16 Oct
1. La Economía Española en el Siglo XIX
A. Evolución de la Agricultura
La agricultura española del siglo XIX presenta las siguientes características:
- Expansión del trigo como base para el autoabastecimiento: La pérdida de América y la desamortización favorecieron el aumento de tierras dedicadas al trigo. En 1830, el país era autosuficiente. La política proteccionista favoreció el cultivo de trigo y solo en caso de malas cosechas se recurría a la importación. A lo largo del siglo, se pasó de una producción para autoconsumo a una comercial, favorecida por la desamortización y el auge del transporte. Desde 1870, las crisis de subsistencias (hambrunas a causa de las malas cosechas) estaban dominadas. Este es el gran éxito de la agricultura española del siglo XIX.
- Expansión del viñedo: Entre 1820 y 1860, se triplicó la extensión cultivada. El vino y el aguardiente eran el principal producto de exportación. La filoxera francesa provocó un aumento extra en la producción de vino. Desde 1882, España «monopolizó el comercio mundial del vino», pero no consiguió mantener esa posición; los franceses siguieron controlando el mercado.
- Expansión del olivo: A lo largo del siglo, se aumentó un 50% la producción y se fijaron las áreas de cultivo principales actuales: Andalucía (Córdoba-Jaén) y el Bajo Aragón-Tarragona. Desde fines de siglo, se fue imponiendo el uso alimentario del aceite de oliva (hasta entonces, era utilizado en gran parte para uso industrial).
- Expansión de los cultivos hortícolas y cítricos: Especialmente en las comarcas situadas en torno a Valencia.
Como conclusión, podemos decir que la agricultura sufrió una expansión a lo largo del siglo, aunque con cierto estancamiento en los últimos decenios. Se pasó de una agricultura de subsistencia a la comercial y se logró superar las hambrunas, pero, por otra parte, los rendimientos seguían siendo bajos y las condiciones técnicas, arcaicas. La propiedad de la tierra no pasó al pequeño campesino; siguieron dominando los terratenientes. En los primeros años del siglo XX, la agricultura suponía en torno al 40% de la renta nacional: España seguía siendo una economía de base agraria.
B. El Proceso de Industrialización
En términos generales, la industrialización fue débil y tardía comparada con el resto de Europa. La industria se dividió en:
- La Industria Siderúrgica: Caracterizada por un desarrollo titubeante a lo largo del siglo. Hasta 1860, predominó el área de Marbella-Málaga, con altos hornos abastecidos por carbón de leña. Entre 1860 y 1880, el foco más importante se situó en Asturias, debido al desarrollo de los hornos de coque (abastecidos por el carbón de hulla extraído en las cercanías). Destacaron los Altos Hornos de Mieres y la Sociedad Duro en La Felguera. A partir de 1880-1900, se produjo el despegue vizcaíno, que culminó en 1902 con la creación de la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, la mayor empresa española de capital exclusivamente privado. Se desaprovechó la oportunidad del ferrocarril (Ley de Ferrocarriles de 1855) para fomentar el desarrollo industrial español (dos tercios de los raíles eran importados). Paradójicamente, después de 1880, el 90% del hierro de Bilbao se exportaba a Inglaterra por vía marítima (a la vuelta, traían carbón), dado que era un hierro de mejor calidad y más barato que el inglés.
- La Industria Textil: Se desarrolló en Cataluña, basada en la fabricación de telas de algodón. El sector textil catalán había comenzado su desarrollo ya en el siglo XVIII (al igual que Inglaterra), si bien perdió parte de su vitalidad por el estancamiento que sufrió entre 1808 y 1832 (durante la Guerra de Independencia y el reinado de Fernando VII). A partir del reinado de Isabel II, volvió a expandirse, gracias a la iniciativa empresarial de la burguesía catalana, que aplicó las nuevas máquinas y técnicas de producción a sus fábricas. También fue determinante en el éxito de la industria textil catalana la política proteccionista. Los aranceles a la importación de textiles procedentes de Inglaterra y otros lugares de Europa favorecieron la producción en Cataluña, puesto que el mercado nacional español era abastecido en exclusiva por la industria catalana. En conclusión, la industria textil algodonera de Cataluña fue el sector industrial más dinámico de la España del siglo XIX.
Si valoramos la industrialización española, la primera conclusión es el fracaso de la Revolución Industrial en España en el siglo XIX, puesto que el desarrollo industrial fue muy limitado, centrándose en dos focos periféricos: Cataluña y País Vasco-Asturias. Solo la industria siderúrgica y la textil se desarrollaron conforme al modelo capitalista; el resto se mantuvieron como industrias de tipo artesanal. La industria textil fue la verdadera palanca de la industrialización española, no así la siderúrgica. En general, todos los historiadores califican el proceso como fracaso industrializador, retraso industrial, industrialización incompleta. A comienzos del siglo XIX, solo el 15% de la población activa trabajaba en el sector secundario, mientras que más del 65% se dedicaba a la agricultura. Por último, es significativo que la expansión industrial española estuvo acompañada de una disminución relativa del peso industrial en Europa: en 1800, España aportaba el 5% del producto industrial; en 1860, el 3%; y en 1913, solo el 2%.
C. El Desarrollo de los Transportes
El desarrollo de los transportes se basó en dos factores:
- Los condicionamientos geográficos: España es un país muy montañoso, lo que dificulta las comunicaciones entre las distintas regiones y encarece los costes de construcción de infraestructuras. Tampoco cuenta con grandes ríos navegables. Estas dificultades en las comunicaciones dificultan los intercambios comerciales que excedan el ámbito local-regional.
- La revolución del transporte interior: la construcción del ferrocarril. El ferrocarril mejoró el transporte en España debido a las ventajas que presenta respecto al resto de transportes terrestres de la época. Tiene mayor capacidad de carga, mayor velocidad y mayor seguridad. Por todo ello, supone una gran disminución en los tiempos y costes. La Ley General de Ferrocarriles de 1855 favoreció la rápida construcción de una tupida red gracias a las inversiones extranjeras (sobre todo capital francés), si bien la crisis financiera de 1866 paralizó parte de estas obras. En conclusión, la extensa y rápida construcción de la red de ferrocarril, en realidad, no sirvió para los objetivos previstos. Es decir, existía una amplia red de ferrocarril, pero no había mercancías para transportar, por lo que no resultaron rentables y muchas empresas de ferrocarril quebraron.
Conclusión
Podemos señalar como conclusión que los cambios económicos ocurridos en el siglo XIX mejoraron notablemente la agricultura, por lo que se inició el proceso de industrialización. Sin embargo, España continuó siendo un país atrasado en comparación con el resto de Europa.
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