09 Oct
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Quinta Columna
Término usado para referirse a un sector de la población que, en situación de guerra, mantiene lealtades hacia el bando contrario por cuestiones ideológicas o de otra índole. Esa vinculación puede traducirse en diversas formas de colaboración activa, o simplemente en un apoyo.
Decreto de Unificación
Norma jurídica promulgada por el general Franco el 20 de abril de 1937 desde su cuartel general en Salamanca, por la cual se fusionaban bajo su mando los partidos políticos Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS) y la Comunión Tradicionalista. Surgía así un partido único y artificial con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET de las JONS). El resto de partidos políticos en zona sublevada quedaban extintos. Con el tiempo, la FET de las JONS pasó a formar parte del llamado Movimiento Nacional que articulaba los órganos de participación en la vida pública del régimen franquista.
Ejército Popular
Denominación más extendida del ejército republicano, una vez reorganizado tras la llegada al gobierno de Francisco Largo Caballero el día 4 de octubre de 1936. La sublevación militar del 18 de julio había supuesto la desintegración orgánica del ejército español, y las unidades leales a la República carecían de dirección militar unificada debido al colapso de la autoridad política. Como jefe del llamado «Gobierno de la Victoria», Largo Caballero también asumió la cartera del Ministerio de Guerra y trató de acabar con la acefalía, disolviendo o integrando las milicias populares, en su mayoría anarcosindicalistas, que habían acudido al combate sin encuadrarse bajo mando militar. El 16 de octubre, se publicó en la Gaceta de Madrid la orden de integración, y en los meses siguientes se establecería la estructura orgánica. El Ejército Popular se disolvió a finales de marzo de 1939 a medida que el ejército franquista ocupaba las últimas posiciones republicanas.
Guerra Civil
Enfrentamiento armado en el que combaten entre sí ejércitos o grupos armados pertenecientes al mismo país, y que generalmente luchan por la conquista del control del Estado, o por una cuestión secesionista. La formación de uno y otro bando puede contener tanto tropas regulares, como milicias, e incluso contingentes de tropas no nacionales que toman partido por algún motivo. En la historia contemporánea de España, se pueden considerar conflictos civiles la Guerra de Independencia, toda vez que en las tropas de ocupación francesas eran apoyadas por los «afrancesados» o personalidades españolas, y las llamadas Guerras Carlistas del siglo XIX. No obstante en la mayoría de los casos esta designación se refiere a la lucha entre las fuerzas republicanas y las fuerzas sublevadas entre 1936-1939 resultantes del alzamiento militar del día 18 de julio de 1936.
Consecuencias de la Guerra Civil
Consecuencias Políticas
La guerra llevó al establecimiento de una dictadura personal de Franco que duró 40 años, acabando con el primer proyecto democrático genuino en España. El régimen franquista suprimió la pluralidad política y la participación ciudadana, limitando el poder a una oligarquía leal al Caudillo en la administración central y local.
Consecuencias Económicas
Las consecuencias económicas de la guerra incluyeron daños en las comunicaciones y la población civil, con la destrucción de viviendas y escasez de alimentos. A pesar de que las instalaciones industriales en grandes centros como Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid quedaron mayormente intactas, se perdieron infraestructuras de transporte. Tras la guerra, se establecieron cartillas de racionamiento debido a la escasez de bienes de consumo. La reconstrucción se vio afectada por el inicio de la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó a Franco a saldar deudas con Alemania, Italia y empresas petroleras estadounidenses, agotando las reservas de oro del Banco de España.
Consecuencias Sociales
Tras la guerra, se produjo un reajuste social que benefició a la oligarquía en detrimento de los trabajadores, afectando los derechos adquiridos. Las mujeres perdieron su igualdad jurídica y fueron relegadas al hogar en la España de Franco. La Iglesia Católica, fortalecida por Franco, tuvo un papel influyente en la instrucción espiritual y educativa, moldeando la moral y conducta de los ciudadanos en la posguerra.
Consecuencias Humanas
El conflicto resultó en un alto número de víctimas mortales, con estimaciones superiores al medio millón de muertos, muchos de ellos civiles. La crueldad y el odio generados fracturaron la sociedad, llevando a represión política y revancha de los vencedores sobre los vencidos. Se estima que más de 270,000 personas enfrentaron prisión o campos de trabajo forzado. Además, entre 400,000 y 500,000 republicanos fueron exiliados, algunos terminando en campos nazis. La difícil situación de los «niños de la guerra» que fueron evacuados también se destaca, con alrededor de 45,000 llegando a varios países y una tercera parte sin reunirse con sus familias nuevamente.
Consecuencias Culturales
En las décadas anteriores a la guerra, hubo avances notables en los ámbitos cultural, científico y educativo en España, con la reducción del analfabetismo de un 60% en 1900 a un 35% en 1935. Sin embargo, la Guerra Civil interrumpió la llamada «edad de plata» de la cultura española, con figuras destacadas como Federico García Lorca, Ramiro de Maeztu, y Pedro Muñoz Seca siendo ejecutadas o represaliadas. Muchos científicos, artistas e intelectuales se vieron obligados al exilio, lo que afectó significativamente al desarrollo cultural y educativo en el país. Tras el levantamiento militar, más del 60% de los maestros de escuela fueron ejecutados, encarcelados o apartados de sus profesiones.
