23 Nov
Diferenciación entre Impresiones e Ideas según Hume
A diferencia de Descartes, para quien todos los contenidos mentales eran «ideas», Hume distingue dos tipos de contenidos: las impresiones y las ideas. El término percepción engloba a ambas. Se diferencian en la intensidad o vivacidad con que las percibimos, siendo las impresiones contenidos mentales más intensos y las ideas, contenidos mentales menos intensos, excepto en casos como el sueño, la locura o la fiebre. Además, la relación entre impresiones e ideas es la misma que la del original a la copia. Es decir, las ideas derivan de las impresiones; las impresiones son, pues, los elementos originarios del conocimiento. No podemos explicar a un ciego de nacimiento cómo es un color ni tampoco cómo es un sabor a quien no lo ha probado. De esta relación entre las impresiones y las ideas extraerá Hume el criterio de verdad: una proposición será verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión, y falsa si no hay tal correspondencia.
Tipos de Impresiones
Las impresiones pueden ser de dos tipos:
- De sensación: cuya causa es desconocida, las atribuimos a la acción de los sentidos (ver, oír, sentir, etc.).
- De reflexión: asociadas a la percepción de una idea (aversión ante la idea de frío, etc.).
Además, las impresiones pueden clasificarse como simples (percepción de un color) o complejas (percepción de una montaña o una mesa).
Tipos de Ideas
Las ideas, a su vez, pueden clasificarse en simples y complejas. Las ideas simples son la copia de una impresión simple (la idea de un color). Las ideas complejas pueden ser la copia de impresiones complejas (la idea de montaña) o pueden ser elaboradas por la mente a partir de otras ideas simples o complejas. Las ideas se suceden y se combinan siguiendo un cierto orden y regularidad. Unas ideas atraen a otras, del mismo modo que en el mundo físico un cuerpo atrae a otro por la gravedad. Las leyes de la asociación describen estas fuerzas: ley de semejanza, contigüidad en tiempo o espacio, y causa y efecto. No son leyes estrictas, sino «fuerzas suaves»: si en nuestra conciencia aparece la idea «A», es muy probable que aparezca después la idea «B», pero no es necesario. Estas conexiones son consecuencia de la imaginación, no de la razón.
El Universo de las Ideas y su Dependencia del Sujeto
Las ideas forman un universo dependiente del sujeto que las piensa. La mente humana puede transformar las ideas, relacionarlas, combinarlas o analizarlas. En el entendimiento humano se conectan el mundo de las impresiones, que se impone forzosamente, y el mundo convencional de las ideas. Para controlar la validez de una idea, es necesario buscar la impresión a la que corresponde.
Límite del Pensamiento y Principio de Copia
Aunque nuestro pensamiento parece poseer una libertad ilimitada, ya que nadie puede controlarlo y podemos pensar cosas irreales, en realidad está reducido a límites muy estrechos. Todas nuestras ideas son copias de nuestras impresiones; es imposible pensar algo que no hemos sentido previamente con nuestros sentidos externos o internos. La razón no puede engendrar por sí sola una idea original. No existen las ideas innatas.
Argumentos a Favor del Principio de Copia
Hume ofrece dos tipos de argumentos para demostrar esto:
- Todas nuestras ideas, por complejas que sean, están formadas a partir de ideas más simples. Como ocurre con la idea de dios, un ser infinitamente inteligente, poderoso y bueno, que se forma aumentando al máximo características que nosotros poseemos.
- Un ciego de nacimiento no podría llegar a conocer lo que es el azul si alguien con experiencia intenta darle una definición precisa. La ausencia de una impresión previa impide formarse la idea. Lo mismo ocurre si no hemos experimentado un sabor; no podemos explicar el sabor del vino a un esquimal, por ejemplo. Las impresiones son los átomos que conforman la materia del conocimiento. Sin ellas, no podríamos conocer nada, ni siquiera lo ficticio e imaginario.
Las ideas forman un universo dependiente del sujeto que las piensa. La mente humana puede transformar las ideas, relacionarlas de mil modos, combinarlas entre sí o analizarlas. En el entendimiento humano se conectan el mundo de las impresiones, que se impone forzosamente, y el mundo convencional de las ideas. Para controlar la validez de una idea, es necesario buscar y encontrar la impresión a la que corresponde. Cuando una idea es ambigua, siempre se puede recurrir a la impresión correspondiente que la puede convertir en clara y precisa. Si un término filosófico no puede remitirse a ninguna impresión, carece de significado (sustancia, esencia).
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