18 May
ESTUDIO DE Los cachorros
El título de la novela alude al grupo de adolescentes que protagonizan el relato: “cachorros” porque como cualquier cachorro aprende la vida mediante el juego, aunque sea el juego cruel de las relaciones humanas que desprecian al débil de la manada; “cachorros”, porque están en la etapa de aprendizaje y porque con su hipocresía y sus relaciones intentan reproducir el mundo corrompido de los adultos, el mismo mundo en el que finalmente se integran.
El relato parte de un hecho verídico, la emasculación de un niño por un perro, que Vargas Llosa lee en un diario. Ese el punto de partida que le lleva no a recrear el suceso verídico, sino a trasladar dicho suceso a una sociedad que él conoce perfectamente, la Lima de su niñez y adolescencia. De este modo se ficcionaliza a partir de un hecho realVargas Llosa ha dicho de la novela que es la historia de “un muchacho al que la castración va convirtiendo en un marginado en un mundo machista. Además, otro asunto formal que me preocupó era encontrar un punto de vista que reflejara esa personalidad colectiva del grupo, del barrio. Y el relato también resulta interesante porque de todas las obras que he escrito es el que ha tenido interpretaciones más diversas”.
Y con respecto a la relación de la novela con el “boom”: “…hay muy claramente un rechazo, que yo creo característico del boom, de la literatura regionalista, costumbrista, folclórica, centrada en el paisaje y en los tipos pintorescos. El boom, en cambio, situaba las historias en un mundo más urbano y se preocupaba tanto de la forma como de los temas”.
Los temas
Todo lo que sucede en la novela ocurre como consecuencia de la castración física de Cuéllar. Así pues, dicha castración es, más que el tema, -pues el libro no se escribe para hablar de la castración del muchacho, sino de las consecuencias que de ello se derivan- la causa y origen de los distintos temas que se tratan en la novela. Así, la castración de Cuéllar, puede interpretarse desde dos perspectivas. La primera es indudable y real, la castración física que determina la relación de Cuéllar con sus compañeros, su vida e incluso su destino. En un segundo plano puede entenderse una castración psicológica que coloca a Cuéllar como la víctima propicia. La primera se asocia al fracaso, a la frustración y la inadaptación. La segunda, a la autodestrucción del personaje.
La frustración, como tema, nace a partir del accidente con el perro. Hasta ese momento puede considerarse a Cuéllar un “triunfador”, puesto que ha sabido adaptarse con éxito a una nueva sociedad, el colegio Champagnat. Su primer momento de frustración llega cuando se populariza su apodo, Pichulita, un apodo ofensivo que hace mención al miembro perdido. Es entonces, cuando, para superar esa frustración, Cuéllar empieza a mostrar un comportamiento temerario. En este punto no hay que olvidar que Cuéllar vive en una sociedad machista cuyo emblema máximo es la hombría y a él, aunque con sus locuras demuestra más valor y coraje que el resto de personajes, le falta lo esencial, las conquistas amorosas. Por eso su mayor fracaso se deriva de no poder acercarse a Teresa. Cuéllar trata de suplir la falta de miembro viril con sus locuras, su extremada osadía y atrevimiento, pero en el momento de la verdad, aquel que debe conducirle a la intimidad con una chica, se desploma. Él sabe sus carencias y huye de sí mismo tratando de demostrar y mostrar lo que nunca podrá ser, un muchacho, y luego un hombre, completo. Se ligan así la frustración de sentirse incapaz y el fracaso de una relación que le hubiera permitido equipararse a sus amigos y pasar a formar parte de la sociedad convencional.
Es esa imposibilidad lo que convierte a Cuéllar en un inadaptado, más que en un marginado. La diferencia es obvia, el marginado lo es por decisión de los demás, el inadaptado es aquel que no sabe o puede integrarse en la sociedad. El camino de Cuéllar no puede ser el mismo que el de los otros cachorros, por eso, tras el fracaso con Teresita, última posibilidad de liberación que le queda a Cuéllar, el personaje se aboca hacia una autodestrucción que solo podía conducirlo a la muerte: “pero este final es un hecho que se lo buscó”.
