25 Jul

LA ARGUMENTACIÓN

CONCEPTO DE ARGUMENTO

La argumentación es el estudio de las técnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesión de las personas a las tesis presentadas.

Aristóteles nos ofrece una clasificación de los argumentos:

  • Didácticos: Razonar a partir de principios adecuados a cada tema, es decir, principios elegidos objetivamente según la cuestión a tratar.
  • Dialécticos: Razonan a partir de premisas generalmente admitidas, a favor de una u otra parte de una contradicción.
  • Examinativos: Razonan a partir de premisas que son admitidas por el que responde y que debe conocer cualquiera que pretenda poseer el conocimiento del tema tratado.
  • Contenciosos: Razonan o aparentan razonar una conclusión a partir de premisas que parecen generalmente admitidas pero que de hecho no lo son.

DE LA VALIDEZ DE LOS ARGUMENTOS:

Es preciso diferenciar en el razonamiento la naturaleza de los argumentos, su validez o la falta de ella. Algunos de ellos son de carácter lógico formal, pero muchos no encajan dentro de la lógica. Aristóteles distingue entre argumentos lógicos y <<dialécticos>> o probables. Esta división ha sido aceptada por muchos autores modernos. De esta forma, podemos distinguir entre pruebas o demostraciones –lógicamente rigurosos- y argumentos que carecen de ese rigor lógico –lógica formal- pero a los que se puede exigir una construcción aceptable –lógica informal-.

La lógica formal prescinde del contenido de las argumentaciones y se centra en la validez lógico-lingüística de las formas. Lo que le interesa son las implicaciones de las formas de los enunciados, no la lógica de los razonamientos. Dentro de la tarea analítica del discurso, lo que nos interesa es la lógica informal, es decir, aquella que nos permite distinguir entre el concepto de argumento y falacia.

LAS FALACIAS O ARGUMENTOS ERÍSTICOS.

Las falacias son argumentos que, no siendo válidos, se presentan como si lo fueran. Se definen como refutaciones aparentes o argumentaciones muy convincentes, aunque lógicamente inadmisibles. Su eficacia se basa en cuestiones de orden psicológico y emocional, no lógico. Dentro de las argucias dialécticas que construyen el discurso, Aristóteles sostiene que, dentro de los argumentos erísticos existe una jerarquía que ordena de mejor a peor:1-Refutación 2-Falacia 3-Paradoja 4-Solecismo 5-Burda palabrería.

FALACIAS DE AMBIGÜEDAD.

Se trata de argumentaciones con enunciados inciertos en su significación, lo que da pie a diferentes interpretaciones. Esta ambigüedad puede ser por falta de pericia argumentativa, por pobreza de léxico o por intencionalidad ideológica. Según el tipo de enunciado distinguimos entre:

  1. Tautología: propia de los muy astutos o ignorantes. No se trata de argumentaciones. Son aquellos enunciados que parecen decir algo nuevo, cuando lo que hacen es decir evidencias carentes de lógica.
  2. Equívoco: surge a partir de la sinonimia de los términos que se emplean en los enunciados con los que se razona, lo que produce deslizamientos en el sentido de la palabra. La mayoría de las veces se debe a un error en la utilización del lenguaje, fallos gramaticales o elipsis.
  3. Eufemismo: se trata de un procedimiento para alterar el sentido de un mismo referente, por lo que no sólo sustituye una palabra malsonante por otra, sino que busca evitar nombrar aquello que pueda ser un peligro o pueda malinterpretarse. Por tanto, trata de ocultar o disfrazar la realidad. 
  4. La anfibología: Cuando se habla de anfibología en un discurso o en un juicio se refiere a que posee un doble sentido, a que revela una ambigüedad y da pie a equívoco. Busca la apariencia de la palabra, evitando su contenido, significación y concreción.
  5. La dicotomía: se observa cuando se aplica a los dos polos de una oposición real dos términos diferentes. Su utilización siempre implica ambigüedad porque el exceso de simplificación altera el sentido de los términos, dando pie a interpretaciones muy relativas que se pueden utilizar desde cualquier perspectiva ideológica.

FALACIAS MATERIALES O DE INFERENCIA:

Por datos insuficientes: inductivas. En estas falacias diferenciamos:

A) La generalización a partir de una información incompleta:

Muchos argumentos caen en este tipo de falacias por no tener los datos suficientes que permitan realizar una correcta argumentación. Esta carencia provoca la generalización inadecuada, que consiste en universalizar una categoría simple de una cosa y en extraer las conclusiones de una muestra demasiado pequeña. Esta falacia también se puede establecer porque un periodista puede interpretar en su relato informativo la realidad de forma inductiva, no deductiva. Así, trabajará a priori, buscando los datos, hechos o testimonios que le sirvan para demostrar lo que quiere probar. Es uno de los métodos que utiliza el periodismo sensacionalista y es una consecuencia de las ideologías y del utilitarismo ideológico.

