14 May

El principio fundamental del ser es la SUSTANCIA. La sustancia, para
Aristóteles, es lo concreto, lo individual, el mundo de las cosas. Cada “cosa” es
una sustancia. La cual está formada por una MATERIA y una FORMA, lo que
llamamos UN COMPUESTO HILEMÓRFICO. PERO MATERIA Y FORMA NO
SE PUEDEN SEPARAR. Estudiar la sustancia supone decir lo que es y cómo
es; y es en este “cómo es” donde apreciamos a través de la observación que
no siempre se nos muestra de la misma manera (la materia cambia, no
pesamos lo mismo ni medimos los mismo con 5 años que con 15, ni será el
mismo dentro de 20 años) pero, a la vez, apreciamos que hay algo permanente
(la forma)
Con lo que seguimos identificándola. La manifestación del cambio
físico, peso, altura, etc., se manifiesta en la materia, pero el cambio, el “motor
de cambio”, su causa es la forma. La forma se puede decir que es aquella parte
que hace que los cuerpos cambien y crezcan; y la materia, donde esos
cambios se manifiestan. Aristóteles deduce que en todo cambio hay algo que permanece 
cambio no supone algo totalmente nuevo o distinto; Aristóteles conserva parte
del prejuicio griego presocrático de que del no-ser no puede surgir el ser
(Parménides), o dicho de otro modo, lo inamovible es superior a lo cambiante.
Si bien, también necesita explicar la visión de Heráclito y explicar el cambio. Es
así como el autor establece los términos de POTENCIA y ACTO. La sustancia
alberga en su interior la posibilidad de “pasar a ser” algo diferente a lo que en
un primer momento se nos muestra, es decir, toda sustancia posee la
capacidad (la potencia)
De cambiar lo que es en este momento (el “acto” en
que se nos muestra). De esta manera Aristóteles afirma que el cambio o
movimiento se produce en el paso de la potencia al acto, y en este proceso
siempre hay algo que permanece (la forma) y algo que cambia (la materia).
Por ejemplo, imaginemos que hoy mismo nace un bebé o plantamos una
semilla de pera; tanto el bebé como la pepita de la pera EN ACTO son
pequeños, pero EN POTENCIA, el bebé puede convertirse en un adulto y la
pepita de pera en un hermoso peral. Si dejamos pasar 20 años (y todo va bien),
veremos que en 2041 podemos decir que hay un joven de 20 años en acto y
un peral de 20 años en acto, pero POTENCIALMENTE el joven puede
convertirse en un viejo y el peral seguirá con su proceso de envejecimiento.
Ahora bien, nótese que tanto el bebé como la semilla van tener una tendencia
natural o TELEOLOGÍA a desarrollarse para aquello que están “programados” :
el bebé en un adulto humano y la semilla de pera en un peral. Es decir, ni el
bebé se convertirá en un chimpancé adulto, ni la semilla del peral se va a
convertir en un roble. Esta tendencia natural o teleología a desarrollarse en
acto lo que hay en potencia tiene su causa en la forma, si bien, necesita de la
materia para que esos cambios se produzcan.

Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve mas que en cuanto esta en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez frío. La segunda vía se basa en causalidad eficiente. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios. La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya éste llamamos Dios.

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