07 Nov

La Europa de la Restauración

Objetivos y principios:

Tras la derrota definitiva de Napoleón en 1814, se reúnen las potencias vencedoras, presididas por Austria, Prusia y Rusia, en 1815 en el Congreso de Viena. Los objetivos de estos países eran:

  • Restaurar el orden que había sido abolido por la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico.
  • Sustituir la dirección de una potencia, Francia, por la de las potencias vencedoras.
  • Poner la fuerza como principio para lograr restaurar el nuevo orden y la seguridad colectiva.

Los principios teóricos en los que se basó el Congreso de Viena para esta política fueron:

  • Legitimismo: sólo las monarquías absolutas eran legítimas y su poder no podía ser frenado por ninguna constitución.
  • Responsabilidad internacional: las relaciones internacionales debían ser dirigidas por las grandes potencias que eran responsables de ellas.
  • Intervencionismo: el orden o desorden en un país afectaba a los demás; por tanto, era lícito y conveniente intervenir en cualquier país afectado por el desorden.
  • La celebración de congresos: los enfrentamientos se discutían en congresos para solucionarlos pacíficamente y evitar la guerra.
  • La firma de alianzas: eran tratados o acuerdos entre países para defender el orden restaurado.

El Congreso de Viena y el nuevo orden europeo:

En 1814 se firmaba la Paz de París, con la que terminaban las guerras napoleónicas. Al año siguiente se celebra el Congreso de Viena, en el que participaron las potencias vencedoras: Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña, y algunas potencias menores como España, Portugal y Suecia. En este Congreso se configuró un nuevo mapa europeo ideado por Metternich:

  • El Imperio Austriaco salió altamente beneficiado al asegurarse importantes posesiones en el norte de Italia y en la costa ex yugoslava.
  • Rusia adquirirá también posesiones en el centro de Europa, pero sobre todo se expandió hacia el este.
  • El reino de los Países Bajos comprendía Holanda, Bélgica y Luxemburgo y estaba regido por la dinastía holandesa.
  • Suecia incorporó Noruega y parte de Finlandia.
  • Dinamarca también incorporó algunos ducados a sus territorios.
  • Gran Bretaña incorporaría algunas islas en el Mediterráneo (Malta).
  • El Reino de Piamonte incorporó Génova y Cerdeña.
  • España y Portugal no obtuvieron nada y Francia retornó a las fronteras que tenía antes de las conquistas napoleónicas.

Los movimientos revolucionarios

El panorama armonioso ideado por el Congreso de Viena, que pretendía prevenir cualquier brote revolucionario, se hizo, en cierta forma, inviable, porque se sucedieron movimientos revolucionarios en 1820 (de carácter liberal), en 1830 (de carácter democrático) y en 1848 (influenciados por nacionalistas y socialistas).

Las masas eran cada vez más conscientes de su situación de miseria y opresión, de la falta de libertades, etc., problemas todos ellos generados por un poder ejercido por unas minorías que no se habían dado cuenta de los cambios producidos por la Revolución Francesa.

2.1. Los movimientos revolucionarios de 1820

Estos movimientos se caracterizan por los siguientes rasgos:

  • Se organizan clandestinamente por parte de sociedades secretas, entre las que destacó la “masonería”.
  • Utilizan una fórmula que se llama el pronunciamiento militar.
  • La mayor parte de estas revoluciones se localizan en la Europa mediterránea: Grecia, Nápoles, Turín, España y Portugal.
  • Estas revoluciones tenían objetivos políticos: querían acabar con las monarquías absolutas y, en algún caso, eran nacionalistas.
  • Los dirigentes eran intelectuales y militares, en cualquier caso eran una minoría.
  • Finalmente, estas revoluciones fueron duramente reprimidas y sus cabecillas ejecutados.

2.2. Las revoluciones liberales de 1830

Las revoluciones liberales de 1830 tienen un contexto diferente a las de 1820. En esa época existía una fuerte crisis económica. La penetración de las ideas liberales se había incrementado entre la población.

