15 Feb
La Actualidad del Pensamiento de Platón
La filosofía de Platón mantiene una gran influencia en la actualidad y se puede relacionar con numerosos aspectos de la sociedad contemporánea. En estos tiempos, un número creciente de personas crecen rodeadas de pantallas (ordenadores, televisores, videoconsolas), mensajes subliminales y todo tipo de influencias manipuladoras.
En el Mito de la Caverna, Platón explica cómo un grupo de hombres vive encadenado en una cueva, viendo solo sombras durante toda su vida. Estas sombras pueden compararse con los mensajes que nos transmiten los medios de comunicación. Uno de estos hombres, al ser liberado, sale al exterior y contempla la realidad gracias a la luz del Sol. Se da cuenta de que lo que antes percibía eran meras sombras, irreales. Esto es análogo a lo que ocurre cuando una persona logra pensar y observar por sí misma, sin la influencia ni la manipulación de los medios.
En la sociedad actual, muchos seres humanos viven engañados, inmersos en una comodidad que consideran buena y normal, sin luchar por encontrar la verdad. A menudo, la verdad es dura y difícil de hallar. Por ejemplo, considero que no estamos suficientemente informados sobre la situación en Siria, Venezuela o Corea del Norte. La gente vive manipulada y cada vez menos personas hacen algo al respecto. Vivimos rodeados de sombras, dentro de esa «caverna» platónica, y parece que resulta muy cómodo permanecer allí, ya que cada vez menos individuos desean salir.
Descartes: Sustancia, Alma y Método
El Concepto de Sustancia en Descartes
En el fragmento analizado, el término «sustancia» se define como aquello que «para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material y cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar». Para Descartes, «sustancia» es todo aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Entendida literalmente, esta definición solo se aplica a Dios, ya que el resto de los seres necesitan de Él para existir.
Sin embargo, en un sentido derivado, Descartes también aplicó esta definición a otros ámbitos de la existencia que, siendo radicalmente diferentes entre sí, solo necesitan del concurso divino para existir. Así, también son sustancias el pensamiento o res cogitans y los cuerpos o res extensa. Como resultado, la realidad queda dividida, según Descartes, en dos ámbitos distintos: el ámbito puramente mental y el ámbito material. Esta separación se conoce como «dualismo ontológico».
La sustancia solo puede ser conocida a través de un rasgo fundamental o esencial que Descartes denominó «atributo». De este atributo dependen una serie de propiedades que lo modifican y caracterizan, llamadas por Descartes «modos». En la sustancia pensante, el atributo es el pensamiento, y sus modos incluyen la voluntad y la memoria. En la sustancia material, la extensión es el atributo, y sus modos son, entre otros, la figura y el tamaño.
El Alma según Descartes
En el fragmento, el término «sustancia», previamente explicado, se aplica a la sustancia pensante o yo, cuyo atributo principal es el pensamiento. El término «alma» aparece mencionado como sinónimo de «yo» y se describe como aquello que es «totalmente distinto del cuerpo y más fácil de conocer que éste».
Para Descartes, el alma constituye la res cogitans o sustancia pensante. Es la primera en ser demostrada por Descartes a partir de su propia condición de ser pensante, aunque no sea la más importante ontológicamente, ya que este lugar lo ocupa Dios o la sustancia infinita. El fragmento evidencia la heterogeneidad entre alma y cuerpo, fundamento de la explicación dualista del hombre, otro de los problemas teóricos a los que se enfrentó Descartes como consecuencia de su concepción de la sustancia.
El Método Cartesiano
El pensamiento de Descartes es claramente racionalista. Su principio fundamental es otorgar total preponderancia a la razón frente a los sentidos. Descartes afirma que los sentidos nos engañan y que la razón es la única fuente de conocimiento verdadero. Considera que las ciencias están mal construidas porque, en su opinión, los filósofos no alcanzan la verdad al estar más preocupados por sí mismos que por la búsqueda objetiva de la verdad.
