22 Nov
Al-Ándalus: Evolución Política
Los musulmanes llegaron a la Península Ibérica debido a la debilidad interna de los visigodos. Los jefes musulmanes Tariq (bereber) y Muza (árabe) desembarcaron en Gibraltar con un ejército de 7000 bereberes para intervenir en los enfrentamientos entre facciones visigodas (hijos de Witiza frente a Rodrigo). Los musulmanes derrotaron al rey Rodrigo (visigodo) en la Batalla de Guadalete (711). La conquista fue rápida, tomando Mérida, Toledo y Zaragoza. Hispania pasó a llamarse Al-Ándalus. Los musulmanes llegaron a pactos (shul) con algunas poblaciones visigodas sin intervención militar, como el Pacto de Teodomiro (Tudmir en árabe) de Orihuela.
El Emirato Dependiente (711-756) de Damasco fue un periodo de asentamiento y expansión, frenado por la derrota en la batalla de Poitiers (732) frente a los francos de Carlos Martel. En 750, Abu Al-Abbas acabó con la dinastía Omeya en Damasco. Abderramán I, único superviviente, llegó a Al-Ándalus y proclamó el Emirato Independiente (756-929) con capital en Córdoba. La dinastía Omeya de Al-Ándalus logró una organización estatal completa, enfrentando revueltas de muladíes y mozárabes, pese a ocupar la mayor parte del territorio peninsular.
Abderramán III (912-961) se proclamó califa de Córdoba en 929, independizándose religiosamente de Bagdad. Unificó los territorios del emirato, fragmentado por caudillos musulmanes locales. Su política exterior contra los reinos cristianos del norte incluyó campañas militares (aceifas) y el cobro de parias (tributos) a los cristianos.
Abderramán III fue sucedido por Al-Hakam II El Sabio, y este por su hijo, Hixam II. Al-Hakam II mantuvo la superioridad sobre los reinos cristianos, controló el Magreb y desarrolló la cultura. Almanzor (978-1002), hachib (primer ministro), ejerció el poder en nombre del califa hasta su muerte.
En 1008, la fitna (guerra civil) entre musulmanes provocó la desaparición del califato en 1031 y la aparición de los reinos de taifas, diferenciados por la etnia de sus gobernantes: árabes o andalusíes (Sevilla, Córdoba, Zaragoza), bereberes (Badajoz, Granada) o eslavas (costas mediterráneas, como Denia). Las taifas, económicamente poderosas pero militarmente débiles, pagaban parias a los reinos cristianos.
Los reinos de taifas tuvieron tres periodos. El primero (1009-1110) vio la mayor cantidad de taifas, desde pequeñas como Albarracín o Lorca hasta extensas como Badajoz, Sevilla o Zaragoza. Finalizó con la llegada de los almorávides de Yusuf Ibn Tasufín, quienes derrotaron a Alfonso VI de Castilla y León en Sagrajas (1086) y Uclés (1108). Los segundos reinos de taifas (1144-1172) finalizaron con la llegada de los almohades. Tras su derrota en las Navas de Tolosa (1212) contra Alfonso VIII de Castilla, surgieron nuevos reinos de taifas hasta finales del siglo XIII, como la taifa de Menorca.
Fernando III de Castilla y León conquistó la mayoría de las taifas en el siglo XIII (Sevilla en 1248), excepto Granada, Málaga y Almería, que formaron el reino nazarí de Granada (1232-1492). Su primer emir fue Muhammad I Ibn al-Ahmar y el último, Boabdil el Chico (Muhammad XII), quien se rindió a los Reyes Católicos en 1492.
Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura. El Legado Judío
La economía musulmana se basó en la agricultura (trigo, cebada, vid, olivo), ganadería (vacas, ovejas, gallinas, camellos, avestruces), artesanía (productos de lujo y uso común) y comercio (interior y exterior con Europa, Norte de África y Oriente).
Socialmente, había dos grupos: musulmanes (árabes, bereberes, muladíes) y no musulmanes (judíos y mozárabes). Los árabes eran la élite, los muladíes menospreciados, pero ambos pagaban menos impuestos que los no musulmanes. Los judíos desarrollaron sus actividades económicas y mercantiles con cierta libertad, organizados en aljamas.