Todos estos temas que se tratan en el relato convergen en un tema principal, la crítica de la burguesía limeña, especialmente de su hipocresía, pues todos los defectos que se le imputan a Cuéllar existen y son practicados en su sociedad. Todos los amigos se emborrachan, todos van a los locales de alterne, todos cometen pequeñas locuras porque es lo socialmente aceptado, especialmente en ese periodo de formación que es la novela, “los cachorros”. Sin embargo, llega un momento en que uno debe integrarse en la sociedad y entonces el machismo pendenciero y conquistador se convierte en la fundación y la protección de una familia, y es ahí donde Cuéllar no puede llegar porque no puede tener una familia. A Cuéllar no le queda más destino que la muerte porque no puede integrarse definitivamente en su sociedad. En definitiva, lo que pretende el escritor es mostrar una visión tragicómica de la sociedad peruana.
La estructura
No responde Los cachorros, como a veces se ha señalado, a una estructura externa circular. El tiempo del relato es lineal y lineal es la sucesión cronológica de los actos, pues es una conjetura excesiva desprender la circularidad de la mención del colegio Champagnat al inicio y al final de la novela y presuponer que los hijos van a seguir los pasos de los padres. Lo que es circular es la vida, y desde esa perspectiva sí que es muy probable que los hijos repitan los comportamientos paternos, pero la vida no es el relato y en el relato todo lo que sucede sucede por la castración de Cuéllar. El último párrafo no implica, pues, que los hechos deban repetirse. primero porque no tiene que volver a repetirse el accidente que ha marcado las relaciones entre los personajes y, segundo, el Champagnat se cita como se cita la Inmaculada o el Santa María. La novela posee una estructura de diseño tradicional que se inicia con la llegada de Cuéllar al colegio Champagnat y finaliza veinticinco años más tarde con su muerte.
El primer capítulo es la presentación de los personajes y en el mismo se incluye además el motivo que deja paso al desarrollo, la castración de Cuéllar. Desde ese momento la novela la novela va en un in crescendo hasta el clímax, la frustración definitiva con Teresita. Recoge el desarrollo toda la crisis de los fracasos de Cuéllar, su desajuste emocional y el proceso de evolución de su frustración. El clímax marca también el inicio del desenlace, el personaje deriva hacia una corrupción total en la que intenta redimirse a través de un comportamiento machista y que desemboca en la muerte.
La estructura externa se divide en seis capítulos que responden a la técnica de “sumario”, es decir, resumen un tiempo extenso en función de aquellos momentos que se juzgan importantes para entender la evolución del personaje. Por ello estos seis capítulos resumen las distintas fases de Cuéllar: infancia, adolescencia, juventud y madurez, a la que nunca llega psicológicamente como consecuencia de su accidente. El capítulo primero narra la incorporación de Cuéllar al colegio y sobre todo al grupo de amigos. Se cierra con el accidente. En el segundo los personajes siguen en el colegio y se narra el cambio de actitud que se produce en Cuéllar, además, aunque ya se le nombra por el apodo, todavía es un personaje integrado y famoso. Es en el tercer capítulo cuando se rompe la armonía al aparecer las chicas en la vida de la pandilla. Poco a poco todos, salvo Cuéllar, consiguen una novia. Ahí empieza el comportamiento alocado y temerario con el que busca suplir su falta de confianza, con el que pretende escapar a un fracaso que sabe inexorable. La aparición de Teresa en el cuarto capítulo marca el punto de inflexión. Cuéllar se enamora en un proceso de autodestrucción. Por eso, tras un nuevo fracaso, ya en el capítulo cinco, intenta sobresalir reduplicando la locura de sus actos. En el sexto, se produce la ruptura definitiva con el grupo y su muerte.