Descartes atribuye este problema al método y decide empezar de cero, proponiendo un nuevo método para buscar la verdad. Observa que las matemáticas son la única ciencia que proporciona una certeza absoluta. Admite que tener la verdad implica poseer certeza sobre ella, pero se puede estar en lo cierto y, aun así, estar equivocado. Su solución es la verdad cierta.
Las matemáticas utilizan la deducción a partir de una verdad evidente. Descartes aplica este método a la filosofía, buscando deducir otras verdades a partir de una primera verdad evidente. Cuanto más nos alejamos de esa evidencia, mayor es la posibilidad de error. La deducción consiste en partir de una idea clara y distinta, y de ahí obtener otras ideas simples diferentes. El primer problema de Descartes es encontrar esa idea simple y evidente para deducir las demás.
Descartes comienza dudando de todo para alcanzar esa primera idea. Duda de los sentidos, ya que estos nos engañan; duda de todo, incluso de la vida misma, y formula la hipótesis del sueño: la vida podría ser un sueño, ya que los sueños parecen reales mientras se sueña. Afirma que la primera verdad evidente es el cogito. Si dudo, pienso; dudar y pensar son lo mismo. Aunque se quiera seguir dudando, no es posible dudar de la propia existencia, de la existencia del ser que duda.
Descartes establece la primera evidencia: la existencia del ser que piensa y duda. Sin embargo, si esa fuera la única verdad posible, se quedaría aislado. Utilizando su método y deduciendo otras ideas, se percata de que en la mente hay más ideas, además del cogito. Estas ideas son verdaderas, y la verdad debe ser clara y distinta. Por ello, comienza con ideas simples que poseen claridad y distinción, y a partir de estas, extrae las más complejas mediante la razón y la inteligencia, para que las ideas sigan siendo verdaderas.
- Ideas adventicias: Provienen de los sentidos. Como los sentidos nos engañan, estas ideas no son fiables y no podemos conocerlas mediante la conciencia.
- Ideas facticias: Proceden de la imaginación. Son derivadas de las adventicias, ya que los elementos de la imaginación se construyen con elementos adventicios. Tampoco son fiables.
- Ideas innatas: Están en la conciencia sin que esta sea su causa. Están en la mente, pero no pueden proceder de ella. Se pueden conocer por reflexión.
Descartes adopta el método de las matemáticas porque es la ciencia que mejor alcanza la verdad. Las matemáticas alcanzan la certeza siempre que no haya errores en las operaciones. Son el modelo de la certeza, y Descartes pretende dotar a la filosofía de esa misma seguridad. Su método sigue dos pasos fundamentales: análisis-intuición y síntesis-deducción.
Los cuatro pasos del método cartesiano son:
- Partir de la evidencia, alcanzada a través de la duda metódica. Dudando de «todo» metódicamente, se llega a una certeza resistente a toda duda, que es, por tanto, «evidente». No es una duda escéptica, sino metódica, provisional, que conduce a la certeza necesaria para construir el sistema de las ciencias y la filosofía.
- Descomponer cada problema en sus partes más simples.
- Proceder desde lo más simple hasta lo más complejo.
- Realizar un repaso para asegurar la corrección del procedimiento.
El criterio de verdad para Descartes es la claridad y la distinción, obtenidas mediante la intuición. El cogito es claro y distinto. Las pruebas sobre la existencia de Dios, que Descartes intenta mostrar para continuar su filosofía y restablecer el mundo «perdido» por el rechazo del conocimiento sensorial, son menos claras, aunque necesarias.
Concepto de Sustancias y sus Tipos. Argumentos Demostrativos de Dios y del Mundo
Descartes necesita encontrar una idea innata que deduzca la existencia. Descubre la idea de infinito, que identifica con la idea de Dios. Demuestra que la idea de infinito es innata, argumentando que no podemos tener experiencia sensible de ella y que no proviene de ninguna otra idea. Por lo tanto, la idea de infinito, y por ende la idea de Dios, es innata.
