15 Feb
55Heráclito
Su tratado esta dividido en tres partes: el universo, la política y la teología. centró su filosofía en el problema del cambio. Observando lo que ocurre con los fenómenos sensibles, mutables y variables, creyó que no había nada inmóvil o inmutable, y que la realidad se transforma continuamente. La experiencia del movimiento llevó a este sabio a entender que la realidad última, o su primer principio, no puede ser algo estático, como parecían defender los filósofos que lo precedieron, sino que se encuentra en algo dinámico, en el mismo fluir o devenir que nos muestran los sentidos. La physis de las cosas consiste en no estar acabadas y, por tanto, en ir haciéndose, sin detenerse nunca. Así refiere Platón su pensamiento: «En algún sitio dice Heráclito «que todo se mueve y nada permanece» y, comparando los seres con la corriente de un río, añade: no podrías sumergirte dos veces en el mismo río» (Cratilo, 402 a). Ahora bien, aunque para Heráclito el mundo sensible se reduce al movimiento y al cambio, también reconoce un principio de orden y unidad. Considera que el devenir no se produce de un modo arbitrario o casual, sino siguiendo un patrón ordenado, regular, que constituye la ley del universo. Llamó a esta ley logos, quizá uno de los términos más importantes de la historia de la filosofía y que él utilizó por primera vez. Para este autor, el concepto expresa la racionalidad interna y el orden intrínseco que existe en el cosmos, que va más allá de la apariencia sensible. El logos es la ley universal que rige y explica el movimiento y el cambio de los seres -incluido el hombre-, que otorga y sostiene la unidad del Cosmos. Como esta ley trasciende los sentidos, se nos oculta «como el oro bajo la tierra», por lo que resulta difícil descubrirla. Para Heráclito, la mayoría de los seres humanos no pueden someter su conducta a esta ley del universo, no son capaces de descifrar su verdad. (Seguimiento de Heráclito)
La unidad y el orden impuestos por el logos consisten, en último término, en una lucha de contrarios: hay enfermedad porque hay salud, hay guerras porque hay paz, etc. Existe una diferencia importante entre Anaximandro y Heráclito, pues, para este, la lucha es la esencia misma de cada cosa y lo que otorga estabilidad y realidad a todo. En continuidad con los milesios, Heráclito también señala un arjé primer principio material del que están hechas todas las cosas. En su caso, es el fuego. No es extraño que elija este elemento como principio de todo, ya que representa adecuadamente el movimiento, puesto que el fuego todo lo destruye y transforma. Según explicó, el fuego, en primer término, da lugar al mar; posteriormente, a la tierra y, finalmente, al viento. El fuego tiene que estar necesariamente relacionado con el logos, puesto que todo cambia según una ley o medida racional común a todas las cosas. Para este sabio, el alma humana también está compuesta de fuego. A pesar de este aparente materialismo, se puede deducir de sus afirmaciones que el alma humana es inmortal y que tiene un destino eterno desconocido. En cuanto a la conducta más apropiada para el ser humano, exhorta a la búsqueda de la sabiduría y a vivir de acuerdo con el logos o ley universal del cosmos. Esta es, sin duda, una tarea ardua; pero afirma que, si la felicidad estuviera en los placeres del cuerpo. La concepción de Heráclito sobre la realidad como devenir tuvo repercusión en autores tan dispares entre sí y tan lejanos en el tiempo como Hegel, Marx y Nietzsche. Sin embargo, en su misma época, aparecieron en el sur de Italia unos autores que desconfiaron de los sentidos, negaron la realidad del movimiento y solo dieron crédito a la razón, que nos instala ante lo inmutable.
Parménides
En el sur de Italia nacíó Parmenide hacia el año 540 aC. Probablemente, pertenecíó a la escuela pitag rica, que en un momento dado abandonaría. Fue político, además de filósofo, y elaboró importantes leyes en su ciudad. Aunque fue contemporáneo de Heráclito, no existen evidencias de que conociera su pensamiento y polemizara con el. Parménides escribíó el poema Sobre la naturaleza, del que se conservan bastantes versos. Está dividido en tres partes: la primera es el encuentro del viajero con la diosa Dike, que le va a hacer una revelación en la segunda, la diosa le expone el camino de la verdad, que solo se puede recorrer haciendo uso de la razón;
en la tercera, le muestra el camino de la opinión, que conduce a las apariencias que nos muestran los sentidos. Según Parménides, los sentidos intentan engañarnos, porque nos hacen imaginar que hay muchos seres y que continuamente cambian Es lo que muestra el camino de la opinión. Pero la razón se puede librar de estas apariencias y descubrir el ser, esencia y fundamento de la realidad: el arje. Las ideas principales del poema son:
1.
