10 Oct

La Difícil Construcción del Estado Liberal: El Periodo Isabelino (1833-1868)

Programa del Liberalismo

El liberalismo, término acuñado en España, recoge las ideas de progreso del pensamiento ilustrado, más allá del Despotismo Ilustrado. Frente al absolutismo, defiende la soberanía nacional, la separación de poderes y los derechos civiles, recogidos en una Constitución emanada de la soberanía nacional. Frente a la sociedad estamental, defiende la igualdad jurídica. Y frente al régimen señorial, los gremios y las trabas al comercio, defiende el liberalismo económico: propiedad privada, libertad de trabajo y empresa, libre mercado y libertad de comercio.

Antecedentes Liberales en España

Desde las Cortes de Cádiz, se observa que el liberalismo español estará escindido en dos tendencias: una moderada y otra progresista. En las Cortes de Cádiz, serán los constitucionalistas y los liberales; en el Trienio Liberal, los moderados y los exaltados. Unos son partidarios de la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey. Los otros creen en la Soberanía Nacional. Finalmente, se decantará como una ideología netamente burguesa, ya que ninguna de las dos abogará por la democracia.

Un Liberalismo Impuro

El liberalismo español mostrará un marcado predominio del estamento militar. Esto se debe a que la Guerra de la Independencia fue protagonizada por militares, muchos de ellos liberales, y el trono de Isabel II se defendió frente al carlismo mediante las armas.

El predominio militar implicó un temperamento autoritario, impropio del pensamiento liberal, que consiste en el típico «ordeno y mando», en una visión muy simple de la idea de orden. De ahí que se haya hablado de «liberalismo pretoriano» al referirse al liberalismo decimonónico español. Las figuras clave del periodo isabelino serán militares: Espartero, Narváez, O’Donnell.

Los gobiernos no solían perder las elecciones que convocaban, de manera que la alternancia se producía «a ritmo de sable», a base de pronunciamientos, dado el predominio de los militares en el sistema.

La Corona siempre mostró su preferencia por los moderados, dejando clara su injerencia en el juego de alternancias.

Los Partidos de una Alternancia Traumática

  • Partido Moderado: Partidario de una soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, un sufragio muy restringido, la designación de los alcaldes por el gobierno y limitación de las libertades civiles.
  • Partido Progresista: Partidario de la soberanía nacional, un sufragio más amplio, elecciones locales para los concejos municipales y un amplio reconocimiento de las libertades civiles.
  • A la izquierda de los progresistas nacerá el Partido Demócrata (1849), que abogaba por el sufragio universal masculino. A mediados de siglo también nació la Unión Liberal, creada por O’Donnell, a media distancia entre los progresistas y los moderados.

España se Moderniza

Pese a las dificultades, España se moderniza: económicamente aplica los presupuestos del liberalismo económico; jurídicamente se crea una comisión nacional de codificación para la elaboración de los códigos penal, civil y mercantil o de comercio (al estilo de Francia); administrativamente, España se divide en 49 provincias a partir de 1833.

El Carlismo se Opone al Proceso

Los intransigentes, que ya se habían manifestado con anterioridad, ahora se llaman carlistas, siendo su aglutinante Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y autoproclamado rey como Carlos V.

La ideología carlista es reaccionaria: se muestran contrarios a los cambios liberales, son apostólicos de la Iglesia y religión católicas y partidarios del foralismo. Mostraron comprensión hacia el campesinado, que vio cómo la reforma agraria y la eliminación de los señoríos los convertía en muchos casos en arrendatarios y jornaleros o bien tenían que pagar cuantiosas redenciones monetarias por acceder a la propiedad de los mansos señoriales.

Su localización geográfica era bastante dispersa, con mayor densidad en Navarra y País Vasco. También había carlismo en los antiguos reinos de la Corona de Aragón, en Andalucía, Castilla la Vieja, Galicia, etc. No llegaron a dominar ninguna ciudad importante.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840), que contaba con un ejército regular y uniformado y con partidas guerrilleras, abundó en pequeñas escaramuzas y combates a pequeña escala, destacando el sitio de Bilbao y la Expedición Real (1837), abortada por las tropas de Espartero a las puertas de Madrid. El 5 de marzo de 1838, los zaragozanos expulsaron de Zaragoza a una partida carlista.

