01 Nov

Cosa

Lo que en general de algún modo es. O sea, todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, artificial o natural, real o abstracta. El concepto de cosa equivale por tanto al de ente. A veces se considera que las cosas son las entidades individuales, y en particular las existencias materiales individuales. A veces es sinónimo de substancia. Y es frecuente usar el término como opuesto a ‘persona’. Para Nietzsche no existen las cosas, al igual que tampoco los entes o las substancias. Son ficciones creadas por el hombre para hacer más manejable la realidad.

Coseidad

Cualidad de cosa, referido a la cosa.

Cuerpo

Para los filósofos tradicionales, el ser humano tiene un cuerpo, pero no es un cuerpo. En Platón o Descartes el concepto ‘alma’ subsume toda la realidad humana. Es una consecuencia de su modo de valorar: los sentidos nos engañan (al mostrarnos el devenir como real) y, en consecuencia, todo lo sensible -como el cuerpo- adquiere una connotación negativa.

Por otro lado, lo corporal se emparenta con las pasiones, con lo irracional, con los placeres, es decir, con todos aquellos valores vitales a los que la tradición occidental ha declarado hostilidad.

Nietzsche se opone radicalmente a esta manera decadente de valorar e interpreta que la estructura ontológica del hombre no es otra que la de ser un cuerpo viviente. El cuerpo es el ser del hombre, su sí mismo íntegro: «.. cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; y alma es sólo una palabra para designar algo en el cuerpo». Y también: «Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido -llámase sí-mismo. En tu cuerpo habita, es tu cuerpo». Por último, «hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor sabiduría».

Décadence

Proviene del francés: decadencia. Expresa la vida en descenso, o sea, cuando el instinto vital se bate en retirada.

Devenir

La realidad entendida como proceso o cambio. La metafísica tradicional lo trata como mera apariencia, como humo irreal, frente al ser que se caracteriza por su permanencia, unidad, inmutabilidad…

El hombre para poder comunicarse necesita fijar, petrificar (y por tanto falsear) la multiplicidad cambiante de lo real. De otro modo, sería imposible reconocer y compartir experiencias con otros seres humanos. Ni tampoco manejarse con éxito en la realidad. Al aplicar un concepto como el de ‘causa’ cuando un fenómeno precede a otro, estamos colocando un orden en las cosas que nos es muy útil de cara a la supervivencia.

He aquí el origen metafórico de las palabras, de los conceptos. El problema es cuando se olvida este origen pragmático y se empieza a creer que expresan realidades objetivas. Lo siguiente es dividir el mundo en ‘aparente’ y ‘real’, lo que supone negar la vida. Aquí radica el aspecto bio-patológico de la metafísica.

Egipticismo

Egipto fue una cultura caracterizada por su pasión por lo eterno, inmutable y estático: momias, estratificación social cerrada, ausencia de movimiento en sus representaciones pictóricas, hieratismo, obsesión por la inmortalidad, construcción de colosales monumentos funerarios diseñados para desafiar el tiempo.

Lenguaje

Su origen no se debe a la búsqueda de conocimiento sino a la necesidad de expresar una experiencia vital propia. Por eso tiene originariamente un carácter metafórico: las palabras provienen de gritos que son expresiones individualizadas de experiencias singulares. Es absurdo pensar entonces que el lenguaje está hecho para reproducir objetivamente la realidad; se trata simplemente de una herramienta de comunicación y supervivencia: un puente entre individuos para compartir experiencias y manejar mejor la realidad.

Eleátas

Los seguidores de la filosofía de Parménides de Elea. Entre ellos cabe destacar a Zenón, que se afanó por «demostrar», con ingeniosas pruebas, las conclusiones a las que llegó su maestro: la inexistencia de la pluralidad y el movimiento.

Empiria

Transcripción del griego del concepto «experiencia sensible, conocimiento a través de los sentidos». De ahí deriva ‘empírico’ y ‘empirismo’.

Ens realissimum

La realidad misma en su grado más álgido, Dios como cumbre de la metafísica tradicional. Dios no es sólo una creencia de algunos filósofos, sino el fundamento último de toda existencia. La metafísica, y con ella toda la cultura occidental, se ha construido sobre la distinción entre el mundo espiritual y el mundo sensible, con Dios en la cúspide de toda la realidad.

Espectroscopio

Instrumento destinado a separar los diferentes componentes de un espectro óptico.

Facultad

Aptitud, capacidad, posibilidad de hacer algo.

Fantasmagoría

Ilusión de los sentidos.

Fetichismo

Idolatría, veneración excesiva. El fetichismo es un mecanismo psicológico por el que se proyecta sobre un objeto cualidades de las que éste carece. Toda superstición es una forma de fetichismo (el llavero que me da suerte, la sal derramada que augura desgracias). El hombre es fetichista en su concepción del lenguaje, pues cree que las palabras retratan una realidad objetiva. Creer, por ejemplo, que existe el colectivo real de los murcianos por el hecho de que exista la palabra ‘murciano’.

Filósofos

Esta expresión la utiliza Nietzsche en un sentido peyorativo para referirse a una tradición que nace con Parménides (el primero en desdoblar la realidad en «verdadera» y «aparente»), en Platón encuentra sus rasgos más característicos y alcanza hasta su propia época con el positivismo.

