04 Jul
VIDA DE SAN AGUSTIN
San Agustín nació en Tagaste en el año 354, hijo de Patricio (pagano) y Sta Mónica (cristiana). Con 17 años fue a Cartago a estudiar Retórica y Letras, y comenzó a llevar una vida hedonista, uniéndose a la que sería la madre de su hijo, Adeodato. En Cartago leería el “Hortensius” de Cicerón, del cual aprendería que la filosofía está estrechamente ligada a la búsqueda de la verdad que puede hacer feliz al ser humano. También leyó las Sagradas Escrituras, pero las desechó al encontrarlas estilísticamente pobres.
En el 374, se convirtió al maniqueísmo, pero tras hablar con Fausto quedó decepcionado. En el 383, viajó a Milán, donde trabajaría como profesor de retórica, y donde conoció a los académicos, y los textos de Plotino. De esta forma abandonó el maniqueísmo y se unió a los académicos, convencido de la imposibilidad de alcanzar la plena verdad. En Milán conocería al obispo Ambrosio, cuya influencia y además el haber vivido una experiencia mística hará que finalmente se convirtiese al cristianismo.
Recibió el bautismo en el año 387. Tras la muerte de su madre, volvió a Tagaste, donde fundó una comunidad monástica. En 396 fue nombrado arzobispo de Hipona, lugar en que fundaría una segunda comunidad monástica. Entre sus obras destacarán “Contra académicos”, y “Las confesiones”.
ÉPOCA El contexto histórico de aquella época se vio influido por el declive del Imperio Romano (luchas internas, que llevaran a la división del Imperio, creando así un periodo de inestabilidad e incertidumbre unido a las Crisis) y por el Sincretismo (mezcla de ideas de diferentes religiones y filosofías)
INFLUENCIASManiqueísmo, Platonismo, Plotino, Séneca (estoicos), Epicuro, Académicos, Padres de la Iglesia
FE Y RAZÓN
San Agustín realizó la primera gran síntesis entre el pensamiento cristiano y el platonismo, por lo que trató de conciliar fe y razón. Consideró ambas como necesarias para alcanzar la verdad y el conocimiento. El punto de partida siempre sería la fe “creo para entender y entiendo para creer). Tras leer el “Hortensius” de Cicerón, concibió la filosofía como una búsqueda de la verdad, a la cual consagró su vida que que considera que la Verdad es necesaria para ser sabio y feliz.
Esta verdad debe buscarse en nuestro interior, en el interior de la razón, empezando por refutar el Escepticismo “Si fallor sum”, siguiendo por el camino de la interiorización, alcanzando así verdades que no pueden ser dudadas, algunas verdades matemáticas y algunas ideas (Perfección, Infinito, Inmortalidad) y por último la Iluminación o motor del conocimiento. Conocemos las cosas con verdad porque la propia Verdad las ilumina, es un proceso moral, que no se da en cualquier alma, sino sólo en “aquella alma santa y pura”.
Hay tres niveles de Conocimiento; el sensible, la ciencia y sabiduría, ordenados de inferior a superior. Dios es el motor por el cual nos ilumina y posibilita que en nuestro interior se den los reflejos de las ideas que se encuentran en su mente.
FELICIDAD Y POSESIÓN DE DIOS
Para San Agustín la felicidad consistirá en la calma espiritual (ataraxia de los estoicos), que sólo puede alcanzarse al poseer la Verdad, es decir, Dios. Así definirá la felicidad como “fruitio” o posesión de Dios. Para el de Tagaste, los deseos juegan un papel importante a la hora de alcanzar o no la felicidad; el no tener lo que uno desea es fuente de infelicidad, pero poseer algo negativo que deseamos también puede serlo.
Frente a lo que defendían los epicúreos, afirmará que la satisfacción de nuestros deseos mediante la posesión de bienes materiales o el disfrute de placeres no nos dará la felicidad, porque se trata de realidades temporales que podemos perder, y en consecuencia, el miedo a perderlos no nos dejará ser felices. Lo mismo sucederá con toda realidad perecedera: la fama, el éxito..