Causas de la Derrota de la República
Tras el fracaso del golpe de Estado de julio de 1936, la suerte de los sublevados parecía estar echada, pues nada hacía presagiar que fueran capaces de lograr la victoria obtenida tres años después. El Gobierno conservaba las principales ciudades, unidades militares y regiones industriales, además de contar con el reconocimiento de la mayoría de la comunidad internacional. Para explicar este inesperado desenlace hay que buscar una serie de causas:
- Evolución del contexto internacional: La postura de las democracias, con la creación del Comité de No Intervención, contrastó con el apoyo decidido de Italia y Alemania al bando franquista, que fue más eficaz y constante que la ayuda enviada desde la Unión Soviética a la República.
- Ventaja franquista en el plano militar: Aunque los altos mandos leales a la República poseían mayor prestigio y formación que los sublevados, el Gobierno padeció una dramática escasez de mandos intermedios, que en definitiva eran quienes tomaban las decisiones en el frente.
- División y falta de coordinación: Ante la disciplina de los sublevados, el Gobierno republicano tuvo que afrontar constantes divisiones y enfrentamientos internos, que concedieron una inmensa ventaja al adversario.
El Gobierno de Largo Caballero
Tras el inicio de la guerra civil, el anarquismo y el marxismo antiestalinista llevaron a cabo una revolución social, controlando zonas clave y realizando colectivizaciones forzosas y ejecuciones. Ante el colapso del Gobierno republicano, Azaña nombró a Largo Caballero para formar un nuevo Gobierno de concentración. Llamado «Gobierno de la Victoria», incluyó representantes de diversas fuerzas políticas, destacando la integración de miembros de la CNT. Largo Caballero se centró en reconstruir el Estado, destacando la creación del Ejército Popular para enfrentar a las tropas franquistas y la restauración del orden público a través de tribunales populares y el cuerpo de Carabineros. Esta gestión logró reducir la violencia en España a finales de 1936.
La implementación de la economía de guerra durante la Guerra Civil Española, donde se expropiaron tierras a propietarios que apoyaron la insurrección, se reorganizó la industria para la guerra, se confirmó el apoyo vasco con el Estatuto de Autonomía del País Vasco y el ascenso de José Antonio Aguirre. A pesar de los esfuerzos, las tensiones persistieron, especialmente en Cataluña, y en 1937 estallaron los Sucesos de Mayo, enfrentando a diversas facciones políticas y resultando en la caída del Gobierno de Largo Caballero.
Sublevación contra Negrín
En los días previos a la ocupación de Cataluña, Juan Negrín y sus seguidores abogaban por la resistencia en la Guerra Civil Española, mientras que los anarquistas y parte de los socialistas preferían la rendición. Tras un golpe de Estado liderado por el coronel Segismundo Casado el 5 de marzo de 1939 en Madrid, se formó el Consejo Nacional de Defensa para negociar la paz con Franco, marcando así el final de los combates en la guerra.
El Gobierno de Juan Negrín
En los días previos a la ocupación de Cataluña, Juan Negrín y sus seguidores abogaban por la resistencia en la Guerra Civil Española, mientras que los anarquistas y parte de los socialistas preferían la rendición. Tras un golpe de Estado liderado por el coronel Segismundo Casado el 5 de marzo de 1939 en Madrid, se formó el Consejo Nacional de Defensa para negociar la paz con Franco, marcando así el final de los combates en la guerra.
El Ascenso de Franco
El ascenso de Franco se vio marcado por la muerte del general José Sanjurjo, lo que llevó a la aparición de líderes regionales como Emilio Mola, Gonzalo Queipo de Llano, y Francisco Franco. Franco ganó prestigio por sus victorias y su manejo de la ayuda alemana. Tras avanzar hacia Madrid y liberar el alcázar de Toledo, otros militares sublevados decidieron apoyarlo como jefe político y militar. En octubre de 1936, Franco fue nombrado jefe de Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Franco se convirtió en el líder indiscutible de la España nacional tras la desaparición de posibles competidores como los generales Goded, Fanjul y Mola.
El Apoyo a la República
El Gobierno de la República recibió apoyo principal de la Unión Soviética, que proporcionó material bélico, personal especializado y comisarios políticos. Aunque la ayuda soviética fue crucial para la resistencia republicana, las entregas eran intermitentes debido a los intereses políticos de Stalin. México también respaldó a los republicanos, acogiendo refugiados y proporcionando armamento. Francia, a pesar de ser neutral oficialmente, permitió la venta clandestina de armas. La opinión pública internacional respaldó a la República, destacando las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios antifascistas de diversos países, cuya intervención fortaleció moral e ideológicamente a los combatientes republicanos.
