17 Sep

La Guerra: Impacto en la Economía Nacional

La revolución, además de la caída del régimen español-virreinal, trajo consigo una guerra inevitable contra los realistas. Esta guerra produjo la destrucción de riquezas y altos costos de recursos debido a los gastos de mantenimiento de las tropas y el armamento del ejército con elementos producidos en el país o importados.

Aquellos que pensaron que el primer gobierno patrio traería prosperidad, se enfrentaron con una crisis económica que se sintió tanto en las ciudades como en las zonas rurales.

Escaseaba la riqueza monetaria, la circulación de mercaderías se resintió y afectó a los comerciantes. En las zonas rurales, el impacto se sintió porque la guerra era una desenfrenada consumidora de ganado.

Los recursos para financiar la guerra salieron de los impuestos y de las contribuciones extraordinarias (dinero, ganado, caballería y alimentos) que debían aportar quienes estaban en condiciones de pagarlas.

La Clausura del Eje Exportador Potosí-Buenos Aires

Del total de las exportaciones que salían del puerto de Buenos Aires, el 80% correspondía a la riqueza minera proveniente del Alto Perú, el restante era cubierto por los productos derivados de la ganadería del Litoral.

Al iniciarse la guerra, el Alto Perú se desconectó del circuito económico del Plata, cerrándose la conexión exportadora con el puerto de Buenos Aires. Esto produjo un colapso económico.

Consecuencias:

  • Impidió continuar con la extracción de metálico del Alto Perú.
  • Falta de moneda.
  • Aislamiento de ciudades de los centros de exportación.
  • Empobrecimiento del comercio.
  • Desequilibrio en el comercio.

El antiguo Virreinato se vio afectado por la «Banda Oriental» guiada por el caudillo Artigas, que no apoyaba al gobierno de Buenos Aires.

Los gobiernos a partir del 25 de mayo de 1810 debieron asumir que la revolución no trajo la prosperidad esperada. La producción agrícola y ganadera disminuyó y los impuestos se volvieron cada vez más exigentes.

La excepción: la de los comerciantes ingleses, que formaban un bloque cada vez más sólido e influyente. También en el orden externo se hizo notar una economía dominante: la británica.

La Independencia: Un Camino Sin Regreso

El director interino del gobierno de las Provincias Unidas convocó al Congreso de Tucumán.

La situación era crítica. Se temía una invasión realista por el Norte. El comercio con el Alto Perú estaba paralizado y los malones indígenas realizaban entradas cada vez más audaces. Fernando VII esperaba recuperar sus posesiones. Solo en el Plata, la emancipación comenzada en 1810 aún estaba en pie.

El Congreso inició sus sesiones con la concurrencia de la mayoría de las provincias, aunque estaban ausentes Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental, bajo la influencia de Artigas.

Se eligió un nuevo director supremo de las Provincias Unidas: Juan Martín de Pueyrredón.

En julio del mismo año, fue elegido presidente del Congreso Francisco Narciso Laprida. En la sesión del 9 de julio se acordó tratar la declaración de la independencia para ser una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Los diputados votaron afirmativamente.

Manuel Belgrano

Nació el 3 de junio de 1770, en Buenos Aires. Fue bautizado con un nombre muy largo: Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.

Con la Revolución de Mayo de 1810, Manuel Belgrano se transformó en político, militar y diplomático. El 25 de Mayo figuró entre los vocales de la Junta Provisional de Gobierno. Muy pronto dejó sus funciones como vocal para tomar las armas.

Creó un distintivo, el gobierno lo aprobó y ordenó la creación de la escarapela celeste y blanca. Pero este quiso ir más lejos y el 17 de febrero enarboló una bandera celeste y blanca.

En agosto de 1819, volvió a la ciudad de Buenos Aires enfermo, sin dinero y con graves dudas.

El 20 de junio de 1820, murió en la misma casa que había nacido. Fue enterrado en la iglesia de Santo Domingo.

Belgrano fue economista aplicado, abogado, secretario del Consulado. Pero sobre todo un hombre que siempre quiso lo mejor para su patria.

Símbolos Patrios

Bandera:

Fue creada por el General Manuel Belgrano el 27 de febrero de 1812 y adoptada como tal por ley el 25 de julio de 1816.

La Bandera Argentina es el reflejo del cielo patrio, tal como lo contemplamos en los días serenos: un color de cielo celeste sin nubes, con el sol de la libertad brillando en medio de ella.

Escarapela:

Entre muchas versiones, una afirma que los colores blanco y celeste fueron adoptados por primera vez durante las invasiones inglesas (1806–1807) por los Patricios, el primer cuerpo de milicia urbana del Río de la Plata y que luego empezaron a popularizarse entre los nativos. Se dice también que la escarapela argentina fue utilizada por primera vez por un grupo de damas de Buenos Aires al presentarse a una entrevista con el entonces coronel Cornelio de Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, el 19 de mayo de 1810.

Himno:

Aprobado por la Asamblea el 11 de mayo de 1813, fue compuesto por Vicente López y Planes y su música pertenece a Blas Parera. Fue interpretado por primera vez en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson. En 1900, durante la Presidencia de Julio Argentino Roca se sanciona un Decreto disponiendo que en las fiestas oficiales, colegios y escuelas sólo se cantarán la primera y última cuarteta y el coro; con la intención de mantener la armonía en la convivencia con los españoles residentes en el país y con España.

Escudo:

Tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813. Pero no se conoce decreto ni resolución de la misma imponiendo su adopción.

Se considera que los antebrazos humanos que estrechan sus diestras en el cuadro inferior representan la unión de los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El gorro de gules –comúnmente denominado frigio– es un antiguo símbolo de libertad y la pica (lanza corta) evidencia el propósito de sostenerla, de ser necesario, con las armas. El sol, en su posición de naciente, anuncia al mundo la aparición de una nueva Nación. Los laureles son símbolos heráldicos de victoria y triunfo y evidencian las glorias ya adquiridas en Suipacha y en Tucumán. La cinta en forma de moño con los colores azul, plata (blanco) y azul, similares a los de los dos cuarteles de la elipse, es alusiva a la nacionalidad argentina.

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