08 Nov

Los historiadores consideran obras de arte prehistóricas todas las referencias gráficas realistas o esquemáticas realizadas en el marco de las sociedades pretécnicas y anteriores a la aparición de la escritura.El arte prehistórico tiene constantes técnicas, temáticas y de ubicación, y también variantes producidas por tradiciones compartidas entre grupos humanos vecinos o en períodos limitados de tiempo.Muy poco es lo que se conserva de este extensísimo período de tiempo. Sólo los grabados, pinturas y esculturas que en circunstancias especiales se han resistido al paso del tiempo y que la arqueología ha logrado recuperar.Pese a las especulaciones que se han manifestado con frecuencia, se desconoce con seguridad las intenciones de los autores y de los destinatarios de aquellas obras al no disponerse de información oral o escrita contemporánea que pudiera ayudar a explicarlas.Para saber cuándo se elaboraron estas manifestaciones se suele estudiar el orden de las pátinas (capas superficiales de envejecimiento) de las pinturas rupestres, así como las características de los objetos recuperados en excavaciones inmediatas, en estratos de datación garantizada, etc.; el esquema cronológico así obtenido se aplica a las figuras representadas en las paredes de la cueva o en las rocas al aire libre.De esta forma se establece un cuadro que define los estilos del arte prehistórico y la sucesión de formas y técnicas.La Prehistoria de Europa reconoce mediante el estudio de los cambios de los objetos de la vida cotidiana y de la disposición de los lugares de vivienda o enterramientos en los diferentes estratos de un yacimiento arqueológico el orden en que se han ido produciendo las diferentes culturas.Aunque ya en los siglos XVI y XVII existían vagas referencias al arte rupestre, sólo eran curiosidades literarias, pues los autores de las mismas no tenían idea alguna de su atribución cultural y mucho menos de su fecha. No fue hasta 1860, paralelamente al nacimiento y formación inicial de la ciencia prehistórica, cuando se produjo un rápido avance en el conocimiento del arte mueble, ahora ya correctamente atribuido al Paleolítico superior. Al mismo tiempo se iba conociendo la existencia de un arte rupestre al aire libre en diversos lugares de la Península Ibérica e incluso el de los hombres prehistóricos norteafricanos.Pero quien primero iba a identificar el arte parietal paleolítico, fue el español Marcelino Sanz de Sautuola que, en 1875, visitaba por primera vez la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria). La perplejidad del hallazgo no le impidió hacer una correcta valoración de las pinturas como obra de los hombres del Paleolítico superior que habitaron en el vestíbulo de la cueva. Los objetos que contempló en la Exposición Universal de París de 1878, le llevaron a emprender excavaciones en Altamira en 1879. Todo ello queda reflejado en su obra Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander (1880).La noticia del descubrimiento de Sautuola fue recibida con escepticismo por los prehistoriadores franceses, encabezados por Emile Cartailhac, que consideraron inicialmente falsas las pinturas de Altamira.Los sucesivos hallazgos habidos en territorio francés en los años finales del siglo XIX, acabaron con el reconocimiento de la autenticidad de dichas pinturas españolas, aunque, para entonces, ya había muerto Marcelino de Sautuola.Un papel fundamental en la progresión del estudio y conocimiento del arte prehistórico se debe al abate Henri Breuil, prehistoriador francés, que encabezó un importante grupo de investigadores franceses y españoles. Ello, unido a los continuos descubrimientos de nuevos conjuntos pictóricos a lo largo de la primera mitad del siglo XX, terminaron por crear la base de la ciencia prehistórica que ha dado fundamento riguroso al conocimiento de estos restos artísticos del pasado.Los hallazgos efectuados en el último cuarto de esta centuria fuera de Europa han venido a demostrar el carácter universal de estas formas artísticas.El arte prehistórico no es una copia que expresa lo que se ve o lo que se conoce por parte del artífice, sino una creación de imágenes condicionada por servidumbres técnicas y de demanda social. Los estudiosos del tema sospechan que en dichas imágenes se plasman las sensaciones y creencias del hombre prehistórico que, bajo la apariencia de lo más próximo -modos de vida, gentes, fauna, etc.- se alude simbólicamente a seres superiores, gestas y ritos.El artista prehistórico que, como cazador primero y ganadero después, conoce muy bien la anatomía animal, no describe animales concretos, sino una imagen genérica, y se sirve de estereotipos al pintar seres humanos o signos.En su obra los temas se combinan en escenas o no, produciendo un sistema de señales alusivo a valores profanos o sagrados. Debe tratarse de un mitograma compartido por muchos grupos que, en lugares no muy próximos y durante milenios, se han servido de un repertorio básico de imágenes.Sus variantes de temas y tratamiento y sus constantes a lo largo de una época o un territorio permiten distinguir los estilos.

Arte Prehistórico. Introducción

Se distinguen tres grandes horizontes o ciclos en el arte prehistórico:
  1. El arte de los pueblos cazadores de la época glacial (Paleolítico superior) presenta muchas figuras naturalistas de animales, bastantes signos y escasas figuras humanas. Pocas veces se constituyen en escenas. Los desplazamientos de los cazadores a largas distancias justifican, entre otras razones, la similitud del arte en espacios extensos.
  2. La obra de los últimos cazadores de la época climática actual en el Epipaleolítico o Mesolítico se caracteriza por la abundancia de escenas descriptivas, con figuras humanas y de animales relativamente estilizadas. La estabilidad de los grupos humanos a causa de la explotación más intensa de cada territorio favorece su diferenciación cultural, con las correspondientes variantes regionales.
  3. Con los agricultores y ganaderos del Neolítico y el inicio de las Edades del Metal, las primeras sociedades de economía productora, aparecen la arquitectura urbana en Asia anterior y las construcciones megalíticas en buena parte de Europa. Se generaliza un arte con muchos signos y figuras muy esquematizadas. La rápida difusión de técnicas e ideología, unas veces debido al comercio y otras a las migraciones, favorece cierta uniformidad de las mentalidades y de la expresión artísticas, pero la adscripción de los grupos a un suelo, es decir, a un “territorio” confiere matices diferentes a los objetos de la vida cotidiana y al arte.
Los estilos del arte prehistórico perduran en muchos pueblos primitivos recientes que incorporan elementos modernos a representaciones de apariencia antigua. Así sucede entre los aborígenes australianos o del sur de África. 

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