16 May

Jeremy Bentham

Jeremy Bentham se planteó como objetivo elaborar una serie de principios que permitieran definir una legislación científica. Le animaba un espíritu positivista y pragmático: sabía basarse en la experiencia y ser objetivo a la vez que estaba orientada completamente a su aplicación práctica. El único fin de la obra humana es la felicidad, los conceptos morales (justicia, virtud, honradez, etc.) son medios para conseguir este fin. Para aplicar el principio de la máxima felicidad asocia en cada caso a la acción que dé más placer. El juicio moral se convierte así en un cálculo felicífico, que asigna a cada acto la cantidad de placer que tiende a proporcionar a la comunidad.

Sanciones

Bentham llamará sanciones las consecuencias que se derivan de las acciones humanas, las cuales pueden provenir de cuatro fuentes:

SanciónConceptoEjemplo
Física o naturalProducida por causas naturales.Agotamiento en el trabajo.
PolíticaImpuesta por el legislador.Trabajos forzados.
Moral o popularProveniente del trato con los demás.Mala consideración social del presidiario.
ReligiosaImpuesta por un Ser Supremo.Arrepentimiento sincero.

Para establecer la cantidad de placer o dolor derivada de una acción Bentham propone 7 factores que determinan los valores según el grado de utilidad. La elaboración de una legislación científica ha de observar este factor y el instrumento del que dispone el legislador son las sanciones políticas. En la aplicación práctica de las sanciones en casos particulares los jueces deberán tener en cuenta la diferente sensibilidad de las personas, ya que estos factores no funcionan igual en cada uno de nosotros: nuestra constitución física, nuestra educación, nuestros hábitos, etc. nos influyen en nuestra capacidad para obtener placer o dolor.

Defensa del Estado Mínimo

Para Bentham, como todo poder conlleva en cierto modo una coacción para los ciudadanos, la coherencia con el principio de utilidad exige que el legislador comprenda que no debe imponer sanciones políticas sobre aquellos aspectos de la vida que no lo requieran necesariamente. Se ha de evitar que los ciudadanos sientan un excesivo control sobre sus vidas, ya que les provocaría infelicidad. Por ello, siempre que la utilidad no recomiende lo contrario, el Estado no ha de intervenir en cuestiones económicas: se ha de limitar a garantizar la seguridad de la propiedad y la libertad de mercado.

Bentham entiende que todo gobierno es malo por naturaleza, por lo que se ha de reducir a su mínima expresión y limitarse en el ámbito en el que sí que sea útil. La experiencia había enseñado a Bentham que a menudo el gobierno sólo busca la máxima felicidad de los gobernantes y no la de la mayoría. Por ello, propuso que no se puede otorgar confianza ciega en el poder, sino que hay que establecer una continua supervisión pública de los gobernantes, funcionarios y jueces, para tal de evitar que se mantengan leyes que no contribuyan a la utilidad.

También defendió que la forma de gobierno más apropiada es la democracia, ya que sólo en esta puede coincidir la felicidad de los gobernantes con la de la mayoría. J.S. Mill también defendería las tesis democráticas. Ambos admiten una democracia representativa para poblaciones grandes, ya que los ciudadanos sólo escogerán, de manera natural, los que quieran servir al interés general. Ha de haber un sufragio universal en el que quedarán incluidas las mujeres.

J.S. Mill

J.S. Mill se propuso como finalidad de su vida tratar de mejorar la sociedad de su tiempo, influido por Bentham. Se sentía llamado a convertirse en un reformador moral. Poco después sus planteamientos entraron en crisis: se preguntó si realmente sería feliz en la sociedad que sus planteamientos reformistas estaban diseñando. La respuesta que se da a sí mismo fue que no. Entendió que era más feliz diseñando reformas sociales que viviendo en un mundo donde estas reformas ya estuvieran plenamente establecidas. Años más tarde recuperó el entusiasmo. Su acercamiento a la poesía lírica y la música le arrancarán de su marcado racionalismo y desvelarán su lado más emocional, tornándole la confianza en la posibilidad de una vida plena. Solamente una sociedad justa permitiría crear las condiciones para que los hombres pudieran ser felices, pero sería el cultivo del arte y el desarrollo de una fina sensibilidad hacia la belleza y sentimientos humanos el que permitiría elevar al hombre y dotarlo de una vida excelente. Debemos considerar la vida como una obra de arte donde todo el mundo trata de dejar su huella personal. Esta perspectiva profundamente humanista de Mill contribuye a la revisión del estrecho y rigidez del utilitarismo de los filósofos anteriores. Por eso muchas de las críticas al utilitarismo no son aplicables a Mill.

Las Ciencias Morales

Para determinar lo correcto moralmente, Mill trata de establecer un criterio único, siguiendo sus planteamientos utilitaristas, será precisamente el principio de utilidad o de la máxima felicidad. Mill no defiende el utilitarismo de acto sino de la regla o norma. Examina qué normas de conducta están de acuerdo con la búsqueda de la máxima felicidad para la mayoría. Aunque determinadas normas se revelan como adecuadas y su cumplimiento rige nuestra conducta, hay casos donde es preferible hacer excepciones.

A diferencia de Bentham, el utilitarismo de Mill dice que no todos los placeres son del mismo tipo ni igualmente deseados: unos son cuantitativamente superiores a otros. El criterio para definir qué placer es mejor proviene de la valoración de los expertos: cuando la mayoría de las personas que han probado dos placeres coinciden en que uno es mejor que el otro, el 1º se considera mejor. La mayoría prefiere placeres asociados a las facultades que nos definen como seres humanos.

En lo que hace a la política y al papel del Estado, Mill considera que este, mediante sanciones externas ha de favorecer la máxima felicidad, defendiendo ante todo la libertad del individuo. La única finalidad por la cual el poder puede actuar sobre un miembro de la comunidad en contra de su voluntad es evitar el perjuicio de los demás. De esta manera cada uno busca su propio bien sin que nadie lo impida, al igual que él tampoco puede impedir la felicidad de los demás. Así aumentará la felicidad general.

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