Las revoluciones se produjeron en mayor número de países que en 1820 y, además, en el centro y norte de Europa, concretamente Francia, Bélgica, Polonia, Grecia, Italia y España.

El balance de estas revoluciones de 1830 se podría resumir en:

  • No introdujeron ningún cambio económico y el capitalismo siguió su marcha ascendente.
  • Tampoco cambió la estructura social.
  • A pesar de la extensión de estas revoluciones, no se alteró la paz en Europa porque los estados cooperaron internacionalmente, ayudándose mutuamente para sofocar las revueltas.
  • Las clases medias y bajas fueron las que salieron a la calle para reivindicar mejoras sociales, constitucionales, democráticas y nacionalistas.

2.3. Las revoluciones democráticas de 1848

Estas revoluciones hay que encuadrarlas en un contexto que generó un fuerte malestar porque se dieron estos ingredientes:

  • Se produjo en la primera mitad del siglo XIX un gran aumento demográfico, provocando un empeoramiento de la situación del campesinado y que mucha mano de obra del campo se marchase hacia la industria.
  • Desde 1845 se desarrollaba una crisis de subsistencia provocada por las malas cosechas de cereales y de patata, con la consiguiente aparición del hambre y el aumento de las enfermedades y la mortalidad.
  • A la crisis agrícola se añadió la crisis financiera e industrial, sobre todo, en la metalurgia y en la producción minera, lo que provocó una disminución de los salarios, el incremento del paro y la miseria entre la población.
  • Ganaron gran fuerza en la opinión pública las ideas liberales y democráticas y aparecen por primera vez las ideas socialistas.

Estos factores confluyeron en la explosión revolucionaria de 1848 que comenzó en París y se extendió rápidamente por Europa; por consiguiente, los países más afectados fueron: Francia, Austria, Italia, Alemania, Polonia, Rumanía, Chequia,…

El balance y las consecuencias de las revoluciones de 1848 serían aproximadamente las siguientes:

  • Las revoluciones, en realidad, no tuvieron éxito por causas económicas, sociales, políticas y culturales.
  • Sin embargo, las revoluciones de 1848 tuvieron algún logro:
  • La liquidación del feudalismo, excepto en Rusia.
  • El establecimiento de regímenes parlamentarios con constituciones moderadas y con elecciones censitarias.

La emancipación latinoamericana

La composición de las sociedades coloniales en el centro y sur de América que pertenecían a España y Portugal era muy diversa. Había zonas como el Río de la Plata, donde la población era blanca y criolla, es decir, descendiente de españoles o portugueses. En otras, como Perú o México, predominaba la población indígena. En el Caribe o en Brasil, predominaban los esclavos negros de procedencia africana y los criollos. Estos últimos, a pesar de representar solamente el 20% de la población total, ocupaban los altos cargos militares, los funcionarios, la mayor parte del clero, de la administración municipal, de la propiedad de la tierra y del mundo de los negocios. Estas diferencias condicionaron el proceso de emancipación y su desarrollo posterior.

Las causas o factores que influyeron en la independencia fueron:

  • La penetración de las ideas ilustradas que fueron bien aceptadas por la sociedad criolla.
  • Los deseos de los criollos de hacerse con las riendas del poder económico y político.
  • El ejemplo de la independencia de las colonias de Norteamérica.
  • Las ideas de libertad proclamadas por la Revolución Francesa y por la independencia norteamericana a través de documentos como la Declaración de independencia de EEUU y de la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano.
  • La confusión y el vacío de poder creado por la ocupación napoleónica de la Península Ibérica durante la llamada Guerra de Independencia entre 1808-1814.
  • La debilidad política y militar de España y Portugal a comienzos del siglo XIX.

Primeros intentos de independencia (1808-14)

La ocupación napoleónica de España y Portugal en 1808, con el traslado de la familia real a Francia y su abdicación, creó un vacío de poder, formándose Juntas de Gobierno locales y regionales. En Latinoamérica hicieron lo mismo, crearon unas Juntas de Gobierno que deponían a las autoridades coloniales, abrían las puertas al comercio mundial y rompían las relaciones con España, que hasta 1814 no tuvo capacidad de respuesta.