Sólo algo eterno y permanente nos puede garantizar la felicidad y ese algo no puede ser otro sino Dios. Eso sí, la felicidad en esta vida será limitada, un pálido reflejo de la auténtica felicidad que hallaremos tras la muerte, porque no podemos tener una posesión completa de Dios.
LA EXISTENCIA DE DIOS Y LAS IDEAS EJEMPLARES
El creacionismo defiende que todas las cosas que son han sido creadas por Dios de la nada. Antes de Él, no existía nada.
El monoteísmo defiende que hay un solo Dios, un ser único y absoluto. La realidad está graduada, Dios es un ser eterno, posee toda la verdad y realiza el Bien supremo, es omnisciente y es la fuente de la felicidad. Es trino (Padre, Hijo y Espíritu) y Uno. Todo lo creado por Dios es compuesto, consta de forma y materia, imperfecta y finita, por tanto hay una gradación del ser. Todo lo creado participa del ser de Dios pero no tiene su misma naturaleza.
Son pruebas de la existencia divina, las huellas de Dios que encontramos en nuestro interior, la contingencia de su creación, que requiere un creador perfecto y la fe de muchos en Dios, la cual es una condición necesaria del alma
En su mente, Dios tiene Ideas, que son el arquetipo/modelo de la realidad material, son innatas, surgen por irradiación. Dios crea el resto de la realidad y la materia basándose en ellas, pero no crea el mundo en su forma definitiva, algunos seres sí pero otros los crea en potencia. Por esa razón San Agustín dirá que la evolución del mundo es la plasmación de esas razones seminales, y Dios conoce de antemano la evolución del mundo.
LA LIBERTAD Y EL PROBLEMA DEL MAL
Los seres humanos somos creados a imagen y semejanza de Dios, y como tenemos su huella en nuestro interior, somos los únicos que podemos conocer a Dios. El alma del ser humano está hecha a imagen de la Trinidad divina, por lo que posee las siguientes facultades; memoria del ser, inteligencia, y voluntad.
El ser humano tiene alma inmaterial, inmortal y racional y cuerpo finito, material, sensible. Poseemos naturaleza dual ya que el cuerpo está inclinado a la sensualidad y el alma hacia Dios. Como toda la creación el hombre es imperfecto y libre. Esta libertad es precisamente el origen del mal moral. Desde el nacimiento nuestras almas nos transmiten el pecado original, por tanto el ser humano requiere de la ayuda divina para actuar bien, con el bautismo pueden limpiarse.
En cuanto al Mal ontológico, no existe, es solo ausencia de ser. Dios es bueno por lo que toda su creación es buena también. Las realidades son más o menos imperfectas en función de la cercanía o distancia respecto al modelo de las ideas.
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA: CIUDAD TERRENA Y CIUDAD DE DIOS
En el periodo histórico en que vivió el obispo de Hipona, el Imperio Romano estaba en declive y se culpaba a los cristianos del mismo. San Agustín en cambio, atribuiría la razón de la caída a la falta de amor a Dios.
Concebía la historia como una lucha entre dos ciudades: la ciudad de Dios y la ciudad de los hombres. La primera constituída por el conjunto de hombres que aman a Dios sobre todas las cosas, descendientes de Abel, y tendría su correspondencia en la ciudad de los ángeles. El otro por el contrario estaría formada por los hombres egoístas, descendientes de Caín, y tendría su correspondencia en la ciudad de los ángeles caídos.
Ambas ciudades se disputan el alma humana, aunque inicialmente San Agustín no identificó la ciudad de Dios con la Iglesia, más tarde terminó haciéndolo, y así afirmaría que para llevar a la práctica la ciudad de Dios es preciso que la Iglesia esté en el poder.
INFLUENCIA PLATÓNICA EN SAN AGUSTÍN
San Agustín está fuertemente influenciado por Platón, en tanto que su filosofía constituye una síntesis entre Platonismo y Cristianismo.
Este platonismo se hace plenamente presente en la Teoría del Conocimiento agustiniana, según la cual San Agustín considera que los sentidos nos engañan y por tanto defiende el camino de la interiorización para alcanzar el auténtico conocimientos, que equivaldría al ascenso platónico de la caverna al mundo inteligible.
