11 Nov

El Sexenio Democrático (1868-1874)

La Revolución Gloriosa y el Reinado de Amadeo I

El desprestigio del régimen de Isabel II llevó a una alianza entre progresistas y demócratas, que firmaron el Pacto de Ostende (1866) para destronarla. En septiembre de 1868, la armada española en Cádiz, liderada por el almirante Topete, se sublevó con el apoyo de los generales Prim y Serrano, dando inicio a la Revolución Gloriosa. Con levantamientos populares al grito de «¡Mueran los Borbones!», Serrano venció al ejército gubernamental en Alcolea (Córdoba), e Isabel II huyó a Francia.

La Junta Revolucionaria de Madrid confió el poder al general Serrano, quien convocó Cortes Constituyentes. Las elecciones, por sufragio universal masculino, dieron la mayoría a la coalición unionista, progresista y demócrata. Las Cortes confirmaron a Serrano y elaboraron la Constitución de 1869.

Esta Constitución, considerada la primera democrática de España, incluía una amplia declaración de derechos: sufragio universal masculino, libertad de imprenta, reunión y asociación, e inviolabilidad de la correspondencia. Reconocía la soberanía nacional, el protagonismo de las Cortes, la monarquía limitada y la libertad religiosa.

Serrano fue nombrado regente y Prim, jefe de gobierno. Tras buscar un candidato demócrata y no Borbón para el trono, Prim propuso a Amadeo de Saboya. Amadeo aceptó, pero se enfrentó a una difícil situación.

La Primera República Española

Prim fue asesinado poco antes de la llegada de Amadeo I. El rey se encontró con la oposición de republicanos, carlistas (que iniciaron la Tercera Guerra Carlista en 1872), y partidarios de Alfonso, hijo de Isabel II. Además, tuvo que lidiar con la agitación social del movimiento obrero y la Guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba. Tras dos años de reinado, Amadeo I abdicó en 1873, y el Congreso y Senado proclamaron la Primera República.

La Primera República (1873-1874) tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Aunque se celebraron elecciones, nunca se promulgó una Constitución. El contexto fue problemático, con intentos de golpe de Estado, actividad obrera, la guerra carlista y la insurrección cantonal.

La insurrección cantonal, promovida por republicanos federales, comenzó en Cartagena y se extendió por Levante y Andalucía. Pi y Margall dimitió, y Salmerón, con apoyo de generales monárquicos, dio un giro conservador a la República. Los cantonalistas declararon la guerra a Madrid, pero la insurrección fue sofocada, excepto en Cartagena, que resistió hasta 1874.

La Restauración Borbónica

Es difícil definir la ideología de los cantonalistas, que parecía mezclar republicanismo, federalismo, socialismo utópico y anarquismo. Salmerón dimitió por negarse a confirmar dos penas de muerte. Castelar, su sucesor, actuó con firmeza: aplicó la pena de muerte, reforzó el Estado y suprimió el principio federal, gobernando por decreto durante tres meses.

El golpe de Estado de Pavía (1874) disolvió las Cortes. El general Serrano, nombrado jefe de gobierno, mantuvo las formas republicanas pero aplicó una política represiva. La inestabilidad llevó a la burguesía a posiciones conservadoras, y el fracaso de la república impulsó la restauración monárquica.

Cánovas del Castillo defendió la candidatura de Alfonso, hijo de Isabel II, buscando una restauración por deseo popular, no por golpe militar. Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst. Sin embargo, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII en Sagunto (1874), restaurando la monarquía borbónica mediante un golpe militar.

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