17 May

La crisis de la República

Una vez constituidas las Cortes, la mayoría parlamentaria destituyó al Presidente Alcalá Zamora mediante una argucia jurídica. Poco después, Manuel Azaña fue elegido nuevo Presidente. Azaña intentó reeditar un Gobierno de coalición de republicanos y socialistas presidido por Indalecio Prieto, pero ante la falta de acuerdo encargó a Santiago Casares Quiroga la formación de un precario Gobierno de republicanos de izquierda. La cohesión del Frente Popular se debilitaba mientras triunfaba la posición revolucionaria de los anarquistas y del sector más radical de la UGT, dirigido por Largo Caballero. La derecha, liderada por Calvo Sotelo, mantenía su discurso de subversión e insurrección con la ayuda de la prensa católica y grupos de la extrema derecha como Falange. La mayor representación en las Cortes fue del PSOE y la CEDA, tampoco contribuyeron a la estabilidad. En el seno del socialismo, al igual que en la UGT, triunfaban las ideas revolucionarias de Largo Caballero, mientras que la CEDA entraba en una crisis tras la derrota electoral. Habían muchos enfrentamientos callejeros entre militares de izquierda y de la derecha. En particular, el impulsado por milicias armadas falangistas. El Gobierno detuvo a José Antonio Primo de Rivera y cerró en marzo las sedes de Falange. Aumenta el desorden y los crímenes políticos. Calvo Sotelo fue asesinado. En represalia por el asesinato del teniente Castillo. Este hecho aumentó la tensión política en vísperas del golpe de Estado que llevaba tiempo preparándose. Aumentó mucho la crisis económica.

El golpe de Estado militar

La conspiración militar partió de algunos militares, como Sanjurjo, dijo Varela Franco. Con la excusa de establecer el orden social tras la victoria del Frente Popular. Tuvo el apoyo de las oligarquías monárquicas y de los católicos de la CEDA. El Gobierno intentó deshacer la trama golpista cambiando y trasladando a altos mandos sospechosos de participar en la conspiración. Pero esta medida resultó ineficaz. Planificaron un alzamiento militar para restablecer el orden y nombrar un jefe Supremo del golpe al General Sanjurjo y Director Técnico al General Mola. El golpe debía ser con extrema violencia. Primero se declararía el estado de guerra. Y se eliminaría a los principales dirigentes políticos y sindicales de izquierdas. Cuando se tomase la capital, una Junta de generales sustituiría al Gobierno. El 17 de julio comenzó la sublevación en las guarniciones del protectorado de Marruecos y el 18 se sumaron otras en la península. El fracaso del golpe en casi todas las ciudades grandes desencadenó una guerra civil que duró 3 años.

Los anarquistas y el problema del orden público

El sector anarcosindicalista, liderado por Ángel Pestaña y Juan Peiró, era partidario de la negociación con el Gobierno republicano. Del arbitraje abierto por los jurados mixtos, descartando la revolución inmediata. La mayoría de la CNT, sobre todo su sector más radical. La Federación Anarquista Ibérica pretendía establecer el anarquismo libertario mediante la acción directa, la huelga general y la insurrección armada. Desde finales de 1931, los anarquistas protagonizaron una intensa agitación social con huelgas y graves alteraciones del orden público. El Gobierno aprobó la Ley de defensa de la República que permitía suspender las garantías constitucionales. La utilizó con dureza para reprimir los sangrientos enfrentamientos que tuvieron lugar en Castilblanco y en Arnedo entre campesinos y la Guardia Civil. El periodo más intenso de huelgas generales insurrecciones. Ocupaciones de tierras y tentativas revolucionarias anarquistas fue en el año 1932. La CNT protagonizó el primer conato de revolución en la Cuenca minera del Alto Llobregat. Los sucesos más trágicos tuvieron lugar en el pueblo de Casas Viejas donde los campesinos proclamaron el comunismo libertario y atacaron el cuartel de la Guardia Civil. La oposición de derechas e izquierdas exigió una investigación y tanto la prensa como la opinión pública. Responsabilizaron de los hechos a Azaña.