El camino de la verdad. Parménides descubre el principio de que el ser es y que no es posible que no sea De esta parte del poema se pueden sacar las siguientes conclusiones:
● El ser es único. Si hubiera más de un ser, cada uno tendría que distinguirse de los demás, lo que significaría que no es lo mismo que el resto y, por tanto, sería y no sería, lo cual es imposible.
● No existe el movimiento o cambio. Para que el ser se mueva, tiene que dirigirse a un término que no es todavía, lo que implicaría afirmar la realidad de este, es decir, de algo que todavía no es.
● Identidad entre ser y pensar. Según la diosa, el ser y el pensar son lo mismo, ya que el ser sólo puede ser captado por el pensamiento, mientras que el no ser y las apariencias se le escapan, porque son ininteligibles.
● Los atributos del ser son: unidad, eternidad, perfección, inteligibilidad y universalidad. Estos atributos confirman que el ser es algo universal y racional, que no tiene nada que ver con lo sensible y concreto.
Aunque, para Parménides, el ser se constituye como la esencia y el fundamento de la realidad, no es propiamente un arjé ya que no puede cambiar ni multiplicarse y, por lo tanto, no puede ser el principio u origen del que proceden todas las cosas. La opinión es, para Parménides, un conocimiento que proviene de los sentimientos. Es fuente de error y confusión, porque con ella el ser humano da crédito a la apariencia. La concepción de Parménides es muy relevante, pues es el primer filósofo de la historia que se ocupó del concepto de ser.Parménides entendíó el ser de modo unívoco, como si se predicara pre en el mismo sentido, sin admitir la existencia de distintos sentidos de ser. Esta concepción lo llevó a negar la multiplicidad y que las cosas puedan ser de distintas maneras.
Sofistas
Se inició una etapa de humanismo. En ella, la atención se apartó del cosmos y se centró en la polis, lugar en el que convivía los hombres, ya que, gracias a la democracia, los ciudadanos comenzaron a participar activamente en la vida de la ciudad y a decidir sobre sus destinos. Este fortalecimiento de la democracia dio lugar a una importante demanda de profesionales que formarán a quienes pretendían acceder al gobierno de la ciudad en el arte de dirigir. Los sofistas cubrieron esa necesidad. Por lo general, estos pensadores no eran atenienses, sino extranjeros procedentes de diferentes ciudades que acudían a la gran polis a probar fortuna. Esta circunstancia explica que tuvieran una visión de los asuntos abierta y cosmopolita. A pesar de que eran extranjeros y de que no tenían derecho a participar en las instituciones políticas de Atenas, influyeron mucho en ella a través de sus discípulos, los futuros magistrados. Además, por su pertenencia al pueblo, los sofistas fueron críticos con las antiguas tradiciones aristocráticas. Con los sofistas se produjo el llamado giro antropológico, pues abandonaron el estudio del cosmos y de la naturaleza, para centrarse solo en los asuntos relacionados con el hombre y lo cultural como la ética, la política, las leyes o la organización social. Este cambio se dio, principalmente, a causa de la insatisfacción que generaron las respuestas de los presocráticos al problema cosmológico, poco concluyentes y contradictorias. Era como si no hubiera solución al problema del arjé. Además, la necesidad de formar a los ciudadanos en las tareas políticas desvió la atención hacia el ámbito antropológico y el dominio del lenguaje. Como en la democracia el acceso a los cargos dependía de la educación y de la capacidad de convencimiento, los sofistas enseñaban retórica argumentación. Por eso, se calificaron a sí mismos maestros de virtud (areté); entendieron la virtud como la capacidad de hablar bien y con- vencer. Intentaban garantizar a sus alumnos el triunfo político y la victoria dialéctica sobre el adversario, independientemente de la verdad o corrección de sus opiniones.