Así pues, teniendo en cuenta el resumen de los capítulos, el proceso que abarca la novela, desde la infancia a la madurez de los “cachorros”, puede dividirse en las siguientes partes:
I. Incorporación exitosa al grupo y castración de Cuellar.
II. Nacimiento del apodo y alegre fama del protagonista.
III. Primera crisis: desadaptación, timidez y fracaso de sus tácticas de defensa.
IV. Crisis definitiva: enamoramiento e imposible declaración a Teresita.
V. Profunda inestabilidad interior y machismo exhibicionista.
VI. Infantilismo, separación del grupo y muerte del protagonista.
La estructura interna puede definirse como bipartita o tripartita. Si entendemos que la novela se divide en dos partes, estas abarcarían desde el inicio de la novela hasta el fracaso con Teresita, ya que a partir de dicho fracaso se abre una brecha entre los cachorros y Cuéllar puesto que su comportamiento es cada vez más alocado y mayor su inadaptación. Si atendemos a tres partes, cabría dividir la primera etapa en dos: hasta el accidente, en que Cuéllar se presenta como un muchacho integrado y feliz; y el periodo entre la emasculación y el fracaso con Teresita, periodo que se caracteriza por el desarrollo de la frustración.
Los personajes
La primera división se establece entre los personajes corales, aquellos personajes individuales que actúan como un único personaje: en la novela, los cachorros –Lalo, Mañuco, Choto, Chingolo-; sus enamoradas, los padres y los sacerdotes del colegio, y los individuales, Cuéllar, el protagonista, y Teresa, y Cachito Arnilla.
Para definir el personaje de Cuéllar, puedes partir de lo tratado en el apartado los temas, es decir, caracterizar al personaje, que es el protagonista de la novela, a partir de la evolución que sufre desde su incorporación al Champagnat –integración positiva pues logra hacerse un hueco entre sus nuevos compañeros y es apreciado y respetado- hasta su muerte. Debes tener en cuenta los conceptos principales que explican esta evolución: frustración, Cuéllar es consciente de que nunca podrá ser realmente un hombre-;fracaso, el miedo al fracaso le impide dar el paso con Teresita en una relación que quizá hubiera podido salvarlo de la inadaptación, Cuéllar se distancia del mundo conocido para buscar otros ambientes nuevos que no le recuerden su pasado y en los que sus locuras –propias de una sociedad machista en que la hombría es el valor máximo para los hombres- le permitan alcanzar la posición que le está vedada en su sociedad;autodestrucción, como camino elegido que conduce a su muerte violenta.
Teresita no es, en sustancia, diferente al resto de chicas que aparecen en la novela. Asume su papel de una muchacha que hace de la feminidad su valor más apreciado. Es coqueta, caprichosa, más o menos hermosa y está a la expectativa de conseguirse un hombre. Para ello despliega todos sus atributos, aunque estos sean artificiales y superficiales. Su papel es pasivo, está esperando que Cuéllar se declare, pero no duda en aceptar otro partido ante la indecisión del protagonista. Teresita no ha traicionado a Cuéllar, al contrario, se ha comportado como una muchacha de su clase que tiene que organizar su futuro eligiendo cuando está a tiempo a un novio interesante. Sin embargo, es un personaje clave porque marca el punto de inflexión de Cuéllar. El fracaso con ella supone, como se ha dicho, la ruptura de Cuéllar con su mundo.
Cachito Arnilla es un personaje secundario que solo aparece para certificar el fracaso de Cuéllar. Cachito es la solución a la indecisión de Cuéllar, a la frustración de ser solo un hombre en apariencia.