Reorganización y reacción de la derecha

La oposición de la derecha conservadora al nuevo régimen y a las reformas del Bienio Republicano Socialista adoptó dos formas diferentes: – Los sectores de la derecha monárquica trataron de derribar la República por medio de la conspiración. Los monárquicos alfonsinos y algunos fascistas crearon el Partido Nuevo en 1933, Renovación Española. Mientras que los carlistas se reorganizaron en torno a la Comunión Tradicionalista. Estos grupos monárquicos trataron de atraerse a los militares descontentos y alteraron una conspiración militar. En 1932, el General Sanjurjo intentó un golpe de Estado, pero fracasó. – Otro sector de la derecha católica, hostil a la República, optó por la vía pacífica para cambiar el régimen. En febrero de 1933, bajo el liderazgo de José María Gil Robles, se fundó la Confederación Española de Derechas Autónomas, un nuevo partido político que aglutinó a distintas derechas regionales. Con el apoyo de gran parte de la jerarquía católica española y del Vaticano, movilizó a las masas católicas del país en defensa de la religión, la familia, el orden y la propiedad.

La crisis de la coalición Republicano-Socialista

A mediados de 1933, mientras el Gobierno de España sufría el acoso de las organizaciones de empresarios y patronos que criticaban las reformas laborales de Largo Caballero y la reforma agraria. La CGT proseguirá sus huelgas y sus movilizaciones. A la crisis de la coalición de republicanos de izquierda y socialistas contribuyó la postura de acoso y derribo del partido radical liderado por Lerroux, el cual veía en la caída de Azaña la posibilidad de alcanzar la Presidencia. Otro gran problema fue el debate dentro del Partido Socialista sobre la continuidad o no de su colaboración con los republicanos en el Gobierno. Largo Caballero era partidario de poner fin a esa colaboración. El avance sustancial de los radicales y de la CEDA en las elecciones municipales de abril y en las de las vocales regionales del Tribunal de Garantías Constitucionales llevó a Alcalá Zamora a forzar la dimisión de Azaña. En septiembre encargó a Lerroux formar parte del Gobierno. Pero no recibió el respaldo de los republicanos de izquierda ni de los socialistas. Alcalá Zamora disolvió las Cortes Constituyentes y convocó elecciones para noviembre de 1933.

La creciente oposición y final de la dictadura

En 1926, la dictadura empezó a perder apoyo y aumentar la crítica al malestar del Ejército y la oposición republicana contra el rey y la restauración. Un grupo de militares descontentos hicieron el pronunciamiento de la Sanjuanada. La oposición republicana se organizaba en torno a la alianza Republicana, integrada por Acción Republicana y liderada por Manuel Azaña. Y la derecha liberal republicana era católica y conservadora. También se opusieron a la dictadura intelectuales, escritores y periodistas a pesar de la censura. Las fuerzas republicanas, nacionalistas y regionalistas cobraron gran vitalidad. La CNT se radicalizó y el PSOE se opuso a la dictadura. Primo de Rivera dimitió en 1930 y provocó una grave crisis política.

La caída de la monarquía

Alfonso XIII encargó la formación del Gobierno al General Dámaso Berenguer con el objetivo de recobrar la normalidad constitucional y regresar a la senda del turnismo de corte liberal. Pero una parte de la sociedad española parecía dispuesta a cambiar el sistema político. El Pacto de San Sebastián que acordaron los políticos republicanos y nacionalistas gallegos catalanes, al que se unieron más tarde los socialistas con el fin de proclamar la República. Este ambiente contrario al Gobierno y a la monarquía se extendió. El Gobierno declaró el estado de guerra, pero no pudo evitar que un grupo de intelectuales publicara un manifiesto a favor de la República. La guarnición militar de Jaca se sublevó. Al fracasar la sublevación, sus responsables fueron detenidos, juzgados y fusilados. En 1931, Berenguer presentó su dimisión y le sustituyó el Almirante Aznar, que anunció la convocatoria de unas elecciones municipales para el 12 de abril y otras generales con carácter constituyente. Republicanos y socialistas decidieron concurrir coaligados a las elecciones municipales y plantearlas como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El triunfo de esta coalición se interpretó como un rechazo a la monarquía y dio paso a la proclamación de la República el 14 de abril.

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