26 Jun

DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)

Causas del Golpe de Estado

Al comenzar la década de 1920, España se veía afectada por una serie de graves problemas que fueron el pretexto utilizado por Primo de Rivera y los militares para proclamar una dictadura en 1923. Indudablemente, la situación era complicada. El sistema canovista estaba desprestigiado por la incapacidad de los sucesivos gobiernos, la división de los partidos de turno y la corrupción política. El movimiento obrero había radicalizado sus reivindicaciones, ante la recesión económica, con la consiguiente escalada de huelgas y la aparición de la violencia en las calles.

A estas circunstancias se añadían las consecuencias del desastre de Annual, que había desprestigiado al Ejército: en el Expediente Picasso se exigían responsabilidades a los militares por la derrota, exigencia que salpicaba al mismo Alfonso XIII. El ejército se quejaba también de la falta de medios para vengar la humillación de Marruecos. Otros factores fueron el auge del nacionalismo, que era visto con recelo por los conservadores y por los militares, y la mejora de los resultados electorales de los socialistas, pese a que sufrieron en 1921 la escisión del Partido Comunista, y de los republicanos, lo que alarmaba a la oligarquía.

El Golpe de 1923

El 13 de septiembre de 1923, el malestar del Ejército se concretó en un golpe de estado, encabezado por Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña. Primo de Rivera justificó su actuación como un intento regeneracionista: en su manifiesto hablaba de establecer una dictadura temporal para resolver los graves problemas pendientes que tenía España. Inmediatamente recibió el apoyo del Monarca, del resto del ejército, de la Iglesia y de la burguesía. Tras algunas vacilaciones, Alfonso XIII le encargó formar gobierno; al aceptar el golpe de estado, la Monarquía ligaba su destino al de la Dictadura.

La primera decisión política fue la puesta en marcha de medidas autoritarias. Entre otras, suprimió las garantías constitucionales, disolvió las Cortes, prohibió la actividad de todos los partidos políticos y estableció una rígida censura de prensa.

El Directorio Militar (1923-1925)

Al primer gobierno de la Dictadura de Primo de Rivera, que estuvo formado exclusivamente por generales, se le suele denominar el Directorio Militar; entre sus principales actuaciones merecen citarse:

  • La reorganización de los ayuntamientos y de las diputaciones provinciales. Se elaboró el Estatuto Municipal, en 1924, por el cual los concejales serían elegidos por sorteo entre los mayores contribuyentes, mientras los alcaldes eran nombrados por el Gobierno. Al frente de los gobiernos civiles se colocaron mandos militares.
  • Política centralista, pese a que el golpe contó con el apoyo de la burguesía catalana. Prohibió la bandera catalana y restringió el uso la lengua vernácula al ámbito privado.
  • Se adoptaron medidas de orden público como la prohibición de las manifestaciones y de las huelgas, lo que redujo rápidamente el número de atentados y de conflictos laborales.
  • Crearon la Unión Patriótica, una especie de partido único, sin ideología definida, cuya única misión era apoyar al régimen. Tenía como lema «Dios, Patria y Religión».

Pero el gran éxito de los primeros años de la Dictadura fue acabar con la guerra de Marruecos. El dictador era partidario de abandonar el Protectorado por los enormes gastos que acarreaba y por la oposición popular a la presencia en Marruecos, y de hecho se preparó la retirada pese a las protestas de los militares africanistas. Pero en 1925, ante un ataque de Abd-el-Krim en la zona de soberanía francesa, se decidió la acción conjunta franco-española; el desembarco de Alhucemas constituyó un éxito completo y Abd-el-Krim se rindió a los franceses. Una vez controlado el Protectorado, Primo de Rivera decidió reforzar el ejército de África y quitar emotividad popular al problema marroquí, para lo que se sustituyeron las tropas de reclutas españoles por regulares indígenas.

El Directorio Civil (1925-1930)

Una vez consolidado el régimen, se sustituyó el Directorio militar por el llamado Directorio Civil, mixto de civiles y militares, para institucionalizar la dictadura. Con este propósito creó en 1927 una Asamblea Nacional Consultiva, un sucedáneo de parlamento, compuesto por miembros de la Unión Patriótica, elegidos por sufragio indirecto, y por funcionarios de la administración nombrados desde el poder. La Asamblea comenzó a elaborar una especie de “constitución”, que no llegó entrar en vigor.

