28 Ene

Los sentimientos y la afectividad son centrales en la vida humana. Forman la intimidad, impulsan o retraen de la acción, y unen o separan a las personas. Refuerzan nuestras tendencias a hacer el bien, ya que nadie actúa sin sentirlo. La vivencia de la felicidad está ligada al modo de sentir nuestras tendencias: estar a gusto, sentirse lleno o vacío.

Valoración de los Sentimientos

1) Existe una valoración muy positiva de los sentimientos, ya que refuerzan las tendencias. Sin embargo, esta valoración no es universal. Filósofos como Kant y Hegel les otorgan un valor negativo, considerándolos propios de seres débiles. Desear que el hombre no viva sus sentimientos es intentar que no sea humano, lo cual crea disfunciones. Los sentimientos intensifican las tendencias, pero su valoración positiva no debe ser excesiva, ya que podríamos tomarlos como criterio absoluto para actuar, cayendo en el sentimentalismo.

2) En el sentimentalismo, el dominio de los sentimientos no está asegurado. Son una parte del alma que no siempre obedece a la voluntad ni a la razón. Aristóteles hablaba del dominio político de la razón sobre los sentimientos, comparándolos con ciudadanos que deben aprender a dirigir sus acciones hacia el bien común. Los sentimientos pueden ir en contra de lo que uno quiere, y no podemos controlarlos si no nos empeñamos en educarlos. Esta desarmonía puede producir patologías psíquicas, morales o de comportamiento. El miedo a equivocarse puede llevar a la inhibición y a problemas de autoestima. La aparición de sentimientos no es totalmente voluntaria; por ejemplo, enamorarse sucede sin previo aviso. Debemos administrar nuestra afectividad, renunciando a ciertos efectos para no ser guiados por los sentimientos. El dolor moral no es voluntario, pero hay que saber vivirlo y no dejarse dominar por él. Platón demostró cómo se consigue que los sentimientos colaboren con la tendencia y la voluntad: son grandes compañeros, aunque no tienen mayoría de edad. Si actúan solos, causarán patologías y anomalías. La virtud que los domina es el autodominio. Los sentimientos son irracionales en su origen, pero armonizables con la razón. Este carácter irracional hace que la vida humana no sea del todo exacta y coherente, dejando espacio para la fantasía, el misterio y lo imprevisto. Quienes quieren tenerlo todo bajo control pierden la espontaneidad de quienes se atreven a amar.

Impacto de los Sentimientos en la Conducta

3) Los sentimientos suelen producir valoraciones inmediatas, sobre todo de las personas, predisponiendo la conducta en un sentido u otro. Refuerzan las convicciones y les dan fuerza. Cuando las cosas se sienten, son más nuestras. Quien disfruta con lo que hace resulta atractivo, ya que logra que su vida tenga una unidad plena: lo que quiere el corazón, lo quiere el cuerpo y la cabeza. La indiferencia provoca la muerte de lo vivo.

4) La variedad de sentimientos provoca la variedad de caracteres. Una parte importante de la personalidad depende de los sentimientos que se desarrollan. La intensidad y la forma de manifestarse de los sentimientos hacen que predominen ciertas actitudes: Apasionado (pasión e intensidad), Sentimental (no domina los sentimientos, es cambiante), Cerebral (excesivamente racional), Sereno (apasionado sin que la pasión lo obnubile), Apático (carece de pasiones).

Equilibrio y Manifestación de los Sentimientos

5) Lo ideal sería encontrar un equilibrio entre los sentimientos y la realidad. Si no se propicia esa proporción, el encuentro con la realidad será traumático. Los errores de autoestima originan sentimientos falsos de sobrestimación o frustración. Lograr una estimación correcta de la realidad y de uno mismo evita que los sentimientos se descontrolen.

6) La valoración de los sentimientos se realiza mediante la conducta. La emoción es volcánica e intensa, pero pasa con rapidez porque es superficial. Los sentimientos profundos no desaparecen tan fácilmente, aunque tampoco son detectables con facilidad mediante estados emocionales. Se puede sentir algo profundo sin emocionarse por ello, como el amor a los padres.

7) Es importante establecer una jerarquía de los sentimientos y ser objetivos respecto a ellos. Hay miedos y temores infundados, sentimientos cuya importancia objetiva es pequeña. Alejarse de ellos e ironizarlos es importante.

8) El sentimentalismo es la conducta carente de reflexión y voluntad. Los ánimos son cíclicos y cambiantes. La conducta depende de cómo nos sintamos, a lo que llamamos «las ganas», que como criterio de conducta no llevan a la excelencia, sino a lo fácil, que a la larga decepciona.

9) Los sentimientos se manifiestan con la conducta, que debe ser armónica con el conjunto de la persona: fines elegidos, convicciones, etc. La manifestación de los sentimientos ha de guardar proporción con las demás dimensiones humanas. En la manifestación se descubre la importancia de los gestos del rostro y el cuerpo. Una persona rica en gestos es rica en sentimientos. El arte es un modo excepcional de expresar los sentimientos, sobre todo la música, que es un vehículo privilegiado. Ésta evoca y despierta los sentimientos sin nombrarlos, a la vez que potencia, acompaña y expresa los sentimientos. La vida sin sentimientos sería como un gran desierto monótono.

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