21 Jun
1.1. Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. La pintura rupestre.
Durante el Paleolítico, hace unos 800.000 años, llegan los primeros pobladores a la Península Ibérica. En Atapuerca han sido hallados sus restos más antiguos (Homo antecessor). La llegada del Homo sapiens tuvo lugar hace unos 40.000 años. Los primeros pobladores peninsulares eran depredadores y su supervivencia se basaba en la caza, la pesca y la recolección de frutos. Eran nómadas ya que se desplazaban siguiendo a los rebaños de animales o buscando unas condiciones climáticas favorables. Presentaban una organización social colectiva y vivían en pequeños grupos, sin una clara jerarquía social. Hacia el 5000 a.C. aparecieron en la Península Ibérica las primeras comunidades neolíticas. En ellas se inició la producción de alimentos (agricultura y ganadería) y la elaboración de cerámica. La práctica de la agricultura propició el sedentarismo, surgiendo las primeras comunidades estables (poblados) que con el tiempo darán lugar a una mayor jerarquización social. La Península Ibérica posee numerosos ejemplos de pinturas rupestres. La mayoría de estas pinturas se concentran en la zona cantábrica destacando Altamira. Se trata de un arte figurativo en el que destacan los animales pintados con una técnica naturalista. Las figuras se hallan superpuestas sin formar escenas, aunque presentan efectos de volumen y movimiento. En la zona levantina sobresalen las escenas de carácter narrativo con proliferación de figuras humanas que tienden a la esquematización.
1.2. Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos. Tartessos.
Las colonizaciones transcurren durante el primer milenio a.C. cuando llegan a las islas Baleares y a las costas levantinas y andaluzas los fenicios, griegos y cartagineses debido a intereses económicos. Los fenicios fundaron factorías como Malaka o Gades, los griegos colonias como Emporion y los cartagineses tras colonizar Ibiza fundan colonias tan importantes como Cartago Nova. El impacto en los nativos fue muy grande pero apenas traspasó la costa mediterránea y el Valle del Guadalquivir. A estos pueblos se les debe la introducción de los esclavos, del alfabeto, de productos como el olivo, el lino y de la moneda, además de un crecimiento urbano. Los Tartessos fueron un pueblo prerromano asentado en las actuales Sevilla, Huelva y Cádiz durante la primera mitad del primer milenio antes de Cristo que destacó por su actividad minera. En la segunda mitad la Península Ibérica queda dividida en dos culturas: los íberos y los celtas. Los primeros asentados en ciudades estado en el Levante y en el sur peninsular tenían claras influencias de las colonizaciones como demuestran la escritura y el uso de la moneda. En el resto de la península destacan los celtas dedicados a actividades agroganaderas y aunque tuvieron un gran desarrollo metalúrgico no conocían ni la escritura ni la moneda.
1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y cultural.
La conquista romana de la Península Ibérica se realizó en diversas etapas, interrumpidas por períodos de inactividad bélica. En la primera etapa (218-197 a.C.) lograron dominar la costa mediterránea y el sur peninsular dentro del escenario general de la segunda guerra púnica. Durante la segunda etapa (197-133 a.C.) se conquistó la Meseta y el oeste y noroeste peninsular y se caracterizó por la resistencia de algunos pueblos indígenas como los lusitanos. Durante la última etapa (29-19 a.C.), sometieron a los cántabros y astures. Tras la conquista llegó un largo proceso conocido como el de romanización, es decir, la implantación de la organización romana y la difusión de su cultura. Esta fue más intensa al sur y al este del Mediterráneo. Entre los vehículos de romanización destacan el latín, la llegada de comerciantes, funcionarios o militares romanos y la división administrativa de Hispania. La ciudad pasó a ser un elemento esencial según el modelo urbanístico romano y funcionando según el régimen municipal. Culturalmente destaca la extensión del latín, del derecho romano y su gran legado artístico como el teatro de Mérida y el acueducto de Mérida. En tierras hispanas la religión romana coexistió con la nativa, y más tarde con el culto al emperador, aunque la gran novedad fue la llegada del cristianismo. En cuanto a la economía destaca la triada mediterránea pero también el gran desarrollo comercial y artesanal. Por último, socialmente adoptó los modelos romanos destacando el gran desarrollo de la esclavitud.
1.4. El reino visigodo: origen y organización política. Los concilios.
En el 409 diversos pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) penetraron en Hispania sin encontrar resistencia debido al debilitamiento del Imperio Romano. Para frenar este avance, el Imperio autorizó a los visigodos su entrada en la península para controlar el territorio. Así al desaparecer el Imperio en el 476, el reino visigodo se extendía desde el Loira al Tajo, aunque la presión de los Francos les va a hacer asentarse definitivamente en la península con capital en Toledo (507-711). Los visigodos llevaron a cabo una importante tarea de homogeneización. La unificación política se realizó en varias etapas, Leovigildo (568-586) acabó con el reino suevo y en el siglo VII Suintila conquistó las últimas posesiones del imperio Bizantino. Religiosamente, Recadero renuncia al arrianismo en favor del catolicismo en el III Concilio de Toledo (598) y jurídicamente se aprobó un único código legal, el Fuero Juzgo (653). Finalmente se estructuró una monarquía por elección. Para el ejercicio de sus funciones el rey contaba con la ayuda del Aula Regia, organismo integrado por miembros de la alta nobleza que daba consejos al monarca, y los concilios de Toledo que a pesar de ser reuniones eclesiásticas colaboraron con los reyes en tareas legislativas y asuntos de gobierno. Debido al sistema de elección de los monarcas y al surgimiento de una sociedad prefeudal los reyes estuvieron supeditados al poder de la aristocracia como al de los obispos, siendo muy frecuentes los destronamientos de los monarcas.