Descartes define sustancia como un término para referirse a las cosas o naturalezas que solo necesitan a Dios para existir, diferenciándolas de las cosas que necesitan a otra naturaleza que no sea Dios para existir (cualidades o atributos de las sustancias). Distingue tres tipos de sustancias:
- Sustancia infinita: La naturaleza de Dios. De esta sustancia dependen las otras dos.
- Sustancia pensante (res cogitans): Las sustancias que forman las mentes, como el alma humana.
- Sustancia material (res extensa): Las cosas materiales, perceptibles por los sentidos. En el ser humano, el cuerpo.
En el ser humano, ambas sustancias, la pensante y la material, están unidas y se comunican, según Descartes, mediante la glándula pineal.
Los argumentos que utiliza Descartes para demostrar la existencia de cada sustancia (y, por tanto, del alma, del mundo y de Dios) son:
- Existencia del alma: Demostrada mediante la primera evidencia, el cogito. Al dudar, pienso; luego, si pienso, existo. Esta es la existencia del yo pensante, del alma humana, de su mente y conciencia.
- Existencia de Dios: Demostrada a través de tres argumentos:
- Argumento de la infinitud: No puede haber más en un efecto que en su causa. La idea de un ser infinito no puede haber sido causada por uno mismo, sino por un ser infinito que existe.
- Argumento de la perfección: En mí existen perfecciones. No puede haber más en un efecto que en su causa; no puedo crear una idea de perfección porque no soy perfecto. Si poseo la idea de perfección y no soy perfecto, la causa de esa idea debe ser un ser perfecto: Dios.
- Argumento ontológico: Dios se define como ser perfecto. Un ser perfecto incluye todas las perfecciones en su grado máximo. La existencia es una perfección; por lo tanto, para que Dios sea perfecto, debe existir.
- Existencia del mundo: Parte de la existencia de Dios. Al ser Dios perfecto, es bondadoso. Esto garantiza que el mundo extramental es una realidad objetiva, desechando la hipótesis del sueño y la vigilia, y la del Genio maligno. Al afirmar que Dios no es engañador, Descartes recupera la certeza de las matemáticas. La demostración de la existencia de Dios le sirve también para evitar conflictos. Si Dios es bueno, no me engaña y no permite que me equivoque; por lo tanto, el mundo existe.
Concepto de Idea en Descartes y sus Tipos
A partir de la primera verdad, Descartes debe deducir la existencia del mundo material partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento. Cambia el concepto de «idea» respecto a la filosofía anterior. Afirma que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son representaciones gráficas de las cosas, y esta representación es lo que contempla el pensamiento.
Descartes, al colocar la idea como objeto del pensamiento, solo tiene certeza de la existencia mental de esa idea, pero no de que su contenido tenga realidad extramental. La correspondencia entre las cosas reales y las ideas que nos formamos de ellas no tiene por qué ser exacta. Para responder a esto, Descartes analiza la naturaleza de las ideas, distinguiendo dos aspectos:
- Las ideas como modos de pensamiento.
- Las ideas como imágenes que representan algo (su «realidad objetiva»).
Las ideas, como modos de pensamiento, son todas iguales. Como representaciones de cosas, son diferentes. Unas representan unas cosas y otras, otras. La idea de caballo y la de hombre son iguales como modos de pensamiento, pero diferentes en cuanto a sus objetos.
Descartes analiza el contenido, pues unas ideas poseen más realidad que otras. Las ideas que representan cosas materiales (una piedra) poseen más realidad objetiva que las que representan cualidades (color, olor), que son cualidades secundarias que no pertenecen a las cosas, sino a nuestra percepción.
Descartes distingue tres tipos de ideas:
- Ideas adventicias: Parecen provenir del exterior. Su causa es la percepción sensible (calor, color, dureza…).
- Ideas facticias: La mente las construye a partir de otras. Son creadas por la imaginación (centauro, sirena).
- Ideas innatas: El pensamiento las posee por sí mismo. Son connaturales a la razón, que posee una predisposición natural a formarlas. Brotan natural y espontáneamente del pensamiento (pensamiento, existencia, infinito…).
