03 Feb

LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RELATO HISTORIOGRÁFICO EN EL SIGLO XIX. HISTORICISMO Y POSITIVISMO

El siglo XIX es el siglo de la historia, en el cual nos encontramos con tres grandes cuestiones: el nacionalismo, el liberalismo y el romanticismo. Por tanto, además de la historia en sí misma, vamos a estudiar cómo la historia influye en la cultura. En este siglo XIX y principios del XX vamos a tener tres grandes corrientes: el historicismo, el positivismo y el marxismo. Este es el siglo de la historia porque es cuando esta se fundamenta como ciencia, y el historiador, tal y como lo conocemos hoy en día, se establece como funcionario del Estado, es el momento en el que nace la idea contemporánea de historiador y de historia.

El historicismo es la construcción de la historia a partir de los documentos, en cambio, el positivismo viene a ser esto mismo más una idea o perspectiva científica. El marxismo por su parte es una nueva forma de entender la historia.

¿Cuál es la historia que más ayudó en esta tarea de construir las naciones y los Estados en el S.XIX? La historia medieval, pues existe en este momento una Edad Media propia, nueva y decimonónica. Ahora a lo importante, de forma muy sucinta, el historicismo es la construcción de la historia, la realización de la historia a partir de los documentos. El positivismo es el historicismo más una idea científica, hacer la historia con una perspectiva científica. El marxismo es una nueva forma de entender la historia a partir de la lucha de clases y los modos de producción.

El historicismo se basa en documentos, el positivismo también, pero, en esa tarea, intuimos que no es solo el trabajo a partir de documentos, sino el tener una actitud científica en esa operación, es decir, no sólo viéndolos, tomándolo como una tarea propia de las ciencias naturales. Aun así, Historicismo y Positivismo se utilizan muchas veces como sinónimos, encontrándonos con que estas dos corrientes van a asimilarse hablándose de positivismo para englobar las dos cosas. También nos encontraremos con un sinónimo de la palabra historicismo, que es precisamente historicismo, el cual tiene distintos significados en función de la disciplina. Además, debemos añadir que al referirse a Alemania la mayoría se refieren al positivismo.

La mayoría de los historiadores son esencialmente positivistas: no se preocupan del método, sienten irrelevancia por las cuestiones teóricas, etc., reconstruyen la historia fijándose en el hecho y en el documento. Este es uno de los principales motivos por los que la historiografía es un campo que no goza de especial relevancia en nuestro tiempo. No hay nada de malo en ser un historiador positivista, el problema viene cuando una minoría de historiadores que estudian las tendencias teóricas pretenden imponerle al resto de la comunidad su método de trabajo o ámbito de estudio (Isra enfadado otra vez).

¿Cómo podemos conectar estas dos tendencias historiográficas? ¿Por qué es importante estudiar el historicismo y el positivismo? Porque nosotros somos deudores de sus ideas y porque gran parte de la comunidad científica sigue encuadrando sus trabajos dentro de estas grandes corrientes, sigue siendo una forma tradicional de hacer historia. La historia es cambio, pero también continuidad, siendo ambas constantes; en la historiografía también vemos cambios dentro de las escuelas, así como continuidades. Una de las continuidades que se han manifestado siempre es esa forma de hacer la historia historicista o positivista, en dos sentidos: en la idea o manera de hacerla y en como los historiadores catalogan a otros historiadores que se suponen hacen este tipo de historia. Es aquí donde es necesario decidir que consideración tenemos en relación a esta continuidad. La historiografía muchas veces actúa así como una coartada académica, un barniz, diciendo que perteneces a cierta corriente historiográfica o que estudias cierta historiografía, pero, una vez en los artículos, ni la metodología ni las reflexiones se nivelan con esa primera afirmación: la historiografía es una forma de justificar esta forma de hacer una historia positivista.

En los últimos años vemos la idea de desconexión de las investigaciones de los corpus documentales, fundamentales para la actividad investigadora, la bibliografía. Estos documentos, al ser historiográficos, son la idea inicial, es decir, debemos basarnos en la idea fundamental que se establece aquí, en el siglo XIX, y que es esa consideración de que la historia se hace en base a un corpus documental. Cuando se nos acusa a los historiadores más tradicionales de ser excesivamente planos no se tiene en cuenta que este es el fundamento esencial, esencial para la labor de los historiadores, lo que aporta legitimidad al trabajo. Las bases de la profesión del historiador se asientan aquí.

En el siglo XIX, a parte de estas dos grandes escuelas, tenemos al marxismo, que se empieza a instalar como forma de hacer la historia en algunos lugares, a partir sobre todo de Marx. No podemos desvincular el nacimiento del historicismo y del positivismo de la importancia de las grandes revoluciones que dan paso al mundo contemporáneo: la Revolución Americana y la Revolución Francesa. Cambia la historia y la forma de hacer la historia: la Revolución Francesa rompe la idea de sociedad y da origen a un nuevo espacio político donde el liberalismo y el nacionalismo construyen los Estados-Nación. El Romanticismo va a ser la tercera pata de este S.XIX que va a dotar a la historia de un régimen emocional medievalizante.

Un régimen de verdad es el contexto al que está asociada la idea de lo que es cierto o veraz y lo que no, las referencias para tener claro qué podemos demostrar y qué no. Se establece entonces un régimen nuevo de verdad. El régimen de verdad en el que vivimos actualmente es heredado del postmodernismo, que se traduce en nuestra sociedad como el relativismo o el subjetivismo. Vivimos en el régimen de la posverdad, en el que no existen hechos, existen interpretaciones. La verdad aquí no existe y es relativa, es la des-adecuación entre lo que digo y lo que hago, entre lo que digo y las pruebas que yo tengo. Así pues, en vez de la idea de verdad tenemos la idea de relato, pero esta está vinculada a las interpretaciones y no a los hechos, por eso no existe un intento de buscar una prueba de lo que uno dice, basta con afirmar ciertos hechos para prescindir de comprobarlos. Hemos perdido la relación con la verdad, con los datos y con la razón.

El siglo XIX es todo lo contrario, es un régimen de verdad basado en la razón y en la actitud probatoria de la historia, en la búsqueda de objetividad en la historia, aunque luego eso se tuerce, pues a todo régimen de verdad le corresponde un régimen emocional. El régimen emocional en el que vivimos hoy en día es uno de absoluta “politización” de todo, de quién tiene la responsabilidad política de los hechos que suceden. Se politiza todo para crear un régimen emocional que esté por encima del régimen de verdad: nos entendemos en base a emociones que llevan a sentimientos, vivimos en un mundo muy emocional, lo que ha sustituido a todo. En el siglo XIX el régimen emocional está por debajo del régimen de verdad, aunque seguirá el primero siendo importante ya que está vinculado a la búsqueda de la identidad nacional estimulada por el romanticismo, siendo esta una emoción que va a afectar de forma definitiva a ese régimen de verdad, pese a mantenerse por debajo del mismo. Lo que se crea en este momento es una historia al servicio de los Estados-Nación: la capacidad probatoria, o la de que los documentos reflejen de forma estricta, reflejan lo que la historia escribe; uno está condicionado por el otro, no se pueden separar. (que significa esto?)

