04 Jun

El cristianismo es ante todo una religión revelada:

Dios se reveló a los hombres, sin que fuese buscado por ellos. Por ejemplo, Buda busca respuestas, hace penitencia, se retira del mundo y encuentra a Dios; Mahoma, hombre profundamente religioso, también va en busca de Dios. En ambos casos se trata de iluminaciones, pero no de una revelación de Dios propiamente dicha. A diferencia de las iluminaciones mencionadas, el cristianismo tiene su origen en la iniciativa divina. Jesucristo ocupa el centro de la historia de la humanidad: en los siglos antiguos su venida al mundo fue anunciada por los profetas; al llegar la plenitud de los tiempos, Él mismo vino para enseñar a los hombres el camino de la salvación; y, hasta el fin del mundo, la Iglesia fundada por Él lo anuncia y proclama como el único salvador de los seres humanos.

Revelación:

Manifestación de Dios mediante signos y palabras de algunas verdades que el hombre no puede conocer o que conoce con dificultad.

La encarnación del Hijo de Dios:

La verdad central del cristianismo es la encarnación del Hijo de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo: «Al encontrar a Cristo, todo hombre descubre el misterio de su propia vida». La encarnación del Hijo de Dios y la salvación que Él ha realizado con su muerte y su resurrección son el verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer la vida del hombre cada vez más humana. La Iglesia ha recibido la misión de anunciar a Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero hombre. Solo por medio de Él, de su Evangelio y de sus sacramentos, el ser humano puede llegar a entrar en comunión con Dios y llegar así a ser más hombre. Jesucristo es el único medio por el cual el mundo puede descubrir la alta vocación a la que está llamado y llevarla a cabo en la salvación realizada por Dios.

Encarnación:

La Iglesia llama encarnación al misterio de la unión admirable de la naturaleza divina y la naturaleza humana de Jesús en la única persona divina del Verbo. Para llevar a cabo nuestra salvación, el Hijo de Dios se ha hecho carne, haciéndose verdaderamente hombre. La fe en la encarnación es signo distintivo de la fe cristiana.

Rasgos originales del cristianismo:

La persona de su fundador:

El cristianismo es la única religión que profesa que un hombre, Jesús de Nazaret, es Dios, o sea, que Dios se ha hecho hombre.

La encarnación y la redención de los hombres:

El Hijo de Dios, Jesucristo, viene al mundo para salvar a los hombres de sus miserias, ignorancias y, sobre todo, del pecado, dándoles así la filiación divina y la herencia eterna del cielo. La verdad de la redención es exclusivamente cristiana. El budismo habla de la necesidad que tiene el hombre de purificación interior y de liberarse de la angustia y del dolor, pero esta purificación se presenta como un fatigoso esfuerzo en solitario; en el cristianismo hay esfuerzo, pero lo principal es la gracia de la salvación, que nos viene por medio de Jesucristo.

Jesucristo se presenta como modelo a seguir:

La figura de Jesús representa el modelo perfecto que debemos seguir. Esto quiere decir que la imitación de Cristo debe ser ante todo una actitud interior. Esa nueva actitud interior significa una conversión del corazón para amar como Él ama, pensar como Él piensa y entregarse a los ideales como Él se entregó, hasta dar su vida en la cruz. Jesucristo es la imagen y medida del ser humano, destinado a vivir como un hijo de Dios en medio del mundo y a alcanzar la unión definitiva con Dios en el cielo. Se puede afirmar que con Jesucristo comenzó el auténtico futuro de la persona humana. Cada cristiano debe unirse a Él para vivir como otro Cristo, como un verdadero discípulo de Jesucristo, alimentándose de la luz de su Evangelio y de la fuerza sobrenatural de sus sacramentos.

Las grandes novedades del cristianismo:

La cruz es nueva por el modo en que Jesucristo la acepta y la sufre. La resurrección es nueva. También lo es el mensaje de amor a Dios y al prójimo como compendio pleno de toda ley moral. Todo esto son grandes novedades que Jesucristo trae al mundo. La gran novedad es que Dios ya no está en el más allá, sino que está muy cercano, se ha hecho uno de nosotros, nos toca y lo tocamos, podemos recibirlo y nos recibe. La auténtica originalidad de Jesús es Él mismo: la unión de Dios y el hombre.

Redención:

Acción llevada a cabo por la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo para salvar a la humanidad de los efectos del pecado.

La fe es fiarse de Dios:

Toda la Biblia es un mensaje para nuestra fe. Dios se nos ha revelado por medio de Jesucristo. La fe es un don que Dios concede, mediante su gracia, al hombre que está dispuesto a fiarse de Él y a cumplir su voluntad. Abraham obedeció a Dios y se fio de Él en aquellas circunstancias tan difíciles. El modelo más perfecto de fe es la Santísima Virgen, que respondió a la llamada de Dios con estas palabras que indican la entrega más absoluta: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». También son modelo de fe los santos, que se fiaron de Dios en circunstancias muy difíciles.

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