06 Nov
El Pacto Perón-Frondizi
El peronismo debía renunciar a las candidaturas políticas para las elecciones presidenciales. Frente al hecho concreto de la votación, el peronismo debía dejar en libertad de acción a sus adherentes, aunque podía manifestar su repudio a la dictadura que había derrocado al presidente Perón. Por su parte, Frondizi se comprometía a restablecer todas las conquistas logradas por el pueblo, tanto en lo social como en lo político y económico, que habían caído en desgracia luego de la Revolución Libertadora.
Frondizi y la experiencia desarrollista
El gobierno tenía amplia mayoría en el Congreso, y Frondizi puso en marcha algunas medidas tendientes a satisfacer las demandas de los sectores peronistas. Se comenzó a hablar, entonces, del cumplimiento del «pacto sellado» con ese sector. Se intervino la CGT, fijándose un plazo de 90 días para su normalización, y se sancionó la Ley de Asociaciones Profesionales, que auspiciaba una central obrera única encuadrada dentro de la filosofía propiciada por los sindicatos peronistas; también, se derogaron decretos y resoluciones que prohibían la propaganda peronista e inhabilitaban a funcionarios de ese gobierno. Los militares no vieron con buenos ojos ese acercamiento al peronismo. Sin embargo, con estas medidas, se logró una relativa tranquilidad sindical durante 1958, pero al año siguiente, comenzaron a plantearse serios conflictos. En el plano militar, los diarios de la época se referían a constantes «planteos militares» con la intención de presionar al presidente.
La economía desarrollista
El Plan de Estabilidad y Desarrollo (1958) provocó una fuerte reacción popular y, como consecuencia, la situación general del país se tornó crítica. Las huelgas se sucedieron con frecuencia, y el gobierno dispuso la aplicación del Plan CONINTES, mientras persistían los planteos militares, y se hacían oír duras críticas de los partidos opositores. La propuesta desarrollista se caracterizó por la importancia asignada a las obras de infraestructura de rendimiento a largo plazo, que, según el pensamiento oficial desarrollista, permitirían cambiar los esquemas agrícola-ganaderos que desde siempre habían caracterizado al país.
La caída del gobierno de Frondizi
El surgimiento del peronismo resultó intolerable para las Fuerzas Armadas, que formularon un nuevo planteo al Presidente. El Poder Ejecutivo dispuso entonces intervenir todas las provincias donde había triunfado el peronismo. Los diarios anunciaron que el Presidente había solicitado la mediación del general Aramburu. Frondizi no cedió, y las Fuerzas Armadas lo depusieron el 28 de marzo de 1962. Nuevamente la Constitución fue violada. Con el derrocamiento de Frondizi y la anterior renuncia del vicepresidente, se abrió un interrogante respecto de la sucesión presidencial. El nuevo presidente anuló las elecciones efectuadas durante la etapa final de la presidencia anterior, intervino las provincias y dispuso el receso definitivo del Congreso Nacional.
El Ejército enfrentado: Azules y Colorados
La gestión de Guido revistió dos características: un fuerte deterioro económico y pronunciamientos de distintos sectores militares. Por un lado, estaba el grupo legalista de Campo de Mayo (azul), encabezado por el general Onganía, que trataba de sostener el gobierno con el fin de propugnar una salida electoral. El otro sector militar (colorado) pugnaba por un gobierno militar y la postergación de los comicios. Ambos grupos eran antiperonistas. Los azules se oponían a la intervención militar en los asuntos de gobierno y a la intervención del gobierno en las cuestiones militares. Los colorados, representaban el antiperonismo clásico más intransigente, que no veían con buenos ojos la influencia que Perón desplegaba desde el exilio.
Movimiento pendular, Revolución Argentina
La crisis estalló cuando el presidente Illia ordenó el reemplazo del comandante en jefe del Ejército. Diarios y revistas del país y del extranjero anunciaban la posibilidad de un golpe militar. En una reunión (1965) realizada en West Point, se aprobó la doctrina de la seguridad nacional, que prácticamente legalizaba la actuación de las Fuerzas Armadas cuando estas consideraran que debían hacerlo, trataba de justificar los golpes de estado. En las Fuerzas Armadas, se desarrolló la idea de prescindir de los partidos políticos para integrar una fuerza que los involucrara junto con los factores reales de poder. La crisis se aceleró: una fuerte presión sindical, sumada a una sostenida campaña periodística destinada a deteriorar la imagen presidencial, precipitó el desenlace. Las Fuerzas Armadas decidieron desplazar al gobierno. El presidente quedó aislado en la Casa Rosada. En la madrugada del 28 de junio, las fuerzas de seguridad irrumpieron en las emisoras de radio y televisión, y en las antesalas presidenciales, obligando a Illia a retirarse.
