10 Sep
El sistema turnista y corrupto de la Restauración Borbónica comenzó a entrar en crisis a finales del siglo XIX, debido a la irrupción progresiva de varios problemas o momentos críticos.
El Desastre del 98 y sus consecuencias
El primero de ellos fue el golpe que supuso para la moral de los españoles el llamado Desastre de 1898, la pérdida de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Este fue el punto final al histórico imperio español de ultramar, pero sobre todo fue un «shock» moral y el inicio de una profunda crisis social y política, cayendo todo el país en un sentimiento de frustración y de pesimismo, algo que se aprecia muy bien en la obra de los escritores de la llamada Generación del 98.
Debilidad política y auge del militarismo
A la crisis del 98, se sumó el fraccionamiento o división interna de los partidos dinásticos, Conservador y Liberal, provocado sobre todo por la muerte de sus líderes: Cánovas y Sagasta. Ninguno de sus sucesores lograron liderar claramente sus partidos, ni reformar el sistema, pero seguirán turnándose en el poder hasta 1917. Además, había una creciente contestación política al sistema, especialmente por parte de los obreros, las clases medias urbanas, los nacionalistas periféricos, especialmente catalanes, y los carlistas.
El malestar de los militares por las críticas al ejército tras el desastre del 98 provocó el asalto a varios periódicos catalanistas (¡Cu-Cut!) críticos con el ejército en la Barcelona de 1905. En la polémica subsiguiente los militares consiguieron el perdón de los asaltantes y la aprobación de la Ley de Jurisdicciones (1906) que establecía que los delitos que se considerase que atentaban contra la patria y el ejército serían juzgados por los tribunales militares. De esta manera, ante la debilidad de los gobiernos, el poder militar comenzó a imponerse al poder civil y afloró una nueva mentalidad militar muy corporativista y que consideraba al ejército el defensor de la unidad nacional.
La Crisis de 1909 y la Semana Trágica
En 1909, se produjo la primera crisis grave que sufrió el sistema de la Restauración tras la Guerra de Cuba. Esta crisis estuvo muy vinculada a la denominada Guerra de Marruecos. En la Conferencia de Algeciras de 1906 a España se le había atribuido el control del norte de Marruecos. Los acuerdos, buscados para compensar la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en el desastre de 1898, permitían aprovechar la zona para el ferrocarril y la explotación minera. Para hacer efectivo el dominio español se enviaron tropas desde Ceuta y Melilla. En el año 1909, la derrota del Barranco del Lobo y el ataque directo al prestigio nacional y a los intereses económicos que esto supuso, llevó al gobierno presidido por Maura a la movilización de los reservistas.
Esta movilización provocó un fuerte malestar social que hizo de esta guerra un conflicto impopular y desembocó en la denominada Semana Trágica de Barcelona. El embarque de los reservistas destinados a combatir en la Guerra de Marruecos en el puerto de Barcelona provocó una explosión del descontento popular y el amotinamiento de la población. Entre los amotinados había anarquistas, republicanos y catalanistas que tomaron las calles de la ciudad durante una semana. Apareció el anticlericalismo pues se produjeron ataques contra la Iglesia quemando conventos y destrozando sus bienes, ya que consideraban que la Iglesia beneficiaba a los intereses de las clases dominantes. El gobierno de Maura respondió con una fuerte represión (fusilamiento de Ferrer i Guardia) lo que provocó importantes protestas y la caída del gobierno, forzada por Alfonso XIII y apoyada por los liberales. Comenzó así la ruptura de la turnicidad de partidos.
La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias
En 1914, durante el gobierno del conservador Dato, comenzaba la Primera Guerra Mundial. En esta guerra España no participó directamente pero sí indirectamente suministrando todo tipo de productos para los países que participaban. Esto provocó una subida de precios en el país, pero los sueldos no aumentaron con la misma rapidez que los precios, lo que desencadenó un gran malestar social.
Crisis militar, política y social (1916-1917)
La crisis militar comienza en el otoño de 1916, en Barcelona, cuando oficiales de medio y bajo grado decidieron crear Juntas de Defensa militares, para asociarse y reclamar la subida de sus salarios o que los ascensos se dieran por antigüedad. Al principio el gobierno intentó ilegalizarlas, pero una vez más el poder civil cedió ante el militar, logrando estos que se atendieran sus peticiones (salarios y ascensos), que se controlaran las críticas en la prensa o incluso poder nombrar a los ministros de Guerra. Pero el ejército siguió arrastrando otros viejos problemas como el mal equipamiento, y surgieron dos bandos en el ejército: los peninsulares (que pedían los ascensos por antigüedad) y los africanistas (que pedían los ascensos por méritos de guerra), entre los que estaba ya Franco.
La crisis política surgió precisamente de la débil actuación del Gobierno en la crisis militar. Fue en este clima en el que Francesc Cambó, líder del partido catalanista Lliga Regionalista, aprovechó para presionar también al Gobierno, pidiendo la autonomía para Cataluña. Ante la negativa del Gobierno, Cambó convocó a una reunión a los parlamentarios catalanes en Barcelona, exigiendo al Gobierno la inmediata reunión de las Cortes para debatir la autonomía; como el Gobierno hizo caso omiso, convocó una Asamblea de Parlamentarios extraordinaria, en Barcelona, el 19 de julio, a la que estaban llamados a reunirse todos los parlamentarios del país; pero debido a la reacción del Gobierno, que la acusó de ilegal y separatista, y a los propios desacuerdos entre ellos (temerosos algunos de una revolución social) acabó en nada, con los catalanistas de la Lliga Regionalista optando por buscar un acuerdo con el Gobierno.
La crisis social comenzó debido a la subida de los precios de los alimentos por la Primera Guerra Mundial, lo que aumentó el malestar, derivando en múltiples protestas y huelgas: en diciembre de 1916, los sindicatos UGT y CNT convocaron una huelga general de 24 horas; y en agosto de 1917, fueron UGT y el PSOE los que convocaron una huelga general revolucionaria con dos objetivos: derrocar al Gobierno y convocar elecciones a Cortes Constituyentes para tratar en esas nuevas Cortes los problemas fundamentales y crear una nueva Constitución. Esta huelga del 13 de agosto de 1917 movilizó mucho a los obreros de las zonas industriales, pero el Gobierno, ayudado por el ejército y los empresarios, respondió con una represión feroz: con cadena perpetua para los convocantes de la huelga (líderes del PSOE y UGT), imposición de la ley marcial en todo el país (el ejército tomó el control de las calles) y disolviendo violentamente las manifestaciones (con armas, muertes, detenciones masivas).
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