3.1. EL HISTORICISMO

El historicismo no es únicamente un cambio en la forma de entender la historia, sino también un cambio en las palabras, en la forma de entender el mundo; conceptos de desarrollo, de progreso, que serán importantes; al igual que la forma en la que discutimos el pasado en los documentos para entender que la historia tiene una concepción cronológica evolutiva. Este será un cambio en relación a esta idea de evolución y desarrollo, idea que los historicistas toman de la Ilustración, momento esencial en el que la razón se coloca como centro de todo. La Revolución Francesa, por ejemplo, en esencia sería una manifestación de una idea de progreso en la humanidad, pudiendo estudiar esta en base a episodios concretos, en base a los cambios en la teoría política que existirán a partir de este suceso, a partir de una óptica marxista, a partir de una óptica contrarrevolucionaria, etc.

El historicismo será mucho más rudo al respecto, empezando de cero: la historia, para los historiadores, se hace en base a los documentos, y por ello lo que muestran los historiadores es algo completamente objetivo, de ahí que esa idea de progreso y de desarrollo se vincule de manera directa con la historia. La objetividad supone una relación con las fuentes, pues desde que el historiador se basa en fuentes, ahí ya hay un intento de objetividad. Tenemos que traer las fuentes en la medida en la que muestran el valor probatorio, nuestra capacidad crítica para analizarlas y considerarlas, siendo esto lo que instaura el historicismo. La cuestión de la objetividad es por lo tanto esencial ya que está en relación con que yo pueda probar lo que yo digo, no necesariamente con la interpretación de lo que yo pueda contar.

¿Qué es la historiografía? Es la evolución de las diferentes interpretaciones sobre un mismo hecho. Un mismo acontecimiento será interpretado de diferentes formas por un analista, historicista o historiador del XIX pero ¿Quiere esto decir que existen diferentes verdades? No, la verdad es única, que son los datos, el resto es una cuestión de interpretación.

➔ La objetividad y el documento son los dos cambios esenciales del XIX

El historicismo acuña nuevas palabras, pero eso en relación a la estructura de la historia y a la posibilidad de que esta tenga no solo un pasado sino una relación con el presente, con lo que pasa hoy en día. Pero ¿qué pasado refleja el historicismo? El pasado que refleja es fundamentalmente la Edad Media, es decir, una revalorización de los acontecimientos medievales como los terrores del año 1000, figuras como El Cid, mucha literatura medieval que sirve para la construcción del nuevo sujeto histórico del siglo XIX: la nación.

¿A qué régimen de verdad pertenece el nuevo sujeto político o histórico del XIX? A los documentos, pues vamos a tener una nación basada en los documentos y será gracias al régimen emocional que se construye esa identidad. La nación, dentro de estos dos ámbitos, estaría entendida como “una comunidad imaginada”, aunque existirían igualmente comunidades que no serían imaginadas. Esta creación o “invención” de la nación se hará a través de pruebas y documentos, buscando crearse una comunidad, un sujeto social, a partir de los datos, pero insuflándoles también a estos una identidad (idea de ser español, italiano o alemán, añadiendo a estas ciertas emociones). Por tanto, en el historicismo, lo que nosotros vemos es fundamentalmente el desarrollo de las historias nacionales.

En ese sentido de reflejo del pasado como identidad nacional algunos historiadores han señalado que el siglo XIX ofrece un corte en la temporalidad, esto al mostrar el presente y el futuro conectado, y el pasado separado de ese presente y futuro. Esto nos lleva a mostrar un pasado medieval para construir una nación presente, la cual queremos que trascienda y que se convierta en pasado. La misión es recuperar el pasado para justificar el presente y que continúe, edificando así un futuro. Esta es más una identificación con un pasado que un desarrollo explicativo.

Ese futuro está conectado con la política, también nos encontramos con que algunos autores han señalado una interferencia muy grande en las interpretaciones con las ideologías políticas coetáneas, y también tenemos que considerar que algunos autores consideran que no hubo un concepto de escuela hasta principios del siglo XX. Detrás de esto, la estrategia explicativa que estamos haciendo en relación a la historiografía sería una evolutiva en base al sujeto principal de la asignatura, las escuelas o las tendencias, pudiendo ser también otro sujeto los autores y autoras. No hay ninguna diferencia entre la sociabilidad personal y la sociabilidad como académicos, por lo que la cuestión con las escuelas es una cuestión vertebral, una comunidad imaginada en la que hay disputas sobre su verdadero origen.

En el siglo XIX habrá tres cuestiones que empezarán a circular. En primer lugar, la historia política, que estaría vinculada a la historia nacional. ¿Qué va a hacer funcionar a ese siglo XIX? El Estado con su herramienta fundamental: la Constitución, base de la comunidad política, de la nación. Nace en este momento la segunda de las cuestiones, la historia del derecho y la historia constitucional, que se basa en el estudio de las sociedades a partir de los textos constitutivos de las naciones, de sus restos legales. (Será la segunda cuestión el estado?)

La historiografía que se crea en el siglo XIX tiene un gran respaldo institucional y comienza a formalizarse como una burocracia, pues forma parte del Estado. No podemos separar la idea de historiador, de historiografía, de la idea de Estado, porque, fundamentalmente, son dos conceptos que se activan en la forma contemporánea a partir del Estado, a partir de lo público. Cuando el historiador pasa a ser un administrativo del Estado, ¿es este independiente o debe ser una corriente de transmisión de las ideas estatales? Esta es una cuestión muy importante que debemos preguntarnos, pues ¿qué capacidad de independencia tiene una persona que se dedica a la historia y que es funcionaria del Estado? La aspiración de los historiadores es la independencia intelectual. ¿Podemos ser independientes dependiendo del Estado?, esta es otra cuestión que debemos plantear.

Una idea clave del historiador es la independencia, prefiriendo muchos hablar de “neutralidad”. Relacionada con la independencia están las relaciones con las ideologías políticas, que influyen de forma determinada en el trabajo del historiador. Después también lo que sucede en este momento es que se crea una idea disciplinar, de disciplina, pues la historia está formada por diversos historiadores que son dependientes de un Estado y adscritos a una ideología construyen una disciplina llamada historia, que está sujeta a su vez a una metodología concreta. El historicismo introduce en la “caja de herramientas” del historiador una idea fundamental: para hacer historia hay que hacerla en base a documentos. Además, la historia como disciplina y el historiador como agente van a crear una forma de sociabilidad específica, la sociabilidad académica. ¿Cómo es esta hoy? Esta pasa a día de hoy por las universidades, reuniones de académicos, los temas trabajados/estudiados (crean ámbitos de sociabilidad propios), grupos de investigación, congresos de historiadores, sociedades de estudios, en las aulas. En el siglo XIX la situación era incipiente y la sociabilidad pasaba básicamente por el contacto personal y por el discipulaje en la creación de la ciencia histórica.