San Agustín afirma que en nuestro interior encontraremos las huellas divinas al igual que en el interior de nuestra alma se encuentra el pre-conocimiento del mundo de las ideas según Platón.
Tanto para Platón como para San Agustín la iluminación facilitará reconocer las verdades, pero solo en aquellas almas puras y santas.
Finalmente, si el nivel supremo de sabiduría en Platón lo constituía Noesis, en San Agustín lo constituirá la sabiduría o conocimiento directo de Dios.
También se hace presente la influencia en los paralelismos entre Dios y la idea suprema del Bien, el dualismo antropológico (alma y cuerpo), el ejemplarismo de las ideas y a nivel ético, la idea de que sólo aquellos que conocen la realidad suprema (ya sea Dios o el Bien) serán sabios y por tanto felices.
STO TOMÁS DE AQUINO, RAZÓN Y FE
Tanto S.Agustín como Sto. Tomás, son importantes representantes de la filosofía escolástica.
Se trataba de hacer compresible la fe, sirviéndose de la razón. Se caracterizó por recurrir al principio de autoridad, a la hora de solucionar cualquier tipo de disputa.
San Agustín considerará que fe y razón son necesarias para el conocimiento, pero el punto de partida será la Fe o la revelación. En consecuencia S. Agustín no se esfuerza en probar racionalmente la existencia de Dios porque lo considera condición necesaria del alma. Como pruebas mencionará las huellas que encontramos en nuestro interior (ideas), la perfección de la creación, que requiere un creador perfecto (la ciudad de Dios) y la fe de muchos en Dios.
Santo Tomás por su parte considerará que razón y fe son independientes y autónomas, cada una posee su propio ámbito: a la razón le corresponde el estudio del mundo natural, y a la Fe el estudio del mundo supra natural. Pero ambas deben colaborar. En consecuencia se esforzará por probar la existencia de Dios racionalmente. Rechazará el argumento ontológico (a-priori) y propondrá sus argumentos cosmológicos basados en la experiencia (a –posteriori). Usará cinco vías, una de ellas será el movimiento. Teniendo como punto de partida los sentidos sabemos que las cosas se mueven, todo lo que se mueve es movido por otro, no se puede seguir atrás indefinidamente en la serie de motores. Por tanto existe un Primer Motor no movido por nadie.
GLOSARIO DE TÉRMINOS
Dios: es el Ser, la Verdad y el Bien Supremo para San Agustín, caracterizado por ser eterno, omnisciente y fuente de toda felicidad. Es el Creador de todo cuanto existe, es Perfectísimo ya que no está compuesto y es Uno. Los seres humanos estamos hechos a su imagen y semejanza y tenemos en nuestro interior la huella de Dios, que nos permite poder conocerlo mediante la fe y la razón.
Felicidad: Para San Agustín, la felicidad consiste en la posesión de la verdad absoluta y, en último término, la posesión (fruitio) de Dios, ya que sólo la posesión de algo inmutable puede garantizar el que no tengamos ningún temor a perderlo. Por ello, la felicidad plena sólo se podrá alcanzar en la otra vida. Además S. Agustín habló de la felicidad como fin de la sabiduría o el conocimiento, por tanto, solo quien es feliz puede ser sabio.
Académicos: son los pensadores escépticos con los que S.Agustín entra en contacto en Milán y cuyo pensamiento lo convencerá por un breve periodo. Los escépticos dudan de todo defendiendo la imposibilidad de alcanzar la verdad. San Agustín los rebatirá con el conocido “si fallor sum”, con el que demuestra la imposibilidad de dudar de la propia existencia. Así, mismo los criticará diciendo que al no ser felices no pueden ser sabios.
Alma: se trata de la parte o elemento inmaterial, inmortal y racional que constituye, junto con el cuerpo al ser humano. Como el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, el alma poseerá, según San Agustín, tres facultades en consonancia con la esencia divina: memoria , inteligencia y voluntad. El alma de todo ser humano es impura desde el nacimiento debido al pecado original, que se transmite a través de las almas pero puede ser limpiada mediante el bautismo.
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