07 Nov
La Guerra Civil: Dimensión Política e Internacional
Las Consecuencias de la Guerra
Evolución Política en el Bando Nacional
La Guerra Civil Española se inició en julio de 1936. La característica principal de los primeros días de la Guerra Civil fue el entusiasmo, que se vio convertido en eficacia militar. En la evolución política del bando nacional influyeron las razones por las cuales se sublevó cada uno de los elementos que lo formaban: militares (se presentaron como defensores de España, considerando que debían hacerse cargo del poder cuando los gobernantes traicionaban a la nación) y tradicionalistas (para los que la conjura comunista constituía un nuevo nombre para un enemigo ya antiguo). Así, lo que unió a este bando fue una idea negativa: la resistencia al comunismo y a la anarquía. Por ello, en los primeros meses no se definió el modelo de Estado que se quería establecer. Fue ante la perspectiva de una guerra larga cuando se hizo necesario unificar el mando, siendo nombrado Franco, en octubre de 1936, generalísimo y Jefe de Estado, por estar al mando del núcleo de la fuerza sublevada: el ejército marroquí. Franco siguió sin determinar el modelo de Estado a imponer con el objetivo de afianzar su jefatura sobre las diferentes propuestas. Fue Serrano Súñer quien propuso un Estado basado en un partido único y mandado por un solo hombre. Objetivo que pudo llevarse a cabo integrando carlismo y Falange (con preeminencia de Falange), y gracias a la autoridad militar sobre el resto de tendencias y al respeto a la jerarquía.
Las Fuerzas que Definieron el Nuevo Estado
Tres fueron las fuerzas que finalmente definieron el llamado “Nuevo Estado”: el sindicalismo vertical de Falange (que derivó en un mundo laboral paternalista y disciplinado, que, con los años, acabó siendo un problema ante el progreso de la justicia social en la Iglesia), los militares (que fueron los garantes de la organización y centralización política, y del respeto a la autoridad y a la jerarquía) y la Iglesia. El caso de esta última fue más complejo. La Iglesia se mantuvo prudente ante el nuevo Estado, y Franco fue también prudente a la hora de mostrar su apoyo a un Estado católico, pues debía tener presente el equilibrio de fuerzas en el interior y la actitud de Alemania, contraria a la religión. Sin embargo, la restauración jurídica de la Compañía de Jesús (1938), la colocación de Sainz Rodríguez en el Ministerio de Educación Nacional, y la entrada del conde de Rodezno en el Ministerio de Justicia, propiciaron la conversión de la Iglesia en guía espiritual de España, así como su influencia decisiva sobre la cultura y el pensamiento.
Evolución Política en el Bando Republicano
En la zona republicana, la reacción del gobierno hacia el golpe fue dimitir. Su sucesor, Martínez Barrio, trató de negociar con Mola, el cual se negó. La presión popular hizo que Martínez Barrio cayera, subiendo al gobierno Giral, que accedió a armar al pueblo. Los primeros en organizarse y en controlar la situación fueron los extremistas, lo que llevó a que en los primeros días se produjeran matanzas indiscriminadas. Los intentos del gobierno de organizar a los milicianos encontraron la oposición de la CNT-FAI, consciente de que su influencia descansaba en las milicias. La CNT, apoyada por la UGT, procedió a plasmar la revolución en la colectivización, lo que suponía una interrupción de la producción necesaria para la guerra.
Conflictos Internos en el Bando Republicano
En contraposición a la revolución espontánea de la CNT, existió una política cautelosa de los socialistas Besteiro y Prieto, de los republicanos y de los comunistas. Estos, o eran hostiles a la revolución o consideraban que debía perpetrarse tras la victoria. Sin embargo, los republicanos no pudieron dar una respuesta, siendo los comunistas quienes asumieron la defensa de una priorización de la guerra sobre la revolución (el ministro Uribe detuvo la colectivización agraria). Así, aumentaron los afiliados del Partido, alcanzando los 250.000 en marzo de 1937. Esta es la explicación del predominio comunista en los gobiernos del Frente Popular desde la presidencia de Largo Caballero. Sin embargo, la imposición comunista de un férreo control policial contra cualquier disidente político fomentó la oposición militar.