En el historicismo, por tanto, se van desarrollando una serie de historias nacionales. Estas historias se van a hacer en base a una serie de ideas, una de ellas es que los hechos son únicos y no podemos comprenderlos a partir de categorías universales, los tenemos que entender a partir de lo próximo, a partir de su particularidad; la idea que subyace en este argumento historicista es la diferenciación: lo que pasa en mi nación es particular, no es universal. Esta idea se desarrollará en la Edad Media, un momento en el que lo próximo o perimetral empieza a tener una función diferente, lo que luego podemos llevar a diferentes escalas. Pero lo próximo no solo es particular, sino que es único, el sujeto nacional es único. ¿Es esto resultado de una historia basada en documentos? Sí, pero sin la comparación con otros documentos ¿Las diferenciaciones aparecen o se buscan? La tarea como funcionario público es construir una nación diferente y única que no se vuelva a repetir.

El historicismo está influenciado por la Escuela de Göttingen, una reacción conservadora frente a las ideas racionalistas y universalistas impuestas por los ilustrados en la Europa de las revoluciones burguesas que se llevaron a cabo entre 1815 y 1848. Por tanto, nos encontramos con que el historicismo arrastra una cierta crítica al racionalismo, lo que hace que abrace de forma acrítica el nacionalismo, al sentimiento y las identidades. Esta es la razón por la que este historicismo que podemos describir en este momento histórico tiene una base romántica atraída por el nacionalismo. A partir de esta idea de mezcla entre reacción conservadora al racionalismo y fomento de ideas románticas, se construye la idea de que cada época de la historia es diferente. Curiosamente, esas ideas siguen dos fundamentos esenciales de la historia: la crítica de la historia sin base documental y el aterrizaje de la imparcialidad en la historia.

3.1.1. EL HISTORICISMO EN ALEMANIA

Alemania es el lugar en el que surge la Historia como ciencia, esto desde las tradiciones histórico-literarias alemanas y desde la erudición documental. Esta doble idea se opone a la historia como crónica. La historia jurídica va a ser fundamental también para introducir en el historicismo esa idea de imparcialidad. Las ideas de la escuela de Göttingen van a estar muy vinculadas a lo histórico-jurídico. Savigny señaló dos cuestiones: la primera que los sistemas legales son productos del pueblo, son productos de la historia y son resultado de una tradición; la segunda cuestión es que el historicismo pudo cristalizar gracias a los avances filológicos, gracias al estudio, la comprensión y la interpretación de textos. ¿Qué quiere decir que hay un interés por lo jurídico, que lo jurídico es substancial para entender la historia de las naciones? ¿A qué se está refiriendo el historicismo? ¿A qué documentos se están refiriendo los historicistas para crear una historia en este momento? A las Constituciones, las cuales son una representación de toda una vida juntos, el resultado de una idea política, social y de convivencia. Por tanto, no podemos olvidar que el historicismo surge también como una suerte de historia institucional, arrimada a la historia del derecho. ¿Por qué para los historiadores del derecho son importantes las Constituciones? Estos parten de la idea de que los documentos legales aportan evidencia de cómo unas comunidades establecen su convivencia ¿Sería esta una reconstrucción de la historia de forma objetiva? Sí, hacen una historia en base a documentos, en este caso legales, de una forma que ellos consideran objetiva.

Todo esto sucede en esa Europa post Revolución Francesa hasta más o menos el 1848, en esa revolución de la Europa de los pueblos donde todo esto se explicita. El historiador clave en el historicismo alemán es Ranke, considerado uno de los padres de la historia y conocido por una frase famosa: “el objetivo del historiador es reconstruir la Historia tal y como fue”. En esta frase nos encontramos con una pretensión de objetividad, la cual nos podemos preguntar si es ilusoria o incluso pretenciosa. Criticar una afirmación así no deja de ser injusto, pues existe el derecho de intentar alcanzar esta objetividad (manteniendo esta como objetivo). Además, si partimos de la premisa de que no podemos conocer el pasado en su totalidad y de manera exacta, esto abre la puerta a toda una serie de subjetividades. El problema aquí es que luego Ranke no hace eso, aunque también debemos preguntarnos en qué medida él realizó esta afirmación (hay que tener en cuenta todo su argumentario y no sólo la superficie).

Debemos destacar también la figura del historiador Niebuhr, quien formaba parte de la Universidad de Berlín, y era, inicialmente, un filólogo, y como tal este elabora un método de análisis de textos, denominado por algunos como “el método histórico-crítico”. Este método le permitía buscar relaciones entre los diferentes textos para así conectar acontecimientos y poder construir algo a partir de eso. De la misma universidad será también el anteriormente mencionado Ranke, quien pensaba que era posible reconstruir objetivamente el pasado y que esta reconstrucción se podía hacer en virtud de contextos únicos y concretos, en virtud de sujetos colectivos concretos; como sería por ejemplo las naciones. Para Ranke el sujeto histórico fundamental es la Nación, y en esa idea lo político y lo diplomático van a ser fundamentales, lo que nos lleva a un axioma: el historicismo está conectado con la historia política y con la historia diplomática. En todo caso, la Historia nacional en el XIX no es estrictamente política, teniendo algo más y atendiendo a toda una serie de cuestiones culturales o emocionales que trascienden la política. Todo esto se basa en una idea clave: las pruebas documentales. Ranke aplicó gran parte de su tiempo en el estudio de la Época Moderna: la historia de los Papas, la historia de Alemania en la época de la reforma, etc., y ha pasado a la historia como el creador de la frase de que el historiador tiene que escribir la historia tal y como fue, mostrar el pasado tal y como pasó; esta idea reforzó la idea de objetividad.

[Estamos justificando el nacimiento de una historiografía científica en base al mito de una persona individual, en este caso Ranke, reduciendo todo el aporte del historicismo y de la construcción de la Historia como disciplina científica a una única figura. Por tanto, estamos hablando de Ranke como fundamento esencial de la historia, siendo este más un trabajo de historia que realmente de historiografía]

Debemos matizar la cuestión, ¿dijo Ranke esa frase? Sí. ¿Es lo último que dijo en relación al pasado? No. ¿Ha sido deconstruido en los últimos años por esta frase? Sí, pues dijo una cosa e hizo otra, ensalzando el pasado prusiano para servir como herramienta para la construcción de la imagen de una Alemania unida a finales del siglo XIX. Ranke es uno de los padres de la historia, pero que ha sido matizado y deconstruido con el paso del tiempo.

La historia de Ranke está basada en documentos archivísticos originales, ya que en este momento se inicia también la crítica documental (si son originales). Ranke va a promulgar el cotejo de los datos y la escritura de la historia en base a documentos, lo que tiene consecuencias prácticas, pues se asocia a la forma de hacer historia concreta. A lo largo del siglo XX esta historia va a evolucionar hacia una menos narrativa, con más datos y menos florida en la narración. Annales y marxismo van a internar abandonar la historia narrativa por una más explicativa.

El responsable de la vuelta de la historia narrativa será el postmodernismo, que reduce la historia al discurso o relato (además de con una importancia fundamental del acontecimiento, característica del postmodernismo).

La idea de Ranke es que, al utilizar la documentación, el historiador se vuelve neutral, pues ya no especula ni pone nada se su parte, y que el historiador sería un notable de esos documentos. El prestigio de Ranke vino del uso imparcial de las fuentes, de un posicionamiento objetivo frente a los temas. Lo que sucedió es que esta fue una apuesta más teórica que práctica, pues Ranke no dejó de hacer una historia política desde arriba, de las élites gobernantes prusianas (hay una disociación entre teoría y práctica). El historiador es tanto alguien que tiene ideas como quien lleva a la práctica esas ideas.

