19 Jul

El cambio de régimen fue impulsado sobre todo por el Partido Alfonsino (liderado por Cánovas del Castillo). El programa político alfonsino se reflejó en el Manifiesto de Sandhurst (rey Alfonso) de 1874. El general Martínez Campos se sublevó en Sagunto (Valencia), y en esa misma localidad proclamó rey a Alfonso XII. Restauración (1875-1931).

El sistema canovista tenía las siguientes características: defendía una monarquía de carácter liberal y el sufragio censitario. La soberanía residiría en la Corona y las Cortes.

Conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta.

La Constitución de 1876 establecía que la soberanía no era nacional, sino que residía en el Rey y las Cortes. Las Cortes eran bicamerales, compuestas por el Senado y el Congreso, con sufragio censitario, hasta que en 1890 se estableció el sufragio universal masculino. El rey tenía el poder ejecutivo, reconocía derechos y libertades fundamentales, y la religión católica era la oficial del Estado, aunque se reconocía la libertad individual de culto.

La estabilidad a la política del país fue evidente. Sin embargo, la corrupción política y la manipulación de las elecciones fueron la característica fundamental del sistema. Los caciques eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales previamente acordados, dando favores a cambio de que los votantes diesen su apoyo a un partido o a otro.

No se integraron en el sistema ni los republicanos ni los carlistas. La oposición al sistema estuvo representada por los republicanos, el movimiento obrero y campesino, y los nacionalismos.

Se identificaron cuatro grupos ideológicos: los federalistas de Pi i Margall, los centralistas de Salmerón, los posibilistas de Castelar y los progresistas de Ruíz Zorrilla.

La llegada de la Restauración provocó la separación definitiva del movimiento obrero respecto a los partidos demócratas y republicanos. Con la promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887, los partidos obreros se organizaron legalmente.

En España, el partido socialista más importante era el PSOE, fundado en 1879 por Pablo Iglesias. En 1888, Pablo Iglesias fundó el sindicato UGT, que centró su lucha en la mejora de las condiciones de trabajo.

El Estado reaccionó ante el avance del movimiento obrero con una fuerte represión. Asimismo, la clase empresarial y la Iglesia impulsaron el sindicalismo católico, basado en los preceptos sociales de la encíclica Rerum Novarum (1891).

El principal sindicato fue la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT, 1910).

Se formaron pequeños núcleos clandestinos que promovieron atentados terroristas, como el asesinato de Cánovas.

El movimiento nacionalista se manifestó en Cataluña y el País Vasco.

Cataluña: Su primer impulsor fue Valentí Almirall, quien propugnaba la autonomía catalana y el desarrollo de la cultura catalana (Renaixença). Las dos grandes corrientes fueron La Lliga y Esquerra Republicana.

Nacionalismo vasco: En 1895, Sabino Arana fundó el partido nacionalista vasco (PNV).

El regionalismo gallego: El Rexurdimiento (1863) fue impulsado por Murguía, quien fundó la Asociación Regionalista Galega (1890).

La prematura muerte de Alfonso XII en 1885 abrió el período de la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Tras la muerte del rey, Cánovas y Sagasta reafirmaron en el denominado Pacto del Pardo (1885) el funcionamiento del sistema de turno.

En 1868, estalló un movimiento separatista en Cuba, dirigido por Máximo Gómez, Antonio Maceo y Carlos Manuel de Céspedes. Durante la guerra de los diez años, el ejército español, dirigido por el general Martínez Campos, firmó la Paz de Zanjón en febrero de 1878, que puso fin a la guerra, garantizando algunos derechos políticos a los isleños, y algunos esclavos negros fueron manumitidos.

El 90% de la producción azucarera cubana se vendía a los Estados Unidos; los cubanos se sentían insatisfechos con esta política proteccionista.

El proyecto de ley de Antonio Maura por el que se concedía la autonomía a Cuba (1892) fue rechazado. Ese mismo año, el poeta José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que defendía la independencia.

En 1895, estallaron en Cuba varias insurrecciones independentistas (Grito de Baire). Martínez Campos fue sustituido por el General Weyler.

La causa directa de la guerra fue el hundimiento del barco de guerra Maine, fondeado en La Habana. Tras la derrota en Cuba, la Paz de París (diciembre de 1898) estipuló que los EE.UU. ocuparían Filipinas, Puerto Rico y Guam.

El regeneracionismo fue impulsado por Joaquín Costa.

A lo largo del siglo XIX, se fue desarrollando la revolución liberal burguesa que permitió el paso del Antiguo Régimen y, ya durante el reinado de Isabel II, sentó las bases de una economía capitalista e industrializada. Uno de los cambios económicos más importantes se relaciona con los procesos de desamortización. Antes de que se produjera la revolución liberal, la mayor parte de las propiedades – en torno a un 80% – se encontraban vinculadas a la Iglesia (“manos muertas”), la nobleza (mayorazgos) o bajo el control de los municipios (tierras comunales y bienes de propios). Los primeros intentos desamortizadores datan del reinado de Carlos IV (1788-1808), impulsados por Godoy. Posteriormente, las Cortes de Cádiz (y también la administración de José I), en el contexto de la Guerra de la Independencia (1808-1814), publicaron leyes y decretos que quedarían sin efecto tras la restauración absolutista de Fernando VII (1814-1820). Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se retomaría el proceso. Tras estos avances y retrocesos, el momento verdaderamente importante llegaría durante la Regencia de María Cristina (1833-1840). Nos referimos a la desamortización de Mendizábal (1836-1837) y la Desamortización General de Pascual Madoz, que tendría lugar durante el Bienio Progresista.

Las consecuencias de este proceso fueron, entre otras, las siguientes: afectó al 20% del territorio, que constituía la mitad del suelo cultivable de España.

