21 Ene

La Estética Trascendental: Estudio de la Sensibilidad

Una sensación, según Kant, es una afección del sujeto provocada por un objeto. Cuando el sujeto capta la sensación, esta se transforma en un conocimiento inmediato, denominado intuición sensible, que es un fenómeno. El término fenómeno significa, etimológicamente, «algo que aparece o se manifiesta». Al emplear este término, se quiere establecer una distinción entre la cosa misma y su manifestación a un sujeto. Según Kant, todo fenómeno está compuesto por materia y forma:

  • La materia es el contenido mismo de la sensación y tiene su origen en el objeto conocido. Solo nos es dada a posteriori, es decir, tras la experiencia.
  • La forma es el modo como el sujeto capta esa materia. Por tanto, la forma no procede del objeto conocido, sino del sujeto de conocimiento. La forma del fenómeno la poseemos a priori, está en nosotros y es previa a toda sensación.

Nuestra sensibilidad obliga a que todas nuestras intuiciones sensibles adopten una determinada forma, constituyendo así el fenómeno. Esta forma consta, según Kant, de dos elementos: espacio y tiempo, que son formas de nuestra sensibilidad y no realidades externas al sujeto. El ser humano capta las cosas en el espacio y en el tiempo no porque estén determinadas espacio-temporalmente, sino porque ese es el modo como él las organiza al captarlas. Dado que espacio y tiempo están en el sujeto antes de que se produzca cualquier sensación, diremos que son a priori. El espacio y el tiempo son las formas a priori de nuestra sensibilidad. Al estar presentes en toda intuición sensible, también intuimos el espacio y el tiempo, pero, a diferencia del resto de intuiciones, la intuición del espacio y del tiempo carece de materia. Kant expresa esta cualidad diciendo que son intuiciones puras, es decir, vacías de contenido empírico.

La geometría y la aritmética constituyen los pilares básicos de las matemáticas. La primera es el estudio de las propiedades del espacio. La segunda estudia las propiedades de la serie numérica, que establece un orden temporal. Por tanto, a juicio de Kant, la aritmética estudia las propiedades del tiempo. Dado que el espacio y el tiempo son formas a priori, cualquier juicio de la aritmética o de la geometría será también a priori y, por otra parte, la geometría y la aritmética investigan propiedades del espacio y el tiempo que no están contenidas en la noción misma que tenemos de uno u otro. Por tanto, los juicios de estas dos disciplinas no son analíticos, sino sintéticos. La conclusión resulta ahora clara: el fundamento de la validez de los juicios sintéticos a priori de las matemáticas se encuentra en el hecho de que el espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad e intuiciones puras.

La Analítica Trascendental

Nuestro conocimiento se inicia con la intuición sensible, pero no acaba ahí, sino que continúa con la labor del entendimiento. En la Analítica Trascendental, Kant expuso el doble trabajo que, a su juicio, realiza el entendimiento: construir juicios y encadenarlos formando razonamientos. El entendimiento es la facultad de los juicios, pero, para poder construirlos, necesitamos disponer de conceptos. Los conceptos son el instrumento que emplea el entendimiento para unificar la información múltiple y dispersa que le llega de la sensibilidad. Kant sostuvo que, al igual que en la sensibilidad hay intuiciones puras e intuiciones sensibles, el entendimiento cuenta con conceptos empíricos y conceptos puros:

  • Los conceptos empíricos son aquellos que el entendimiento crea a partir de lo captado en la experiencia sensible. Son conceptos a posteriori.
  • Los conceptos puros, llamados categorías, los posee el entendimiento con anterioridad a cualquier experiencia y constituyen las distintas formas que tiene el entendimiento de unificar lo dado en la experiencia.

Según Kant, hay un concepto puro por cada forma de unificar lo dado en la experiencia, y cada una de las formas de unificar la experiencia se expresa en un tipo de juicio diferente. De ahí que haya tantas categorías como tipos de juicios: bastará con realizar una clasificación de los tipos de juicios para descubrir todas las categorías o conceptos puros con los que cuenta nuestro entendimiento.


El Giro Copernicano: Fenómenos y Noúmenos

De todo lo dicho hasta ahora, podemos extraer varias conclusiones:

  • Las matemáticas y la física obtienen un conocimiento universal necesario, válido y riguroso porque sus principios expresan conocimientos sobre las intuiciones puras de la sensibilidad y los conceptos puros del entendimiento.
  • El objeto de conocimiento humano (el fenómeno) es un compuesto de la materia que aporta la sensación y la forma que impone el sujeto a través de las intuiciones puras y los conceptos puros.
  • Puesto que lo conocido es el fenómeno y este es distinto de la cosa misma, cabe preguntarse cómo es la cosa en sí, la realidad misma sin la forma que el sujeto le impone para conocer. A esto Kant lo llama noúmeno. El noúmeno es, por definición, lo incognoscible.
  • El conocimiento de las matemáticas y la física es verdadero conocimiento científico porque es universal y necesario, pero es un conocimiento referido a fenómenos. No se conoce la realidad tal cual es. El ser humano, para conocer, se ve obligado a modificarla. Así logra su objetivo, pero a cambio de conocer una realidad que no está en estado puro.

La doctrina sobre el conocimiento humano expuesta por Kant supuso una revolución de un enorme calado. Hasta el momento, se había creído que el sujeto, al conocer, de algún modo se adaptaba al objeto conocido para conseguir captarlo adecuadamente. Kant, en cambio, sugirió que en realidad ocurre lo contrario, que es el objeto el que se adapta a la forma de conocer del sujeto para así poder ser conocido por este.

La metafísica al tratar de elaborar un conocimiento sobre entidades nouménicas aplicando las categorías. Dado que no posee intuición de ninguna de esas tres ideas el uso que hace de las categorías en este caso es ilegítimo y no produce verdadero conocimiento.


Los Postulados de la Razón Práctica

La Crítica de la Razón Pura concluye con la afirmación de que no es posible lograr un conocimiento científico en metafísica porque no es lícito aplicar las categorías a las ideas de Dios, el alma humana y el mundo como totalidad. Estas tres ideas tienen carácter nouménico y por tanto escapan a nuestra capacidad de conocimiento. Kant rehabilitó algunas de estas ideas al afirmar que son postulados de la razón práctica imprescindibles para dotar de sentido a la moral. Estos postulados son:

  • La libertad humana: La exigencia del postulado de la libertad está en la base misma de la moralidad. Sin libertad no hay moralidad.
  • La inmortalidad del alma: La perfección moral es lo que Kant denomina voluntad santa. El ser humano debe aspirar razonablemente a alcanzar esa perfección, pero es consciente de que es un trabajo que supera la duración de una vida. Por eso, si la tarea que la moralidad plantea al ser humano debe ser acabada, esto solo será posible en la vida eterna que puede proporcionar un alma inmortal.
  • La existencia de Dios: Con demasiada frecuencia se comprueba la falta de coincidencia entre virtud y felicidad. El ser humano siente un deseo natural de felicidad, pero el cumplimiento del deber que acompaña a la virtud moral en muchas ocasiones le produce más sufrimiento que felicidad. Solo será posible obtener la felicidad a partir de la realización del deber moral si existe un ser omnipotente y omnisciente que recompense al alma inmortal en la medida de su virtud y felicidad. Por tanto, es la existencia de Dios la que puede asegurar el cumplimiento de la esperanza humana y puesto que la esperanza humana se debe cumplir para que todo tenga sentido, Dios debe existir.

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