Ranke no solo fue Ranke, Ranke construyó una escuela que va a ser de grandes nombres y que nos va a dejar una forma de sociabilidad muy concreta de cómo se construye la historiografía, la historia de la historiografía, la sociabilidad académica, el discipulaje, etc. El discipulaje es una de las vertebraciones con las que nace la historia, algo que hoy en día no sigue vigente, con una pérdida de la idea de discípulo y maestro. Uno de los discípulos avanzados fue Mommsen, quizás considerado el heredero más destacado de la escuela de Ranke. Este fue un destacado defensor de hacer la historia a partir de las fuentes primarias, pero introduce una idea que van a seguir algunos de los discípulos del autor prusiano, y es el vínculo entre historia y política. Habrá entre el historiador y sus fuentes una mediación, que será el compromiso con lo político.

*Dos cuestiones sobre el historicismo, la primera de ellas geográfica, pues es preciso reflexionar sobre la importancia de la geografía, del espacio, pues ¿influye el espacio en la generación del conocimiento? ¿Cuál es el espacio en el que el historicismo se arraiga, desarrolla e inicia? En la evidencia sí que existe un inicio de la historia científica basado en la capacidad probatoria, en la imparcialidad, en la objetividad. El régimen de verdad en el que vivimos nosotros a día de hoy no nos permite la posibilidad de entender el contexto de la objetividad. Una de las cuestiones fundamentales que se instaura en la historia científica del siglo XIX es la idea de objetividad, por lo que a día de hoy estamos en un receso hacia lo peor, hacia los postulados del siglo XVIII que negaban la objetividad de la historia. El régimen de verdad al que pertenecemos es uno impuesto, por lo que la idea de falta de objetividad es impuesta, al igual que lo era la idea de objetividad del siglo XIX.

Otra de las cuestiones importantes es por qué en Alemania, por qué la historia y las ideas están relacionadas con los espacios: ¿Por qué en Alemania? ¿Por qué en Francia? Tenemos que pensar por qué en determinados territorios y espacios se desarrollan los grandes cambios historiográficos, las grandes escuelas historiográficas. La necesidad de construir una historia nacional, el contexto intelectual alemán desde el siglo XVIII, etc., eso es importante para entender por qué el historicismo nace ahí, en Alemania. En los últimos años se ha puesto de moda reflexionar sobre las ideas en los espacios, en los territorios, esto se llama la “localización del conocimiento”. Esta es impulsada por un sociólogo, Aníbal Quijano, ¿a quién le ha preocupado la relación entre el espacio y el conocimiento? A los espacios periféricos, pues este sociólogo es peruano. Los contextos de producción que van a tener unos contextos de recepción, todos aquellos espacios que reciben estos conocimientos creados en estos contextos de producción. No será lo mismo que las ideas se generen en grandes centros, en grandes universidades, que en universidades en construcción.

Hay otro autor que le ha dado una vuelta a la cuestión de la localización de conocimientos, el cual habla específicamente de cómo las ideas, de cómo la intelectualidad, es capaz de generar una colonización intelectual separada de la colonización material. Hoy en día EEUU no necesita la colonización material, no necesita invadir Europa, ya la tiene invadida, pero ¿cómo?, ¿cuál es uno de los elementos fundamentales con los que EEUU controla el conocimiento? Las ideas, del triunfo de una colonización en segundo nivel es, por ejemplo, esa idea de la no-objetividad, una colonización basada en la invasión intelectual, en la creación de ideas y en su circulación. Hoy en día no es necesaria una colonización efectiva, sino de las ideas, un cambio en el régimen de verdad. Esta vuelta a la idea de localización del conocimiento la ofrece un autor nómada, Claudio Canaparo, y que ha denominado geoepistemología a esta idea, a esta circunstancia concreta de la colonización en segundo nivel.

Los discípulos de Ranke van a tener presente la política, van a considerar toda la cuestión de la objetividad, pero también la vinculación del historiador con la política. Droysen va a empezar a introducir algo importante que da para mucha reflexión: la idea de compromiso, el compromiso del historiador. ¿Qué significa el compromiso del historiador? El compromiso se rige en varios niveles, tenemos un compromiso con la profesión, pero también existe un compromiso con el tiempo vivido, un compromiso como persona de mi tiempo. El historiador del siglo XIX se vincula con su tiempo vivido como agente de la historia de su siglo, siente un compromiso con la construcción nacional, un compromiso “político”. El compromiso, por tanto, es el vínculo con la sociedad en que vivimos, el historiador forma parte de un momento histórico, de un contexto histórico, y tiene que decidir qué hacer con eso. Las personas que se dedican a la historia tienen que decidir varias cosas: epistémicamente si quieren ser objetivos o no; y segundo, qué hacer con su relación con el tiempo en el que viven.

El marxista se identifica con unas ideas, pertenece a ciertos partidos, por lo que vemos un compromiso del historiador con su labor de crear la historia. El historiador, como el filósofo, está dentro de la sociedad, está hablando de sí mismo. Los marxistas nos dicen: yo soy perteneciente al Partido Comunista y hago historia, mi compromiso con la sociedad no está reñido con mi tarea histórica. La idea de compromiso la hemos asignado al marxismo, está vinculada a la izquierda, pero en el siglo XIX hay un compromiso con la construcción nacional, con la construcción de la historia de las naciones. Se han arrogado estas ideas, y es porque ellos (las izquierdas) se han manifestado de forma más absoluta con relación a este compromiso. En los últimos 30 años hemos identificado que el compromiso es una cuestión a la que alguna gente de derechas no renuncia: compromiso con el conservadurismo español, el nacionalismo, una idea religiosa muy fuerte, etc. El compromiso hoy en día no es necesariamente una cuestión exclusiva de izquierdas. Los historiadores del siglo XIX tienen un compromiso con la nación, donde también empieza a filtrarse entre las preocupaciones de los historiadores el compromiso: cuando yo hablo de una sociedad, aunque sea del pasado, formo parte de ella.

La construcción de la explicación de la historia se basa en consensos aceptados por la comunidad científica. Hay dos tipos de consensos: los conscientes (yo soy consciente de los que recibo) y los inconscientes (yo repito sin más los conceptos ya fijados, pero no me planteo lo que digo, por lo que actúo como cadena de transmisión de las ideas ya fijadas sin darme cuenta). Algunos pensadores piensan que había algo de noble en los seres humanos que eran capaces de revertir la sociedad, que eran capaces de tener un compromiso más allá de su situación material, que eran capaces de luchar por cambiar las cosas: Napoleón, Stalin, etc. Lo noble de la cuestión es el dejar todo por una causa, la idea de revolución, domeñada hoy en día, incluso por aquellos que pretenden un cambio, con grandes millonarios capitalistas como referentes sociales, perdiéndose esta idea de arriesgar todo un proyecto vital por una causa. Byung-Chul Han, filósofo coreano-alemán, reflexiona sobre esta idea y expone que el sistema capitalista es perfecto, pues ha logrado lo más sofisticado: que el ser humano se autoexplote a sí mismo, sin necesidad de grandes plataformas ni líderes capitalistas ni explotadores directos, las personas nos hemos vuelto totalmente domeñadas por el sistema. La propia idea de renunciar a todo lo conseguido por una causa mayor supone el calificativo de “locura”.