Carlos I: La exploración y colonización se realizó mediante expediciones en las que los conquistadores firmaban capitulaciones con la Corona, como la del Imperio Azteca de México por Hernán Cortés (1519-1521) y la del Imperio Inca de Perú, sometido por Pizarro y Almagro (1531-1533). Mendoza fundó Buenos Aires; Orellana exploró el Amazonas y Hernando de Soto el Mississippi; además, Magallanes y Elcano completaron la primera vuelta al mundo (1519-1522).

Los métodos empleados en la conquista y colonización de las tierras americanas fueron dos en particular: el requerimiento, que se hacía a los indios para que aceptaran la soberanía española si no querían ser sometidos por las armas, y la encomienda indiana, que consistía en la asignación a un encomendero de un determinado número de indios para que trabajaran a su servicio a cambio de protección. Bartolomé de las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, Francisco de Vitoria, Leyes Nuevas de 1542 y 1543.

Se establecieron dos virreinatos (Nueva España y Perú) que se dividieron en gobernaciones y estos en municipios o cabildos. Para la justicia se crearon las audiencias.

Carlos I (1516-1556): La revuelta de las Comunidades (1520-1522) buscaba una mayor participación de los castellanos y de las Cortes en el gobierno. Las Germanías fueron un conflicto donde artesanos, pequeña burguesía y campesinos pedían una mayor democratización de los cargos municipales y protección real frente a los abusos.

Política exterior: La defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía en Europa. Carlos V (Mülberg, 1547) reconoció la libertad religiosa de cada príncipe en la Paz de Augsburgo (1555).

Felipe II (1556-1598): Monarquía autoritaria, consejos territoriales y temáticos. Chancillerías y Audiencias para la justicia. La revuelta de las Alpujarras (1568-1571) y las alteraciones de Aragón fueron un conflicto entre una monarquía autoritaria y el tradicional pactismo que no respetó el rey y que condujo a conflictos, como la persecución de Antonio Pérez.

Su política exterior buscó defender la hegemonía y el catolicismo. Las guerras contra Francia se cerraron consolidando el norte de Italia, y la batalla de Lepanto (1571) fue un hito importante. El problema fue Flandes.

Tras la firma del Pacto de Ostende entre progresistas y demócratas, en 1868, la Unión Liberal decidió unirse al pacto. La situación política previa al golpe se caracterizaba por la corrupción y la impopularidad de la reina. La sublevación contra la reina, dirigida por el almirante Topete (a quien apoyan Prim y Serrano), se inició en septiembre de 1868 en Cádiz. Las escasas tropas fieles a la reina fueron derrotadas en Alcolea. Se conoce como la “Revolución Gloriosa” y dio inicio al Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874), un gobierno provisional presidido por Serrano, en el que se incluían varios progresistas (Prim, Zorrilla y Sagasta entre ellos). El nuevo gobierno decidió convocar elecciones a Cortes Constituyentes para enero del año siguiente, por sufragio universal masculino. Esas Cortes decidirían cuál sería la forma de gobierno de España a partir de entonces.

La Constitución de 1869 fue la primera Constitución democrática de nuestra historia. Reconocía la soberanía nacional e introducía por primera vez en España el sufragio universal masculino. España sería una monarquía democrática. Se decidió nombrar regente al mismo general Serrano, siendo presidente del gobierno Prim, político que tendría como misión principal la búsqueda de un nuevo monarca para el trono de España: el candidato elegido fue Amadeo de Saboya.

El reinado de Amadeo I (1871-1873) se caracterizó por la inestabilidad política en el país. La alianza política entre unionistas, progresistas y demócratas comenzó a resquebrajarse. Dentro del partido progresista, aparecieron dos tendencias: el Partido Constitucionalista de Sagasta y el Partido Radical de Ruíz Zorrilla. Los carlistas aprovecharon la ocasión para resurgir e iniciar nuevas sublevaciones reclamando el trono. Los republicanos exigían reformas más radicales. En Cuba, se había iniciado, en 1868, un levantamiento armado de carácter independentista, que se extendió a lo largo de todo el Sexenio (Guerra de los Diez Años). A mediados del reinado se inició la tercera guerra carlista (mayo de 1872). Impotente y desilusionado, Amadeo I decidió abdicar. Las Cortes decidieron proclamar la Primera República Española en febrero de 1873.

A pesar de las buenas intenciones, la Primera República fracasó en breve tiempo debido a su escaso apoyo popular y la oposición de los sectores económicos más poderosos del país. La I República tuvo cuatro presidentes: Figueras, en cuyo mandato el desorden aumentó; Pi i Margall, que propuso instaurar una república federal, pero su proyecto fue rebasado por la radicalización del movimiento cantonalista; Salmerón, que sofocó el movimiento cantonalista, iniciando así un viraje hacia posiciones conservadoras; y Emilio Castelar, que representó el triunfo de la República conservadora y centralista.

El golpe de Estado de Pavía invadió el Congreso el 3 de enero de 1874.

Los desafíos a la I República: − La crisis económica − Los carlistas negaban legitimidad a la República − La guerra de emancipación en Cuba − Los alfonsinos − Los republicanos más radicales impulsaron la sublevación cantonalista (deseaban crear pequeños estados regionales casi independientes en España).

En enero de 1874, el general Pavía encabezó un golpe militar que derrocó a la I República. Los militares decidieron entregar el poder al general Serrano. Éste actuó dictatorialmente y se propuso como objetivo principal mantener el orden público. En diciembre de 1874, un golpe de Estado dirigido por el general Martínez Campos en Sagunto (Valencia) puso fin al Sexenio Democrático. Alfonso XII fue proclamado rey, y dio comienzo el periodo de la Restauración borbónica.

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