28 Nov
Epístola a los gálatas
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Epístola a los Gálatas |
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Género Epístola
Edición original en griego
Título original &Épsilon;πιστ&ómicron;λή πρ&ómicron;ς ΓαλάταςPaís Imperio Romano
Fecha de publicación 50 o 56
Edición traducida al españolTexto en español Epístola a los gálatas en Wikisource
Nuevo Testamento
Segunda epístola a los corintios
Epístola a los Gálatas
Epístola a los Efesios
Vitral de San Pablo en la catedral de Ruan
La Epístola a los gálatas es un libro de la Biblia en el Nuevo Testamento.
Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que habitaban la provincia romana de Galacia, en Asía Menor (que correspondía a la actual zona sur del Asía menor, donde estaban la regíón de Licaonia y las ciudades de Iconio, Listra, Derbe y Antioquia de Pisidia)
.
Es la vindicación del Evangelio de Jesucristo, en contraposición con los preceptos judíos (Ley ceremonial) que se habían mezclado dentro de la iglesia cristiana de ese lugar. La epístola revaloriza y asienta orientación y rumbo, pues los gálatas comenzaron a ir para atrás, y volvían a la Ley mosaica, creyendo así afirmar su salvación.
La carta es fiel en demostrar muchos rasgos de los habitantes de esas ciudades. Los judaizantes eran una fuerte secta en el cristianismo primitivo, y al parecer había calado profundamente, ya que estos negaban el apostolado de Pablo. Y usaban la zona del Asía Menor como un lugar predilecto para divulgar sus enseñanzas.
Autenticidad[editar]
Provincia de Konya, con su capital homónima (antigua Iconio)
La autenticidad está dada por los registros más antiguos encontrados. Esta carta fue utilizada por Policarpo de Esmirna en el siglo II d.C.;
Figura en el fragmento Muratori, y en los escritos de Ireneo de Lyon.
Además, se encontró con ocho cartas más en el llamado manuscrito de Chéster Beatty del año 200 d.C. También otros patriarcas de la iglesia primitiva la mencionan, tales como Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes.
Se la menciona por nombre en el canon reducido de Marcíón.
Todo el canon anterior al concilio de Cartago, en el año 397 d.C., la incluían en los escritos como auténtica. Además existe una clara correlación y estilo con los otros escritos de Pablo.
Autor:
El apóstol Pablo.
Fecha:
Probablemente año 55 – 60 d.C.
Destinatarios:
Las iglesias en Galacia, un distrito de Asía Menor, cuyos límites no se han determinado con seguridad.
Temas Principales:
Una defensa de la doctrina de la justificación por la fe, advertencias contra la reversión al judaísmo, y la vindicación del apostolado de Pablo.
La Carta Magna de la Iglesia:
Esta carta ha sido llamada así por algunos escritores. El argumento principal es en favor de la libertad cristiana, en oposición de las enseñanzas de los judaizantes. Estos falsos maestros insistían en que la observancia de la ley ceremonial era una parte esencial del plan de salvación.
Texto Clave:
5:1
«Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.«
Galacia
La Epístola a los Gálatas (=Gl) es una preciosa fuente de información acerca de los primeros pasos del evangelio en Galacia. Gracias a ella sabemos de la actividad desplegada por Pablo en una regíón que cubría gran parte de la zona central del Asía Menor, y que desde el s. I a.C. Estaba anexada al Imperio romano con la categoría de «provincia».
Poblaban entonces Galacia los descendientes de antiguas tribus celtas (o «galas», de donde procede el nombre del país) que tres siglos antes habían emigrado desde el centro de Europa. Llegadas algunas de ellas hasta Asía Menor, se establecieron y luego se extendieron poco a poco por los amplios territorios comprendidos en los límites de la Turquía actual.
Fuera de la epístola, únicamente cinco veces se menciona a Galacia en el NT (Hch 16.6; 18.23; 1 Co 16.1; 2 Ti 4.10; 1 P 1.1). Sin embargo, a pesar de esta escasez de noticias, es evidente la importancia que tuvo para la historia de la iglesia. Sabemos, por el testimonio personal de Pablo, que él anunció allí a Jesucristo (4.13), y no cabe duda de que también fundó un cierto número de pequeñas comunidades cristianas dispersas a lo largo y ancho de la provincia.
Para esas iglesias redactó la epístola. Pero no en particular para una sola y determinada, sino para las de Galacia en general (1.2), formadas por creyentes que, en su mayoría o, posiblemente, en su totalidad, procedían del paganismo (4.8).