Hoy en día no hay hechos, hay pensamientos e interpretaciones. Si priorizamos las interpretaciones sobre los hechos creamos un régimen emocional muy concreto. A día de hoy vivimos en un mundo tan emocional que populismos hayan podido llegar a la cima, siendo fundamental en el por qué la Historia de las emociones funciona, pues estamos en una sociedad emotiva. Esto tiene relación con el siglo XIX debido a la existencia del romanticismo, que apela al sentimiento, siendo este principal entre las ideas de nación e identidad, encontrándonos a día de hoy ante una situación muy similar, una situación donde lo emotivo y el sentimiento es absolutamente nuclear. No podemos nunca obviar el contexto en el cual las ideas funcionan, siendo el tránsito de estas ideas de arriba hacia abajo, es decir, desde las élites culturales, del centro (Berlín, Princeton, Oxford), hasta la periferia y los centros pequeños. La Historia de las emociones tiene un recorrido en el que nosotros somos agentes, parte de una colonización en segundo nivel.

Toda la emergencia de la cultura popular sucederá gracias a los marxistas, quienes se plantearon estudiar la cultura popular y de la gente que nada tiene que ver con la cultura de las élites. Thompson es uno de los responsables de este giro cultural. El marxismo ha hecho posible la cultura popular, que se estudien las manifestaciones artísticas del pueblo, de la gente corriente. Toda la vergüenza acerca de ciertos aspectos de la cultura popular sería entonces rota gracias al papel que tendrán los marxistas en el estudio y normalización de esta, surgiendo de aquí estudios culturales que nos permiten disfrutar de una manera completamente distinta hoy día.

Treitschke, otro de los discípulos de Ranke, habla de que la historia para él es un arma ideológica con favor del Estado alemán. Este escribió un relato en favor de la Alemania Guillermina, un Estado que quería ponerle frenos a la socialdemocracia. En general, la escuela alemana contribuyó a vigorizar, a construir una historia política, tanto antigua como moderna. Algunos de sus autores más representativos como Mommsen incluso pensaban que había un paralelismo entre Roma y Prusia. Toda la historia política y estos paralelismos estaban sostenidos en la idea de que todo giraba a partir de la construcción de un Estado nacional alemán. El historicismo alemán, por tanto, constituyó a configurar la ciencia histórica, una ciencia histórica en contra de las falsificaciones y en contra de las mistificaciones.

El historicismo alemán también tiene algunos historiadores que no siguen específicamente esta línea nacionalista y que tienen un porte más liberal, siendo Sybel uno de ellos.