Los impuestos dependían de la religión: musulmanes pagaban zaqat y usr; no musulmanes, yizya (impuesto personal) y jaray (impuesto sobre la tierra).
El esplendor cultural andalusí, superior al de los cristianos del norte, se dio durante el califato y los reinos de taifas. Destacaron Averroes (médico y teólogo), Maimónides (médico, filósofo y teólogo judío) e Ibn Quzmán (poeta). Artísticamente, destacaron la Mezquita de Córdoba, Medina Azahara y la Alhambra de Granada.
Los Reinos Cristianos: Evolución de la Conquista y Organización Política
Los primeros núcleos de resistencia se formaron en Asturias con Pelayo (Covadonga, 722). El reino se extendió por Galicia y el valle del Duero. Alfonso III trasladó el gobierno a León, estableciéndose la capital allí en 914. Fernán González se independizó como conde de Castilla en 951. En el Pirineo occidental, los vascones derrotaron a Carlomagno en Roncesvalles. Iñigo Arista logró la independencia del reino de Pamplona en 824. En el Pirineo central surgieron condados (Sobrarbe, Ribagorza, Aragón). En el Pirineo oriental, Wilfredo el Velloso unificó los condados catalanes en 878, logrando la independencia en el siglo X con Borrell II.
La Reconquista tuvo tres fases:
- Siglos XI-XII: Alfonso VI conquistó Toledo (1085), Alfonso I «el Batallador» conquistó Zaragoza (1118) y Ramón Berenguer IV conquistó Tortosa (1148).
- Siglo XIII: Alfonso VIII derrotó a los almohades en las Navas de Tolosa (1212). Fernando III «el Santo» conquistó los valles del Guadiana y Guadalquivir (Sevilla en 1248). Alfonso X «el Sabio» conquistó Murcia (1265). Jaime I «el Conquistador» conquistó Mallorca e Ibiza (1229) y Valencia (1238).
- Finales del siglo XV: Los Reyes Católicos conquistaron Granada (1492).
Modelos de Repoblación y Organización Estamental
La repoblación tuvo varios modelos:
- Presura: Ocupación de tierras sin dueño (siglos IX-X, valle del Duero).
- Concejos: Creación de núcleos de población con fueros y cartas puebla (siglo XI, entre Duero y Tajo).
- Órdenes militares: División de la tierra en encomiendas (siglo XIII, submeseta sur, bajo Aragón y bajo Ebro).
- Repartimiento: Reparto de bienes entre quienes participaron en la conquista (siglo XIII, valle del Guadalquivir y litoral levantino).
El régimen señorial se consolidó con señoríos territoriales (tierras sin dueño previo) y jurisdiccionales (con inmunidad). La sociedad medieval era tripartita: nobleza (guerreros), clero (oradores) y estado llano (trabajadores).
La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra
Castilla y León se unificaron definitivamente en el siglo XIII con Fernando III. Castilla tenía funcionarios como el mayordomo, canciller, corregidores y condestable. Instituciones como el Consejo Real, la Audiencia, las Cortes y los concejos.
La Corona de Aragón era confederal, con Aragón, Valencia, Mallorca y condados catalanes. Instituciones como el Consejo Real, la Audiencia, las Cortes, el Justicia Mayor del Reino (Aragón), la Generalitat y el Consejo de los Cien (Cataluña).
Navarra tenía Cortes (Sancho VII) y el Consejo Real (siglo XIV).
El Franquismo
Tras la Guerra Civil, Franco instauró una dictadura militar (1939-1975). El debate sobre su naturaleza totalitaria o autoritaria persiste. El totalitarismo busca transformar la sociedad con una ideología elaborada, un líder carismático y un partido único. El autoritarismo carece de ideología definida, permite cierto pluralismo y no controla totalmente el Estado. Ejemplos de totalitarismos son el fascismo italiano, el nazismo alemán y el comunismo soviético.
