19 Dic

Orígenes y Evolución de la Historiografía Griega: Heródoto, Tucídides y Jenofonte

Los Inicios de la Historiografía

La historiografía es un género narrativo en prosa que relata acontecimientos que se consideran verdaderos, dignos de ser recordados, siguiendo un orden cronológico y con un tratamiento literario. Se diferencia de la épica en que el poeta épico narra hechos míticos, legendarios o tratados legendariamente, mientras que el historiador investiga sobre hechos reales tratados con racionalidad.

Surge en las colonias griegas de Asia Menor en el siglo VI a.C., con descripciones de carácter variado. Figuras como Acusilao de Argos, Hecateo de Mileto, Ferécides de Atenas o Helánico de Lesbos, junto con los logógrafos, configuran el origen de la interpretación racionalista de los antiguos mitos para unirlos con la historia. Sus obras se nos han conservado a través de citas y comentarios en textos posteriores y restos papiráceos.

Heródoto: El Padre de la Historia

Con Heródoto (484-425 a.C.), originario de Halicarnaso, en Asia Menor, tenemos el primer ejemplo de literatura en prosa. Viajero infatigable, recorrió Grecia, Egipto, Siria y Palestina. Vivió en la Atenas de la época clásica y pudo codearse con intelectuales como Sófocles, Protágoras o Pericles. Su origen minorasiático es indudable por los datos biográficos conservados y la conexión entre su obra y Asia Menor.

Su obra, conocida como Historias (Ἱστορίαι), es culmen de la logografía jonia y comienzo de la historiografía como ciencia. Narra las Guerras Médicas entre griegos y persas, con el objetivo de que las grandes hazañas del pasado inmediato sean recordadas y tenidas en cuenta. El concepto moralizante de la historia hace que los que actúen según la virtud y el decoro obtengan fama y gloria, y los que se dejen llevar por la soberbia sean duramente castigados.

La obra fue dividida en nueve volúmenes por los filólogos alejandrinos, quienes dieron a cada libro el nombre de una de las musas. Sin embargo, es una narración abierta que va incorporando distintos logoi conforme avanza en la narración del conflicto. Heródoto fue llamado peyorativamente logopoios, «cuentacuentos».

La estructura de las Historias es compleja, puesto que no se corresponde con la interna. Por ejemplo, los libros II, III y IV refieren a las primeras incursiones. Heródoto comienza a usar datos históricos con:

  • Autopsia: autoobservación de los hechos, paisajes y lugares.
  • Akoé (ἀκοή): audición de fuentes orales y escritas de tipo literario y epigráfico.

Además, incluye perfiles cuyo pensamiento acusa el devenir desdichado del ser humano, que será castigado por la divinidad, pero esto no quiere decir que no se pueda vivir con moralidad y mesura. Por ello, le ha valido el calificativo de pater historiae por Cicerón. Incluso con obras maledicentes, estamos ante un pionero de la historiografía, por lo que los errores han de ser tenidos como ejemplo.

Tucídides: La Historia como Ciencia

Tucídides (455-400 a.C.), aristócrata y seguidor de Pericles, participó como estratego en la Guerra del Peloponeso. Fue desterrado por un error de mando, y durante su exilio recogió datos que le sirvieron para redactar en Atenas la Historia de la Guerra del Peloponeso en ocho libros, que se interrumpe en el 411 a.C.

Se aleja de Heródoto en varios aspectos:

  • Narra un hecho del presente por intuir la importancia de la guerra en la Hélade.
  • Busca inmortalizar su investigación, siendo objetivo en su narración.
  • Expone varias versiones de sus informadores y elige la que es más verosímil, razonándola.
  • No hay intervención divina en las acciones humanas.
  • Con los discursos de los actores, muestra la psicología de los personajes históricos.

Usa términos, giros y expresiones arcaicas para la época, además de formas del nuevo ático previo a la koiné. Su estilo, por tanto, es difícil, escrito para personas de elevada cultura. A pesar de su dificultad, su influencia fue inmediata en la escuela aristotélica y en la historiografía latina (Salustio), y modelo de retórica.

Jenofonte: Historia y Filosofía

Jenofonte (430-353 a.C.), aristócrata y discípulo de Sócrates, era filo espartano, como se refleja en obras como Banquete y Apología de Sócrates. Su aportación principal se lleva a cabo en las Helénicas, narrando desde el 411 a.C. hasta el fin de la hegemonía tebana en el 362 a.C. Se diferencia de Tucídides tanto en lengua como en postura, siendo admirador de Esparta, como muestra en la Constitución de los Lacedemonios, sobre las reformas del legislador espartano Licurgo, o en Agesilao, biografía del principal general espartano.

Estaba descontento con la política de su pueblo, ensalzando a sus enemigos capitales. Por eso, compuso una historia novelada sobre Ciro el Grande, la Ciropedia, y la participación en una batalla de Ciro el Joven contra su hermano y rey de los persas, la Anábasis. Esta última, en siete libros, relata las vicisitudes de los mercenarios griegos que, engañados por Ciro, emprenden su vuelta a Grecia.

Su finalidad es dudosa, porque hay moralización de la debilidad humana, pero no hay objetividad total. Hay conexión entre la educación persa y espartana, en comunidad con Platón. Aunque en comparación con otros escritores pueda salir desfavorecido, no deja de ser un modelo de la prosa clásica, utilizado durante siglos para aprender el griego clásico.

La Historiografía Posterior

Mientras que los pilares básicos son Heródoto, Tucídides y Jenofonte, a partir de la época helenístico-imperial, por su autopsia e información oral, surge una literatura de anticuario. También, cuando Alejandro Magno amplía los horizontes, destacamos otros autores que escriben desde un punto de vista helenocéntrico, como Ctesias sobre los persas o Dionisio de Halicarnaso, muy posteriormente. Se crearían las historias universales con Diodoro de Sicilia, y la historiografía trágica, con Teopompo o Duris.

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