31 Jul

Visión de conjunto de Rousseau

Rousseau propone tres ideas centrales en su pensamiento:

  1. El estado de naturaleza: En este estado, el ser humano es íntegro, sano y moralmente recto. Vive en total libertad y felicidad, similar a un gatito callejero. Todos son iguales, y las diferencias no importan mucho ya que todos tienen necesidades similares.
  2. Ingreso en la sociedad: Al unirse a la sociedad, el ser humano pierde su inocencia y se desarrollan aspectos negativos. Los recursos escasean y la cooperación se vuelve necesaria. Surge la desigualdad debido a la propiedad privada, lo que genera conflictos y envidia.
  3. Origen de la desigualdad y la injusticia: Según Rousseau, la propiedad privada es el origen de la desigualdad y la injusticia, diferenciándose de Hobbes y Locke. Una vez en la sociedad, ya no se puede regresar al estado natural, por lo que se necesita un nuevo contrato social basado en el bien común, la igualdad y la libertad sacrificada en la vida en sociedad.

Aunque Rousseau participó en la Ilustración, se distanció de sus ideas al no creer en el progreso de la razón. Consideró que la civilización lleva a la decadencia moral y defendió una ignorancia especial para prevenir el afán desmedido por el conocimiento. Despreció las ciencias y artes mecánicas por considerarlas nacidas de los vicios. Aunque difería en muchas cosas, compartía con los ilustrados la idea de que la naturaleza humana contiene los recursos para la salvación, expresada en el concepto del «mito del buen salvaje».

El estado de naturaleza según Rousseau

Para construir su teoría social, Rousseau imaginó cómo sería la vida de los seres humanos antes de vivir en sociedad. En este estado de naturaleza, los humanos son impulsados por el deseo de conservación, compasión por otros, ansias de superación y libertad. Aunque no es una situación real, esta reconstrucción imaginaria sirve para valorar las instituciones sociales y compararlas.

Rousseau propuso la hipótesis del buen salvaje, donde el hombre en estado natural no es malvado, sino que la sociedad lo corrompe. Sin una educación formal, este buen salvaje es naturalmente bueno. No necesita principios morales para distinguir el bien del mal. Rousseau critica a la sociedad, que, en vez de mejorar al hombre, lo corrompe. Esto refleja su descontento con su propio entorno social.

El contrato social de Rousseau

Rousseau propone que, dado que la sociedad corrompe al individuo, pero volver al estado de naturaleza no es posible, la solución es establecer un nuevo contrato que supere las deficiencias de ambos estados. En el estado de naturaleza, el ser humano sigue sus sentimientos y pasiones, pero en la sociedad actual debe renunciar a ellos y regirse por la razón, estableciendo leyes por sí mismo.

Este nuevo contrato debe:

  • Promover un modelo social que permita a los individuos vivir conforme a su integridad humana, equilibrando sentimiento y razón mediante la educación.
  • Ser suscrito y sostenido en el tiempo por todos, eliminando el egoísmo individualista y sometiéndose a la voluntad general, que vela por el bien común.
  • Establecer la voluntad general como fuente de leyes, donde todos gobiernan y obedecen las leyes, residenciando el poder en el pueblo reunido en asamblea.

Rousseau aboga por una democracia directa, donde la igualdad es prioritaria sobre la libertad, en contraposición a Hobbes. La sociedad se configura mediante un pacto entre iguales, donde la voluntad general legisla para el beneficio común.

Según Rousseau, bajo este pacto, nadie debe obedecer a otro individuo, sino a las leyes que representan la voluntad general. Para entender mejor la voluntad general, se puede imaginar decidir bajo un velo de ignorancia, donde se desconocen características personales, asegurando decisiones justas para todos.

La educación según Rousseau

En su obra Emilio, o de la Educación (1762), Rousseau defiende la idea de que la naturaleza es buena y que los niños deben aprender a través de la experiencia directa en ella. Critica el sistema educativo de su época, proponiendo que los niños sean educados siguiendo sus intereses y no mediante una estricta disciplina, algo que resuena con ideas de la pedagogía moderna.

En el Libro I, Rousseau aboga por permitir que los niños exploren y experimenten con su entorno, usando sus sentidos para aprender. En el Libro II, sostiene que si los niños razonaran por sí mismos, no necesitarían ser educados de manera tradicional. Propone tratar a los niños con paciencia y suavidad, sin imponer castigos ni obligarles a pedir perdón.