Intentos de Concentración de Fuerzas
El primer intento de concentración de las fuerzas existentes en la zona republicana fue del gobierno de Largo Caballero, en el que estaban presentes todas las fuerzas políticas menos el POUM y los puristas de la CNT. La entrada en el gobierno de la CNT llevó a un conflicto, en mayo de 1937, del POUM y la CNT contra el PSUC, que controlaba la policía del gobierno catalán. El orden fue restaurado cuando faltaron los alimentos y llegó la Guardia de Asalto. Sin embargo, estos conflictos llevaron a un mayor control comunista de la situación, que fue tomado por Largo Caballero como un intento de controlar el ejército al margen de él, que era ministro de Guerra. Así, el enfrentamiento de comunistas y Largo Caballero acabó con la victoria de los primeros y el fin de la colectivización, que fue sustituida por la planificación central y la nacionalización. El sucesor de Largo Caballero fue Negrín, cuyo gobierno no estuvo controlado por los comunistas, los cuales sí controlaron la policía secreta y el ejército, para lo que crearon el agitprop (organismo encargado de formar oficiales comunistas). Prieto, nombrado ministro de guerra, se opuso a este control, siendo destituido. En 1938 se logró una alianza entre la CNT y la UGT, volviendo la CNT al gobierno.
Represión y Conclusión
Durante los primeros años de la guerra, la represión política fue espontánea en ambos bandos, lo que llevó a que fuera entonces cuando se perpetraron la mayor parte de atrocidades. Posteriormente, dicha represión fue organizada, siendo la principal causa del rencor entre los españoles. En conclusión, diremos que la guerra evidenció las diferencias dentro de la izquierda española y su incapacidad de coexistencia política, obstáculo evitado en el bando nacional por el predominio de los militares.
Participación Internacional en la Guerra
Por otra parte, respecto a la internacionalización del conflicto, si bien no fue una guerra iniciada por Alemania o la URSS, sí estuvo condicionada por factores externos. Puesto que ninguno de los dos bandos poseía armamento para sostener la contienda, buscaron ayuda en el extranjero. El 19 de julio de 1936, tanto Madrid como Franco pidieron ayuda a las potencias europeas afines. Franco solicitó apoyo a Hitler y Mussolini, que se mostraron favorables, pues la victoria de los militares modificaría el equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo. Además, como la sublevación fracasó por la movilización del pueblo en armas, tanto Hitler como Mussolini pudieron argumentar que estaban impidiendo el triunfo de una revolución. Así, el apoyo de estas potencias fue fundamental (la aviación italiana cubrió el paso de Franco por el Estrecho).
La Respuesta de la República
La República, por su parte, puso sus esperanzas en el gobierno socialista de Léon Blum en Francia, que, en un principio, accedió a la petición de armas y colaboración. Sin embargo, al hacerse pública esta decisión, se desató una crisis en Francia, pues las derechas francesas se opusieron a la entrega de armas a Madrid por dos razones: no se quiere apoyar la revolución que se percibe en el bando republicano y se teme a Alemania. Además, Blum se encontró con la posición neutral de Gran Bretaña, que compartía la idea de que se estaba produciendo una revolución a causa de la sublevación militar en España. En este momento, Londres está tratando de llevar a cabo una política de apaciguamiento, evitando cualquier motivo que pudiera causar una guerra. De este modo, Francia terminó colocándose en la misma línea que Gran Bretaña, pues en agosto de 1936 dejó claro que no iba a dar apoyo a la República. El Acuerdo de No Intervención en España fue firmado por todas las grandes potencias, estableciéndose un embargo de armas a los dos bandos de la Guerra Civil para que estos se vieran obligados a pedir mediación. No obstante, tras la fachada del acuerdo, las potencias fascistas siguieron con su apoyo a Franco. El Comité de No Intervención fue incapaz de evitar este hecho, y la República se vio sin suministros, teniendo que recurrir al mercado negro de armas.
El Apoyo Soviético y la Caída de la República
En septiembre de 1936, la URSS decidió ayudar a la República, siguiéndose la estrategia de Stalin y Molotov para evitar que Rusia fuera el primer país en ser atacado y, así, ganar tiempo. El apoyo soviético fue importante para la República, pero también insuficiente. Evitó la temprana caída de la República, donde existía la conciencia de que sin la ayuda de las democracias no se podía vencer. Sin duda, la política de apaciguamiento condenó a este régimen. Cuando en septiembre de 1938 se dio la crisis de los Sudetes y Chamberlain y Daladier cedieron ante Hitler, toda esperanza para la República desapareció. Así, el 1 de abril de 1939, Franco proclamó la victoria. Cinco meses después estalló la Segunda Guerra Mundial.
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