Son dos las principales aportaciones de la sofística:
1.El convencionalismo democrático. Los sofistas diferenciaron entre leyes de la naturaleza (physis), incambiables y permanentes, y leyes humanas (nomos). Estas últimas eran: (seguimiento de sofistas hoja 5)
(seguimiento sofistas)
● Convencionales. Lo que las normas determinaban como correcto o incorrecto nacía de la convencíón o acuerdo de los ciudadanos o gobernantes de las polis. En consecuencia, estas leyes no obligan por sí mismas, sino solo por la fuerza de las sanciones; sólo motivan externamente.
● Democráticas. Atenas había diseñado un sistema político de- mocrático que reconocía la participación de los ciudadanos en la Asamblea, donde se adoptan las decisiones políticas.
● Relativas. El contenido de las leyes dependía del momento histórico y del contexto geográfico.
2. El relativismo moral. Está muy vinculado al convencionalismo democrático. Para los sofistas, no existían normas morales objetivas y universales, sino que la bondad o la maldad de las acciones dependía de criterios como la tradición, la cultura o las prácticas habituales de cada sociedad o individuo. Este será uno de los aspectos que motivará la crítica de Sócrates a esta corriente filosófica. Los dos sofistas más importantes fueron Protágoras y Gorgias.
Pitágoras:
Su posición se puede resumir en una afirmación que ha quedado para la historia como la expresión del relativismo. Esta afirmación implica varias ideas:
-No existe una realidad objetiva, sino que el ser humano quien, con su pensamiento, construye y determina lo real
-Aun existiendo la realidad, esta no se puede conocer en sí misma. Pues su conocimiento dependerá del punto de vista de cada uno, de tal modo que lo que es verdad o bueno para uno, puede ser falso y malo para otro.
Gorgias:–
Primero: nada existe
-Segundo: si algo existe, no puede ser conocido por el hombre
-Tercero: si algo se puede conocer, no se puede comunicar ni explicar a los demás
(hoja 6 Sócrates para hacer comparación con sofistas)
Sócrates
Frente a los sofistas, que se creían sabios y evitaban la búsqueda de la verdadera sabiduría, Sócrates proclamó: «Solo sé que no sé nada». Este era, a su juicio, el comienzo del filosofar, puesto que la búsqueda de la sabiduría supone, ineludiblemente, el reconocimiento de la propia ignorancia. Propuso superar el relativismo de los sofistas mediante la búsqueda del concepto general, que es el mismo para todos y se encuentra, a su juicio, en el interior de todo ser humano, en su razón o logos. El concepto se ha de expresar en una definición que ponga de manifiesto la esencia de los asuntos que nos preocupan, que responda a la pregunta sobre qué es la virtud, lo bueno y lo justo en sí. En efecto, si logramos llegar a la definición de la justicia, esta ya no será cambiante y relativa, sino algo inmutable e igual para todos. Esto significa que la esencia de la justicia, es decir, lo que tienen en común todas las acciones justas, se hace patente mediante su definición. Pero ¿cómo alcanzar la esencia de las cosas? Según Sócrates, estos conceptos están en el alma humana, pero no somos conscientes de ello. Por eso propuso un método o camino para ayudar a los hombres descubrir la verdad que habita en su interior, el método dialéctico, ya que se puede acceder a la verdad objetiva a través del diálogo, por medio de preguntas y respuestas, argumentando y contraargumentando. Denominó mayéÚtica a este proceso dialéctico que tiene como fin descubrir la verdad. Se trata de un término que proviene de la palabra griega que significa ‘comadrona’. De este modo, Sócrates comparó la labor que el filósofo desempeña en el diálogo para «dar a luz la verdad» con la profesión de su madre, que asistía en los partos.
En el método dialéctico cabe distinguir dos fases o momentos:
1. Ironía o fase destructiva. Mediante preguntas sobre una cuestión y la refutación de sus respuestas, Sócrates trataba de eliminar los prejuicios del interlocutor y hacerle reconocer su ignorancia acerca de algo. Entonces, le ofrecía su ayuda para investigar juntos la esencia de aquello. 2. MayéÚtica o fase constructiva. Continuando con las preguntas y respuestas, Sócrates ayudaba a alumbrar las ideas que se encontraban en el alma del discípulo. Al final, el interlocutor llegaba al descubrimiento de la definición correcta, expresión del concepto universal y válido para todos.
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