18 Jun

Historia de Al-Ándalus: Etapas Políticas

Desde los inicios del siglo VIII, en el transcurso de quinientos años, el islam tuvo una presencia hegemónica en la Península Ibérica, alargada por una presencia menor, de unos dos siglos y medio, a través del reino de Granada. En este periodo se pueden distinguir diferentes etapas políticas:

Valiato Ifriqiya (711-756)

Entre el 711 y 756, el territorio de Al-Ándalus fue un valiato, gobernado por un valí, un gobernador dependiente del califa de Damasco, que era elegido desde Kairuán. Fueron años de inestabilidad política y enfrentamientos con los reinos del norte (Covadonga 722 y Poitiers 732) que marcaron los límites del avance musulmán hacia el norte.

En el 750 la revuelta de los Abasíes contra la dinastía reinante en Damasco, los Omeyas, se salda con el asesinato de casi todos los Omeyas. Abd-al-Rahman (Abderramán), uno de los pocos sobrevivientes, huye a Al-Ándalus, donde va haciéndose con el poder, consiguiendo su proclamación como emir.

Emirato Independiente (756-929)

Tras la proclamación de Abderramán I como emir, dependiente de Bagdad, en el 756, proclamó la independencia política del emirato, creando el Emirato independiente: rompe políticamente con los abasidas, aunque sigue reconociendo la autoridad religiosa de estos. Este periodo se caracterizó por las luchas entre árabes y bereberes, las revueltas de muladíes y mozárabes y las tensiones con los cristianos en las marcas fronterizas de Zaragoza, Toledo y Mérida.

Se puede considerar una etapa de consolidación y reorganización del poder musulmán en Al-Ándalus, imitando la organización estatal del califato de Bagdad.

El Califato de Córdoba (929-1031)

El último emir, Abderramán III (912-961) resolvió las crisis internas, sometió todo el territorio andalusí a su autoridad y frenó el avance cristiano, consiguiendo que algunos se convirtieran en sus vasallos y por tanto pagaran tributos.

En 929 Abderramán III se proclama Califa y rompe del todo con Bagdad. Esto suponía la independencia política y religiosa de Al-Ándalus. Para conseguirlo todo dependía de la riqueza del Estado y la fuerza del ejército.

A su muerte le sucede su hijo al-Hakam II (961-976), época en que predomina la paz con los cristianos, favoreciendo la integración étnico-cultural.

A su muerte el poder pasó a Hisham II, cuyo Hachib, Almanzor, acaparó el poder durante su mandato. Almanzor estableció una dictadura militar, basada en las razzias, destacando las de Barcelona en el 985 y Santiago en 997. Se apoyó en el ejército y en una estructura defensiva que dominaba las vías de acceso al Norte y servía de base para sus campañas. El problema de este modelo era el alto coste de mantenimiento del ejército y la necesidad de victorias.

La importancia de las razzias radica en la rentabilidad de mantener a los territorios cristianos amedrentados para que pagaran tributos, en vez de conquistar y administrar directamente esos territorios, con los gastos de repoblación y manutención. Así, se limitó en fijar la frontera de nuevo en el Duero.

Reinos de Taifas (1031-1085)

Los últimos califas, tras Almanzor, no supieron mantener su autoridad, ni la unidad del califato y los clanes se rebelaron, y buscaron apoyo en los reinos cristianos. De este modo los reinos cristianos comenzaron a inmiscuirse en los asuntos internos de Al-Ándalus.

Entre 1002 y 1031 se sucedieron 9 califas, que vieron como su autoridad se reducía en manos de la aristocracia levantisca, que llevó a la fragmentación y desaparición del Califato. En el 1031 se produjo una rebelión en Córdoba que depuso al último califa, Hisham III, desapareciendo el último símbolo de unidad de Al-Ándalus. Las coras autoproclaman su independencia, regidas por clanes árabes, bereberes o eslavos. La unidad de Al-Ándalus quedó rota en unos 25 reinos de taifas.

