21 Mar

La Realidad según Descartes: Las Tres Sustancias

Para Descartes, la realidad se compone de sustancias, es decir, cosas que existen por sí mismas. Define sustancia como «aquella cosa que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra para existir». Distingue tres tipos de sustancias:

1. Sustancia Pensante (Res Cogitans)

Es la mente o la conciencia, identificada por Descartes como la única entidad indudable tras aplicar la duda metódica. Es la esencia de nuestra identidad. Descartes afirma que somos, fundamentalmente, una sustancia pensante. Nuestros pensamientos se clasifican en:

  • Ideas: Imágenes mentales.
  • Voluntades: Deseos o temores.
  • Juicios: Relaciones entre ideas.

Las ideas, a su vez, se subdividen en:

  • Ideas Adventicias: Provienen de la experiencia externa (ejemplo: «mariposa»). Son ideas complejas.
  • Ideas Facticias: Construidas a partir de ideas adventicias mediante la imaginación (ejemplo: «caballo con alas»). Son ideas complejas.
  • Ideas Innatas: No provienen de la experiencia externa ni de la imaginación. Son inherentes al entendimiento, como las ideas de «Dios», «Yo» y «Mundo». Son ideas simples.

Descartes diferencia entre la realidad subjetiva de las ideas (como actos mentales) y su realidad objetiva (como representaciones de algo externo).

2. Sustancia Extensa (Res Extensa)

Se refiere al mundo material. Para Descartes, el mundo físico es independiente de la mente, pero nuestro conocimiento sensorial puede ser engañoso. Sin embargo, las cualidades esenciales de la materia (extensión, tamaño, movimiento) son universales y cognoscibles a través de las matemáticas y la geometría. La naturaleza se concibe como un mecanismo regido por leyes precisas.

3. Sustancia Infinita (Dios)

Es Dios, el ser supremo. Descartes lo considera la única sustancia verdaderamente infinita y autosuficiente. Las sustancias pensante y extensa son finitas, pero Dios las hace posibles. Aunque las dos primeras tienen cierta independencia, son finitas, mientras que Dios es la única sustancia infinita.

La Demostración de la Existencia de Dios y la Superación del Solipsismo

Descartes necesita demostrar la existencia de Dios para refutar la hipótesis del genio maligno y garantizar la certeza del conocimiento. Aunque ha establecido la verdad indudable del «Pienso, luego existo», persiste la posibilidad de un engaño universal, incluso en las verdades matemáticas, lo que lo conduciría al solipsismo (la creencia de que solo se puede estar seguro de la existencia de la propia mente).

Para superar esta limitación, Descartes argumenta la existencia de un Dios bondadoso que no permitiría tal engaño. Utiliza dos argumentos principales:

  • Argumento Ontológico: Inspirado en San Anselmo, afirma que la idea de un ser absolutamente perfecto implica necesariamente su existencia. Dado que la existencia es una perfección y Dios es, por definición, perfecto, debe existir.
  • Argumento Cosmológico: Basado en el principio de causalidad, sostiene que toda idea debe tener una causa con al menos tanta realidad como su contenido. La idea de Dios, un ser perfectísimo, requiere una causa igualmente perfecta. Dado que nada en el mundo cumple este requisito, la única causa posible de la idea de Dios es Dios mismo.

Estos argumentos eliminan la posibilidad del genio maligno, permitiendo confiar en las verdades claras y distintas (como las matemáticas), siempre que se utilice correctamente la razón y el método cartesiano. Aunque el error es posible, el pensamiento ordenado conduce a un conocimiento seguro.

El Dualismo Antropológico Cartesiano: Alma y Cuerpo

Descartes propone un dualismo antropológico, donde el ser humano se compone de dos sustancias distintas e independientes:

  • Alma (Sustancia Pensante): Puro pensamiento, libre e inmortal.
  • Cuerpo (Sustancia Extensa): Material, sujeto a leyes mecánicas como el resto de la naturaleza.

El ser humano es, esencialmente, una sustancia pensante que utiliza un cuerpo mortal para interactuar con el mundo. El alma experimenta pasiones, estados mentales involuntarios que surgen de la interacción con el cuerpo y el mundo. El alma debe controlar estas pasiones mediante la razón.

La interacción entre alma y cuerpo, un problema central del dualismo, se explica, según Descartes, a través de la glándula pineal, ubicada en el cerebro.

La Ética Cartesiana: Moral Provisional y Búsqueda de la Sabiduría

Descartes considera la moral como la rama más alta del «árbol del conocimiento», dependiente de la metafísica y la física. Una moral perfecta requiere el desarrollo completo de la física y su aplicación a la conducta humana. La verdadera libertad consiste en elegir lo que el entendimiento presenta como bueno y verdadero, siguiendo las reglas del método, lo que conduce a la felicidad y la perfección.

Ante la imposibilidad de alcanzar una moral perfecta de inmediato, Descartes propone una moral provisional con reglas prácticas:

  1. Obedecer las leyes y costumbres locales, respetando las obligaciones religiosas y optando por la moderación.
  2. Ser firme en las decisiones, incluso ante la duda.
  3. Modificar los deseos cuando no se ajusten a la realidad.
  4. Cultivar la razón y avanzar en el conocimiento de la verdad.

El Método Cartesiano y la Búsqueda del Conocimiento Verdadero

Descartes busca un conocimiento basado en la razón y en ideas indudables. Rechaza las filosofías previas y propone un nuevo método, inspirado en las matemáticas, para alcanzar la sabiduría, que incluye la metafísica y la física (medicina, mecánica y moral). Este método se basa en dos operaciones de la razón:

  • Intuición: Captación directa e indudable de una idea.
  • Deducción: Relación entre ideas intuidas para alcanzar verdades sólidas.

Las reglas del método, expuestas en el «Discurso del Método», son:

  • Regla de la Evidencia (Criterio de Verdad): Aceptar solo lo que se presenta de forma clara y distinta a la mente. Se aplica a las ideas innatas, captadas por intuición.
  • Regla del Análisis: Dividir las ideas complejas en partes más simples para facilitar la aplicación del criterio de verdad.
  • Regla de la Síntesis: Ordenar los pensamientos de lo simple a lo complejo, construyendo un conocimiento sólido a partir de las verdades evidentes.
  • Regla de la Enumeración (Comprobación): Revisar todos los pasos para asegurar la completitud y evitar errores.

La Duda Metódica y el «Pienso, luego existo»

Para encontrar la verdad, Descartes utiliza la duda metódica, un proceso sistemático de cuestionamiento de todas las creencias previas. Esta duda se desarrolla en tres niveles:

  • Duda de los Sentidos: Los sentidos pueden engañarnos.
  • Duda del Sueño: No hay un criterio claro para distinguir la vigilia del sueño.
  • Duda del Genio Maligno: Un ser todopoderoso podría engañarnos sistemáticamente, incluso en las verdades matemáticas.

La duda metódica conduce a la primera certeza indudable: «Pienso, luego existo» (Cogito, ergo sum). Esta verdad se alcanza por intuición, no por deducción. Es una idea clara y distinta. Incluso si un genio maligno intentara engañarnos, no podría negar el hecho de que estamos pensando y, por lo tanto, existimos.

A partir del «Cogito», Descartes establece el solipsismo inicial, la certeza de la existencia de la propia mente, y lo convierte en su criterio de verdad. La superación del solipsismo, como se ha visto, se logra a través de la demostración de la existencia de Dios.

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