Propósito
Los creyentes de Galacia mostraron al principio una gran satisfacción a causa del evangelio; y durante un tiempo habían vivido su fe cristiana con la misma alegría y confianza con que también habían acogido la presencia del apóstol (4.13–15). Pero, no mucho después, parecíó enfriarse aquel primer gozo y fervor (5.7), lo que coincidíó con la aparición entre ellos de serios problemas doctrinales. Por eso, Pablo se sintió movido a escribir esta carta, en la que, por una parte, reprocha la frágil fe de los gálatas y, por otra, denuncia las actividades de ciertos «falsos hermanos que se habían introducido entre nosotros a escondidas, para espiar nuestra libertad —la que tenemos en Cristo Jesús» (2.4).
Con esas y otras duras expresiones (cf. 1.8–9; 5.10, 12; 6.12–13) se refiere a algunos grupos de origen judío que recorrían iglesias recién formadas y las trastornaban con enseñanzas ajenas y aun opuestas al evangelio, y que, además, atacaban su autoridad y la legitimidad de su apostolado (1.10–12).
Aquellos a quienes Pablo tacha de «falsos hermanos» intentaban convencer a los gálatas de que el evangelio de Jesucristo, para ser perfecto, tenía que seguir sometido a la ley de Moisés y mantener en vigor determinadas prácticas propias del judaísmo, de manera muy especial la circuncisión (3.11–14; 5.1–6; 6.12–13). Eran, pues, judaizantes, quienes, pretendiendo perpetuar la vigencia de normas que en Cristo habían quedado superadas, impulsaban a los creyentes a apartarse de «la verdad del evangelio» (2.5), que es fundamento de «la libertad con que Cristo nos hizo libres» (5.1).
Pablo advirtió en seguida lo serio del peligro que corrían las congregaciones cristianas visitadas por los judaizantes. Comprendíó que se trataba de un peligro real, que afectaba a cuestiones básicas para la fe y la vida de la iglesia y que venía a perturbar el sentido del evangelio único (1.7–10) de la salvación por Cristo.
Contenido y estructura
La Epístola a los Gálatas está temáticamente relacionada con Romanos (véase la Introducción a los Romanos). Comienza con una presentación del asunto de que va a tratar (1.1–10) y, contrariamente a lo acostumbrado por Pablo, no contiene acción de gracias ni expresión alguna que dé testimonio de un sentimiento de gozoso afecto. Consta simplemente de un escueto encabezamiento y unas palabras de bendición y doxología seguidas del enunciado principal de la carta: No hay más evangelio que el de Jesucristo.
La epístola está dividida en tres secciones: En la primera (1.11–2.21), Pablo defiende la autenticidad del mensaje evangélico que había predicado en las iglesias de Galacia (1.11–12). De este modo reivindica la legitimidad de su labor de apóstol llamado y enviado por Dios a anunciar a Jesucristo entre los gentiles (1.15–16). Refiere también algunos aspectos de su vida y conducta: su anterior fanatismo judío, que le llevó a perseguir «sobremanera a la iglesia de Dios» (1.13–14); el reconocimiento de su ministerio por parte de los apóstoles de Jerusalén (2.1–9), y su enfrentamiento con Pedro en Antioquía de Siria (2.11–14). Finalmente, pone de relieve el valor de la fe, por la cual Dios justifica al pecador (2.15–21).
La segunda sección (3.1–5.12) comienza con una amonestación a quienes habían caído en la trampa del cumplimiento externo de la Ley y menospreciaban así la gracia de Dios (3.1–5). Sigue una consideración acerca de la fe de Abraham (3.6), de cómo la bendición y las promesas que Dios le hizo alcanzan a los gentiles (3.14, 28–29), y de cuál es la vigencia actual de la ley mosaica (3.19–24; 4.1–7). El resto de la sección (4.8–5.12) es una invitación a permanecer «firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (5.1).
La tercera parte de la epístola (5.13–6.10) consiste en una exhortación a hacer buen uso de esa misma libertad, la cual debe configurar la vida del cristiano conforme a la norma del amor: servirse «por amor los unos a los otros» (5.13) y sobrellevar «los unos las cargas de los otros» (6.2). Esta es la ley de Cristo (6.2) y el camino por donde el Espíritu de Dios conduce a la iglesia (5.16–18, 25). En esta sección se incluye el catálogo de vicios y virtudes mejor conocido como «las obras de la carne y el fruto del Espíritu».
La conclusión de la epístola incluye algunas observaciones a modo de resumen (6.12–17), una nota de Pablo escrita de su propio puño y letra (6.11) y una breve bendición final (6.18).
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