17 Abr

El Grupo Poético del 27

Según Dámaso Alonso y Luis Cernuda, se diferencian tres etapas en la evolución del grupo:

  • Hasta 1927: Corresponde a los tanteos iniciales, con notoria presencia de tonos becquerianos, rechazo del Modernismo e influjos vanguardistas. Juan Ramón Jiménez les conduce hacia una poesía pura (basada en la metáfora), que origina un arte deshumanizado contrarrestado con una poesía de raíz popular (Marinero en tierra de Alberti, Poema del cante jondo y Romancero gitano de Lorca, Cántico de Jorge Guillén o Presagios de Pedro Salinas).
  • Desde 1927 hasta la Guerra Civil: Marca la cima y el descenso de los ideales estéticos iniciales. Se puede hablar de una comunicación más íntima y cordial con el mundo y con el lector. Con la aparición del surrealismo, pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre (amor, ansia de plenitud, problemas existenciales). Es una época de poesía humana y apasionada. Se introducen acentos sociales y políticos (Los placeres prohibidos y Donde habite el olvido de Cernuda, Espadas como labios de Vicente Aleixandre, Sobre los ángeles de Alberti o Poeta en Nueva York de Lorca).
  • Época de la posguerra: Tras la Guerra Civil y la muerte de Lorca, el grupo se dispersa en el exilio (salvo Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego) y cada uno sigue un rumbo poético personal, sin abandonar los caminos de la poesía humana. Se aprecia una poesía con carácter testimonial, mostrando la nostalgia por la patria perdida y el desarraigo. La concesión del Premio Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre en 1977 es la confirmación de la plenitud poética de un grupo que ha dado una nueva Edad de Oro a la lírica española.

Poetas del 27 (Andaluces)

Aunque son muchos los poetas, tanto los conocidos como los que no forman parte de la nómina usual (José María Hinojosa, Rafael Laffón, Alejandro Casona o Pedro Garfias, entre otros), nos centraremos en los autores andaluces del grupo del 27:

Vicente Aleixandre

Nacido en Sevilla y criado en Málaga, fue Premio Nobel en 1977. Sus temas son variados: el amor como impulso erótico que lleva a la destrucción; la naturaleza como fuente de vida. Posee una primera etapa de corte surrealista con imágenes oníricas e irracionales y versolibrismo; el poeta se funde con la naturaleza. Pertenecen a esta etapa libros como Espadas como labios, Sombra del paraíso y La destrucción o el amor. Su segunda etapa supone un abandono del surrealismo y la naturaleza para centrarse en el hombre. De esta etapa son los libros Historia del corazón y Poemas de la consumación.

Federico García Lorca

Sus primeros libros suponen una fusión de lo tradicional con la vanguardia y la poesía pura. Destacan Poema del cante jondo y Romancero gitano; son piezas de tema andaluz con elementos oníricos y mezcla de tradición y surrealismo. Más tarde compone Poeta en Nueva York, obra plenamente surrealista donde nos habla de personajes marginados a través de versos libres y una estética vanguardista. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías y los Sonetos del amor oscuro son las últimas obras del granadino, donde aúna amor, erotismo, angustia y trascendencia.

Rafael Alberti

El gaditano se inicia en la estética neopopularista con métrica tradicional: Marinero en tierra, El alba del alhelí. Le sigue una etapa gongorina (Cal y canto) y una etapa surrealista: Sobre los ángeles es un libro único en la producción de Alberti y constituye una de las cumbres españolas del surrealismo de filiación europea. Con la llegada de la República y la Guerra, Alberti hace poesía más comprometida social y políticamente. Son libros de esta época Un fantasma recorre Europa, De un momento a otro, Capital de la gloria. En el exilio no deja de escribir: Entre el clavel y la espada; Roma, peligro para caminantes; Retornos de lo vivo lejano.

