09 Dic
Aspectos generales.
Las embajadas, y en menor medida, los consulados, son una proyección formal del poder del Estado en otros territorios, producíéndose relaciones internacionales. Estas relaciones internacionales generan interdependencia entre sus protagonistas, y son de todo tipo: culturales, comerciales, diplomáticas… las relaciones internacionales de los órganos estatales son las diplomáticas, que provienen la tradición del derecho internacional público.
Personal diplomático
Los embajadores representan a un Estado en otro. El cargo solía tener cierta importancia puesto que anteriormente, no se tenía las herramientas tecnológicas y de comunicación que tenemos actualmente. Los embajadores modernos nacieron en Italia donde las ricas ciudades, como Venecia, enviaban representantes.
Agredir al embajador era considerado un “casus belli”. Durante el imperialismo, la persona más poderosa era el embajador de la potencia dominante.
La gran mayoría de embajadores trabaja con un perfil bajo, puesto que no deben destacar. Además, su lenguaje goza de una exquisita cortesía y forma sutil de emitir los mensajes. El desarrollo de las tecnologías y la gran rapidez con la que actualmente se pueden conocer la información de otros países, ponen a los embajadores en una situación frágil.
Perfil de la diplomacia: generalmente ha sido considerado un oficio noble y una de las ocupaciones a la cual la nobleza podría dedicarse, hasta que el desarrollo de las tecnologías comunicativas lo hizo imposible.
Las relaciones diplomáticas
Las relaciones diplomáticas se pueden llevar a cabo de forma bilateral o multilateral. También se pueden ejercer de forma puntual, ad hoc, o a través de misiones permanentes que son embajadas o consulados.
Países más poderosos: relaciones bilaterales para utilizar su peso político.
Países pequeños y medios: relaciones multilaterales a partir de, por ejemplo, Conferencias, para cooperar entre ellos. Dentro de las multilaterales se pueden llegar a acuerdos bilaterales.
La tendencia actual es hacia la multilateralidad, que ahorra esfuerzos, sin embargo, es muy lenta y necesitas depender de la actitud de las grandes potencias que siempre pueden acabar yendo en vías bilaterales.
La diplomacia permanente, ya sea a través de embajadas o de Organizaciones Internacionales, es adecuada para asuntos menores.
La ad hoc, suele ejercerse para negociar cláusulas más sensibles a un tratado, también se puede recurrir a los enviados especiales con poder para negociar.
La diplomacia multilateral se manifiesta a través de conferencias que en muchas ocasiones tienen como objetivo llegar y negociar un tratado. A estas conferencias suelen asistir representantes importantes de cada gobierno, pero las negociaciones previas sobre temas menores ya suelen estar acordadas. Este modelo ad hoc, ha tenido mucho éxito en las últimas décadas.
¿Problema? Que no todos los estados tienen la misma voluntad de alcanzar un acuerdo y asisten porque el coste de no hacerlo sería más alto. Muchas veces desembocan en declaraciones no vinculantes o acuerdos que no resuelven el problema.
En todas la lengua de comunicación es un factor fundamental. Las dos clásicas son el inglés y el francés, pero aquellas delegaciones de países con cierto peso prefieren usar su propia lengua. También cave destacar la lengua de los acuerdos, los cuales una vez alcanzados tienen que ser traducidos para que no haya contradicciones.
El régimen especial de las relaciones diplomáticas
La costumbre internacional habla poco sobre quién debe conducir las relaciones diplomáticas, se entiende que le corresponde a cada estado decidir sobre este asunto. Normalmente corresponden al jefe de Estado, al presidente de gobierno o al ministro de asuntos exteriores.
Los altos cargos suelen ejecutar misiones diplomáticas eventuales mientras que de forma habitual se produce a través de embajadas o consulados. Su tarea principal es formular las líneas principales de la política exterior y tomar grandes decisiones.
Inmunidades e inviolabilidades
El derecho internacional ha generado un sistema propio el cual los representantes gozan de inmunidad, inviolabilidad y privilegios. Para evitar así guerras y facilitar relaciones pacíficas. Los representantes del Estado no pueden ser detenidos, acosados, registrados y no pagan los impuestos en el país donde ejercen su trabajo. Todo esto desde una relación de reciprocidad. En el mundo premoderno, si había un ataque al embajador era casus belli; y crisis del primer nivel en el sistema actual.
Estas inmunidades e inviolabilidades formaban parte del derecho consuetudinario internacional que lo cristalizó en diversos tratados como la Convencíón sobre relaciones diplomáticas, 1961 y Convencíón sobre misiones especiales (1969).
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