En el Libro III, se refiere a la niñez entre los doce y trece años, donde destaca la importancia de inspirar la voluntad del niño y fomentar su interés en aprender, más que causarle aburrimiento. En el Libro IV, aborda la adolescencia, donde el protagonista, Emilio, comienza a comprender mejor sus sentimientos y pasiones, mientras se prepara para integrarse en la sociedad. Finalmente, en el Libro V, Emilio alcanza la madurez a los veinte años, y junto con su prometida, Sofía, se prepara para la vida matrimonial. Rousseau destaca la importancia de permitir que los individuos se desarrollen de acuerdo con la naturaleza, sin reprimir sus impulsos naturales, y cuestiona el papel de la religión en la vida del hombre.

La ética de Kant

La ética de Kant, expuesta en obras como la Crítica de la razón práctica y Fundamentación para una metafísica de las costumbres, presenta una visión distintiva sobre la moralidad y la conducta humana. Kant distingue claramente entre la ciencia y la moral: mientras que la ciencia se ocupa de entender la realidad en términos de hechos y estructuras, la moralidad trata sobre lo que deberíamos hacer, sobre lo que es correcto y ético.

Para Kant, la moralidad no reside en el entendimiento, sino en la voluntad. Considera que la moral es un asunto de deber, de obligación moral que va más allá del mero conocimiento. De esta manera, el deber se convierte en la idea central en su filosofía ética. Este deber moral se basa en juicios universales que pueden aplicarse a todas las personas en todas las circunstancias. Un ejemplo claro de este deber moral es el acto de salvar a alguien de un incendio. Kant argumentaría que es un deber moral porque nadie desearía morir en un incendio, lo que indica que el deber de salvar a otros es universalmente aplicable. Esto refuerza su idea de que la moralidad no está sujeta a condiciones o circunstancias específicas.

Kant, como figura ilustrada, aboga por la autonomía moral del individuo. Propone que los seres humanos son capaces de darse a sí mismos sus propias normas morales, sin depender de autoridades externas como la religión o el gobierno. Esto se refleja en su lema ilustrado «sapere aude» (atrévete a saber), que enfatiza la importancia de la razón y el discernimiento moral individual.

Kant es reconocido como el padre de las éticas formales, que se basan en imperativos categóricos, es decir, mandatos que son obligatorios para todos, independientemente de las circunstancias. Su objetivo principal era encontrar un imperativo categórico que sirviera como una regla de conducta universal para todos los seres humanos

Según Kant, nuestras acciones están motivadas por dos cosas: ir en contra del deber o actuar conforme al deber. Si actuamos en contra del deber, eso significa que nuestra acción no es moralmente buena. Pero si actuamos conforme al deber, puede ser moralmente buena o no.

Por ejemplo, si robamos algo, esa acción sería en contra del deber y moralmente mala. Pero si respetamos la propiedad ajena, podemos hacerlo por dos razones: porque creemos que siempre debemos respetar la propiedad privada, o por temor al castigo.

Si actuamos pensando en el castigo o en una recompensa, nuestra acción no sería moralmente buena, incluso si al final estamos haciendo lo que el deber dicta. Kant nos anima a actuar solo por el deber mismo, sin considerar otras motivaciones. Para él, lo importante no son las consecuencias de nuestras acciones, sino nuestra intención detrás de ellas.

Kant no nos da reglas específicas sobre qué es lo correcto o incorrecto en ética, como la felicidad, porque eso no sería válido para todas las personas en todas las situaciones. En cambio, busca establecer principios universales que se apliquen en cualquier circunstancia, sin depender de condiciones particulares, como los imperativos hipotéticos.

El pensamiento político de Kant

El pensamiento político de Kant se centra en los ideales de libertad, igualdad y valoración del individuo, característicos de la Ilustración. Al igual que en su ética, destaca la capacidad del individuo como legislador moral y ciudadano activo en la esfera pública.

En su obra Sobre la paz perpetua de 1795, Kant expone su ideal político basado en una constitución que refleje principios de justicia, libertad, autonomía y ciudadanía. Aboga por un gobierno mundial que garantice la paz perpetua, influyendo en proyectos políticos contemporáneos como la Unión Europea y las Naciones Unidas.

Kant rechaza la idea de un estado de naturaleza pacífico, sosteniendo que la ausencia de un marco legal común propicia conflictos. Propone la formación de un gobierno mundial como necesidad racional para instaurar la paz, confiando en que la razón práctica guíe a la humanidad.

En seis artículos preliminares y tres definitivos, Kant establece condiciones para la paz perpetua, como la transparencia en los tratados, la prohibición de adquirir estados, la eliminación de ejércitos permanentes y la limitación de la deuda pública en asuntos exteriores. Los tres artículos definitivos proponen que la constitución de los estados sea republicana, que se fundamente un derecho global en una federación de estados libres, y que el derecho cosmopolita se base en la hospitalidad universal, garantizando igualdad y respeto para todos los extranjeros.

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