08 Feb

Compte Borrell

Compte Borrell (nieto de Wifredo).

A finales del siglo X, el guerrero de Al-Ándalus, al-Mansur, organizaba una incursión cada primavera contra los reinos cristianos del norte de la península.

En el año 988 decidió atacar Barcelona y, cuando la tenía sitiada, el conde Borrell envió mensajeros al rey de Francia (Hugo Capeto), de quien eran vasallos, solicitando ayuda.

Hugo Capeto no envió ayuda, y Barcelona cayó en manos de Al-Mansur, que la saqueó.

El conde Borrell no se desanimó y reconstruyó la ciudad. Envió mensajeros a Hugo Capeto, diciéndole: «Un rey que no vela por sus súbditos no merece tenerlos», con lo que estaba rompiendo los lazos de vasallaje y proclamando la independencia.

El rey de Francia, seguramente avergonzado, no respondió a tal medida.

Cuenta Guifré (Wifredo el Velloso)

Cuenta Guifré, Jofre o Wifred, Pilos o Velloso.

En el siglo IX, Cataluña era una marca hispánica, dependiente de Francia, porque los reyes carolingios habían derrotado a los árabes y necesitaban protección de Francia.

El conde Guifré decidió unificar pacíficamente todos los condados catalanes y lo llevó a cabo bajo su autoridad.

Como él era conde de Barcelona, decidió repoblar el llano de Barcelona, asegurando así la actividad, la defensa de la ciudad y favoreciendo el comercio.

También quiso repoblar zonas montañosas e instaló monasterios, como los de Ripoll, San Juan de las Abadesas y Montserrat. Impulsó la orden de los benedictinos y, con ello, fomentó la religión y la cultura.

Inició la dinastía de la casa de Barcelona, que se fue transmitiendo hereditariamente y que dio muchas glorias a Cataluña durante 5 siglos.

También contribuyó a la creación de la bandera, cuando acudió en defensa de Carlos el Calvo, atacado por los vikingos. Al ser herido en la batalla, Carlos le concedió en agradecimiento una bandera mojando los dedos en su herida y poniéndolos sobre el escudo dorado.

Ramón Berenguer III

En el siglo XI, como en toda Europa, estuvo caracterizado por el feudalismo. Los nobles estaban preocupados por luchar entre ellos, y las fronteras no variaron.

Pero a principios del siglo XI, Ramón Berenguer y sus sucesores lograron adquirir muchos condados franceses por medio de compras y matrimonios.

Los condes de Barcelona eran muy tolerantes y sabían que sus súbditos se sentían mejor con ellos.

En Provenza nació en estos momentos la poesía de los trovadores, que pasó a Cataluña y así se aumentó la cultura, la comunicación y el comercio, de manera que la sociedad iba abriendo sus ventanas.

Inició la reconquista más abajo del Llobregat, conquistando Tarragona y Balaguer.

Ramón Berenguer IV

Ramón Berenguer IV, hijo de Ramón Berenguer III, se caracterizó por:

  • Unir Cataluña y Aragón, creando la Corona Catalano-Aragonesa por medio de su matrimonio con Petronila de Aragón.
  • Ampliar los dominios de Cataluña hacia el sur, hasta el Ebro, conquistando la Cataluña Nueva al Islam. Fue muy importante la conquista de Lérida y Tortosa.
  • Para repoblar la Cataluña Nueva y que no volviera a caer en manos del Islam, creó los monasterios de Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges, de la orden del Císter.

Reinado de Aragón

Alfonso el Batallador, rey de Aragón, no tuvo hijos. Fue un gran conquistador, pero tuvo la oposición de los nobles.

Nombró heredero de Aragón a su hermano Ramiro el Monje.

Este dominó a los nobles (Campana de Huesca) y se casó con Inés de Poitiers.

Su hija Petronila, para asegurarse la continuidad del reino, fue prometida en matrimonio con Ramón Berenguer IV (3 y 12 años respectivamente, matrimonio bien avenido).

Gracias a este matrimonio se formó la Corona Catalano-Aragonesa, y los condes de Barcelona adoptaron también el título de Reyes.

Pedro I el Católico

Pedro I el Católico, rey de Cataluña y Aragón.

En los años 1212, 1213 y 1214 hubo en Europa cuatro batallas muy importantes que cambiaron la configuración del mapa europeo.

  • 1212 – Navas de Tolosa: Almohades contra cristianos del norte de la península.

Jaime I el Conquistador

Aunque Simón de Montfort se quedó a la edad de 3 años, el papa Inocencio III decidió llevarlo a un monasterio templario de Aragón, de donde se escapó a los 13 años con su primo Guillem de Tolosa.

En Barcelona ejercía la regencia su tío Sancho (tío abuelo de Jaime), que tenía problemas con algunos nobles que querían recuperar el poder.

Jaime I recibió el poder de su tío y demostró una habilidad fuera de lo común negociando con los nobles y dirigiendo la política. Formó un sistema de gobierno para la corona, llamado pactismo, según el cual tanto Cataluña como Aragón conservarían sus propios órganos de gobierno, su cultura, sus tradiciones y su lengua. Pero ambos reinos estarían unidos por el respeto a la figura del monarca.

Otro aspecto del pactismo era que dejaba a las ciudades gobernarse por sus propios órganos de gobierno, pero les pedía ayuda si tenían que hacer alguna empresa exterior (conquista).

En 1229 reunió a los nobles en el monasterio de Santes Creus y planificó la conquista de Mallorca, que era un reino de Taifas (árabe C*). Las naves salieron de Salou y cerca de Mallorca sufrieron una fuerte tormenta en medio de la cual Jaume I pidió ayuda a la madre de Dios y, como se salvaron, le dedicó la catedral de Palma. El asedio de la ciudad duró 3 meses y el rey de Mallorca, Abu Yaya, resistió en el Palacio de la Almudaina. Una vez se culminó la conquista, se repobló la isla con catalanes y se permitió a los árabes quedarse si se convertían. Gracias a los árabes, la isla tenía un buen sistema de regadío.

En 1236 inició la conquista del Reino de Valencia, que era muy rico en agricultura.

Jaime I permitió que se quedaran los que se convertían al cristianismo, una vez hubo conquistado el Reino mediante el asedio de la ciudad (ratpenat).

El reino de Valencia fue repoblado por catalanes en la costa y aragoneses en el interior, por eso en el interior de Valencia se habla español.

Como se quedaron muchos árabes, en teoría convertidos al cristianismo, la agricultura siguió siendo floreciente y eso permitió asegurar la alimentación de la corona y aumentar el comercio. El reino de Valencia también tenía cortes propias y, en virtud del pactismo, ellos podían tomar sus decisiones, siempre respetando la figura del monarca.

En su testamento dejó: Aragón, Cataluña y Valencia a su hijo Pedro I el Grande, y las Islas, Rosellón y Cerdeña a Jaime II de Mallorca.

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