3.1.2. EL HISTORICISMO EN FRANCIA


Francia tiene un acontecimiento que marca decisivamente lo que sucede en el siglo XIX: la
Revolución Francesa. ¿A partir de qué pensamos la Revolución Francesa? A partir de la
Revolución Rusa: establecemos paralelismos entre el sujeto revolucionario bolchevique y el
sujeto revolucionario jacobino. Esto constriñe el análisis, pues pone el diapasón en el sujeto
revolucionario, dejando fuera la burguesía en un sentido amplio. ¿Qué influencia tiene la
Revolución Francesa en la construcción del Estado liberal francés? La Revolución Rusa es
importante pero también lo es Napoleón, la república, las revoluciones liberales, etc.
39
Inicialmente, cuando esa idea de la Revolución Francesa no tenía la matriz de la Revolución
Rusa, gran parte de los historiadores contemporáneos a la misma la pensaron como una
revolución burguesa. Esa idea de la revolución burguesa tiene una idea contrarrevolucionaria, un
análisis más reposado de la situación, Maistre dice que todo elemento revolucionario tiene tanto
una adscripción y una reacción.
(Puede caer en el examen OJITO) En Francia se empezará entonces a desempaquetar también
el Historicismo como tendencia, siendo un elemento clave (al igual que para todo el XIX) la
Revolución Francesa, que se configura como un parteaguas para todo, siendo un antes y un
después para muchas cosas al ser una ruptura sistemática que también afectaría a la escritura del
pasado. Los primeros historiadores contemporáneos a la propia Revolución crearán una
Revolución Francesa basada en el mito de la acción de la burguesía. Debemos destacar aquí las
pinturas de la Revolución Francesa, existiendo en algunas universidades asignaturas basadas
en el estudio de hechos históricos a través de elementos visuales (en este caso, cuadros), lo que
nos permite escribir otro tipo de historias. Por ejemplo, ¿qué diferencia hay entre la imagen como
documento y como elemento artístico? Hay un historiador del arte, Didi Huberman, que dice
que se puede hacer historia a partir de imágenes, llegando a haber historiadores que estudian la
Historia a través de imágenes, como el historiador Mario Díaz Parrado, que estudia la
Transición mediante fotografías, pero debemos destacar las conspiraciones existentes de la
fotografía y el arte, pudiendo estos mentir. El enfoque es algo, en relación con esto, fundamental.
El pensamiento que tenemos de que con fotos y cuadros estamos retratando la naturaleza como
tal solo demuestra esta idea que tiene el ser humano de que se encuentra por encima de la
naturaleza, pero debemos ser, ante esto, críticos con las fuentes. Por tanto, la idea de la imagen
y la fotografía para la Historia es fundamental para reflexionar.
Esto es lo que tendremos en una primera instancia, y ya en un momento más reposado
hablábamos de Maistre, con un análisis más reposado que alguno consideran por oposición un
iniciador del pensamiento conservador, como el representante de un pensamiento
contrarrevolucionario. Hay que tener en cuenta que todo proceso revolucionario conlleva un
proceso contrarrevolucionario, siempre que hay un proyecto transformador hay un proyecto
antitransformador, los movimientos del 68 con los movimientos del no-68, que suponen una
fractura que llega hasta hoy. Cada transformación cuenta con su respuesta: cuando yo cometo un
acto tengo que saber que ese acto va a tener consecuencias, y si yo sé eso tengo que medir mucho
el acto previa realización del mismo. El proceso revolucionario conllevó un proceso
contrarrevolucionario, pero, además, desde los primeros momentos del XIX tenemos en Francia
40
a François Chateaubriand, que intenta analizar por qué en ese momento se está produciendo
una vuelta al medievo, pues el medievo decimonónico francés especialmente fértil.
El gran historiador por excelencia en el XIX francés se llama Jules Michelet, unido a otros
historiadores como Quinet o Guizot. Estos serán historiadores que van a exaltar la Revolución
Francesa y que van a darle fuste a las grandes instituciones francesas académicas: el Collège de
Francia y la Sorbona. El proceso de creación de la Historia como ciencia en Francia está muy
relacionado con la constitucionalización y la creación de las grandes universidades francesas
(prestigio que hasta hoy no han perdido). En Francia tenemos la fórmula del seminario, con
muy poca gente, pero interesada en lo que está escuchando, por lo que las instituciones francesas
van a ser sustantivas en relación a este proceso histórico. Estos historiadores y estas instituciones
van a darle una institucionalización a la profesión del historiador en los siguientes aspectos
– Es importante para ellos la recopilación de información, las fuentes, es importante la
profesionalización, es decir, que haya profesores dentro de estas instituciones que se
dediquen solo a la enseñanza de ser historiador
En estos momentos la crítica documental no es tan audaz ni está tan desarrollada en Francia
como lo estuvo desde un principio en Alemania. Aun así sí que tenemos una fuerte politización
en dos sentidos: alrededor de la nación francesa y a partir de la idea de progreso. El caso
de Michelet es especialmente significativo, porque vamos a encontrar en él una especie de
paradigma de parte de la historiografía francesa decimonónica, romántica. Michelet va a tener
una obsesión como muchos historiadores de ese momento, con la relación de la historia con la
nación, y en esa relación se va a dejar cortejar por parte de algunas influencias románticas: lo
sobrenatural, la ensoñación, la narratividad… pero eso lo hace compatible con el rigor, con las
ideas ilustradas; y es capaz de poner en relación lo sobrenatural, la nación y el espacio.
Algunos historiadores franceses van a estar influidos también, como Michelet, por un retorno
de la Edad Media, por un retorno de determinados signos medievales a las narraciones y
explicaciones históricas: las cruzadas, los caballeros, lo feudal. Estos conceptos van a ser
constantes en esta construcción histórica decimonónica, en la que la empresa principal es la
construcción nacional de Francia. En esta construcción nacional tenemos la construcción
nacional clásica, como Thiers, Mignet o Thierry, combinando este último la construcción del
Estado nacional con la importancia del tercer estado en esa construcción. ¿Podemos decir que
Thierry es un iniciador de las ideas marxistas y es cercano a la construcción de una Historia
desde abajo?
41
Una figura que debemos destacar también es Tocqueville, que se dedica más a la teoría política
y que ve la revolución como evolución de políticas anteriores, con obras como La democracia
en América. Este era un aristócrata francés que viajó por EEUU, país que le impactó mucho y
del que le permitió plantearse una cuestión clave: ¿cuáles eran las diferencias entre EEUU y
Francia? Tocqueville llegó a la conclusión de que una de las cuestiones que los diferenciaban
eran la sociedad civil, todas esas instituciones intermedias entre el Estado y la familia, siendo
en EEUU muy fuerte mientras que sería muy débil en Europa, suponiendo estos dos modelos
distintos. Los estadounidenses eran individualistas en cuanto al Estado y comunitaristas con la
sociedad, mientras que en Europa se daría la situación contraria. Por su parte, Coulanges es la
segunda figura a resaltar, un conservador que va a poner el énfasis en la religión y la propiedad
privada para construir una Historia con un excesivo voltaje nacionalista.
(Puede caer en el examen OJITO) El pensamiento dialógico, ¿qué es? Para empezar,
debemos preguntarnos qué es el pensamiento dialéctico. El pensamiento dialéctico es el que,
cuando nos enfrentamos a dos ideas, gana la que menos contradicciones tenga, siendo este un
ciclo continuo en el que ante dos ideas enfrentadas siempre gana la menos contradictoria. A
diferencia del dualismo, la dialéctica siempre va confrontándose, haciendo interacción, mientras
que el dualismo es A y B (no A VS. B como considera la dialéctica). Vemos un claro ejemplo de
dualismo en la Guerra Fría, con un carácter claramente bipolar, o en el caso de la teoría de las
dos Españas.
El pensamiento dialógico es el complejo, el contradictorio, que puede trabajar con una cosa y
con la contraria, el que no ofrece una solución estrictamente hablando, el pensamiento que
defiende la objetividad, pero que es consciente de los problemas y limitaciones de esta
objetividad, incluso con una necesidad de muerte o negación de esa objetividad, podemos
definirlo como el pensamiento contradictorio. La tendencia hacia la muerte intelectual es
también una forma de transitar hacia la historiografía: el desánimo, el vivir para desaparecer, el
enseñar para nada, el formar para el fracaso… todas esas cosas forman parte de este pensamiento
dialógico. Un ejemplo de esto sería Kojève, filósofo francés que a lo largo de su vida fue tres
cosas: comunista, libera y postmoderno; pero el problema es que realmente nunca llegó a ser del
todo nada de eso. Este fue la máxima expresión de Hegel en Francia, lavando su pensamiento
para la comprensión del público, siendo este una especie de intérprete. Kojève era muy