Este proceso de creación de juntas de Gobierno puede resumirse de la siguiente manera:

  • En Buenos Aires se creó una junta de gobierno en 1810 formada por notables locales.
  • En 1811, Artigas creó una junta semejante en Paraguay y Uruguay.
  • En Chile, Bernardo O’Higgins se puso al frente de una junta de gobierno.
  • En Caracas, en 1811 también se constituye una junta de notables presidida por Simón Bolívar que proclamó la independencia.
  • En 1813, en México se produjeron levantamientos campesinos dirigidos por los curas: Morelos e Hidalgo que proclamaron la independencia.

Casi todos estos movimientos independentistas fueron aplastados por las tropas españolas entre 1814-16.

Los definitivos movimientos independentistas

Los ideales independentistas no habían desaparecido tras haber sofocado las tropas españolas los primeros movimientos independentistas. De nuevo renacen en torno a 1817-18.

El foco del Río de la Plata se había mantenido prácticamente independiente y en 1817 salen dos expediciones, una al mando del general San Martín y otra O’Higgins desde Chile, y ambas unidades derrotan a las tropas españolas y logran la independencia de Bolivia y Perú en 1824.

En el Norte, por las mismas fechas, Simón Bolívar derrota las tropas españolas y logra la independencia de la zona norte, formando la Gran Colombia y Ecuador.

En América Central, la iniciativa partiría de México, que, al igual que las repúblicas centroamericanas, se proclaman independientes entre 1823 y 1824.

Brasil tuvo un proceso diferente, puesto que pertenecía a Portugal. Cuando las tropas francesas invaden España y Portugal en 1798, la corte portuguesa se traslada a Brasil y regresa a Portugal en 1821, dejando en Brasil como regente a su hijo Pedro y proclamando Brasil como estado independiente, siendo él emperador con el nombre de Pedro I en 1822.

Problemas tras la independencia:

Tras el logro de la independencia, sobrevivieron muchos problemas, algunos de los cuales perviven todavía. Entre ellos destacarían:

  • Los gobiernos españoles se negaron a reconocer a las nuevas repúblicas y ello cortó las relaciones comerciales, humanas y culturales con España.
  • La independencia política no significó la económica. Las nuevas repúblicas no tenían capital para invertir y tuvieron que pedir préstamos, endeudándose y creando una dependencia de las potencias industriales, sobre todo de Inglaterra.
  • Los proyectos de Bolívar de crear una federación de estados latinoamericanos fracasaron y las guerras entre las nuevas repúblicas fueron frecuentes.
  • Los nuevos sistemas eran democracias liberales puramente formales, pero sin llegar a una democracia real ni crear una sociedad libre y justa. El poder económico y político se concentró en una oligarquía criolla que no cumplió las promesas hechas a los indígenas, no distribuyó las riquezas ni concedió la libertad a los esclavos negros y, al final, entregó el poder a los militares, fenómeno que se conoce con el nombre de Caudillismo.

Los nacionalismos

El Congreso de Viena había configurado un mapa europeo que no se adaptaba a la realidad de las nacionalidades. Por eso, las aspiraciones de muchos pueblos a constituirse en naciones independientes transformaría este mapa. El nacionalismo había renacido con fuerza, sobre todo, a partir de las revoluciones de 1848 y, junto al liberalismo y al socialismo de 1848, serán las tres grandes ideologías del siglo XIX.

A mediados del siglo XIX, eran muchos los pueblos que no disponían de estado propio y donde existían grupos activos que deseaban crear estados independientes. Los primeros que logran la independencia fueron Bélgica, Suiza y Grecia, y más tarde, Alemania e Italia, al conseguir su unificación. También comenzarían procesos de independencia en los Balcanes, originando un largo conflicto que todavía dura.

