V, mantuvo una política de neutralidad, consolidando el imperio americano e impulsando la marina de guerra. El Concordato con la Santa Sede de 1753 concedió a los reyes españoles el Patronato Universal sobre la Iglesia.

Carlos III rompió el equilibrio. Con un ejército y una marina renovados, y una Hacienda saneada, firmó el:

  • Tercer Pacto de Familia (Carlos III): España apoyó a Francia contra el Reino Unido y Portugal, intentando frenar la expansión británica en América del Norte. El resultado fue desfavorable, con la pérdida de La Habana y Manila.

La Guerra de la Independencia americana fue crucial. España participó activamente, recuperando Florida y Menorca mediante el Tratado de Versalles (1783). También obtuvo Sacramento, aunque no logró recuperar Gibraltar.

Tras la Revolución Francesa (1789), Carlos IV suspendió los Pactos de Familia. La Guerra de la Convención contra Francia resultó en un fracaso para España, que firmó el Tratado de Basilea, devolviendo Francia sus conquistas a cambio de la parte española de Santo Domingo.

Con el Directorio, una fase más moderada de la Revolución, Godoy firmó el Primer Tratado de San Ildefonso, aliándose con Francia contra Inglaterra. España sufrió derrotas navales y perdió Trinidad. Con Napoleón en el poder, se firmó el Segundo Tratado de San Ildefonso, poniendo la flota española al servicio de Francia. La Guerra de las Naranjas permitió a España incorporar Olivenza. Las derrotas navales en Trafalgar y Finisterre (1805) consolidaron la hegemonía británica y agravaron la crisis económica española.

El Tratado de Fontainebleau permitía a las tropas francesas atravesar España para invadir Portugal, pero se establecieron en España. El descontento popular y la manipulación de Fernando VII provocaron el Motín de Aranjuez, donde Godoy fue arrestado y Carlos IV abdicó en su hijo. Fernando VII ya había intentado derrocar a Godoy en la Conjura del Escorial (1807).

La Evolución Política del Siglo XVIII

La situación política de España en el siglo XVIII fue compleja debido a la falta de descendencia de Carlos II. Para mantener el equilibrio europeo, se consideraron como candidatos a Felipe de Anjou, al archiduque Carlos de Austria y a José Fernando de Baviera.

El Tratado de Ryswick (1697) acordó un reparto de los territorios españoles, pero la muerte de José Fernando en 1699 rompió el pacto. El Consejo de Estado de Castilla (1700) propuso a Felipe de Anjou, decisión confirmada por Carlos II antes de morir. Se esperaba que la alianza con Luis XIV asegurara la integridad de los territorios de la monarquía hispánica.

La sucesión de Felipe V amenazaba el equilibrio europeo establecido en la Paz de Westfalia (1648). La Gran Alianza de La Haya (Gran Bretaña, Holanda, Prusia, príncipes alemanes, Saboya y Portugal) apoyó al archiduque Carlos. La proclamación del Archiduque Carlos como rey de España en 1703 desencadenó una guerra internacional y civil.

La Corona de Aragón apoyó al Archiduque, mientras que la Corona de Castilla, Navarra y el País Vasco apoyaron a Felipe V. En 1704, los británicos tomaron Gibraltar. Carlos desembarcó en Lisboa y, en 1706, las tropas aliadas dominaban la Corona de Aragón. Carlos estableció su corte en Barcelona y ocupó Madrid en dos ocasiones.

Felipe V obtuvo la victoria en Almansa, conquistando Aragón y Valencia. Las victorias en Brihuega y Villaviciosa permitieron la ocupación de Valencia y Aragón y la abolición de sus fueros mediante el Decreto del 29 de junio de 1707. Cataluña y Baleares fueron los últimos reductos de resistencia.

En 1711, el Archiduque Carlos se convirtió en emperador, retirándole el apoyo británico y holandés. Felipe de Anjou renunció a sus derechos al trono francés, conduciendo a las negociaciones de paz. Los Tratados de Utrecht y Rastatt consolidaron a Felipe V en el trono, estableciendo un nuevo equilibrio de poder en Europa, con Gran Bretaña como árbitro.

Las consecuencias de la Guerra de Sucesión incluyeron la consolidación de la monarquía absoluta y centralista, y la imposición de los Decretos de Nueva Planta en Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña, como represalia. Navarra y las provincias vascas conservaron su régimen foral.

La Provincia de Extremadura en el Antiguo Régimen: Aspectos Políticos y Administrativos

Las reformas borbónicas afectaron a Extremadura. En 1720, se creó la Intendencia de Extremadura, cuya capital se estableció primero en Mérida y luego en Badajoz. El Intendente se encargaba del desarrollo agrícola, ganadero, industrial, comercial, de las comunicaciones y el transporte.

Se creó también una Capitanía General, con el Capitán General al mando de las tropas, el gobierno y la vigilancia de la provincia, y la inspección de corregidores y alcaldes.

En 1785, la región se dividió en ocho partidos judiciales: Alcántara, Plasencia, Cáceres, Trujillo, Badajoz, Mérida, Llerena y Villanueva de la Serena, utilizados también para la recaudación de impuestos.

En 1791, se creó la Real Audiencia de Extremadura, con sede en Cáceres, para asuntos judiciales, integrando toda la región en una unidad jurisdiccional. La provincia se dividió en nueve partidos judiciales: Alcántara, Coria, Cáceres, Trujillo, Plasencia, Mérida, La Serena, Badajoz y Llerena.

Los cambios políticos afectaron a los límites de la región. El cambio más significativo fue la anexión de Olivenza tras la Guerra de las Naranjas, resultado de los acuerdos entre Godoy y Napoleón y la negativa de Portugal a cumplir la prohibición francesa al atraque de barcos ingleses. El Tratado de Badajoz reconoció la victoria española y la incorporación de Olivenza a Extremadura.

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