El nuevo directorio puso en marcha una política económica intervencionista, que imitaba a la que Mussolini llevaba a cabo en la Italia fascista recién creada. Consistió en medidas proteccionistas como el aumento de los aranceles a las importaciones, en la realización de un ambicioso plan de obras públicas (electrificación de los ferrocarriles, regadíos en el Ebro), y en la creación de monopolios estatales, entre ellos la Compañía Telefónica Nacional de España y la CAMPSA. Fueron necesarias grandes inversiones que dispararon la inflación y la deuda pública.

La política social también imitaba el modelo italiano. Se creó el Consejo Nacional del Trabajo para resolver los conflictos sociales y se legisló sobre contratos, accidentes laborales, subsidios, etc. Tal vez el elemento más original fueron los comités paritarios para mediar en los conflictos entre la patronal y los trabajadores. Primo de Rivera intentó atraer a su política a los líderes sindicales moderados como Largo Caballero (UGT), que durante unos meses aceptó formar parte del Consejo de Estado. Por el contrario, la CNT estuvo prohibida y los comunistas fueron perseguidos.

Oposición al Régimen

Pese a que la Dictadura como solución provisional fue aceptada por gran parte de los españoles, cuando quedó patente su intención de perpetuarse, atrajo de inmediato numerosos frentes de oposición. En ella coincidieron la mayoría de los políticos conservadores y liberales que exigían la vuelta a la Constitución de 1876 y unas elecciones, los republicanos que fundaron en 1926 Alianza Republicana e iniciaron una activa campaña en el exterior contra el régimen, los nacionalistas catalanes descontentos por las medidas centralistas, y muchos intelectuales como Ortega y Gasset, Unamuno, Marañón y Blasco Ibáñez. También participaron en la oposición los estudiantes y el movimiento obrero. Los primeros fundaron la Federación Universitaria Española, protagonista de frecuentes manifestaciones, seguidas de detenciones de líderes estudiantiles y hasta del cierre de la universidad de Madrid. En el movimiento obrero estuvieron contra la Dictadura sobre todo los comunistas y los anarquistas; de hecho, el anarquismo radical creó (1927) la FAI, Federación Anarquista Ibérica. Hasta el Ejército estaba molesto por las frecuentes arbitrariedades que se producían en los ascensos.

EL HUNDIMIENTO DE LA MONARQUÍA (1930-1931)

Miguel Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y se exilió a París; el Rey nombró jefe del gobierno al general Berenguer, con el que comenzaba la Dictablanda. Se pretendía la vuelta al sistema constitucional como si nada hubiera ocurrido, pero Berenguer no contaba con el apoyo de los políticos conservadores ni liberales y fue incapaz de hacer frente a la grave situación económica.

En agosto de 1930, la oposición antimonárquica firmó el Pacto de San Sebastián, que fue apoyado por republicanos, nacionalistas y, más tarde, por el PSOE: creaban un comité revolucionario presidido por Alcalá Zamora para preparar la proclamación de la república. La CNT respaldó la conspiración, pero no se unió al pacto. Semanas más tarde se difundió un manifiesto que llamaba a la población a derribar la monarquía.

En diciembre de 1930 fracasó el primer intento de proclamar la República, el pronunciamiento en Jaca de los capitanes Galán y García Hernández, a los que se detuvo y condenó a muerte. También fueron encarcelados los miembros del comité revolucionario, acusados de preparar el golpe militar. Un grupo de intelectuales, entre ellos Ortega, que ya había proclamando su adhesión a la causa republicana (“El error Berenguer”), Marañón, Pérez de Ayala y otros, tomaron partido y crearon la asociación “al servicio de la República”.

En febrero de 1931, el almirante Aznar sustituyó a Berenguer como Jefe de Gobierno y convocó elecciones municipales. Se celebraron el 12 de abril con victoria, en casi todas las ciudades, de las candidaturas republicanas; el 14 de abril fue proclamada pacíficamente la Segunda República Española.

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