2.1. Al Ándalus: la conquista musulmana de la Península Ibérica. Emirato y califato de Córdoba.
Tras la proclamación de Rodrigo como rey del reino visigodo los hijos del anterior rey Witiza solicitan ayuda a los musulmanes. Así en el año 711 los musulmanes bajo el mando de Tariq entran en la península venciendo al último rey visigodo y ante la pasividad reinante iniciaron la conquista. Pese a la batalla de Guadalupe, fue una invasión mayormente sin oposición llegando en pocos años a ocupar toda la península excepto el norte. Desde ese momento al-Andalus se identificó con el espacio peninsular sujeto al poder musulmán. Al-Ándalus con capital en Córdoba se convirtió en un emirato dependiente (711-757) regido por un emir dependiente de los califas de Damasco. Una etapa enormemente inestable, llegándose a nombrarse a 23 gobernadores. El emirato independiente (756-929) se proclama con la llegada de Abderramán I a la península, superviviente de la matanza de los Omeyas. Éste rompió la dependencia política. La etapa vivió momentos de esplendor como el emirato de Abderramán II, aunque no estuvo exento de problemas que favorecieron el avance cristiano. El califato (929-1031) fue la época de mayor esplendor proclamado por Abderrman III asumiendo la dirección religiosa y política. Sin embargo, la estabilidad se acabará al nombrar califa a un niño de 8 años, Hisham II. El poder quedará en manos de su hachib Almanzor que comenzará a hacer grandes campañas militares. A su muerte el Califato se disgregó, dividiéndose en reinos de taifas.
2.2. Al Ándalus: reinos de taifas. Reino nazarí.
Tras la muerte de Almanzor (1031) el califato entra en crisis produciéndose su desintegración en pequeños reinos de taifas. Su historia es la del esfuerzo de cada uno de estos Estados para conservar su independencia. En este momento dejan de cobrar parias para pasar a pagarlas. Pese a la riqueza de muchos de ellos se caracterizan por su gran debilidad militar que facilitará el avance de los reinos cristianos. Ante esta situación piden ayuda al exterior. La dominación almorávide de al-Ándalus se hace efectiva de 1090 a 1145 tras victorias tan importantes como la de Sagrajas. Los almorávides aprovechan el enfrentamiento de las taifas entre sí para unir al-Ándalus bajo su dominio. Sin embargo, las revueltas antialmorávides (debido a su rigorismo religioso), un nuevo avance cristiano y la presión de los almohades en el norte África les hace desaparecer creándose unos nuevos reinos de taifas. Las segundas taifas tienen que soportar otro gran avance cristiano por lo que pedirán ayuda de nuevo al exterior, en este caso, a los almohades. Los almohades logran importantes victorias como la de Alarcos y reunifican otra vez al-Ándalus bajo su dominio, pero tras la alianza de Castilla, Aragón y Navarra son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. De esta manera se crean unos terceros reinos de taifas que desaparecen rápidamente a excepción del Reino nazarí de Granada que sobrevivirá hasta 1492 cuando los reyes católicos ponen fin a 781 años de presencia musulmana en la península.
2.3. Al Ándalus: economía, sociedad y cultura.
Al-Ándalus está asociado a importantes avances económicos. La agricultura tuvo un gran desarrollo gracias al regadío. Los musulmanes difundieron nuevos cultivos como el arroz, el algodón o las medicinales, cultivando también cereales, el olivo y el viñedo. En la ganadería retrocedió la porcina, desarrollándose la ovina y la equina. Se revitalizó la minería, y la artesanía, propio de una sociedad urbana, destacando la seda nazarí o los cordobaneses. El comercio tuvo una gran importancia desarrollándose tanto el interior en el zoco de las ciudades como el exterior. Una economía donde el estado tenía el monopolio de la acuñación de moneda. Con el paso del tiempo la sociedad se fue islamizando. En un primer momento el mundo musulmán lo componía una minoría árabe, que ocupaba los puestos más destacados y una mayoría bereber dedicados a la ganadería y al ejército. Más tarde se unieron los muladíes, los cristianos que se convirtieron al islam. Debajo de ellos se situaban los mozárabes (cristianos de al-Ándalus) y los judíos que gozaban de libertad de culto, pero tenían la obligación de pagar ciertos tributos. Una sociedad donde también destacan los eslavos de palacio o del ejército. A pesar de esta jerarquía en torno al islam, dependiendo de su origen de sangre o nivel económico podían estar más arriba en el escalafón social. En al-Ándalus se desarrollaron grandes avances en ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica y las matemáticas. Destacan filósofos como Maimónides y en la literatura autores de árabe clásico como Ibn Hazm y dentro del árabe vulgar estilos como el zéjel y la muaxaja. Del campo artístico mención especial merecen la mezquita de Córdoba y la Alhambra.
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