26 Jun
De igual modo, encontramos una repetición (figura de carácter sintáctico que consiste en la de repetición de palabras) que hace Bernarda y que el autor usa para tratar de evidenciar que la preocupación fundamental de la sociedad de su época era de tipo moral, incluso por encima del lazo familiar, ya que anteponía la honra a la propia familia (“Mi hija ha muerto virgen”).
Por último encontramos una comparación (figura de carácter semántico que consiste en la comparación de dos conceptos que guardan una relación de semejanza) en las palabras de Bernarda (“Vestirla como si fuera doncella”) dando a entender que aunque dentro de la casa todas sepan lo que pasó, nadie debe revelarlo ya que, pese a todo, se deben guardar las apariencias. En la palabra “vestirla”, hay también un ejemplo del uso del infinitivo con valor de imperativo, algo que ocurre en toda la obra.
No podemos olvidar que el tema del amor trágico presente en esta obra es una constante en las novelas de Lorca, así como en la propia vida del autor debido a su condición homosexual. El conflicto existente entre libertad y coacción impiden el total desarrollo del ser humano por lo que el autor refleja en sus obras estas frustraciones. Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte, amores marcados por la esterilidad como por ejemplo su obra “Yerma” (1934)
En La casa de Bernarda Alba el drama surge del choque de dos voluntades: la voluntad de las hijas de vivir libres, contra la voluntad dominadora de la madre, pendiente del miado a las murmuraciones. La falta de libertad de la mujer sigue siendo un tema de actualidad y es un hecho por el que tenemos que seguir luchando, tanto hombres como mujeres.
Como apuntamos más arriba, el drama surge del choque de dos voluntades: la voluntad sorda y rebelde de las hijas llevadas por el ansia de vivir libres, contra la voluntad dominadora de la madre, pendiente del miedo a las murmuraciones. Y este es un tema muy común en la vida cotidiana de aquella época. No obstante, también la falta de libertad de la mujer es un tema de actualidad, y en estos tiempos más que nunca, en que todos parecemos más solidarizados con la no violencia de género y el respeto por las libertades de todas las niñas que sufren aberraciones en países tanto desarrollados como tercermundistas, a causa de los deseos perversos de quienes se creen con derecho a abusar de su inocencia.
No nos resulta difícil entender la mojigatería que se vivía en la época en que se desarrolla la obra de Federico García Lorca. Era más o menos comprensible entonces que en los pueblos el qué dirán y el temor a las habladurías ocasionaran que muchas familias tradicionales y religiosas protegieran el honor de sus hijas y vivieran abocadas a la servidumbre de los varones de la casa. Quizá porque eran otros tiempos, porque no se tenían otras opciones y los malos tratos y las vejaciones se sufrían sin decir nada. En nuestros días, esto parece impensable, pero continúa sucediendo. Siguen falleciendo mujeres a manos de sus parejas, quienes, tal vez por pura maldad o bien enajenados mentalmente, un día deciden que no soportan que la persona con quien han decidido compartir su vida sean autónomas, independientes económicamente, e incluso valoradas y bien vistas por otros individuos de la sociedad. El maltrato físico los transforma entonces en seres endemoniados, poderosos, portadores de terror, asesinos potenciales. Expertos psicólogos y estudiosos de la violencia de género han demostrado que muchos de ellos se arrepienten siempre de maltratar, violar e incluso de matar; que, en la mayoría de las ocasiones, no soportan seguir viviendo tras asesinar a su pareja y acaban suicidándose. No obstante, también ha quedado demostrado que no es posible un cambio de conducta y por tanto no pueden modificar su personalidad ni dejar de ser tales maltratadores tras abandonar su periodo carcelario.
Es, por tanto, claramente demostrable que hoy en día tanto en las sociedades civilizadas como en las tercermundistas, las mujeres siguen padeciendo abusos, pese a las nuevas leyes y sanciones. Siguen, además, soportando diferencias sociales tan miserables como la dificultad para encontrar un trabajo en las mismas condiciones que un hombre o para cobrar el mismo salario que éste en los mismos puestos.
De todo ello, en definitiva, cabe deducir que aún queda mucho por aprender a las generaciones venideras para que la sociedad pueda generar una lógica igualdad que nos permita a todos vivir mejor. Falta aún mucho por hacer cuando escuchamos a los adolescentes hablar, como si de algo natural se tratase, de sentimientos, de celos y de posesión en sus incipientes relaciones, que probablemente, sin que ellos aún lo perciban podrían degenerar en violencia. Cabe esperar que poco a poco la educación integral a la que hoy todos tenemos acceso pueda ayudarnos a pensar con claridad y a discernir a tiempo qué está bien y qué no lo está.
COMENT IDEOLOGICO(IMPORTANCIA DE LAS APARIENCIAS EN LA SOCIEDAD ANTERIOR A LA G.CIVIL.PUEDE QUE ESE CONCEPTO SOBREVIVA EN LA ACTUALIDAD)
Tal y como hemos visto anteriormente, Lorca consigue, mediante la figura de Bernarda, reflejar la importancia de las apariencias y la honra en la sociedad de su tiempo. Sin embargo, ¿sigue teniendo esto importancia en la sociedad actual?. La respuesta a esto es muy simple y la explicaré a continuacion.
En primer lugar, la sociedad actual está muy condicionada por las apariencias,hasta el punto de tener miedo o verguenza a hacer o decir algo. Miedo a lo que puedan decir o pensar los demas. PONER DOS ARGUMENTOS MAS. Por ultimo, cada persona deberia ser y hacer lo que quiera sin tener que guardar las apariencias ante la sociedad. En defi, Lorca nos mostraba una sociedad en la que la honra y el «que diran´´ tenia una gran importancia. Importancia que ha llegado a nuestra sociedad
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