La afirmación de las ideas innatas es la tesis fundamental del racionalismo. Estas ideas le permitirán salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad extramental. Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de perfección-infinito, que identifica con Dios. Desecha que sea adventicia (no tenemos experiencia sensible de la infinitud) o facticia (la idea de finitud presupone la de infinitud). La idea de infinito, por tanto, debe ser innata. Y si la idea de infinito es la idea de Dios, concluye que la idea de Dios es innata.
La idea de Dios no es Dios, como la idea de infinito no es infinita en nuestro pensamiento finito. Sin embargo, nos permiten deducir que, si existen en nuestra mente, alguien «proporcionado» a tal idea las ha colocado allí. La idea de perfección no la hemos concebido nosotros (no somos perfectos), ni la hemos obtenido del exterior (todo es imperfecto); luego solo Dios, sumamente Perfecto, la puede haber colocado en nuestra mente. Este punto es crucial: partiendo de la Idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior queda abierto. Las ideas sobre las cosas serán verdaderas porque Dios, que es bueno, no permitirá que yo me engañe.
Dualismo Antropológico. Mecanicismo y Libertad
Descartes elabora una teoría antropológica dualista: el ser humano es un compuesto de dos sustancias, el pensamiento y la materia extensa, independientes e irreductibles entre sí. Afirma que el alma y el cuerpo están estrechamente unidos. El alma es un ser pensante, una sustancia diferente e independiente del cuerpo (extenso), y puede existir sin él. La existencia del alma es más evidente que la del cuerpo. El alma queda clara en el cogito; el cuerpo extenso habrá que demostrarlo.
Insiste en la distinta naturaleza del cuerpo y del alma, y en su independencia, para sustraer al alma del cumplimiento de las leyes necesarias del universo mecanicista. Al dejar a salvo la libertad, Descartes quiere salvar los valores espirituales en los que cree (inmortalidad del alma). Nuestro cuerpo, como cosa material, está sujeto a las leyes de la materia y carece de libertad. Si queremos salvar la libertad humana, debe residir en algo al margen de las leyes necesarias: el alma, la res cogitans, el yo como pensamiento.
La relación entre ambas sustancias es un problema: primero, porque la separación es radical (son sustancias diferentes); segundo, porque Descartes dice que están tan unidos que forman una misma cosa.
Las pasiones son sentimientos que afectan al alma, pero son causadas por el cuerpo. Se caracterizan por ser:
- Involuntarias: no dependen del alma racional, sino que se le imponen.
- Irracionales: no concuerdan con la razón.
La fuerza del alma consiste en controlar y dirigir las pasiones. Para Descartes, las pasiones no son siempre malas, pero buscan la satisfacción inmediata. No son en sí buenas ni malas; lo bueno o malo es el uso que se haga de ellas. La razón debe proporcionar el conocimiento y los juicios para que la voluntad conduzca adecuadamente las acciones. Descartes sigue las enseñanzas de los estoicos: hay que estar por encima de la violencia de las pasiones para alcanzar el equilibrio interior.
La libertad es la capacidad de elegir entre diversas opciones, pero no consiste en la indiferencia (ignorancia del entendimiento). Solo cuando el entendimiento tiene ideas claras y distintas sobre lo bueno, lo verdadero y lo falso, se puede elegir con plena libertad. La libertad consiste en elegir aquello que el entendimiento presenta con claridad y distinción como lo bueno y lo verdadero. Para Descartes, la libertad solo puede existir en el alma.
El alma tiene dos funciones: el entendimiento y la voluntad. El entendimiento es el pensar, el tener intuiciones de las verdades claras y distintas. La voluntad es el afirmar o negar, y Descartes la identifica con la libertad. El tema importante de la voluntad es la libertad, porque incluso la posibilidad de error es fruto de la libertad.
Descartes sostiene que la existencia de la libertad es algo claro, y es la máxima perfección del hombre. La libertad es la característica esencial de la voluntad, y es ella la que nos puede llevar a la verdad o al error, al bien o al mal, según cómo la utilicemos.
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