contradictorio, sin saber en ocasiones si estaba diciendo la verdad o no, siendo el suyo un
pensamiento muy dialógico.
42
3.1.3. EL HISTORICISMO EN EL REINO UNIDO
La historiografía historicista inglesa tiene otras características fundamentales. La primera es su
pragmatismo, ¿qué significa que la historiografía inglesa sea más pragmática? No les interesan
las realidades teóricas. La segunda cuestión es un menor aparato conceptual, menor
apalabramiento y menor especulación. La tercera es que hay una idea de buscar constantemente
el progreso económico, fundamental en las explicaciones históricas. Y, sobre todo la idea de
Whig History, que significa que, desde la revolución del siglo XVII, la historia inglesa va a estar
basada en esa idea de la construcción del país a partir de la monarquía constitucional, del
parlamentarismo y del liberalismo. Haría así una defensa de las ideas de parlamentarismo y de
la monarquía constitucional en todas partes, algo que vemos de manera residual hoy día si
tomamos y analizamos la prensa inglesa o determinados libros, donde se vería una defensa muy
fuerte de la idea de monarquía constitucional y parlamentarismo. ¿Por qué los ingleses ven de la
idea de Juan sin Tierra una Constitución? Porque ellos creen que hay constituciones en todas
partes, las ven en cualquier sitio.
Otra cuestión fundamental para entender la especificidad de la historiografía inglesa, la
Ilustración anglo-escocesa, que insufla un carácter pragmático a la idea de Historia con autores
como Locke o Adam Smith. Estos insuflarían una forma de pensamiento muy diferente, como
sucede por ejemplo en la Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Gibbon.
Estas ideas basadas en la Historia Whig y en la Ilustración anglo-escocesa son las que van
a constituir el historicismo inglés, y van a quedar como ideas para el futuro. De alguna forma
esto ejerció de cortafuegos para que no entraran toda una serie de pensamientos en la
historiografía como Freud, Weber o Durkheim, pues no les interesa esto, alejándose de lo
práctico. ¿Por qué entonces ha llegado esto a las universidades inglesas en los últimos años?
Esto no ha entrado desde el continente, sino desde Estados Unidos, teniendo esto un gran
recorrido, produciéndolo Francia, masticándolo y deformándolo Estados Unidos y adoptándolo
y recibiéndolo Reino Unido.
Hay una especial relación entre EEUU y el Reino Unido, así como hay una especial relación
entre España y América Latina. La idea de lo hispánico, lo español, se crea en Inglaterra, y llega
a los EEUU a través de la historiografía inglesa y nunca desde España, creando así su idea del
hispano y del latino, esto junto a una idea que nosotros hemos aportado que es la de “república
bananera”, la idea de la existencia de pueblos que no pueden autogobernarse. Las historiografías
están, de este modo, en constante relación. En los últimos años sucede algo que se denomina
“la circulación de saberes”.
43
3.1.4. EL HISTORICISMO EN ESPAÑA
El historicismo español cuenta con una serie de características propias, siendo esta una
historiografía muy autárquica y aislada, que va a tardar en ponerse a la velocidad de los
historicismos europeos. En el siglo XIX en España la historia se divorcia definitivamente de la
literatura y de aparta de la historia del arte. Surge así la “nueva historia”, en cuya separación
encontramos materiales nuevos como la novela histórica, uno de los materiales más
importantes, ejemplo de una hibridación entre historia y literatura. El historicismo va a estar
vinculado a la idea de construcción del Estado liberal, del Estado-nación, sobre todo desde la
Guerra de la Independencia. A pesar de ello, podemos destacar el papel de los franceses como
agentes del proceso de institucionalización del liberalismo en España.
La historiografía española se va a debatir entre el liberalismo político y el romanticismo
intelectual, lo que supone una muestra de dialogismo. Algunas de las características secundarias
de este historicismo español son la exaltación de la Historia nacional; la relevancia de lo que
está pasando en ese momento, es decir, la historia más reciente tiene una significancia
excepcional; la historia política será importante y apaleada por esos elementos románticos; así
como la vuelta, la utilización y del pensamiento del Estado liberal español a la Edad Media en
dos vertientes: la propia Historia nacional y a partir de las novelas históricas. Sin embargo,
abonando las tesis que defiende la idea de que este primer momento fernandino no se
corresponde específicamente con el Estado liberal, la Historia no se institucionaliza hasta la
época isabelina.
Se crea la Real Academia de la Historia, la Escuela Superior de Diplomática, el Cuerpo de
Archiveros y Bibliotecarios. Y aquí, toda una serie de llamados anticuarios, que van a empezar
a recopilar y a realizar acopios documentales. La universidad liberal isabelina fracasa porque
la Historia no tiene la suficiente independencia en relación a otras disciplinas, y fracasa porque
no hay una diferencia sustantiva entre la investigación y la docencia (que son las dos tareas
fundamentales de las universidades hoy en día). La universidad isabelina no se dedicaba a la
investigación, sino que funcionaba como una especie de correa de distribución para propagar la
idea que se quería dar de España.
Lo que va a destacar en este siglo XIX va a ser una Historia jurídica, institucional y, en
definitiva, política. También va a haber, a medida que avanza el siglo, mucho interés por los
acopios documentales, por las grandes colecciones documentales, donde surge una cuestión de
interés, y es que todos los historiadores que nos vamos a encontrar aquí van a ser políticos. En
los años 90 vemos la conformación de la Institución Libre de Enseñanza que promoverá
44
determinados valores en relación con la investigación y a la docencia desde posturas más
avanzadas, estando relacionado con esto Rafael Altamira, uno de los historiadores más
influyentes y olvidados de este momento. Tenemos también algo sustantivo en la creación de la
Historia de España, que es la obra de Modesto Lafuente. Al final del XIX y principios del XX
se da una renovación uy importante de la historiografía en España, con figuras como Claudio
Sánchez Albornoz, Américo Castro o Ramón Menéndez Pidal.
3.2. EL POSITIVISMO COMO RENOVACIÓN DEL HISTORICISMO
El proceso de institucionalización que siguió la historia en base al acopio de fuentes
documentales y en base a la construcción de las conciencias nacionales hizo que las ideas de
Niebuhr o Ranke circularan por toda Europa. Francia va a ser un caso excepcional, pues aquí
nos vamos a encontrar con un proceso de construcción nacional que va a tener diferentes estratos,
asociados a la construcción de manuales, a la construcción de esa propia historia nacional, al
reconocimiento y exaltación de los mitos nacionales, al estudio ceremonial de la construcción
del Estado francés desde la Revolución Francesa hasta este momento, y de la exaltación de su
pasado en base a diferentes personajes: Juana de Arco, Carlomagno, etc.
En ese contexto francés surge el positivismo, a partir de las ideas de August Comte. Comte
señala que el positivismo es un intento de que la historia imite a las ciencias de la naturaleza.
Para Comte el único modo de conocimiento era la experiencia, y definía la evolución histórica
en base a tres estados: un primer estado religioso, un estado medio metafísico y un estado
último científico. Según este, la historia es una ciencia que tiene que ir dejando de lado toda esa
cuestión nacional y dejarse de la idea de que el documento debe hablar por sí mismo. Comte, por
lo tanto, le da una vuelta a todo ese pensamiento e intenta que la historia tenga una argumentación
estructurada de los hechos históricos, porque lo que él busca es que la historia no deje de ser la
empresa que realizan los seres humanos en sociedad, el estudio de las dinámicas sociales que
desembocan en la sociedad positiva que es la sociedad feliz. Esta es una idea teleológica, la idea
de progreso es la gasolina de la teleología, que nos lleva a una historia lineal, a la Ilustración y a
la modernidad.
(Posible que caiga en examen OJITO) El positivismo se basaría entonces en documentos, al
igual que lo hace el historicismo, pero enmarcándose a su vez en la ciencia. ¿A dónde lleva la
Historia el recorrido que aquí se inicia de apareamiento con la ciencia? A la situación actual.
Hoy, en relación con la Historia y la ciencia vemos debates acerca de si esta se consideraría o no
como parte de las ciencias. ¿Qué relaciones tiene hoy en día la Historia y la ciencia? Hay dos
relaciones evidentes: como ciencia social y como ciencia humana, dos catalogaciones que
45
relacionan la Historia y la ciencia. La Historia como una ciencia humana se vincula con
disciplinas como la filosofía, con el arte, con la literatura, etc. La Historia como ciencia social
se vincula con disciplinas como el derecho, la economía, la psicología, las ciencias políticas, la
sociología, etc., siendo este un mundo híbrido entre lo narratológico y lo numerológico, es decir,
