28 Jun

Preparativos del Golpe de Estado

Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, una facción del Ejército, liderada por Emilio Mola y otros generales conservadores, comenzó a conspirar contra el nuevo Gobierno. Mola coordinó los preparativos del golpe, actuando en nombre del general Sanjurjo, desterrado en Portugal. El gobierno republicano, consciente de la trama, dispersó a los generales en destinos lejanos. Los militares contaron con el apoyo financiero de una trama civil con diversos ideales, unidos únicamente por el deseo de derrocar al Gobierno de izquierdas. Tras un clima de crispación social y político, el asesinato del teniente José Castillo y del dirigente Calvo Sotelo en julio de 1936 fueron los eventos que desencadenaron finalmente el golpe militar.

El Alzamiento

El clima de insurrección se intensificó en Marruecos, donde los coroneles Seguí, Yagüe y Bartomeu colaboraron con Emilio Mola. Tras el asesinato de Calvo Sotelo, el 18 de julio se fijó para el inicio del alzamiento, aunque una inspección policial el 17 de julio en Melilla adelantó los planes. La sublevación se extendió a varias plazas africanas y Franco, desde Canarias, se unió al movimiento. La rebelión se propagó por la Península, causando la dimisión del presidente Casares Quiroga. Tras un breve gobierno de Martínez Barrio, sin éxito en las negociaciones, Azaña nombró presidente a José Giral, quien distribuyó armas a los sindicatos y milicias populares para sofocar la sublevación.

Configuración de los Dos Bandos

Los sublevados, llamados “nacionales”, fueron respaldados por las clases altas, la Iglesia Católica y sectores de derecha, mientras que la República recibió apoyo de campesinos, obreros y militantes de izquierda. Aunque los sublevados contaban con una élite militar, la República tuvo que improvisar un nuevo ejército, lo que inicialmente generó un desequilibrio. 

Sin embargo, ninguno de los bandos tenía los recursos necesarios para una victoria rápida, lo que desencadenó un conflicto prolongado y agotador a partir de julio de 1936.

España Dividida en Dos

La rebelión no logró el control esperado del país debido a la resistencia de las milicias populares y la lealtad de algunas fuerzas de seguridad. Los sublevados dominaron Cádiz y avanzaron por Sevilla, Galicia, Castilla, Navarra y las Islas. Sin embargo, la República mantuvo el control en las ciudades industriales y las regiones más pobladas, gracias a la acción de las milicias y la fidelidad de algunas fuerzas de seguridad

Apoyo a los Sublevados

Los militares sublevados buscaron ayuda exterior desde el principio de la guerra. Italia ofreció apoyo debido a similitudes ideológicas y ambiciones estratégicas de Mussolini en el Mediterráneo. Enviaron el Corpo di Truppe Volontarie (CTV) con 40,000 hombres, pero su fracaso en Madrid llevó a su subordinación a Franco. Alemania, anticipando una guerra europea, respaldó a Franco por acceso a minas de wolframio en Galicia y una ruta alternativa a Francia. También usaron la guerra como campo de pruebas para su nuevo armamento. Italia y Alemania jugaron roles clave en la victoria de los sublevados, proporcionando tropas y tecnología. Portugal, Estados Unidos, el Vaticano e Irlanda también ofrecieron apoyo indirecto.

Apoyo para la República

El Gobierno de la República recibió ayuda principal de la Unión Soviética, que proporcionó armas y asesores militares, aunque de forma intermitente debido a los intereses políticos de Stalin. Esta ayuda fue ambivalente, ya que fortaleció al Ejército Popular pero también generó preocupación por la influencia soviética. Además, México brindó apoyo crucial en refugio y armamento, mientras que Francia permitió la venta clandestina de armas. La República también contó con el respaldo de las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios antifascistas de todo el mundo, aunque su contribución militar fue modesta.

Gobierno de Largo Caballero

Durante la guerra civil española, el anarquismo y el marxismo antiestalinista llevaron a cabo una revolución social, tomando el control en varias zonas y realizando acciones como colectivizaciones forzosas e ocupaciones de tierras e industrias. Ante esta situación, Azaña designó a Largo Caballero para formar un nuevo Gobierno, el “Gobierno de la Victoria”, que incluyó ministros de diversas fuerzas políticas. Largo Caballero implementó medidas para reconstruir el Estado, como la creación del Ejército Popular y el control del orden público. Se estableció una economía de guerra y se confirmó el apoyo vasco con el Estatuto de Autonomía del País Vasco. Sin embargo, las tensiones persistieron, especialmente en Cataluña. En 1937, los Sucesos de Mayo enfrentaron a fuerzas republicanas contra anarquistas y trotskistas, lo que llevó a la caída del Gobierno de Largo Caballero.

Gobierno de Juan Negrín

Tras los sucesos de Barcelona, Azaña nombró a Juan Negrín, un médico con poca experiencia política, como primer ministro. Su gobierno buscó frenar el clima revolucionario, nacionalizando la industria de guerra y desplazando al anarquismo del poder. A pesar de lograr avances en 1937, como las ofensivas en Brunete, Belchite y Teruel, las derrotas posteriores revelaron divisiones en el bando republicano. La resistencia de Negrín ante la rendición negociada con Franco lo distanció de otros líderes republicanos, llevando a su abandono tras la caída de Cataluña en 1939.