El fenómeno nacionalista:

Todos los seres humanos apreciamos nuestras raíces: lugar de nacimiento, familia, nuestra forma de ser, nuestra lengua, nuestra cultura, tradiciones, costumbres…

A todo esto lo llamamos patria o nación. El amor a la patria, a la propia nación es un sentimiento muy profundo que a veces está más relacionado con emoción que con razón.

Los afanes de un conjunto de personas que tienen una patria común por estar unidas en el afecto a esa patria y el deseo de que esa patria sea soberana, libre e independiente es lo que se llama nacionalismo.

Lo que hace que las personas que forman una nación o patria se sientan unidas es:

  • Hablar una misma lengua.
  • Tener una misma cultura y unos usos, costumbres y tradiciones parecidas.
  • Habitar en un mismo espacio geográfico.
  • Tener una historia sentida como propia y una voluntad común de seguir unidas en el futuro.
  • A veces, el ser de una misma raza, etnia o religión.

El sentimiento nacionalista de amor por lo propio nunca es negativo porque defender lo propio no incluye despreciar lo ajeno. El nacionalismo puede degenerar si lleva consigo desprecio, agresividad, superioridad o dominio de lo ajeno y entonces se convierte en imperialismo, colonialismo, militarismo, racismo…

Estas desviaciones han causado grandes daños a la libre, solidaria y justa convivencia de los pueblos en pie de igualdad, por ello algunas ideologías pacifistas se han declarado antinacionalistas a causa de la agresividad de algunos nacionalismos.

Cabría finalmente distinguir entre nacionalismos de estado, que suelen ser ofensivos, y los nacionalismos sin estado, que no tienen más remedio que ser defensivos.

Concepto moderno de nacionalismo:

El concepto moderno de nacionalismo está basado en los principios de la Ilustración y de la Revolución Francesa y en una serie de documentos como:

  • La Declaración de independencia de EEUU.
  • La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
  • El Tratado de Versalles, donde aparecen los 14 puntos de la doctrina de Wilson.
  • Las declaraciones de la ONU sobre la descolonización de los pueblos.

En todos estos documentos se aplica el derecho de autodeterminación para constituirse en estados soberanos, libres e independientes aquellos pueblos que lo deseen. La autodeterminación, por tanto, es la capacidad que tiene un pueblo para decidir libremente sobre su soberanía, su sistema político y, en definitiva, su futuro.

Nacionalidades tras el Congreso de Viena:

El mapa europeo trazado por el Congreso de Viena en 1815 no tenía en cuenta las nacionalidades, sino los grandes estados e imperios, y este mapa era aproximadamente el siguiente:

  • Tres grandes imperios: Ruso, Austriaco, Turco u Otomano. El austriaco englobaba: alemanes, checos, eslovacos, polacos, eslovenos, croatas, húngaros, servios, rumanos e italianos. Turquía englobaba: turcos, griegos, serbios, bosnios, herzegovinos, búlgaros, alemanes, rumanos…
  • Dos grandes naciones: Alemania e Italia, totalmente divididas en condados o marquesados, principados y pequeños estados.
  • Diez naciones sometidas a otras, como Bélgica, sometida a los Países Bajos, Noruega a Suecia, Irlanda a Gran Bretaña, Polonia a Rusia, Austria y Prusia, Finlandia y las Repúblicas Bálticas a Rusia.
  • Otros muchos territorios de pequeña extensión también se hallaban bajo dominación extranjera, como Malta y Córcega.

Las situaciones más conflictivas se daban en las nacionalidades que se hallaban bajo el dominio de los tres grandes imperios y en Italia y Alemania. Sin embargo, serán Bélgica, Suiza y Grecia los primeros países que logren la independencia.

Las primeras afirmaciones nacionales:

Bélgica: los belgas aprovecharon la revolución de 1830 para alzarse contra los holandeses y conseguir la independencia. Bélgica se constituyó como una monarquía liberal y constitucional, proclamando como soberano a Leopoldo I, un hombre prudente que lograría un gran prestigio internacional. Sin embargo, Bélgica nacía con un problema interno que originaría muchas tensiones y es la existencia de dos comunidades lingüísticas.