Aunque Lalo sobresale del resto de miembros del grupo, los cachorros actúan como un único personaje, como así se demuestra desde el inicio cuando todos asumen una única voz narrativa tras la que todos se esconden para narrar la historia de Cuéllar. Los cachorros son los testigos de la vida de Cuéllar, pero también sus cómplices mientras van creciendo. Son conscientes del problema de Cuéllar y, aunque ellos también utilizan el apodo despectivo, tratan de protegerlo y animarlo mientras forman un grupo compacto, es decir, durante la infancia y la juventud. Frente a Cuéllar ellos sufren la evolución propia de los de su clase: se forman en un colegio de pago, se integran socialmente, estudian y se divierten, tienen novias formales y huachafitas para tirar plan. Se emborrachan y cometen pequeñas locuras propias de la juventud hasta que deben asumir su rol de adultos integrados en la sociedad, su papel de padres de familia y nuevos burgueses y, cuando eso sucede, los vínculos con Cuéllar ya se han perdido.
El espacio y el tiempo
El tiempo y el espacio están perfectamente delimitados en la novela. El tiempo es lineal y abarca desde la llegada de Cuéllar al colegio, cuenta entonces con ocho años y está en tercero de primaria, hasta su muerte. Cuando termina el capítulo tres, los muchachos han finalizado quinto de Media, han pasado, pues, ocho años. Empieza el capítulo cuarto indicando que ha pasado un año más, de modo que cuando aparece Teresita, Cuéllar tiene ya diecisiete años. La próxima referencia es su muerte, veinticinco años después de que llegara al Champagnat. Se produce, pues, no una narración detallada de la vida de Cuéllar sino una selección de aquellos momentos que el narrados juzga importantes para el desarrollo del relato. Este procedimiento de condensación temporal se denomina “sumario”, es decir, resumir un tiempo amplio, esos veinticinco años de la vida de Cuéllar, centrándose en aquellos momentos –capítulos- que se juzgan más interesantes para comprender la evolución y el destino del protagonista.
Aunque lo que realmente interesa es el proceso vital del protagonista, puede rastrearse el tiempo cronológico de los hechos en los seis capítulos de la novela pues estos abarcan seis momentos en la vida de Cuéllar. Temporalmente, el capítulo primero, que como se ha dicho comienza cuando Cuéllar tiene ocho años, narra el ingreso en el colegio, en la pandilla de amigos y es entonces cuando se produce la castración. Los capítulos dos y tres duran cuatro o cinco años. El segundo narra el periodo de una adolescencia despreocada, mientras que en el tercero se apunta ya el inicio de la marginación. El capítulo cuarto, el del amor por Tere, que acaba en fracaso como la esperanza de su curación, sucede en un periodo de uno o dos años. Los dos años del quinto cuentan su comportamiento excéntrico y su progresiva marginación. En el sexto han pasado diez años y en él se cuenta su total separación del grupo y su muerte.
En cuanto a la referencia real temporal sucede la historia en la década de los años cincuenta.
El espacio físico es Lima ,y más en concreto el barrio de Miraflores, el barrio en que reside una parte de la burguesía limeña. Es, por lo tanto, un espacio real que formaliza en subespacios, el colegio, la playa, el Terrazas, que también son reales. Lo importante, sin embargo, no es el espacio en sí mismo, sino la influencia que tienen sobre los personajes, pues, en gran medida, determinan comportamientos.
El macroespacio, se ha dicho, es Lima, más en concreto el barrio de Miraflores. En este barrio está el colegio Champagnat, ligado a la infancia de Cuéllar, porque en él vive momentos de éxito, como estudiante y deportista, pero también es el lugar en que sufre el accidente y, por lo tanto, donde empezará su proceso de frustración cuando se sienta verbalmente agredido por otros compañeros. Otro espacio propio de la infancia es el campo de fútbol, o la piscina del Terrazas, espacios abiertos en que los cachorros se adiestran mediante el juego en el arte de vivir.