El abrazo y convenio de Vergara entre Espartero y Maroto (1839) puso fin a la Primera Guerra Carlista, si bien el caudillo carlista Cabrera siguió ofreciendo resistencia hasta el año siguiente.

Las Etapas del Periodo

Regencia de María Cristina

Comienza con el Estatuto Real (1834-1835), un régimen de Carta Otorgada.

En el periodo de 1835-1837 se consolida el liberalismo progresista. La figura descollante es Mendizábal, que llevó a cabo la reforma agraria y la desamortización del clero regular: expropiación de sus bienes raíces y venta de éstos en grandes lotes y en pública subasta, para reducir la deuda del Estado, financiar la guerra carlista y ganar familias de propietarios agradecidas al régimen de Isabel II.

La Constitución de 1837 se pretendió que fuera de consenso, ya que el rey tenía importantes atribuciones sobre el poder legislativo.

El periodo 1837-1840 marca el predominio moderado, coincidiendo con el final de la guerra carlista, cuyo líder isabelino, Espartero, era, por el contrario, progresista.

Regencia de Espartero

Una revolución callejera a favor de elecciones municipales aupó a Espartero a la Regencia, mientras María Cristina marchaba al exilio. Regirá la Constitución de 1837.

La regencia de Espartero se caracterizó por el personalismo y por las decisiones excesivas.

La incruenta batalla de Torrejón (julio de 1843), frente a las fuerzas de Narváez, le obligó a tomar el camino del exilio a Inglaterra.

Reinado de Isabel II

La Década Moderada (1844-1854) significa, tras un breve gobierno de Olózaga (progresista), el predominio de los moderados, con Narváez a la cabeza, seguido de González Bravo y Bravo Murillo.

Se crea la Comisión Nacional de Codificación y la Guardia Civil (1844).

Estalla la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) con motivo del matrimonio de la reina con su primo, Francisco de Asís y Borbón, si bien sólo tuvo presencia armada en Cataluña.

La Ley Moyano (1857) regula la enseñanza, dejando en manos de los municipios la financiación y ordenación de la instrucción primaria.

El Concordato con la Santa Sede (1851), con Bravo Murillo en el gobierno, privilegió la enseñanza de la religión católica.

La reforma fiscal de Alejandro Mon (1845) estableció por primera vez un sistema tributario homogéneo para toda España, con impuestos directos e indirectos.

La vida privada de la reina será motivo de críticas transversales y llegará a formarse una trama iberista, partidaria de unir en una misma corona a España y Portugal bajo los Braganza.

El monopolio final de la presidencia del consejo de ministros por el Conde de Montemolín precipitó la sublevación.

El Bienio Progresista (1854-1856), tras la Vicalvarada, fue breve pero pródigo en acontecimientos.

Se lleva a cabo la desamortización del clero secular y de bienes raíces municipales por Pascual Madoz (1855), para reducir la deuda pública y financiar la construcción del ferrocarril.

Se aprueba la Ley de Ferrocarriles (1855), en la que el Estado financia la fase de construcción vía subvención a empresas, privilegiando el trazado radial.

La Constitución progresista de 1856 no llegó a ver la luz («non nata»).

Una protesta contra «los consumos» (impuestos) sirvió de excusa a O’Donnell para disolver las Cortes «manu militari».

El predominio de la Unión Liberal (1856-1863): O’Donnell domina el periodo y, de modo continuado, entre 1858 y 1863.

El periodo es pródigo en aventuras militares exteriores que dan lustre internacional a España.

Problemas del periodo:

  • La cuestión romana.
  • Crisis económica en 1866-1867 (industrial, financiera y agraria). Revueltas sociales contra los consumos.
  • Muerte de varios de los principales líderes políticos.
  • Vida privada de la reina considerada poco ejemplar.

La Revolución Gloriosa de Septiembre de 1868

El almirante Topete subleva el puerto de Cádiz al grito de «¡Viva España con honra!». El general Serrano derrota a las tropas isabelinas en la batalla de Alcolea (septiembre de 1868). La reina marcha al exilio.

Los generales Prim y Serrano preparan el nuevo periodo, que pasará a la historia como «Sexenio Revolucionario» o «Sexenio Democrático». Desde 1868 comienza a despuntar en España el republicanismo, que subirá a la palestra pública en 1873.

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