07 Dic
Imágenes y Símbolos en la Poesía de Miguel Hernández
Toda la obra de Miguel Hernández es un constante esfuerzo por elevar hasta la belleza del lenguaje poético las cosas feas y tristes de su existencia. Sus poemas están llenos de símbolos que giran en torno a los grandes temas de su obra: vida, amor y muerte.
Primeros Símbolos en Perito en lunas
En su primer libro, Perito en lunas (1931), podemos ver varios símbolos característicos: la palmera, elemento paisajístico mediterráneo, que es comparada con un chorro; la luna, el más importante, símbolo de plenitud, lo irreal y mágico. Otros elementos tomados de la vida cotidiana del poeta en su Orihuela natal son: la granada, el gallo, el pozo, la sandía. Algunos de los símbolos se repetirán a lo largo de toda su trayectoria, aunque con nuevos matices. Es el caso del toro, que significa sacrificio y muerte, pero que más adelante representará la figura del amante.
El Amor y el Dolor en El rayo que no cesa
El rayo que no cesa (1936) tiene como tema principal el amor insatisfecho y trágico, y en torno a él giran todos los símbolos. El rayo es fuego y quemazón, y representa el deseo amoroso. La sangre es el deseo sexual; la camisa, el sexo masculino; y el limón, el símbolo femenino. En este poemario encontramos una constelación de símbolos alusivos a lo cortante y lo hiriente, se trata de símbolos de las heridas de amor y muerte, como la espada, la cordana, los puñales, el rayo que no cesa, los cuernos. También hallamos amistad y muerte; en la Elegía a Ramón Sijé aparecen términos que muestran la rabia y el dolor inconsolable. Asimismo, aparecen en este libro composiciones en que el autor manifiesta el más puro vasallaje ante la amada. Lo vemos en Me llamo barro aunque Miguel me llame, poema que muestra su entrega total a la amada mediante los símbolos del barro y del buey. El buey reaparecerá en Vientos del pueblo para encarnar la cobardía y la sumisión, frente a la bravura del toro. Relacionado también con la servidumbre del poeta aparece el símbolo del pie.
La Poesía de Guerra en Vientos del pueblo
Vientos del pueblo (1937) ejemplifica lo que es poesía de guerra. En este libro hay un desplazamiento del yo del poeta hacia los otros. Así, el viento es la voz del pueblo encarnada en el poeta. El pueblo cobarde es identificado con el buey y el león, que son símbolos de orgullo, rebeldía y lucha. El poeta sigue teniendo la lengua «en corazón… bañada» pero para expresar sus deseos oprimidos: la pena es ahora el fruto de la injusticia.
La Tierra y la Maternidad en El hombre acecha
En El hombre acecha (1938), el símbolo que predomina es la tierra; la tierra es la «madre» y se unirá al símbolo de España. La contraposición entre ricos y pobres se da en Las manos, poema en el que están simbolizadas las que para M.H. eran las dos Españas. Ya no se canta a la amada como deseo, sino que ahora se pone el acento en su maternidad. El símbolo será el vientre. En este libro encontramos el tema del hombre como fiera, con garras. La garra es símbolo de fiera. Esto se puede observar en la Canción primera. Del libro destacan los poemas que tratan de los desastres de la guerra. Las dos Españas, enfrentadas, aparecen en El hambre. El amor a la patria lo podemos ver en Madre España. También nos encontramos con el símbolo del tronco y de los árboles, que son los hombres del pueblo y el poeta. Este poemario se cierra con la Canción última, un homenaje a Quevedo.
La Simbología en Cancionero y romancero de ausencias
Cancionero y romancero de ausencias se abre con elegías a la muerte del primer hijo, con esto el poeta siente un deseo irrevocable de volver al claustro materno. Aparece la simbología del vientre y el sexo femenino, que según él constituyen el centro de la vida. También cabe destacar la ausencia del toro, pero sí que aparece la sangre como símbolo de dolor, muerte y tragedia. En el poema Sino sangriento, la imagen de la vida del hombre como una alcoba vacía adelanta el símbolo de la casa-alcoba-lecho. En el poema Nanas de la cebolla aparecen muchos núcleos simbólicos, como ave, vuelo y luminosidad. Complementariamente, aparecen imágenes florales y el fuego, que representa el futuro despertar de la pasión amorosa.
Conclusión
El universo simbólico queda entretejido en El rayo que no cesa (1937), la obra poética que marca un antes y un después en su trayectoria poética; la obra en la que, por fin, la voz del poeta se revela, liberándose de los acentos de otros poetas. Hemos querido hacer un recorrido por la obra del poeta interpretando sus símbolos, metáforas e imágenes. Hemos visto cómo se repiten una serie de imágenes de manera persistente, constituyendo el universo poético del autor. Incluso vemos cómo algunos adquieren distintos valores, lo que demuestra su evolución personal de los sentimientos.
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