Ascenso de Franco

Los rebeldes comenzaron la guerra sin un líder claro después de la muerte del general Sanjurjo. Surgieron líderes regionales como Mola, Queipo de Llano y Franco. La Junta de Defensa Nacional se formó en Burgos, con Cabanellas como presidente. Franco emergió como líder principal tras sus victorias y el apoyo militar. Fue nombrado jefe de Gobierno y Generalísimo de los Ejércitos en octubre de 1936. La desaparición de competidores allanó el camino para que Franco se convirtiera en el líder indiscutible de España.

Sublevación contra Negrín

En los días previos a la ocupación de Cataluña, hubo divisiones en el bando republicano sobre cómo manejar la guerra. Negrín defendió la resistencia, confiando en un cambio de situación en Europa, mientras que otros, como los anarquistas y parte de los socialistas, abogaban por la rendición. Negrín intentó reorganizar el Ejército Popular desde Elda, pero un golpe de Estado liderado por Casado y Besteiro en marzo de 1939 llevó a la creación del Consejo Nacional de Defensa, buscando negociar la paz con Franco. La represión y la huida de comunistas y seguidores de Negrín marcaron el final de la guerra, con la derrota en la batalla de los Nuevos Ministerios en Madrid en marzo de 1939.

La República Pierde la Guerra

Tras el fracaso inicial del golpe de Estado en 1936, la República parecía tener la ventaja. Sin embargo, factores como el apoyo de Italia y Alemania a Franco, la falta de mandos intermedios en el ejército republicano y la división interna debilitaron su posición. La creación del Comité de No Intervención limitó el apoyo internacional a la República, mientras que Franco recibió ayuda constante. Estos factores contribuyeron al éxito final de Franco en 1939.

Consecuencias Sociales y Culturales

Tras la guerra en España, la sociedad cambió, favoreciendo a la élite terrateniente, financiera e industrial en perjuicio de los trabajadores. Las mujeres perdieron sus derechos legales y fueron relegadas al hogar y la maternidad. La Iglesia Católica, aliada del régimen de Franco, aumentó su influencia, controlando la educación y la espiritualidad. La cultura española sufrió con la ejecución o represión de figuras importantes como Federico García Lorca. Además, la educación se vio afectada con la persecución de maestros tras el alzamiento militar.

Consecuencias Políticas y Económicas

La guerra civil española resultó en la instauración de una dictadura personal bajo Franco, que duró 40 años y acabó con el proyecto democrático del país. El régimen franquista eliminó la pluralidad política y limitó la participación ciudadana, estableciendo una oligarquía leal al Caudillo. A nivel económico, aunque se preservaron muchas instalaciones industriales importantes, las infraestructuras de transporte sufrieron daños significativos. Los bombardeos causaron la destrucción de viviendas y escasez de alimentos, especialmente en las zonas republicanas, y la guerra paralizó la reconstrucción del país. Además, España tuvo que pagar deudas a Alemania, Italia y compañías petroleras estadounidenses, agotando las reservas de oro del Banco de España.

Consecuencias Humanas

La guerra civil española causó un elevado número de víctimas mortales, superando el medio millón según estimaciones. Muchos de los fallecidos eran civiles, víctimas de bombardeos y represión en la retaguardia. La crueldad del conflicto profundizó divisiones sociales y provocó ajustes de cuentas, incluso entre miembros de una misma familia. Tras la guerra, la represión continuó con más de 270.000 personas encarceladas o en campos de trabajo. Además, entre 400.000 y 500.000 personas fueron exiliadas, enfrentándose a condiciones inhumanas en campos de internamiento en Francia y, posteriormente, muchos fueron enviados a campos de concentración nazis. Los “niños de la guerra” evacuados sufrieron especialmente, con muchos nunca regresando a España o reencontrándose con sus familias.

La Quinta Columna

La quinta columna es un término que se usa durante la guerra para describir a personas en una población que mantienen lealtades hacia el enemigo por razones ideológicas u otras. Estas personas pueden colaborar activamente con el enemigo o simplemente brindar apoyo. Durante la “Guerra de Columnas”, las unidades de combate principales fueron estas columnas. Los miembros de estas columnas, en ambos bandos, fueron conocidos por su violencia, ejecutando a prisioneros o sospechosos de tener lealtades ideológicas con el enemigo.

El Decreto de Unificación

El Decreto de Unificación fue una ley de Franco en 1937 que fusionó los partidos políticos Falange Española y Comunión Tradicionalista, creando un partido único llamado FET de las JONS. Esto eliminó otros partidos políticos en la zona bajo su control, consolidando el poder del régimen franquista.

Ejército Popular

Tras la Guerra Civil Española, Francisco Largo Caballero reorganizó el ejército republicano, integrando milicias populares, principalmente anarcosindicalistas, bajo un mando unificado para combatir a las fuerzas franquistas. Se disolvió en marzo de 1939 con la caída de la República.

Guerra Civil

Es un conflicto armado interno en un país, donde diferentes grupos luchan por el control del Estado. En el caso de España, se refiere principalmente al enfrentamiento entre las fuerzas republicanas y las sublevadas durante 1936-1939, aunque históricamente también se han dado otros conflictos internos como las Guerras Carlistas del siglo XIX.

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