Luis Cernuda

El sevillano es el poeta del amor por excelencia. Perfil del aire es su primer libro, con poesía pura. Escribe a continuación libros surrealistas como Un río, un amor; Los placeres prohibidos; Donde habite el olvido. Sus grandes obras son La realidad y el deseo y Ocnos. El primero es el título bajo el que reunió su poesía completa: soledad, angustia, deseo de belleza absoluta; aspira a llegar a la comunicación mediante el amor. Su poesía del exilio en México está, entre otros, en los libros titulados Con las horas contadas y Desolación de la quimera. Por las características de su poética (renuncia a la rima, a los ritmos marcados, al lenguaje ortodoxamente poético) es, quizás, el poeta del 27 que más ha influido en las generaciones posteriores.

La Poesía Española desde 1939 hasta los Años 70

Tras la Guerra Civil, el exilio exterior de buena parte de los escritores que sobrevivieron (afines a la República), el asesinato de Federico García Lorca y el encarcelamiento del joven Miguel Hernández dejaron apenas sin modelos a las nuevas generaciones poéticas. La producción lírica de los que se quedan en el llamado exilio interior tuvo que esquivar la fuerte presión de la censura.

Miguel Hernández

Merece mención especial una personalidad singular: Miguel Hernández (1910-1942), que representa el paso de la poesía tradicional a la comprometida políticamente.

Nacido en Orihuela en 1910, participó como soldado junto al ejército republicano durante la Guerra Civil y, al acabar, fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte. La sentencia fue conmutada por treinta años de reclusión; pero su vida se vio truncada definitivamente en 1942, en la cárcel de Alicante, a consecuencia de la tuberculosis. En su producción poética, se han establecido cuatro etapas:

  • Poesía de influencia barroca y vanguardista:

    Etapa caracterizada por una poesía de tono barroco, que se refleja en Perito en lunas (1934). Son cuarenta octavas reales de influencia gongorina y vanguardista, llenas de metáforas y símbolos.
  • Poesía amorosa y elegíaca:

    En 1936 publica El rayo que no cesa. El centro vital de la obra es la pasión amorosa hacia la que sería su mujer, Josefina Manresa, pero una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana: el amor es un «rayo» que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte. La obra incluye, en tercetos encadenados, su célebre Elegía a Ramón Sijé, una de las mejores elegías a la amistad en lengua española.
  • Poesía de compromiso y guerra:

    Durante la guerra, Miguel Hernández emplea su poesía para luchar por la causa republicana y escribe Viento del pueblo, obra con la que se suma al romancero de la Guerra Civil. En esta tercera etapa también escribe El hombre acecha, donde la palabra es todavía símbolo de resistencia, pero la muerte del hijo y la derrota de la guerra sumen al poeta en la desolación.
  • Poesía de la ausencia y la esperanza:

    Poesía desnuda y profunda. Las metáforas se han reducido sensiblemente en busca de una expresión directa y esencial. Son los poemas, escritos la mayoría en la cárcel, que se recogen en Cancionero y Romancero de ausencias (1938-1941): el poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer; también recuerda una guerra que sólo ha provocado odio y destrucción, pero aun así no renuncia a la esperanza. Uno de los poemas más conocidos es Nanas de la cebolla, dedicado a su segundo hijo.

Poesía Testimonial: Arraigada y Desarraigada

En la inmediata posguerra, surge la revista Garcilaso (1943), que aglutina a poetas afines al régimen franquista y promueve una poesía formalmente clasicista y alejada de la problemática realidad de la dictadura. Su director fue José García Nieto y sus autores son Luis Rosales, Leopoldo Panero o Luis Felipe Vivanco, entre otros. Los temas fundamentales son Dios, la patria, el paisaje castellano o el amor; muestran un admirable dominio de la técnica y una poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó «poesía arraigada», ofreciendo una visión positiva del mundo y obviando la dura realidad española del momento.

Como contrapunto a esta, nace en León la revista Espadaña (1944), que reúne a una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española de la época, «poesía desarraigada» la llamó Dámaso Alonso. Sus temas son la angustia histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte…). Una fecha clave es 1944, año en que se publican Hijos de la ira de Dámaso Alonso («Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres») y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre. En este grupo, destacan autores como Gabriel Celaya y Blas de Otero (en sus primeros poemarios), Eugenio de Nora, Victoriano Crémer, Carlos Bousoño o José Hierro.

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