B) Generalización por falta de alternativas: la simplificación irresponsable:

Esta falacia de generalización por dos causas, falta de datos y simplificación, es inductiva porque, desde un principio, pretende apoyar, defender o acusar a personas e instituciones. Sin embargo, también se puede convertir en una falacia deductiva cuando recurre a una falsa casualidad en los razonamientos que manifiesta en su opinión. En vez de aclarar, lo que provoca es confusión o engaño, ya sea de forma intencional o por ignorancia.

FALACIAS DE PERTINENCIA O DE CONFUSIÓN

Una falacia de pertinencia es un argumento no válido debido a que las premisas no aportan la información pertinente para establecer la conclusión.
A) El argumento ad hominen: Es el argumento “contra el hombre”. Consiste en expresar una opinión para poner en tela de juicio los intereses de la persona o personas consideradas. El argumento ad hominen circunstancial se caracteriza porque el ataque no va directamente contra la persona en forma de insulto o burla, sino que se le desacredita apelando a diversos elementos que pueden rodear a su persona, como su origen, sus circunstancias vitales, su ideología etc. El argumento ad hominen ofensivo suele ser demoledor y por el efecto que produce es de difícil refutación. Se usa en argumentaciones periodísticas mediante insinuaciones maliciosas, acusaciones sin prueba alguna que las justifique o desacreditando a una determinada persona por su aspecto o algo muy característico. El argumento ad humanitatem. Este argumento es una variante del ad hominen y suele ir acompañándole. Se construye de forma muy parecida al ad hominen, pero este argumento se diferencia en que la opinión mantenida se supone ser de la humanidad entera, es decir, la verdad por antonomasia.

B) La petición de principio:

La petición de principio como arma ideológica. En estos casos puede decirse que existe un cierto desinterés hacia las personas y un marcado interés hacia los conceptos. Utilizan la petición de principio para derribar tabúes, creencias, verdades pretendidamente universales, etc… Por eso no les hace falta la petición de principio para justificar el argumento ad hominen ofensivo o circunstancial. La utilizan para plasmar la idea, sin más debates, ni más concesiones.

La petición de principio y el argumento ad absurdem. Se usa el término ad absurdem cuando no se puede extraer argumentación en un texto. Es preferible la petición de principio porque, salvando su tono autoritario, podemos extraer algo valioso. La falacia que constituye una argumentación petitio principii no significa que se invalide el resto de la argumentación.

La petición de principio y el argumento por oposición: el FALSO DILEMA.

Ocurre cuando en una argumentación se presenta dos opciones. Se trata de una alternativa: o esto o lo otro. Pero cuando se llega a un elevado grado de reduccionismo se transforma en una falacia. Es un argumento muy emotivo.

**La petición de principio y el argumento ad hominem. La petición de principio es una falacia que ocurre cuando la proposición por ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas. El argumento ad hominem es un tipo de falacia que

consiste en dar por falsa una afirmación tomando como argumento quien es el emisor de esta.

C)El argumento por el ejemplo. Perelman distingue tres tipos de ejemplos:
-El ejemplo específico que se emplea para justificar una generalización.
-La ilustración, que sostendrá una realidad ya establecida.
-el modelo que incitará la imitación. Son muy eficaces pero a la vez pueden ser muy tramposos. Los ejemplos que se utilizan para justificar generalizaciones no constituyen un razonamiento lógico ya que dichos ejemplos no son cotidianos sino todo lo contrario: excepciones. Los buenos ejemplos han de ser fiables, incuestionables y más de uno, Deben tener una lógica relación con lo que se quiere establecer como conclusión. 
D)La ilustración o la parábola escueta. La ilustración sirve para reforzar la adhesión a una regla conocida y admitida. Se trata de una inducción, no de una prueba. Funciona más para aclarar lo que se quiere decir que para demostrar algo. Puede ser metafórica o extraída de un hecho concreto.
E)El modelo y el antimodelo. Un modelo es un comportamiento particular que puede servir para fundamentar una regla general. Por otro lado, el antimodelo sirve para evitar una conducta o acción determinada. Solo pueden servir de modelo las personas o los grupos cuyo prestigio valore sus actos.

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