03 Jul

Película: No se puede dejar de ver. Aunque probablemente uno se encuentre con determinados lugares comunes y algunos golpes bajos, el balance es muy positivo. Es una mirada audaz sobre la discriminación y la decisión de ser lo que uno quiere ser, con dignidad, más allá de convencionalismos o reglas segregacionistas.

La historia cuenta la vida de un niño, hasta su adultez, forzado a emigrar a Israel (pero a la vez, con ello, salvado de su posible muerte). Para sobrevivir y no ser deportado, tiene que fingir durante toda su vida ser judío. Uno de los méritos de la película es mostrarnos que no lo logra solo, como un típico héroe hollywoodense, sino que la solidaridad y el amor que lo rodean colaboran colectiva mente. También es verdad que cada escena está pensada para emocionar al espectador y robarle algunas lágrimas, cosa que logra con o sin mérito. Sin embargo detrás de esa intención podemos encontrar siempre una saludable doble lectura.

Semejanzas

Diferencias

 La ciudadanía es una forma única de representar la nacionalidad.

La nacionalidad es el lugar donde se nacíó, y la ciudadanía donde se vive (no necesariamente debe ser en el mismo país).

Tanto la nacionalidad como la ciudadanía dependen de los derecho de cada Estado donde se fusione un individuo.

La ciudadanía depende de los DEBERES de cada Estado, en cambio la nacionalidad simplemente depende del origen o el vinculo del individuo con un Estado.

 Para la obtención de ambos dependen de los vínculos que se otorgan dependiendo de los derechos, de sangre o de suelo.

 La nacionalidad se enfoca en un ámbito sociológico, mientras que la ciudadanía se enfoca, principalmente, en un ámbito de deberes.

 La ciudadanía depende de la nacionalidad, en cuanto a las atribuciones que se le otorga a cada individuo,

 La nacionalidad se adquiere (la mayoría de las veces) automáticamente al momento de nacer en un Estado específico, mientras que la ciudadanía se adquiere luego de un tiempo y de requisitos específicos, viviendo en un Estado.

Ciudadanía formal: Formar parte de un Estado-nacíón, vía nacimiento, con-sanguínea o de cualquier otro tipo, es lo que nos confiere en última instancia nuestros derechos. Son aquellos los garantes de estos.

Ciudadanía sustantiva: La dimensión sustantiva requiere de la adhesión intelectual y emotiva a los valores y normas básicas de la colectividad estatal de la que se es miembro, así como la participación en la realización de esos valores. Sin esta adhesión y participación, difícilmente se cumplirá con las obligaciones que impliquen sacrificios o molestias.

La primera generación incluye los derechos civiles y políticos. Estos derechos fueron los primeros en ser reconocidos legalmente a finales del Siglo XVIII, en la Independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa. Se trata de derechos que tratan de garantizar la libertad de las personas. Su función principal consiste en limitar la intervención del poder en la vida privada de las personas, así como garantizar la participación de todos en los asuntos públicos. Los derechos civiles más importantes son: el derecho a la vida, el derecho a la libertad ideológica y religiosa, el derecho a la libre expresión o el derecho a la propiedad. Algunos derechos políticos fundamentales son: el derecho al voto, el derecho a la huelga, el derecho a asociarse libremente para formar un partido político o un sindicato, etc.

 La segunda generación recoge los derechos económicos, sociales y culturales. Estos derechos fueron incorporados poco a poco en la legislación a finales del Siglo XIX y durante el Siglo XX. Tratan de fomentar la igualdad real entre las personas, ofreciendo a todos las mismas oportunidades para que puedan desarrollar una vida digna. Su función consiste en promover la acción del Estado para garantizar el acceso de todos a unas condiciones de vida adecuadas. Algunos derechos de segunda generación son: el derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho al trabajo, el derecho a una vivienda digna, etc.

La tercera generación de derechos ha ido incorporándose a las leyes a finales del Siglo XX y comienzos del Siglo XXI. Pretenden fomentar la solidaridad entre los pueblos y las personas de todo el mundo. Su función es la de promover unas relaciones pacíficas y constructivas que nos permitan afrontar los nuevos retos a los que se enfrenta la Humanidad. Entre los derechos de tercera generación podemos destacar los siguientes: el derecho a la paz, el derecho al desarrollo y el derecho a un medio ambiente limpio que todos podamos disfrutar.

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