Ya en la adolescencia y la juventud cobran importancia lugares propios de diversión, espacios normalmente cerrados –los bailes, los boliches…- en los que se entabla relación con los chicas. Estos espacios, a los que no acude Cuéllar durante la adolescencia por miedo a fracasar -Cuéllar se refugia en el cine en las sesiones de matiné– marcar el inicio del distanciamiento entre el protagonista y sus amigos. Un espacio singular es la playa, porque si por un lado es un lugar que se frecuenta con las chicas, es, por otro, el lugar propicio para que Cuéllar muestre una hombría fundamentada en un comportamiento temerario y alocado.
Los símbolos
Podríamos señalar que la novela, en conjunto, es una alegoría que pretende mostrar una visión tragicómica de la sociedad peruana. Pero esa aserción global del relato no implica, necesariamente, que la novela se desarrolle a partir de unos símbolos concretos, ya que ello supone negar cualquier interpretación de tipo realista y alinearse junto a una parte de la crítica que como el mismo Vargas Llosa admitió “Mi sorpresa fue la variedad de interpretaciones que merecían las desventuras de Pichula Cuéllar”. Querer buscar en el perro el símbolo de los poderes fácticos que castran a los miembros de la sociedad, es olvidar que el relato parte de la experiencia autobiográfica de Vargas Llosa –él en esa época fue alumno en La Salle, un centro similar al Champagnat- y de un recorte de periódico en que se lee la noticia de un perro que ha emasculado a un niño. Es por ello que más que hablar de símbolos, debe hablarse de diferentes actitudes que son adoptadas por diferentes colectivos o personajes, es decir, la función simbólica que los personajes asumen en el relato; o de la carga simbólica que conllevan algunos apodos.
Por el contrario, sí nos parece simbólica la elección de los apodos. “Pichula” es el nombre que recibe el pene de los niños en Perú, así que se ironiza con el personaje a partir precisamente de lo que no posee. El término es despectivo, de ahí que tanto Cuéllar como su padre combatan al principio el uso del apodo. Cuéllar, adopta, como para esconderlo, una actitud defensiva: se aprovecha de la compasión de los demás para ridiculizarla de algún modo, y ante el nacimiento de su apodo, Pichula, Pichulita, aunque al principio le entristece, decide darle la vuelta e invertir la burla en hombría.
También es doblemente simbólico el nombre de Cachito Arnilla, por un lado “cacho” significa “cuerno”, y este personaje es quien se queda con Teresa; de otro, “cachar” significa “follar”, es decir, el personaje acaba seduciendo a Teresa porque puede hacer con ella lo que no puede hacer Cuéllar.
Algunos críticos señalan que el episodio de la mariposa es simbólico porque resume la trama: el juego de la conquista con la persecución; la muerte de la mariposa como fin de la relación e incluso como anticipo de la muerte de Cuéllar e, incluso, al final, con la presencia de un “¿nuevo bichito?” la llegada de Cachito. Sin negar lo afirmado, cabe otra interpretación enraizada con la admiración que Vargas Llosa siente por Madame Bovary. Uno de los episodios cumbres de la novela de Flaubert es la doble narración que se articula en uno de los momentos claves de la obra, aquel en que Rodolfo seduce a Emma mientras de fondo se escucha las voces de una subasta. Pues bien, no hay más que trasladar la escena amorosa entre Cuéllar y Teresa y sustituir la prosaica escena de la subasta, por la melancólica historia de la mariposa.
Por el contrario, sí nos parece simbólica la elección de los apodos. “Pichula” es el nombre que recibe el pene de los niños en Perú, así que se ironiza con el personaje a partir precisamente de lo que no posee. El término es despectivo, de ahí que tanto Cuéllar como su padre combatan al principio el uso del apodo. Cuéllar, adopta, como para esconderlo, una actitud defensiva: se aprovecha de la compasión de los demás para ridiculizarla de algún modo, y ante el nacimiento de su apodo, Pichula, Pichulita, aunque al principio le entristece, decide darle la vuelta e invertir la burla en hombría.