la relación entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Ambas posturas son, muchas veces,
inencontrables. Muchos consideran a la historia no como ciencia, sino como un género literario
más, por lo que esta no tiene por qué estar vinculada con la ciencia, siendo esta un género más
artístico. La Historia o la ciencia ha intentado domeñar el arte, lo que no ha conseguido nunca la
ciencia es insuflar talento donde no lo hay.
El positivismo, tras considerar el historicismo que la Historia se realiza mediante documentos,
será el que enganchará esta idea a la idea de ciencia, volviendo a las cuestiones que planteaba
Comte. Aquí surge una cuestión importante para lo que es la Historia: es la Historia de una
catalogación, de la catalogación de alguien como positivista, pues, si catalogamos a alguien
como positivista ¿cuál es la catalogación de esa idea? En un primer momento podría ser
considerado como algo negativo, pues implica ideas como tratarse de una persona tradicional,
apegada al dato, tratándose de una especie de mecánico de la Historia. Con todo, no podemos
dejar que este adjetivo sea peyorativo, pues la mayoría de las personas en la disciplina lo son, y
lo único que denota es que quién lo sea es una persona “honrada” con sus documentos. Por tanto,
el positivismo cuenta con estas dos cuestiones: la relación de la Historia con la ciencia; y lo que
nos ha quedado, la catalogación como positivista de una forma peyorativa.
Otra de las cuestiones del positivismo es que defiende una idea teleológica que desemboca en
un final feliz y, el final feliz, es la sociedad positiva. ¿Qué está certificando el positivismo aquí?
Está certificando un mundo panglosiano, por lo cual en el mundo en el que vivimos el momento
en el que vivimos nosotros es el mejor. ¿Qué nos proporciona la ciencia natural moderna a la
sociedad actual? La ciencia es el único agarre que tenemos para demostrar que el mundo en el
que vivimos es el mejor de todos, por lo que esta se ha convertido en un argumento fundamental
para entender siempre ese final de forma en el que el mundo en el que vivimos es el mejor. Todas
estas ideas teleológicas estarían montadas sobre la idea de que el momento presente es el mejor
de la Historia. ¿De dónde viene este argumento? De San Agustín de Hipona, que crea una idea
teleológica, una idea hacia la salvación, que sostenía que en su momento el cristianismo había
logrado crear la mejor sociedad posible, por lo que solo quedaba esperar al fin de los tiempos.
¿Cuándo se rompe esta idea? En el contexto de la Guerra Mundial a partir de dos cuestiones: la
bomba atómica y el Holocausto, lo que supone poner a disposición de la maldad y del exterminio
la ciencia, ahí muere la idea de progreso, ahí se acaba: con este argumento estamos ejerciendo el
46
postmodernismo. Todos los argumentos habían dicho que la ciencia estaría en disposición de la
mejora de la humanidad y para justificar la mejor de las sociedades posibles, rompiendo esto en
la Guerra Mundial al ser usada la ciencia para exterminar a grupos y sociedades enteras,
comenzando aquí una desconfianza total.
¿Cuál es la gran innovación científica que ha cambiado el modelo en los últimos 30 años? La
tecnología de la información, substituyendo esta nueva tecnología a viejas fórmulas, de ahí que
la ciencia siga siendo esencial, a lo que se sumarán también los avances en la medicina. A la par
que estos nuevos avances en medicina propiciados por la ciencia tendremos, a modo de
contrapunto, la ciencia a disposición de la guerra. En el momento en el que se nos vende que
vivimos en una sociedad mejor, más avanzada; lo que forma parte de esta idea panglosiana de
auto referenciado y de que “yo soy el mejor de todo el mundo”, la sociedad positiva como fin.
Otra cuestión, ¿con qué está vinculado fundamentalmente el positivismo? Este está conectado
con el capitalismo, siendo este la herramienta que lleve al positivismo a explicar este fin. El
capitalismo es el sistema en el que anida, se crea, nace, vive y se desarrolla el positivismo: las
lógicas capitalistas son las que hacen funcionar todo esto. ¿Qué es la métrica sino un canto
capitalista de la ciencia? Se cambia la historia como si fuera una empresa en la que producimos
baldosas o ladrillos, pero en vez de estos se fabrican estudios históricos, artículos: mismo proceso
de fabricación sistemática para todos. En este sistema capitalista, la productividad no es pensar,
sino producir: no queremos pensar en nuevas formas, sino producir en el estándar establecido el
máximo número posible de artículos y obras.
El maridaje entre el positivismo de la ciencia y el documento creó una idea que algunos
denominan como positivismo erudito, que es algo que se realiza a partir de los documentos. En
ese positivismo erudito, o ese positivismo que se empezó a desarrollar a partir de este momento
vamos a tener una primacía de los hechos políticos, diplomáticos y militares. Vamos a tener
una primacía de la historia occidental, de la historia europea y de la historia objetiva. No podemos
acusar de eurocentrismo a algo que está naciendo en un contexto muy determinado, sería esta
una crítica anacrónica. Hay un concepto que se ha aplicado para esto, que es el pensamiento
reverso, el Reversal thinking: no podemos cambiar lo que sucedió en el pasado, ni criticarlo,
pero sí que podemos cambiar lo que podemos hacer desde ahora, lo que va a suceder.
Los que escriben esto, los que le dan una formulación concreta a esto son Langlois y Seignobos,
que escribirán una obra a inicios del siglo XX llamada Introducción a los estudios históricos.
Debemos destacar aquí también la importancia de la revista francesa Revue Historique. Nos
vamos a encontrar que, para construir la historia política, diplomática y militar, en definitiva,
47
para construir la historia objetiva, que es una de las ideas definitorias del positivismo, tenemos
que considerar algo, y es que la Historia se basa en documentos, y esos documentos proporcionan
a la Historia una herramienta fundamental para construir, esa herramienta son los
acontecimientos. La historia política, diplomática y militar va a estar vinculada a la historia
acontecimental: el acontecimiento va a ser el gran protagonista de esta historia positivista.
¿Qué es el acontecimiento? El acontecimiento va a estar validado a partir de los documentos, lo
que sucede es porque hay documentos y porque alguien lo ha considerado relevante ¿Podemos
historiar o explicar lo que no sucede? Se intenta historiar lo que no sucedió. ¿Qué tipo de historia
lleva a cabo el positivismo? La historia de los acontecimientos, la historia acontecimental. Una
de las críticas que se le hacen a esta historia es que está demasiado agarrada a los acontecimientos
y a intentar justificar los acontecimientos por sí mismos sin tener en cuenta su contexto o el
enganche con otros acontecimientos.
Otra cuestión importante será la de la historia narrativa, la importancia de la narración, de cómo
se cuenta la Historia. ¿Qué hará la escuela de los Annales y el marxismo? Abandonar esa historia
política y acontecimental, saliendo el acontecimiento y la narración del radar de los historiadores.
Estas dos variables volverán ahora, la narración con el postmodernismo y el acontecimiento con
la recuperación de la historia política tras la llegada de la historia del presente.
3.3. OTRAS CORRIENTES DEL SIGLO XIX: IDEALISMO Y MARXISMO
El historicismo, el positivismo y el empirismo inglés se van a completar con lo que se denominó
como el idealismo. El idealismo está vinculado a Dilthey, teniendo como continuadores de esta
idea idealista a Croce y Collingwood. La característica fundamental del idealismo es que las
ideas, el pensamiento, está por encima de los hechos. Un idealista es una persona que se
divorcia de los datos y antepone el pensamiento. El idealismo lo encontramos en la filosofía.
Estos pensadores idealistas dividen entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu. El
idealista introduce la subjetividad del historiador en el proceso del conocimiento. Mucho del
pensamiento idealista se vinculó en la construcción de las historias nacionales, y, sobre todo, en
la sobredimensión de muchos héroes nacionales.
El marxismo tiene mucha influencia en la obra de Karl Marx. En un principio podemos hablar
del marxismo como una forma de entender la historia a partir de los documentos de Marx y de
Engels, que introducen o rehabilitan dos cuestiones: el pensamiento dialéctico y el
pensamiento crítico, que, ambos se materializan en el materialismo histórico, a partir de los
medios de producción, de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales. Hay un cambio
sustantivo en el marxismo, que es, de alguna firma, un hegelianismo invertido: en el mundo
48
hegeliano, la conciencia determina la forma de vivir; en el marxismo, la vida determina la
conciencia. Por esto mismo introducen dos términos: la lucha de clases y la revolución. La
influencia de Marx en este siglo XIX todavía es poca y tendremos que esperar un poco para ver
la verdadera difusión de su pensamiento.

Deja un comentario