Sobre el franquismo, autores como Paul Preston defienden su naturaleza totalitaria por el control estatal y la represión. Otros, como Stanley G. Payne, lo consideran autoritario por la falta de ideología fundamental y la pluralidad política y cultural en sus últimas décadas.
Los fundamentos ideológicos del franquismo fueron tradicionalismo, nacional-catolicismo, antiliberalismo y anticomunismo. Sus apoyos fueron la Iglesia, el Ejército, la Falange y grupos sociales como la oligarquía, la burguesía y pequeños campesinos. Estos apoyos, conocidos como «familias», influían a través de las Cortes y los Gobiernos. Franco equilibraba la representación de estas «familias» en los Gobiernos.
El régimen se impuso con leyes represivas como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley sobre la Represión de la Masonería y el Comunismo (1940) y la Ley de Represión de Bandidaje y el Terrorismo (1947).
Institucionalización del Régimen
Franco concentró el poder como jefe de Estado, Gobierno, Ejército y del partido único (Movimiento Nacional). La dictadura se institucionalizó con las Leyes Fundamentales: Ley de la Administración General del Estado (1938), Fuero del Trabajo (1938), Ley de Cortes (1942), Fuero de los Españoles (1945) y Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947).
La política exterior franquista se adaptó a la situación internacional. España se declaró neutral en la Segunda Guerra Mundial, luego no beligerante (1940), aliándose con el Eje. En 1943, recuperó la neutralidad. Tras la guerra, sufrió aislamiento internacional, excluida de la ONU y del Plan Marshall. Durante la Guerra Fría, EE. UU. consideró a Franco un aliado, firmando el Pacto Militar Bilateral y el Concordato con el Vaticano en 1953. El ingreso en la ONU (1955) y la visita de Eisenhower (1959) marcaron el fin del aislamiento. La pérdida de las colonias (Marruecos, 1956; Guinea, 1968) y la invasión marroquí del Sahara empañaron los éxitos.
El franquismo tuvo tres etapas:
- Primer Franquismo (1939-1959): Dictadura totalitaria dominada por militares y falangistas. Las derrotas alemanas llevaron a la sustitución de falangistas por católicos y la reducción de la simbología fascista.
- Consolidación y desarrollismo (1959-1973): Reconocimiento internacional y crecimiento económico. Protagonismo de tecnócratas del Opus Dei. Ley Orgánica del Estado (1967). Leyes aperturistas: Ley de Prensa e Imprenta (1966) y Ley de Libertad Religiosa (1967). Franco nombró sucesor a Juan Carlos de Borbón (1969).
- Crisis del franquismo (1973-1975): Envejecimiento de Franco. Carrero Blanco como jefe de Gobierno, sustituido tras su asesinato por Arias Navarro. Tibia reforma política (Ley de Asociaciones Políticas). Crisis económica y conflictividad social. Presión internacional.
La Guerra Civil: Historiografía, Desarrollo y Consecuencias
La Guerra Civil española ha generado abundante bibliografía. La dificultad para la objetividad favoreció estudios de hispanistas anglosajones. La historiografía ha estado condicionada por ideologías, pero el acceso a fuentes primarias y la distancia temporal han permitido estudios menos sesgados.
Etapas historiográficas:
- Posguerra: Visión sesgada de los vencedores, justificando la sublevación como Cruzada de Liberación Nacional. Autores como Arrarás (Historia de la cruzada española). Autores republicanos en el exilio con obras ideologizadas.
- Años sesenta y setenta: Estudios rigurosos de hispanistas anglosajones como Carr (España 1808-1939), Jackson (La República española y la guerra civil) y Southworth. Tras la Ley de Prensa (1966), historiadores como Tuñón de Lara (La España del siglo XX).
- Transición democrática: Acceso a archivos y creciente producción historiográfica. Preston investigó los hechos sociales preguerra. Fraser (Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros) usó testimonios orales. Proliferación de monografías regionales, locales y temáticas (intervención extranjera), como Salas Larrazabal (Historia del Ejército Popular de la República) y Viñas (El oro español en la guerra civil).