También es doblemente simbólico el nombre de Cachito Arnilla, por un lado “cacho” significa “cuerno”, y este personaje es quien se queda con Teresa; de otro, “cachar” significa “follar”, es decir, el personaje acaba seduciendo a Teresa porque puede hacer con ella lo que no puede hacer Cuéllar.
Algunos críticos señalan que el episodio de la mariposa es simbólico porque resume la trama: el juego de la conquista con la persecución; la muerte de la mariposa como fin de la relación e incluso como anticipo de la muerte de Cuéllar e, incluso, al final, con la presencia de un “¿nuevo bichito?” la llegada de Cachito. Sin negar lo afirmado, cabe otra interpretación enraizada con la admiración que Vargas Llosa siente por Madame Bovary. Uno de los episodios cumbres de la novela de Flaubert es la doble narración que se articula en uno de los momentos claves de la obra, aquel en que Rodolfo seduce a Emma mientras de fondo se escucha las voces de una subasta. Pues bien, no hay más que trasladar la escena amorosa entre Cuéllar y Teresa y sustituir la prosaica escena de la subasta, por la melancólica historia de la mariposa.El estiloEl estilo de Los cachorros sigue la línea experimentalista que Vargas Llosa busca con sus novelas. Dado que se trata de una novela corta, la acción tiene que condensarse y para ello el autor utiliza una serie de recursos, como la yuxtaposición, que permitan la fluidez narrativa. Entre estos destaca el estilo indirecto libre, la introducción de diálogos sin marcas o la acumulación narrativa, es decir, la inclusión en un mismo fragmento de diversos procedimientos narrativos: diálogo, narración, descripción.
Ligado también a este experimentalismo está el uso de las onomatopeyas y los grafismos, ambos con el propósito de recrear imágenes visuales partiendo de recursos fónicos. Un buen ejemplo de onomatopeyas aparece cuando el perro castra a Cuéllar, y no solo por el ladrido del perro para referirlo, sino por la intensificación cuantitativa de dichos ladridos, cuanto más próximo está el perro al muchacho. Así, mediante el amenazante ladrido del perro se crea un estado en el lector de sobresalto y angustia. Los grafismos ponen de manifiesto la emoción de Cuéllar cuando tartamudea de emoción por la presencia de Teresa Otro de los procedimientos innovadores que aparecen tiene que ver con el cambio de la voz narrativa dentro de un mismo fragmento, en especial la mezcla de la primera y la tercera persona del plural que remiten al narrador objetivo y omnisciente, tercera, a un narrador personaje que no puede ser identificado con ninguno de los miembros de la pandilla pues todos ellos se esconden bajo el plural de primera persona. El efecto que se pretende con este uso es crear una unidad narrativa que conduce a un sentimiento de grupo, se relatan experiencias comunes que afectan a todos, salvo a Cuéllar, quien nunca asume este papel de narrador. El inicio de la novela es un buen ejemplo de lo señalado.
Para conseguir ese efecto de rapidez narrativa se busca una prosa que reproduzca el lenguaje oral: yuxtaposiciones, elipsis, pero sobre todo el empleo de la lengua utilizada, una jerga colegial, juvenil y local –limeña-. A eso hay que añadirle un alto índice de americanismos. A este respecto debe señalarse que los registros se actualizan a medida que crecen los muchachos y van cambiando sus aficiones. Todo ello responde a la voluntad de captar con mayor precisión el ambiente que se retrata. Ligado también a la oralidad, pues es una fórmula propia del diálogo, aparece frecuentemente el vocativo para apelar a persona a quien se dirige el interlocutor.
En el campo léxico sobresale el uso de diminutivos, un recurso que se emplea para conseguir la afectividad de lo nombrado, aunque en ocasiones, como en el uso que de ellos hace Teresita, denotan cierto infantilismo y una alta dosis de cursilería que, sin embargo, reproducen perfectamente su personalidad.
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