03 Jun
Pues yo, atenienses, cuando me parecíó bien casarme y traje mujer a la casa, en aquel tiempo me hallaba de tal manera que ni la molestaba ni estaba demasiado en ella a hacer lo que quisiera, y (yo) la vigilaba como era posible y le prestaba atención como era natural y cuando me nace el niño( yo) ya confiaba y entrevé todas mis cosas a ella pensando que esta uníón era la más grande. Así pues, en el primer tiempo, atenienses, era la mejor de todas, pues (era) hábil ama de casa buena ahorradora, administrando todas las cosas con rigor. Y cuando la madre se me murió, la cual, habiendo muerto, ha llegado a ser para mí la causa de todos los males… Pues, habiendo acompañado a esta en el entierro, mi mujer, habiendo sido vista por este hombre con el tiempo es seducida. Pues, acechando a la criada que iba al mercado y dándole recados, perdíó a esta. Así pues, en primer lugar, ciudadanos, pues también es preciso explicar estas cosas a vosotros, yo tengo una casita de dos plantas, teniendo iguales las de arriba a las de abajo en relación al gineceo y al androceo. Y cuando el niño nos nacíó, la madre lo criaba. Y para que no corriera peligro, cuando era necesario bañarlo, bajando por la escalera, yo vivía arriba, y las mujeres abajo. Y tan habitual era ya, que muchas veces la mujer iba abajo para dormir al niño, para que le diera el pecho y que no gritara. Y esas cosas durante mucho tiempo así sucedieron, y yo jamás sospeche, sino que (yo) me hallaba tan ingenuamente, de modo que creía que mi mujer era la más virtuosa de todas las de la ciudad.
Pero pasando el tiempo, ciudadanos, (yo) llegaba inesperadamente del campo, y después de la cena, el niño gritaba y se enrabietaba, molestado a adrede por la criada, para que hiciera esas. Pues el hombre estaba dentro.Pues yo supe todas las cosas después.Y yo ordenada que mi mujer se marchara y diera al niño el pecho, para que cesara de llorar. Y ella al principio, no quería, cómo contenta habiendo visto que llegaba por un tiempo: Y cuando yo me irritaba y ordenaba que ella se fuera, decía:
«Para que tú cortejes aquí a la muchacha y anteriormente, estando bebido, seducías a esta». Y yo me reía, y ella, levantándose y saliendo, cierra la puerta, simulando jugar, y hecha el cerrojo. Y yo, no pensando en nada de estas cosas ni sospechando, dormía contento, llegando del campo. Pues el hombre que os deshonra a ti y a tu mujer es casualmente enemigo para nosotros. Así pues, en el caso de que cojas a la criada la que va al mercado y la que os sirve a y al tortures, sabrás todas las cosas. Y decía: » Es eratóstenes de Oe el que hace esas cosas, el cual no sólo ha corrompido a tu mujer sino también a otras muchas. Pues tiene ese oficio. Habiendo dicho esas cosas, ciudadanos, aquella de marchó, y yo enseguida me alteraba y todas las cosas me venían a la mente, y estaba lleno de sospecha.
Y habiendo llegado a casa, ordenaba que la criada me acompañara al mercado, y habiendo conducido a esta a uno de los amigos, le decía que yo estaba informado de todas las cosas que han sucedido en la casa. Así pues le decía, te es posible elegir cual de estas dos cosas quieres, o bien, habiendo sido azotada, caer en el molino y no cesar nunca de estar sometida a tales males, o bien, habiendo dicho todas las cosas verdaderas, no sufrir ningún mal, sino obtener de mi parte el perdón de los errores cometidos. No mientas en nada, sino di todas las cosas verdaderas. Y aquella, al principio lo negaba, y ordenaba hacer lo que quisiera. Pues (decía) que no sabía nada pero cuando yo le mencióné a eratóstenes ante ella, y dije que ese era el que frecuentaba a la mujer, se aterrorizó, pensando que yo sabía todas las cosas con exactitud. Y entonces habiendo caído ya ante mi mis rodillas, y habiendo obtenido garantías de mi parte de que no sufriría ningún mal, en primer lugar confesaba como después del entierro se acercaba a ella, y luego ella, finalmente llegaba los mensajes y como aquella por el tiempo fueseducida y de qué manera facilitaba las entradas, y como en las tesmoforías , estando yo en el campo, iba al tiempo con la madre de aquel. Y relató con exactitud todas las demás cosas que sucedieron. Y cuando estaba bien para él, aquel yéndose se marchaba, y yo dormía.
Y eratóstenis, señores, entra, y la criada, despertándome al punto me anuncia que está dentro . Y yo habiendo dicho aquella que se preocupara de la puerta, habiendo bajado en silencio, salgo y voy, y a unos dentro los cogí, y a otros encontré que no estaban en la ciudad. Ya habiendo recogido a la mayoría de los que estaban presentes como era posible, me ponía en camino. Y habiendo cogido a antorchas de la taberna más cercana, entramos, estando abierta la puerta y habiendo sido preparada por la mujer, ya habiendo empujado la puerta de la habitación, los primeros que entramos todavía vimos que este y hacía junto a la mujer, pero los últimos, que estaba de pie desnudo en la cama. Y yo, señores, golpeando, derriboba este, y habiéndole llevado las manos hacia atrás y habiéndoselas atado, le preguntaba por qué me ultraja, entrando en mi casa. Y aquel reconocía ser culpable, y rogaba y suplicaba que no lo matara sino que aceptase dinero. Y yo le dije: «yo no te mataré sino la ley de la ciudad, a la cual tú, transgrediendo, tuviste menos que los placeres, y preferístes más cometer tal crimen contra mi mujer y contra mis hijos que obedecer a las leyes y ser honrado»
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