20 Sep
Sigmund Freud. S. Freud (1856-1939) fue un médico y neurólogo austríaco fundador del psicoanálisis y uno de los pensadores más influyentes de la cultura actual. Freud plantea el psicoanálisis como un método terapéutico para tratar psicopatologías, pero también supone una teoría general sobre el ser humano y la sociedad que se aproxima a la filosofía y que incluye una interpretación sobre la religión. Varias obras de Freud tratan explícitamente esta cuestión, como El porvenir de una ilusión (1927 o El malestar en la cultura (1930). Freud defiende que la idea de Dios es una ilusión o una alucinación colectiva que cumple un papel fundamental en la estructura de la mente y en el desarrollo de las distintas civilizaciones. Para Freud no somos conscientes de todos los contenidos de nuestra mente, sino que una parte de nuestras experiencias y deseos se reprime o encierra, formando el inconsciente. El inconsciente está ahí e influye en nuestro comportamiento pero no nos damos cuenta de su existencia sino a través de síntomas y sueños. Nuestra mente posee dos estructuras inconscientes, el ello y el superyó, y una consciente, el yo: El ello está formado por todos los impulsos e instintos primarios, fundamentalmente sexuales, pero también agresivos. El superyó es la interiorización de todas las prohibiciones y restricciones impuestas desde fuera por nuestra familia, por la sociedad… Representa las normas morales y sociales asimiladas por nuestra mente (la autoridad de los padres, las leyes, la moral pública, la religión…), de modo que dejan de ser prohibiciones e imposiciones exteriores para formar parte de un mecanismo interior. El superyó es profundamente agresivo, no tolera desviación alguna de la norma y no diferencia entre acto realizado o simplemente deseado. El superyó ejerce de forma absoluta su dominio, formando nuestra conciencia moral, pero muchas veces de forma inconsciente, automática y silenciosa, produciendo la represión de nuestros deseos. El yo es nuestra personalidad consciente, la imagen que tenemos de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo exterior. Para Freud, la religión cumple un papel fundamental a la hora de interiorizar las prohibiciones y normas morales, pues convierte los instintos y deseos en pecado. La religión es un elemento represor, la idea de Dios surge en la conciencia como un ser que todo lo ve y puede juzgar no solo nuestras acciones sino también nuestros impulsos, lo que pensamos y deseamos, por lo que esta represión interna es mucho más eficaz que la externa. El superyó es muy agresivo y genera sentimiento de culpa ante cualquier desvío de la norma, aunque no se haya realizado realmente. En algunas ocasiones, la acción excesivamente represora del superyó puede originar patologías y trastornos mentales. 14 Para Freud la religión es un delirio colectivo que procede de nuestros miedos ancestrales a la muerte, a lo desconocido, al sufrimiento… Ante nuestra incapacidad para asimilar la realidad tal y como es la mente genera una ilusión negando uno de los hechos básicos de nuestra existencia: la muerte. El ser humano imaginó que la muerte es solo algo aparente y que en otra realidad nos espera una vida perfecta y totalmente feliz. Dios aparece como un ser poderoso que nos protege, un padre bondadoso que cuida de sus hijos y al que podemos acudir en busca de ayuda y consuelo. La religión mantiene al ser humano en un estado de sujeción infantil, incapaz de afrontar la realidad y viviendo en una fantasía de carácter mágico generada por la imaginación infantil aún presente en la mente de los adultos. EL EXISTENCIALISMO FRANCÉS. El existencialismo es una corriente filosófica del Siglo XX que reconduce la metafísica hacia el análisis de la existencia concreta del ser humano. Algunos de sus principales representantes toman el ateísmo como un elemento fundamental en su filosofía. Jean Paúl Sartre (1905-1980) es el máximo representante del existencialismo francés. Para Sartre, en el ser humano la existencia precede a la esencia. Esta afirmación es una consecuencia de considerar la libertad humana un postulado absoluto: el ser humano es totalmente libre y su existencia carece de sentido ni definición previa. El ser humano de entrada no es nada y se encuentra arrojado a la existencia, obligado a decidir continuamente qué ser y qué hacer. J.P. Sartre considera que la existencia de Dios es totalmente contradictoria con la libertad humana pues si Dios existiera la vida tendría un sentido y un significado previos ya decididos de antemano. La existencia humana se limitaría a cumplir con este destino y no se enfrentaría al vacío y a la angustia que supone la ausencia de sentido. Pero el hombre debe existir y trazar su propio destino en una búsqueda infructuosa del porqué de su existencia. La libertad humana es, para Sartre, una evidencia y un hecho incontestable, por lo que la existencia de Dios es imposible. Albert Camus (1913-1960), autor de obras como El extranjero, La peste o El hombre rebelde también defiende la inexistencia de Dios como una evidencia resultante de la falta de significado de la vida humana. Camus expresa el sinsentido de la vida en El mito de Sísifo, personaje de la mitología griega que fue condenado por los dioses a rodar una gran roca hasta la cima de una colina, desde donde la roca vuelve a caer, teniendo que esforzarse eternamente en esta tarea inútil. Al igual que Sísifo, el hombre está condenado a un esfuerzo constante y sin sentido, por lo que es trascendental plantearse el porqué de la existencia y si realmente vale la pena: el único problema filosóficamente serio sería el suicidio. 15 Albert Camus sostiene además el argumento moral en contra de la existencia de Dios, que considera incompatible con los males y sufrimiento de la sociedad. Si Dios existiese la vida no estaría planteada como una lucha constante para desembocar en la muerte. El sufrimiento provocado por el hombre, el grado sumo que puede alcanzar la maldad humana, o las atrocidades como el horror sucedido en los campos de concentración nazis, son para Camus argumentos definitivos contra la existencia de Dios. EL ATEÍSMO EN LA ACTUALIDAD. Las críticas a la existencia de Dios de los últimos años están basadas en los avances científicos sobre el conocimiento del origen y estructura del universo, así como del origen y evolución de la vida. En esta corriente actual destacan autores como Richard Dawkins o el científico Stephen Hawking. Hawking defiende en su obra El gran diseño que la idea de Dios no es necesaria para explicar el origen del universo y que la ciencia logra explicaciones más convincentes a este respecto que la religión. Considera que la existencia de Dios como causa de todo lo que existe es una hipótesis o suposición poco consistente desde el punto de vista científico, por lo que debería ser descartada. Por su parte, Richard Dawkins argumenta en contra de la existencia de Dios y otras creencias religiosas, a las que considera delirios o formas de locura persistentes en nuestra cultura (El espejismo de Dios). Al igual que otros filósofos y científicos actuales se opone a la tesis del diseño inteligente del universo y de la vida, considerando que estos son perfectamente explicables sin recurrir a Dios ni a otras entidades espirituales.
Deja un comentario