El Apoyo a los Sublevados
Durante la Guerra Civil Española, los militares sublevados recibieron apoyo crucial de Italia y Alemania. Mussolini envió el Corpo di Truppe Volontarie, mientras que Hitler facilitó la Legión Cóndor. Ambos líderes tenían motivaciones estratégicas, como el control del Mediterráneo y el acceso a recursos en Galicia. Este respaldo tecnológico y financiero fue fundamental para Franco, permitiéndole trasladar tropas y financiar la guerra. Además, Portugal, Estados Unidos, el Vaticano e Irlanda contribuyeron con apoyo logístico y voluntarios, desempeñando un papel significativo en el triunfo de los sublevados.
La Configuración de los Dos Bandos
La configuración de los dos bandos durante la Guerra Civil Española. Por un lado, los sublevados autoproclamados «nacionales» contaban con el apoyo de las clases altas, la Iglesia Católica y partidos de derechas, mientras que la República recibía apoyo de campesinos, obreros y militantes de izquierdas. La población se alineaba geográficamente más que ideológicamente, y en términos militares, el bando nacional tenía ventaja cualitativa con la Legión y los Regulares marroquíes, mientras que la República improvisaba un nuevo ejército. Ambos bandos carecían de los recursos militares para dominar al otro en julio de 1936.
Los Preparativos del Golpe de Estado
En 1936, tras la victoria del Frente Popular, una facción del Ejército, liderada por Emilio Mola, comenzó a planear un golpe de Estado. Esta conspiración contó con militares como Sanjurjo, Fanjul, Goded, Varela y Franco, este último uniendo su apoyo en los días previos. El gobierno republicano, al tanto de la trama, trasladó a los generales a destinos alejados. Apoyados por una trama civil con financiación diversa, el clima de tensión política y social permitió que el golpe estuviera listo para el verano de 1936, desencadenado por asesinatos como el de José Castillo y Calvo Sotelo.
El Alzamiento
El alzamiento del 18 de julio en el Protectorado español de Marruecos fue precedido por el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio. Aunque originalmente planeado para el 18 de julio, el golpe se adelantó al 17 de julio debido a una inspección policial en el cuartel de Melilla. La sublevación militar se extendió a Ceuta, Tetuán y Larache con el apoyo de la Legión y los Regulares. Franco, desde Canarias, se unió a las fuerzas sublevadas. Tras la dimisión del presidente del Gobierno, se formó un breve gobierno de Diego Martínez Barrio, que intentó sin éxito negociar con los militares sublevados. José Giral fue nombrado presidente del Gobierno y ordenó la entrega de armamento a los sindicatos y milicias populares para controlar la sublevación en gran parte del territorio peninsular.
El Fracaso del Alzamiento: España Dividida en Dos
La rebelión no respondió a las expectativas de los sublevados, que habían imaginado una acción rápida que les diera el inmediato control del país. No consiguieron que todos los militares se sumaran al golpe, aunque sí la mayoría de los oficiales. La acción de las milicias populares armadas, fue también decisiva para abortar el golpe, especialmente en las ciudades.
Los sublevados dominaron Cádiz, que se convertiría en el punto de desembarco de las tropas del Ejército de África. Desde allí, llegaron hasta Sevilla, donde Queipo de Llano tomó los principales puntos de la ciudad, aunque quedó aislado los primeros días del conflicto. Además, controlaron con facilidad Galicia, Castilla la Vieja, el valle del Duero y Navarra, donde las milicias tradicionalistas se pusieron al servicio del general Mola. En Aragón, el general Cabanellas se hizo con el control de Zaragoza, aunque las provincias de Teruel y Huesca quedaron divididas. Los archipiélagos también quedaron bajo control de los sublevados, salvo la isla de Menorca.
La República mantuvo el control las ciudades industriales y las provincias más pobladas y ricas, sobre todo gracias a la lealtad de algunos miembros de las fuerzas de seguridad y al papel que tuvieron las milicias de los partidos de izquierdas y los sindicatos para sofocar la rebelión en algunas zonas:
- Madrid: Los cuarteles de Campamento, Getafe y El Pardo y el aeródromo de Cuatro Vientos se sublevaron, pero fueron reducidos. Los milicianos asaltaron el Cuartel de la Montaña, donde se refugiaba el general Fanjul al frente de una guarnición militar. Los defensores se rindieron el día 20, y muchos fueron ejecutados en el mismo patio del cuartel. Fanjul fue fusilado tras un consejo de guerra un mes después.
- Barcelona: La respuesta de los sindicatos y la fidelidad de la Guardia Civil al Gobierno central y el de la Generalitat, permitieron acabar con la sublevación. El general Goded, procedente de Baleares, intentó someter la ciudad pocos días después, pero tuvo que rendirse y terminó fusilado.
- Norte: El Partido Nacionalista Vasco declaró su adhesión al Gobierno y controló la mayor parte del territorio vasco. Asturias, salvo Oviedo, quedó bajo mando republicano gracias a la acción de las milicias obreras.
- Levante: Valencia y Murcia permanecieron leales al régimen republicano, y con ellas la práctica totalidad de la fuerza naval española, amarrada en el puerto de Cartagena.
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