15 Nov

Karl Marx: Crítica de la Cultura

Filosofía y Emancipación Humana

Karl Marx (1818-1883), filósofo del movimiento obrero, nació en Renania en el seno de una familia judía acomodada. Desde joven, se entregó con pasión a la filosofía. Tras exiliarse en Francia, en París en 1844, reflexionó sobre las condiciones laborales de los obreros de Londres y el papel de la filosofía ante las realidades modernas. Marx se dedicó a un estudio apasionado de la filosofía de su época, siempre buscando formas de defender la emancipación humana.

En 1848, Marx redactó el Manifiesto del Partido Comunista, que proclamó como el resumen de su periodo de juventud. A partir de entonces, dedicó su vida al estudio de la sociedad capitalista y a la organización de los trabajadores en su lucha por la emancipación. En 1864, fundó la Asociación Internacional de Trabajadores y en 1867 publicó el primer libro de El Capital. En su exilio en Londres, Marx dedicó su atención a los acontecimientos políticos, como la revolución de 1848.

La Definición del Desorden Social

Desde su juventud, Marx sostuvo que el pensamiento no debía limitarse a interpretar el mundo, sino que debía aspirar a transformarlo. Sus metas eran similares a las de la Ilustración: lograr que la humanidad viviera una existencia digna, libre y feliz. Sin embargo, para Marx, los obstáculos eran diferentes a los que Kant había apreciado.

El filósofo del siglo XVIII creía que el hombre avanzaría hacia su emancipación con libertad para formarse, elegir un trabajo, lograr autonomía civil y propiedad, y relacionarse libremente con los demás. Sin embargo, la sociedad no había abandonado las viejas formas de opresión feudal. Gran Bretaña había comenzado su revolución industrial y Marx, junto con Engels, se dio cuenta de que pronto otros países seguirían el mismo proceso.

Marx veía las fábricas como lugares de una nueva esclavitud: jornadas interminables, ambientes sucios y oscuros, relaciones limitadas y mínimo descanso. El sueldo no era un elemento de justicia, sino lo mínimo para alimentar al obrero y que pudiera seguir trabajando.

El Trabajo Alienado

Marx creía que en el trabajo el hombre se realizaba a sí mismo, formaba sus fuerzas humanas, cubría necesidades sociales con los productos de su actividad y era reconocido por poner a disposición bienes útiles. Producía bienes materiales y el bien espiritual de la dignidad.

Según Marx, el trabajo fabril no podía considerarse así. El obrero no tenía su propio taller, ni poseía las herramientas de trabajo. Al finalizar una jornada impuesta, generalmente más larga de lo que un cuerpo sano aguantaba, se iba a casa sin nada. El trabajador se encontraba alienado, era un extraño en su propio trabajo.

El obrero se convertía en una mercancía en manos del capital, cayendo en la paradoja de que cuanto más riqueza se producía, más pobre era. Marx no aceptaba que esto fuera natural o inevitable. Justamente porque los hombres producían su propia vida, sus condiciones de existencia y sus formas sociales, podían intervenir en ellas y cambiarlas.

El Materialismo Histórico

Esta situación se debía a que los instrumentos de trabajo ya no eran del trabajador. Los medios de producción (la fábrica, la cadena de montaje, la mina, las herramientas) no pertenecían a los trabajadores. Los hombres estaban sometidos a las condiciones materiales de producción, donde existían medios de producción y fuerzas productivas (obreros y propietarios).

Estructura Social según el Materialismo Histórico

  • Superestructura económica: Ideología (arte, religión, economía, filosofía).
  • Estructura económica: Relaciones de producción (medios de producción: poseedores capitalistas y desposeídos obreros).

De aquí surgen las críticas marxistas a la religión («la religión es el opio del pueblo») y a la pasividad de la filosofía («los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo»).

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