Suiza: fue ocupada por las tropas napoleónicas y recuperó la soberanía en 1815, pero tenía un doble problema interno. Por un lado, la diversidad de lenguas, en concreto cuatro, y por otro, la división religiosa entre protestantes y católicos. En 1847 se sublevaron varios cantones católicos que fueron sometidos por las armas. Al año siguiente, Suiza se convertía en un estado confederal con el nombre de Confederación Helvética, aunque los católicos no verían reconocidos totalmente sus derechos hasta 1973.

Grecia: pertenecía al Imperio Turco y, con ayuda de Rusia, logró la independencia en 1822. Turquía reacciona con una represión brutal, pero la intención de las potencias europeas logró que fuese reconocida la independencia griega en 1830. Sin embargo, Grecia siempre mantendría reivindicaciones sobre dos territorios que no le fueron asignados: Macedonia y Chipre.

El ejemplo griego animó a otros territorios vecinos, comenzando un período de inestabilidad en los Balcanes que todavía hoy padecemos, como se demostró en la guerra de Bosnia, en Kosovo,…

Las unificaciones italiana y alemana:

Alemania e Italia se encontraban fragmentadas en múltiples o variadas entidades territoriales e iniciaron en la segunda mitad del siglo XIX sus respectivas unificaciones.

En ambos hay elementos comunes:

  • El impacto de la Revolución Francesa, especialmente las ideas de libertad, igualdad y soberanía nacional.
  • La expansión económica, en ambas impulsada por la burguesía.
  • La creación de ejércitos modernos y eficaces, especialmente a cargo de Prusia.
  • La presencia de personalidades con capacidad organizativa que llevaron a cabo la unificación.

En Italia fueron Víctor Manuel II y Cavour, y en Alemania, Guillermo I y Bismarck.

La Unificación Italiana: El Risorgimento es el proceso de afirmación cultural y política que condujo a la unificación y a la creación de un nuevo estado liberal en Italia. La unificación partió del reino del norte, el Reino de Piamonte-Cerdeña, de carácter liberal con capital en Turín, y sus artífices serían el rey, Victor Manuel II, y su primer ministro, Cavour. La unificación se llevó a cabo en estas fases:

  1. Conquista de la Lombardía, de Milán y de los ducados de Módena y Parma. Ganaron a los austriacos en las batallas de Solferino y Magenta.
  2. Conquista de Sicilia y Nápoles. Lo consiguieron Garibaldi y los camisas rojas. Los diputados elegidos en todos los territorios anexionados se reunieron en el parlamento de Turín (1861) y nombraron rey de Italia a Victor Manuel II.
  3. Venecia se incorporó a Italia tras la derrota de los austriacos por parte de los prusianos. En 1870 entraron en Roma y conquistaron los Estados Pontificios. El Papa no reconoció el nuevo estado italiano hasta el Tratado de Letrán en 1929.

La Unificación Alemana fue más complicada. Prusia estaba muy desarrollada económicamente y, desde 1834, había establecido una unión aduanera con los estados alemanes del norte (Zollverein). La unificación partió de Prusia y su artífice fue Bismarck. La unificación se llevó a cabo en 4 etapas:

  1. La crisis de los ducados. Schleswig y Holstein, culturalmente alemanes, pertenecían a la corona danesa y su población era partidaria de la anexión a la Confederación Germánica. Prusia y Austria declararon la guerra a Dinamarca y, en 1864, ambas potencias se repartieron estos territorios.
  2. Guerra de las siete semanas contra Austria a cuenta de la administración de los citados ducados. Ganaron los prusianos, constituyendo así la Confederación de la Alemania del Norte en 1867. Bismarck inspiró una constitución que establecía dos cámaras: Bundesrat (Consejo) y Reichstag (Parlamento) elegidos por sufragio universal masculino.
  3. Guerra Franco-Prusiana con derrota de Francia.
  4. Proclamación del Imperio Alemán o II Reich bajo el mando del Kaiser Guillermo I, formándose una confederación de Estados Alemanes en la que los estados occidentales estaban más industrializados y eran más democráticos que los estados orientales.

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