Gramática

Nietzsche se refiere con esta expresión al conjunto de reglas y principios que regulan el uso del lenguaje. Equivale, pues, a la expresión «metafísica del lenguaje».

El punto de partida de todas las gramáticas es la atribución de una acción a un agente. Eso implica la existencia de un ‘yo’ -uno, estable y agente- que decide voluntariamente ejecutar determinadas acciones. Este modelo basado en el principio de causalidad (una causa que produce efectos) se aplica analógicamente a todas las demás realidades, y así se crean los conceptos de ‘sustancia’, ‘cosa’, ‘ser’… La gramática nos impulsa a creer que toda acción ha de tener detrás un sujeto, un agente. Esta «metafísica popular» también nos dificulta percibir la realidad como proceso, como cambio, con el uso reiterado del verbo «ser», que nos invita a creer que existen entidades dotadas de rasgos permanentes (substancias). Asimismo, al designar con la misma palabra cosas diferentes, se sugiere la existencia de esencias universales. El lenguaje nos induce continuamente a una interpretación substancialista de lo real.

Hay una línea directa que va desde los presupuestos de la gramática hasta la creencia en Dios. Por eso una verdadera filosofía que quiera hablar del devenir ha de luchar contra todas las «evidencias» sustentadas por el lenguaje.

Idiosincrasia

Rasgos distintivos propios de un individuo o de una colectividad.

Idolatría

Amor excesivo y vehemente a una persona o cosa; adorar ídolos, o sea, adorar a la imagen de una deidad como si fuera la deidad misma. Nietzsche llama a los filósofos «idólatras de los conceptos», porque experimentan una pasión desmesurada por ellos y porque adoran lo que no es más que puro cascarón (su contenido real es una metáfora).

Ilusión óptico-moral

Expresión inventada por Nietzsche con la que alude a una alucinación de etiología moral (o, más bien, inmoral, ya que se basa en la hostilidad a los instintos vitales).

Subrepticio

Algo que se hace de manera oculta y a escondidas.

Verificación

Comprobar o examinar la verdad de una cosa.

Verdad

Conocimiento objetivo de la realidad. Por tanto, se presupone la existencia de una realidad absoluta. Es una convicción característica de la filosofía tradicional.

Nietzsche opone a esta voluntad de verdad su voluntad de poder. La realidad no es racional, por tanto, la razón no puede ser un instrumento para conocerla y la «verdad monoteísta» (la misma para todos) carece de sentido. Si aún queremos hablar de conocimiento o de verdad, habrá de ser de una manera relativa. Es imposible desprendernos de nuestra subjetividad y de los aspectos (psicológicos, sociales, físicos, históricos, etc.) que la condicionan. Todo conocer humano es mera interpretación del mundo y depende de la perspectiva vital en que se encuentra cada individuo.

Sin embargo, históricamente en las sociedades se impone un grupo de metáforas como algo normativo y de obligado cumplimiento. El resto de metáforas son declaradas entonces como subversivas y son desprestigiadas socialmente (mentira) o se relegan a la mera validez subjetiva (el arte).

Para Nietzsche la verdad es una ficción que se ha olvidado que lo es. Por eso habla del politeísmo de la verdad: el derecho de cada uno a inventar sus verdades, a pregonar sus diferentes experiencias vitales, frente a la interpretación impuesta como verdadera en una sociedad.

Eso no quiere decir que todas las perspectivas tengan el mismo valor: las que nos arraigan a la vida, las que nos reconcilian con nuestros instintos vitales, con nuestro cuerpo, con nuestra capacidad de gozar, son preferibles. Esa es la «verdad» que pregona Nietzsche en cada línea que escribió.

Voluntad

Facultad que causa las acciones. Es una ficción (al igual que las figuras mitológicas que sirven de modelo a las constelaciones). Ya Kant estableció que no era posible demostrar su existencia desde la razón teórica, pero que era necesaria suponerla, como postulado, para la moralidad (según Nietzsche, sin embargo, la moral a la que se refiere no es universalmente válida sino particular, con sus condicionantes psicosociales e históricos, por tanto, resultado de una determinada posición de valores por parte de un tipo de ser humano, en concreto caracterizado por ser negador de la vida).

No hay voluntad como algo unitario, sino lo que hay es una pluralidad incluso antagónica de quereres, de deseos, de impulsos. Al igual que el yo, que es igualmente multiforme. Es el lenguaje el que nos hace ver el ‘yo’ y la ‘voluntad’ como algo unitario.

Yo

Unidad sustancial que subyace a cualquier estado de un sujeto. Se trata de otra ficción provocada por el lenguaje. Para Nietzsche lo que llamamos ‘yo’ es el escenario de un campo de fuerzas en tensión, que tiene como resultado que un instinto u otro resulten dominantes y a ese instinto dominante lo llamamos ‘voluntad’. Las fuerzas en juego son muy heterogéneas: las hay activas (fuerzas que actúan) y reactivas (fuerzas que se limitan a reaccionar ante la acción afirmativa). El predominio de las primeras origina una voluntad de poder afirmativa, creadora, artística, mientras que el de las segundas provoca una voluntad de poder negativa, conservadora, resentida.

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