Un nuevo fracaso militar
El golpe contó con la aprobación o, por lo menos, la aceptación de las principales fuerzas políticas, a excepción de los sectores universitarios y el radicalismo. Onganía, rodeado de un elenco ministerial que albergaba a funcionarios de gran experiencia empresarial pero poca experiencia política, anunció que el gobierno “carecía de plazos”. Este hecho confirmó la vocación autoritaria del régimen y se hizo manifiesta una actitud represiva: la actividad política fue prohibida, la censura se generalizó, y mediante un operativo policial se anuló la autonomía universitaria.
El Cordobazo
En mayo de 1969, en la ciudad de Córdoba, se produjo un movimiento protagonizado por obreros y estudiantes, llamado Cordobazo, que provocó una gran conmoción interna y una consiguiente crisis en el gobierno de Onganía. El presidente debió encarar un hecho singularmente grave, que ensombreció el panorama político: el ex presidente Aramburu fue raptado y luego asesinado por el grupo Montoneros. Sin una fuerza política propia, sin apoyo de gremios y de los miembros de la cúpula sindical, Onganía se encerró en un personalismo que desembocó en su renuncia, en junio de 1970.
El ocaso de la Revolución Argentina
El nuevo presidente militar solo se mantuvo en el poder nueve meses. Los desacuerdos y enfrentamientos con la Junta de Comandantes en Jefe hicieron imposible su permanencia en el cargo: Levingston renunció el 23 de marzo de 1971.
El regreso de Perón: la JP y la ultraderecha
La consigna «Cámpora al gobierno, Perón al poder» había sido el eslogan que motorizó el triunfo electoral del peronismo. Fue tomando fuerza el camporismo con evidente apoyo de la juventud y de los grupos más radicalizados, como los Montoneros.
Tercera presidencia de Perón
El enfrentamiento entre la guerrilla y los sectores de extrema derecha recrudecieron, en especial, a partir del momento en que la Triple A, creada por el ministro de Bienestar Social, José López Rega, pero que actuaba ilegalmente, comenzó a secuestrar, torturar y asesinar a sindicalistas, intelectuales y dirigentes que simpatizaban con la izquierda, dentro y fuera del peronismo. Con la intención de controlar los desbordes, en un acto multitudinario en la Plaza de Mayo, Perón trató duramente a los Montoneros, quienes finalmente, desilusionados, optaron por retirarse de la concentración.
Illia: otra fallida experiencia constitucional
La UCR trató de cumplir con lo que había prometido en la campaña electoral: intervencionismo estatal y protección a los consumidores. El Estado puso en práctica políticas de distribución y favoreció el capital nacional. Se anularon los contratos petroleros firmados con empresas extranjeras en tiempos de Frondizi. La CGT se normalizó, y los sindicatos peronistas asumieron su conducción, las autoridades gubernamentales debieron enfrentar un plan de lucha organizado por la central obrera: entre mayo y junio de 1964 fueron ocupados más de 10 mil establecimientos industriales en todo el país. Aunque esta operación se hizo sin mayores incidentes, la imagen del gobierno se fue deteriorando crecientemente.
¿Peronismo sin Perón?
El gobierno fue eliminando las prohibiciones que pesaban sobre el peronismo, aunque manteniendo la prohibición de la candidatura del propio Perón. En el peronismo se fue gestando un movimiento que intentaba tomar ciertas distancias de Perón. «Peronismo sin Perón» se denominó a ese intento que tomó cuerpo en algunas provincias y en el sector sindical. Para contrarrestar ese movimiento, Perón envió a su esposa con instrucciones para reagrupar el peronismo bajo su conducción. Las gestiones de «Isabelita» tuvieron éxito, y se restituyó la verticalidad de la estrategia peronista.
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