- Últimos años: Reediciones de obras clásicas. Estudios regionales y locales sobre temas como la represión y los costes de la guerra. Autores neofranquistas como Vidal y Togores. Hispanistas como Graham y Beevor. Historiadores españoles como Tusell, Elorza, Bizcarrondo y Juliá.
Temáticas historiográficas:
- Contexto histórico: Brenan (El laberinto español), Fusi y Palafox (España (1808-1996). El desafío de la modernidad).
- Contexto político: Payne (El extraño caso del fascismo español), Casanova (De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España de 1931 a 1939).
- Militares: Rojo (¡Alerta a los pueblos!).
- Biografías: Preston (Franco Caudillo de España).
La sublevación, coordinada por Mola, comenzó en marzo de 1936. El asesinato de Calvo Sotelo precipitó el golpe el 17 de julio en Marruecos, extendiéndose el 18. El golpe fracasó por la resistencia de militares, guardias y obreros. España quedó dividida económica, social y políticamente.
Etapas de la guerra:
- Lucha por Madrid (julio 1936-marzo 1939): Avance de Mola y Franco. Resistencia en Madrid con Brigadas Internacionales y apoyo soviético. Fracaso de los asaltos a Madrid.
- Campaña del Norte (abril-octubre 1937): Avance sublevado con apoyo alemán e italiano. Caída de Bilbao, Santander y Asturias.
- Campaña del Mediterráneo y caída de Madrid (octubre 1937-abril 1939): Ofensiva republicana en Teruel. Avance de Franco hasta el Mediterráneo. Batalla del Ebro. Caída de Cataluña. Golpe de Casado. Fin de la guerra el 1 de abril de 1939.
Consecuencias de la guerra:
- Dictadura y represión.
- Crisis demográfica (300.000 fallecidos, exilio de 500.000 españoles).
- Crisis económica (destrucción, endeudamiento, racionamiento).
- Crisis social (falta de reconciliación).
- Aislamiento internacional.
- Atraso cultural y científico.
Evolución Política y Económica en las Dos Zonas. Dimensión Internacional
La República enfrentó la falta de mando militar unificado (corregido con el Ejército Popular) y la falta de unidad política (partidarios de ganar la guerra vs. hacer la revolución).
Gobiernos de la República:
El Gobierno Giral* (julio-septiembre, 1936), compuesto sólo por republicanos. Decidió armar a militantes izquierdistas para enfrentarse a los sublevados. Se formaron juntas y comités revolucionarios que practicaron una violencia indiscriminada contra rebeldes, derechistas y religiosos. Asimismo, los anarquistas aprovecharon para tratar de hacer triunfar la revolución social ( Aragón y Cataluña). La falta de preparación militar de las milicias, la inexistencia de un mando militar único y los desórdenes sociales favorecieron el avance de los sublevados; el Gobierno Largo Caballero (septiembre, 1936-mayo, 1937), Gobierno de unidad* nacional encabezado por Largo Caballero (PSOE) con ministros de todas las ideologías antifascistas, incluso anarquistas. Este Gobierno consiguió recuperar el control de la calle disolviendo los comités revolucionarios y creando el Ejército Popular (que integró las milicias con los elementos de las Fuerzas Armadas que habían permanecido leales al Gobierno). Asimismo, aprobó el Estatuto de Autonomía Vasco. En mayo de 1937 Azaña sustituyó a Largo Caballero por Negrin por los fracasos militares (caída de Málaga) y los Sucesos de mayo en Barcelona (Conflicto armado entre comunistas y anarquistas por el control de la ciudad y las Comunicaciones); el Gobierno Negrin (mayo, 1937-marzo, 1939), aumentó el protagonismo de los comunistas por la dependencia de suministros de la URSS. Negrin fortaleció la disciplina del Ejército y el orden público. Sin embargo, las derrotas militares, los intentos fracasados de encontrar una paz negociada y la imposición de la política de resistencia a ultranza desde el Gobierno (confiando en que estallara una guerra en Europa contra el fascismo) dividieron a los republicanos y provocaron un amplio rechazo hacia su presidente. En febrero de 1939 Azaña dimitió como presidente de la República, y sectores republicanos, socialistas y anarquistas promovieron la destitución de Negrin y la expulsión de los comunistas del Gobierno y el Ejército; Finalmente, ante la imposibilidad de mantener la resistencia, el coronel republicano Casado dio un golpe de Estado contra Negrín en marzo de 1939 e intentó negociar una rendición con condiciones. Franco rechazó negociar una paz sin represalias, ordenando Casado capitular a sus tropas acelerando el fin del conflicto, que tuvo lugar el 1 de abril.