Estos reinos son de extensión variable, se crean en torno a una ciudad, y son dirigidos por un clan. Estos reyes compiten entre sí militarmente (conquista de taifas menores) y por el prestigio (mecenazgo). Para defenderse contaban con ejércitos de mercenarios (Cid).

Los reyes cristianos aprovechan la debilidad de las taifas y la fragmentación política para exigir fuertes tributos, las parias, a cambio de protección (para no ser atacados). Estos pagos dieron lugar a nuevos impuestos en Al-Ándalus y a un activo comercio. En los reinos cristianos las parias sirvieron para reforzar su poder militar, favoreciendo el avance de estos hasta conquistar Toledo en 1085 (Alfonso VI de Castilla) y al hundimiento de la línea defensiva del Tajo.

El Imperio Almorávide (1085-1121)

La caída de Toledo en 1085 provoca que el resto de las taifas se vean amenazadas y buscan ayuda de los almorávides. Estos eran un movimiento de renovación religiosa del islam impuesto entre las tribus bereberes del Atlas marroquí y que crean un poder político con capital en Marrakech. La llamada de los musulmanes peninsulares es la excusa para desembarcar y eliminar los reinos de taifas, reunificando Al-Ándalus. Desembarcan en Algeciras en 1086, reunifican Al-Ándalus y detienen el avance cristiano por la meseta Sur (Batallas de Sagrajas 1086 y Uclés 1108).

El imperio almorávide duró pocos años debido a la corrupción, el aumento de impuestos, el nuevo avance cristiano (en 1118 es reconquistada Zaragoza por Alfonso el Batallador) y porque el Magreb fue conquistado por nuevas tribus bereberes, los almohades. Todo ello provocó la aparición de los Segundos Reinos de Taifas (1121-1145).

Los Almohades (1145-1212)

Los Almohades son un movimiento religioso que se aglutinó en torno a la cordillera del Atlas, desde donde dominaban el Norte de África y en torno al 1145 reunificó las Taifas que resistían al avance cristiano (Sevilla, Córdoba, Almería, Valencia y Murcia).

Hasta 1195 mantienen la unidad andalusí, derrotando a los cristianos en Alarcos (Ciudad Real) en 1195. Esta derrota condujo a la formación de una alianza de los reinos cristianos, que venció a los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esta derrota provocó el fin de los almohades en la península.

El imperio almohade se desmoronó por una crisis interna (descontento popular, aumento de la presión fiscal, falta de soldados) y por la mayor ofensiva de los reinos cristianos que en cincuenta años redujeron el territorio islámico de la península a menos de su sexta parte: Fernando I de Castilla conquista el valle del Guadalquivir y Jaime I el Conquistador se hace con Valencia y Baleares.

De nuevo el poder de Al-Ándalus se fragmentó en los Terceros Reinos de Taifas (1212-1246) (Murcia, Valencia y Granada), facilitando el avance de los reinos cristianos, hasta que únicamente resistía el reino de Granada.

El Reino Nazarí (1246-1492)

A la ofensiva cristiana del siglo XIII sólo sobrevive Muhammad I (nazaríes) que controla Málaga, Granada y Almería. Fernando III le admite como vasallo y acepta su soberanía en el reino de Granada. Esto le permite cobrar tributos y enviar a ese reino población musulmana de las zonas conquistadas.

Sobrevive tantos años debido a varios factores:

  • La habilidad de su diplomacia.
  • La llegada de andalusíes provenientes de los territorios conquistados.
  • Su potencial económico.
  • La difícil topografía de esta zona de España.
  • Los problemas internos de los territorios cristianos (crisis bajo-medieval).

El periodo de máximo esplendor se produce entre 1333 y 1394. Después sobreviene una crisis política que acaba en 1492 con la conquista de los Reyes Católicos y la entrega simbólica de las llaves de la ciudad de Granada por parte de Boabdil.

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