12 Sep
Tradicionalmente, hemos tendido hacia explicaciones de corte más idealista. Grandes ideas impulsarían al ser humano en un proceso que tendría como resultado la mejora en sus condiciones de vida. La religión , la ética o el mismo idealismo explicarían la historia como una progresión guiada por grandes ideas. Esa corriente profunda quedaría, en ocasiones, empañada por la lucha en pos de otras grandes ideas. Incluso hoy en día, depositamos nuestra fe en la ciencia como si fuera algo desinteresado que nos llevará a avanzar.Frente a ello, las posturas materialistas cuestionan este cierto optimismo. Como explica el enunciado la historia sería la historia de los conflictos entre clases. El concepto “clase” se refiere, en el fondo, a una posición económica. Para los marxistas la historia avanza por una lucha por los recursos. Sería el paso de unas formas de producción a otras en la búsqueda de la mejor forma de generar riqueza. Los sistemas en el intento de maximizarse quedan obsoletos y han de dar paso a otros.Yo comparto este último punto de vista. En realidad, esas grandes ideas esconden intereses económicos. Nada sucede en el mundo si los grandes poderes económicos no obtienen un beneficio de ello. Ojalá las motivaciones éticas tuvieran un peso, ojalá la colaboración entre todos fuera un elemento de progreso. Sin embargo, mucho me temo que siempre volvemos a lo mismo: una enorme disputa donde algunos intentamos perpetuar nuestra posición de privilegio mientras que el resto padece la desigualdad. Recreando esa diferencia de nuevas maneras esperando si algún día se dará esa síntesis perfecta en la que Marx tanto creía.
IINTUICIÓN Y DEDUCCIÓN:En la búsqueda de un fundamento para el conocimiento, Descartes considera indispensable dotarse de unas reglas que aporten el necesario rigor al pensamiento. Para ello establecerá cuatro reglas para evitar construir el conocimiento sobre ideas no seguras. La primera es la evidencia: solamente se pueden aceptar aquellas ideas que sean claras y distintas. Es decir, las ideas han de poder ser juzgadas con la intuición y que no quepa duda de su verdad. No obstante, esto no siempre es fácil. Las ideas pueden ser complejas, de ahí la necesidad de “desmigarlas”. Esto es, el momento del análisis. Ir de lo complejo hasta lo más simple para que podamos evaluar su evidencia. Una vez recopiladas esas ideas simples cabe unirlas, incluso obtener otras que se derivan lógicamente de ellas. Esa es la regla de la síntesis o deducción. Finalmente, dada la falibilidad de nuestra razón, hay que revisar todo el proceso. La regla de la enumeración nos obliga a repasar todo el proceso en busca de errores o saltos lógicos. CLASES DE IDEAS:Habiendo llegado a la primera certeza y después de haber despejado su “naturaleza” , Descartes necesita algo más para avanzar en el comentario. Para ello, analiza aquellas cosas que están en mi pensamiento: las ideas. Así, intenta categorizarlas en función de su origen. Primeramente, tenemos las ideas adventicias. Son ideas que nos hemos formado en nuestro contacto con el universo, provienen, por tanto, de nuestros sentidos. Ahora bien, esas no son las únicas, tenemos también y en segundo lugar, ideas de objetos que no hemos percibido e incluso que no existen como los seres mitológicos. Estas tienen su origen en la combinación de ideas adventicias. Nuestra imaginación juega con éstas para crear nuevas (ideas facticias). Por último, tenemos ideas que son independientes del mundo material y sensible. Por poner un ejemplo los conocimientos matemáticos serían esta clase de ideas. Son ideas que tenemos en nosotros y que no provienen de la experiencia. Son las ideas innatas. Serán precisamente éstas las que permitan al pensador avanzar en sus teorías. Apoyado en las ideas innatas podrá llegar a la segunda certeza (res infinita), puesto que al no ser un objeto del mundo (res extensa) no puede ser alcanzado con ideas provenientes del mismo (como sugiere el texto)El Empirismo es una corriente filosófica que tiene su origen y desarrollo fundamental en las islas británicas durante los siglos XVII y XVIII como contestación al Racionalismo continental. En la búsqueda de un fundamento del conocimiento, varios autores subrayarán el valor de la experiencia sensible. Es decir, el conocimiento es conocimiento del mundo y por eso son los sentidos los que nos permiten obtener información del mismo. La mente humana, antes de su contacto con el mundo, sería una tabula rasa, una pizarra en blanco en la que no hay nada escrito. Existe, por tanto, un rechazo frontal a una de las ideas maestras del Racionalismo: las ideas innatas. Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu (nada hay en el intelecto que antes no estuviera en los sentidos”. La experiencia es, en consecuencia, a la vez fuente de todo conocimiento y límite del mismo. El trabajo de la filosofía sería conocer esos límites, despejar falsas especulaciones y retirar del ámbito del conocimiento “objetos” como Dios o alma.Entre lo máximos exponentes mencionaré tres. Primero tomaremos a J. Locke quien intentó explicar el origen de ideas aparentemente “no-experienciables” como la de substancia o causa. Para ello divide las ideas en dos simples y complejas, siendo las segundas elaboraciones del intelecto a partir de las primeras. En esa misma línea, D. Hume intentó explicar cómo funciona la “mente humana”. Así diferenció entre impresiones -percepciones directas- e ideas -recuerdo más vago en la memoria de esas mismas sensaciones-. Destacar que supuso, probablemente el primer intento serio de “hacer psicología” y su valor como precedente. Por último, mencionar a G. Berkeley por lo peculiar de su aproximación. Cuestionará la diferencia que hacemos entre el mundo y la percepción del mundo. Aducirá que no hay manera de saber qué sea ese supuesto “mundo en sí”, quedando atrapados en los límites de lo percibido
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