La economía republicana estuvo al servicio del esfuerzo bélico. El Gobierno nacionalizó empresas estratégicas (transportes, comunicaciones, minas y fábricas de armas) y las tierras de golpistas, colaboradores y terratenientes. Paralelamente, los anarquistas impulsaron colectivizaciones en Aragón (tierras) y Cataluña (industria y servicios), que tras los Sucesos de mayo de 1937 pasaron a control gubernamental. El fallecimiento accidental de Sanjurjo (20 de julio de 1936), que dejó a los rebeldes sin líder, y el fracaso del golpe de Estado llevaron a los rebeldes a crear la Junta de Defensa Nacional para gobernar los territorios bajo autoridad rebelde desde su sede en Burgos. No obstante, el poder lo ejercía cada general sobre los territorios que controlaba. La necesidad de unidad de mando llevó a la Junta a nombrar jefe de Gobierno y del Ejército a Franco el 1 de octubre de 1936. Franco reforzó su posición a lo largo de la guerra hasta asumir un poder absoluto mediante dos medidas. Creación del partido único FET de las JONS, liderado por él mismo, mediante el Decreto de Unificación que impuso la fusión de carlistas y falangistas en una única formación política y la concesión a Franco de la jefatura del Estado y de la potestad de dictar leyes. La unidad de mando político y militar fue un factor decisivo en el triunfo sublevado, contrastando con la situación de la República. Además, los sublevados contaron desde el principio con el apoyo de la Iglesia (que calificó la guerra como cruzada contra el ateísmo y el bolchevismo.
El nuevo régimen impuso una contrarrevolución: ilegalizó sindicatos y partidos, derogó la legislación republicana e impuso un férreo control social, con la recuperación de la influencia social de la Iglesia. El resultado fue un Estado autoritario, centralizado, confesional y militarizado. La Guerra Civil dividió a la población y a los Gobiernos del mundo. La internacionalización del conflicto hizo posible la larga duración de la contienda (3 años) y fue determinante en la victoria de los sublevados. Hubo una política de no intervención entre Reino Unido y Francia Las principales potencias democráticas europeas, Reino Unido y Francia, acordaron no intervenir en la guerra para tranquilizar a la Alemania nazi y evitar la formación de dos bloques que desencadenaran una guerra en Europa. Para ello crearon el Comité de No Intervención con la prohibición de venta de armas a los combatientes. A este acuerdo se sumaron todos los Estados europeos, menos Suiza que era neutral. Sin embargo, algunos como Alemania, Italia y la URSS nunca lo respetaron. El fracaso de la política de no intervención condenó a la República, al verse privada del apoyo del resto de democracias. También hubo un apoyo extranjero a los bandos: El Bando sublevado, Alemania e Italia enviaron unidades con sus propios mandos (la Legión Cóndor y el Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano) y vendieron a crédito a los insurrectos armamento moderno (aviones, barcos, submarinos, artillería). Menor relevancia tuvo el apoyo de Portugal, que envió la División Viriato, y de algunas grandes empresas estadounidenses, que pese a la neutralidad de su Gobierno entregaron a crédito camiones (General Motors) y petróleo (Texaco). Y el Bando republicano, la URSS fue el principal apoyo de la República enviando asesores militares y vendiendo material de guerra (aviones, tanques, ametralladoras). El Gobierno lo pagó con las reservas de oro del Banco de España. Además, unos 40.000 voluntarios antifascistas de todo el mundo, en su mayoría comunistas, acudieron en apoyo de la Segunda República agrupados en las Brigadas Internacionales. Asesores soviéticos y brigadistas participaron activamente en la defensa de Madrid y otros frentes.
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